El día que me tiré a mi chica soñada delante de su novio

Soy un chico de 17 años que os voy a contar una historia impresionante que me ocurrió hace un mes.

Yo estaba, como todos los años, en las fiestas de mi pueblo, me lo estaba pasando de puta madre, cuando Carmen, una amiga que desde siempre me ha puesto mazo, me dice que se tiene que ir a casa.

Yo le dije que como es que se iba ya a casa si estaba sola. Ella me dijo que se iba a ir con Alex a seguir la fiesta allí.

Yo la sonreí y le dije que le fuera bien.

Ella me sonrió y me susurró al oído que si me apuntaba. Yo me quedé paralizado, no se si por que no me acababa de creerlo, o porque el simple hecho de follar con Carmen me dejaba sin habla.

Después de este shock le contesté un sí rotundo. Por cierto, no os he dicho lo buena que está Carmen, es una morena guapísima con ojos negros, pelo ondulado, un cuerpo bestial, que lo remata un culo estupendo, y un complemento de dos tetas preciosas.

Según llegamos a su casa, Alex y yo nos sentamos en el sofá del salón y Carmen en el sillón.

Nos pusimos a ver la tele y Carmen se acercó a su novio y le dio un largo y apasionado beso en la boca, mientras yo estaba mirando, sentí como la mano de Carmen me sobaba la polla. Carmen se levantó y me bajó los pantalones, yo ya tenía la polla a punto de reventar los bóxer que llevaba.

Me dijo:

-Tienes un rabo impresionante (no dijo ninguna mentira, mi rabo mide 20 cm de largo y es bastante gordo).

-Ya verás cuando quites los calzones

Después de esto ella tiró de los bóxer y dejó a relucir mi preciosa polla.

-Alex vete si quieres que con esto ya tengo para toda la noche.

Alex se apartó y se puso en frente de la televisión sentado en el suelo de espaldas al aparato, y empezó a hacerse pajas.

Yo estaba flipando, Carmen me estaba chupando la polla y su novio miraba mientras se hacía pajas.

Carmen chupaba como una autentica profesional, nunca me habían hecho una mamada tan increíble, yo para mantener el control miré al techo mientras me moría de gusto.

Según bajé la mirada, Carmen se estaba desvistiendo, se había quitado la camiseta y el sujetador y tenía al descubierto sus increíbles tetas, yo ya no aguanté más y me corrí en su cara.

Ella me lo agradeció, subiendo encima de mí hasta darme un beso en la boca. Mientras me la comía, mis manos estaban bajándole su minifalda.

Cuando ya se la había quitado dejó de besarme y la contemplé, y ahí estaba ella desnuda con un tanga rojo que me estaba volviendo loco. Me levanté del sofá y se sentó ella espatarrada. Yo me coloqué en cuclillas con mis manos le aparté en tanga y empecé a chupar su coño como si mi vida me fuera en ello.

Ella se puso a gemir y a medio chillar:

-Siiiiii, sigue, no pares, aaaaaaaahhhh, tu si que sabes comer, aaaaaaaahhhhhhh

Cuando su coño estaba ya empapado me levantó y me empecé a enrollar con ella. Después de esto nos fuimos a su cuarto en un trayecto de besos y manoseos. Allí me hizo una cubana increíble, yo me volví a correr otra vez, pero esta vez entre sus tetas.

-Joder, eres increíble tío, ahora me vas a follar.

Según dijo esto la cogí, la puse contra la pared y empecé a follarla. Al principio iba despacio pero debido a sus deseos de que fuese al máximo desde el principio empecé a follar como si me fuese la vida en ello.

-Vamos sigue, no pares, aaaaahhhhh (lo decía ella).

Comencé a sentir el orgasmo y le saque el rabo y me corrí por su cuerpo. Repetimos la operación una y otra vez, hasta tres.

Yo le dije que ya estaba cansado y cambiamos los papeles.

Ella me tiró a la cama y empezó a botar en mi cipote, la verdad es que era increíble de lo que era capaz, nunca me habían follado así.

Yo me estaba muriendo del gusto, a pesar de que mi prepucio estaba ya mas rojo que un tomate. Ella no paraba de gritar y de gemir.

Me dijo:

-Yo ya no puedo más, lo podríamos ir dejando ya.

-No, aunque ya estoy muerto, quiero hacer una última cosa.

-El que

-Quiero darte por culo, ha sido mi sueño desde hace tiempo.

Según le dije esto se tumbó en la cama, y con el perfecto culo que tenía en pompa y me dijo:

-Dame, pero no te pases, que el aparato que tienes no es para andarse con movimientos bruscos.

Empecé a darla despacio y luego aceleré, Carmen no dejaba de chillar y de insultarme, pero entre esos gemidos e insultos se distinguían claros «sigue, no pares…».

Después de esto me enrollé con ella y la dejé tumbada y extasiada en la cama y me fui, por supuesto me despedí de Alex.

En este mes todavía no hemos vuelto a follar.