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Querida cuñada

Querida cuñada

Mi cuñado es un hombre de los de antes a pesar de ser joven, sólo tiene cuarenta años, pero mentalmente ya alcanza los sesenta.

Es representante por lo que pasa largos periodos fuera de casa.

Mi cuñada María, es una mujer bella, de formas redondeadas no llega a ser obesa pero la abundancia de carne en su cuerpo es evidente.

Tiene un par de niños, lo que no la ha ayudado mucho a conservar la línea.

Hace un par de meses quedamos para comer en mi casa.

Como ya he dicho antes, mi cuñado es representante, lo que le convierte en un caradura capaz de sacar agua de entre las piedras.

Sin venir a cuento comento que en su anterior viaje había comprado un par de cuadros estupendos, pero que como el siempre estaba tan liado le era casi imposible colocarlos (ya sabía que la próxima semana yo estaba de descanso)

– Oye Carlos, tu que eres tan manitas, porqué no te llegas a casa una mañana de estas y me ayudas a colocarlos -, miré a mi mujer con semblante irónico, ella me miró a mi (no era la primera vez que me liaba para alguna chapuza en su casa) y contesté

– claro hombre, cómo no -. Más tarde quedamos para el lunes por la mañana.

El lunes, como quedamos, me presenté en su casa temprano, llamé a la puerta y abrió mi cuñada, acababa de salir de la ducha por lo que sólo iba cubierta por una pequeña toalla y varias gotas de agua se deslizaban por su cara y sus piernas,

– ¿Hola Carlos, que haces aquí?- preguntó ella algo sorprendida, – Pues que voy a hacer, quedé con tu marido para colgar los cuadros -, respondí yo. Ella se extrañó aún más

– Pero, si el ha salido esta mañana de viaje y no volverá hasta el jueves -; yo sonreí, de nuevo me la había pegado, el sabía demás que una vez allí yo me encargaría de colgar los cuadros sólo, – bueno, ya que estoy aquí … -.

Mi cuñada empezó a pedirme perdón, que no me molestara, que si ella me echaba una mano.

Entramos al salón y mi cuñada pasó a su dormitorio a vestirse, le pregunté por los niños y me respondió que estaban en el colegio, no se si consciente o inconscientemente miré hacia el dormitorio y vi desnuda a mi cuñada terminando de secarse con rapidez, sus grandes pechos iban de un lado a otro violentamente, aquella imagen me excitó, hasta ese momento no me había fijado en ella sexualmente hablando.

Al momento apareció con un vestidito de estos de estar por casa, algo pasadito por lo que dejaba entre ver su curvada silueta.

– Bien, qué quieres que haga – comentó; en ese momento me pasaron por la cabeza un par de borderías, – Si, voy a coger el cuadro y cuando esté nivelado tu señalas con el lápiz

Coloque el cuadro sobre la pared, ella se colocó tras de mi e intentó marcar la altura con el lápiz, sus pechos rozaban mi espalda, me recliné un poco hacia atrás para dificultar su tarea, ella se pegó más a mi, notaba como sus estrujados senos rozaban mi espalda, mi polla comenzó a crecer, ella lejos de cortarse, continuaba el masaje de mi espalda

– A ver María, así no creo que puedas hacerlo bien, pasa entre mis brazos y colócate delante -, ella así lo hizo.

Su culo estaba ahora ante mi, yo acerqué mi bulto hacia ella

Espera María, agarra tu el cuadro que voy a hacer un par de marcas más -, ella levantó los brazos y agarró el lienzo, cogí el lápiz y comencé a tantear el cuadro, mi antebrazo rozaba su pecho y mi pene hacía lo mismo con su culo, noté como su respiración se aceleraba.

Estaba claro que ella quería guerra, acerqué mi mano a su pecho y lo acaricié suavemente

-¡qué haces! -, preguntó ella exaltada, – Calla y disfruta cuñadita – dije mientras apretaba con fuerza mi mano sobre su gran teta izquierda. Mi otra mano bajo hacia su pierna, paso bajo su vestido y se paró encima de su concha, noté que era inmensa, un abultamiento considerable – Por Dios, qué haces -, – nada que tu no quieras – interrumpí yo.

