Mientras colocaba tornillos y tablas ella se dispuso a quitar del suelo unas marcas que habían dejado los de la mudanza, se colocó a cuatro patas y con un barreño lleno de agua comenzó a frotarlas.
Ella debió sentir el calor y la humedad de mi nabo a punto de atravesarla, porque empezó a acelerar sus respiraciones, creo que en el fondo deseaba que me la follara, incluso noté como retrocedió un poco su culo para sentir mi polla más cerca.
El hacer favores a cambio de nada no es lo mio y menos cuando se tiene una cuñada tan complaciente como la mia.
En todo el fin de semana no ocurrió nada, pero el lunes por la tarde, de nuevo apareció mi vecinita con el tarro en la mano, esta vez en biquini, y como el viernes la chica y el perro comenzaron su placentero trueque que grabe de principio a fin.
En cierto momento, al separar sus nalgas un poco para ayudar a mi polla, vi el ojete de su culo y pensé que seguro que por ahí no había entrado ni una mosca, moje mi dedo en saliva y comencé a acariciarlo con mucha suavidad, ella no dijo nada, no se si por corte o por lo excitada que estaba; con disimulo metí un poco mi dedo en el interior y procedí a masajearlo; vaya vaya, sigue sin decir nada, solo gime que te gime y yo ya tenía mi dedo metido por completo en su culo.