Ella calló, yo seguí con mi exploración, masajeando sus grandes pechos y pasando mi dedo por su raja, su respiración se hacía más profunda y mi polla más grande. Levanté su vestido y ante mi apareció su inmenso culo tapado con unas bragas blancas de un tamaño acorde a su contenido; las bajé hasta sus tobillos, su culo quedó ante mi cara, separé un poco sus piernas, me senté en el suelo, pasé mi cabeza entre sus piernas y vislumbrar su titánico coño, ¡sorpresa!, totalmente rasurado (seguramente algún caprichito de mi cuñado), miré hacia arriba y sonreí, saqué mi lengua y la introduje en su raja.

-Ahhh, ahh, …- ella gemía fuertemente mientras mi lengua se introducía con fuerza entre sus labios, pasé a lamerlo mientras agarraba sus nalgas, ella no pudo más y dejó caer el cuadro. Me levanté, metí mi lengua en su boca para que degustara su propio sabor, puse mis manos en sus hombros y la empuje hacia abajo, ella comprendió, bajo mis pantalones, cogió mi polla y se la introdujo casi por completo en su boca,

-Uhmmm, que placer -, mi polla entraba y salía de su boca una y otra vez, se notaba que tenía experiencia.

La levanté, no quería correrme sin dar placer a mi cuñadita, desabroche su vestido y su nada erótico sujetador, menudas tetas, la tumbé sobre el sofá, abrí sus piernas y comencé a follarla, primero suavemente para pasar poco a poco a aumentar mi envestida; sus pechos botaban como locos y ella comenzó a gemir con fuerza; mi polla entraba por su coño como si lo estuviera haciendo por la boca del metro, aquel agujero estaba demasiado usado, – date la vuelta – ,dije mientras la ayudaba a girarse, ella se colocó de espaldas a mi con su culo levantado mientras con su mano separaba los labios de su coño, esa no era mi intención, cogí mi mojada polla, y la coloqué en la puesta de su ano.

-¡Por ahí no!, exclamó ella mientras intentaba levantarse, yo la empuje con fuerza de nuevo hacia abajo y empujé mi polla con fuerza – Uhhff -, aquello era otra cosa, mi pene entraba tan ajustado que incluso dolía.

– No, no, por ahí no -, ella seguía rogando mientras intentaba darse la vuelta, aquello me excitaba aún más; poco a poco su lucha dejo paso a un movimiento acompasado a mis envestidas y sus ruegos se convirtieron en gemidos – Ahg, ah, aaaah -, llego al orgasmo.

Le saqué mi duro y enrojecido pene, su ojete también estaba irritado, la tumbé de nuevo en el sofá, ella abrió la boca esperando que me corriera en ella (animal de costumbres, pense yo), pero tenía pensado otra cosa, me senté sobre su barriga y puse mi polla entre sus pechos – apriétalos -, ordené, ella empujó sus pechos haciendo un bocadillo con mi rojiza salchicha, meneé mi polla cinco o seis veces más y mi leche salió a propulsión impactando con su cara y su pelo -OOOOOOOOHHHH -.

Me levanté, cogí sus blancas bragas del suelo y la limpié tiernamente con ellas. – Si se esterase mi marido de lo que me has hecho, siempre me he negado a que me diera por detrás -, -Sólo te he hecho lo que querías -, interrumpí nuevamente, ella sonrió, me beso y se marchó al baño seguramente a refrescar su dolorido culete.

Colocamos los cuadros y m marché. El fin de semana siguiente mi cuñado nos invitó a cenas para agradecerme mi trabajo -Perdona que no pudiera ayudarte cuñado, pero ya sabes como es mi trabajo – dijo, – No te preocupes, María me echó una mano y lo hizo estupendamente -, contesté yo complaciente, – Pues nada nada, a ver si te pasas una tarde de estas para arreglar la persiana de mi dormitorio que anda algo chunga -, – claro cuñadito, con sumo placer -.

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