Cumpleaños inolvidable
Nora cumplía 45 años y su amigas le prepararon una sorpresa para agasajarla cuando concurrieran a su casa con motivo de la invitación que ésta les había hecho.
Era una reunión de mujeres solas aprovechando que los hombres esa noche concurrirían a la cancha a ver un partido muy importante y llegarían para un brindis a última hora.
Las amigas, que rondaban la edad de la homenajeada, pensaron que ya que iban a estar solas lo mejor que podía pasar era que sorprendieran a la cumpleañera con un regalo «especial», para lo que contrataron un modelo o «taxi boy» para que las divirtiera.
El día de la fiesta llegó y también las emociones. Las mujeres estaban entretenidas comiendo y tomando, más esto que lo primero ya que hacía calor y el champagne estaba bien helado -como le gusta tomarlo a la dueña de casa-, mientras charlaban de diferentes temas.
De repente sonó el timbre, lo que sorprendió a Nora porque ya no esperaba a nadie más.
Cuando abrió la puerta se encontró con un esbelto muchacho negro que preguntaba por ella diciendo que era un regalo que le hacían sus amigas. Dudó un instante pero ante los gestos afirmativos de las mujeres lo hizo pasar.
Se trataba de un joven de alrededor de unos 25 años con un físico privilegiado, fruto de muchas horas de gimnasio, que era realmente atractivo y tenía la colita muy marcada como les gusta tanto a las mujeres. Además era negro con todas las fantasías que ello implica en muchas féminas.
El recién llegado se dirigió de inmediato hacia el equipo de música y puso un CD que traía consigo. Se puso a bailar acompasadamente realizando movimientos pélvicos que hacía sonrojar a alguna de las mujeres, quienes se reían nerviosamente y se cruzaban miradas cómplices.
El tipo realmente sabía como manejar la situación, era todo un experto. Usaba una pantalones tan ajustados al cuerpo que se le notaba notablemente su enorme bulto. O sea que al margen de la cola dura tenía otros atributos apetecibles.
La sacó a bailar a Nora, la que a esta altura estaba muy nerviosa y no sabía que actitud adoptar.
Sus amigas empezaron con las exclamaciones y la empujaron hacia él (especialmente Alicia y Mary que parecía ser las más zafadas), que la tomó entre sus brazos, apoyándole el bulto mientras realizaba tales movimientos que parecía que le estaba haciendo el amor.
El resto de las mujeres aullaba.
En determinado momento el muchacho apartó una de sus manos (la que a veces había bajado y apoyado discretamente en el culo de Nora) de la cintura y comenzó a desabrocharle la blusa, al tiempo que le tocaba uno de sus senos.
La homenajeada, que a esta altura estaba un poco obnubilada -fruto del champagne y de los ratones que se hacía con el negrito- no oponía resistencia.
Es más, se encontraba en tal estado que quería besarlo y éste -a propósito y para calentarla más- giraba la cabeza constantemente para eludirla.
El «taxi boy» apuntó ahora a la cola, tocándosela suavemente después de haberle subido la pollera hasta la cintura.
El resto miraba y gozaba indirectamente con lo que sucedía. Nora, que ahora sí había conseguido su objetivo de besarlo tras pasarle las manos por detrás de la cabeza, ya se había olvidado de que era casada y fiel y sólo pensaba en divertirse de la mejor manera con el muchacho.
Ardía a más no poder y bajándole el cierre del ajustado pantalón, le metió la mano dentro y notó que no usaba ropa interior (de ahí que se le notara tanto el bulto). Sacó a relucir una verga descomunal que no le cabía en las manos.
Era una morcilla enorme.
Las mujeres emitieron una exclamación y no salían de su asombro ante el tamaño de semejante aparato. Comenzaron a gritar como si estuvieran en un recital del ídolo de moda o en una cancha de fútbol y se pararon rodeando a su amiga.
El tipo, conocedor del tema, continuaba acariciando los pechos de la mujer y le dio un beso en la boca que casi la deja sin aliento.
Esta mientras tanto continuaba acariciando el instrumento que no soltaba por nada en el mundo aunque alguna de sus amigas (Norma principalmente) amagaba tocarla. A esta altura ya no contaba con su corpiño (el que se había quitado con la ayuda del joven) y parecía que estaba en trance.
Fue entonces que comenzó la locura. Mientras ella se ocupaba del invitado especial, el resto de las mujeres, que habían perdido sus inhibiciones, se acariciaban frenéticamente y emitían grititos de goce.
Algunas, las más liberadas como Alicia, Mary y Betty se habían quitado las blusas y estiraban sus manos para tocar al muchacho, quien seguía contoneándose al compás de la sensual música que había puesto.
Nora se agachó de golpe y se hizo cargo de la tan deseada verga del negro metiéndosela suavemente en su boca.
Comenzó con los movimientos de succión al tiempo que sostenía la pija entre sus manos y mientras se la tragaba y la sacaba, chupaba y chupaba.
Había empezado de a poquito, sosteniendo el miembro entre las manos y recorriéndolo íntegramente con su lengua húmeda mientras seguía lamiéndolo un rato lentamente hacia arriba hasta llegar al glande, metiéndola en el agujerito de la punta y luego volviendo a la base hasta llegar a sus testículos velludos.
Podía sentir cómo se le tensaban los músculos de la cola al negrito mientras éste se contenía y esto la excitaba más.
Cuando éste dijo que estaba a punto de eyacular la mujer aceleró la maniobra. Chupaba y bombeaba como si fuera la última vez que mamara una pija (en realidad era la primera vez que tenía una poronga negra y de esas dimensiones en su boca).
El muchacho llegó como un toro en celo. En el momento en que se descargó, la mujer se la quitó de la boca y las otras pudieron ver como caía el blanco semen que parecía más blanco que nunca.
El primer chorro cayó sobre la cara de la mujer y el segundo se derramó sobre sus tetas y ésta entonces volvió a metérsela en la boca y se la chupó hasta dejarlo totalmente seco.
Todas estaban excitadísimas y muy húmedas y se masturbaban sin ningún prurito. La homenajeada que estaba toda mojada se introdujo también los dedos en su concha y tuvo rápidamente un orgasmo que no pudo disimular.
Betty y sobre todo Alicia, muy excitadas, comenzaron a tocarlo al muchacho y a acariciarle la verga. Más de una se la besó y la introdujo en su boca.
Lo recostaron sobre el sofá y comenzaron a masturbarlo frenéticamente mientras la pija soportaba los embates de más de una boca al mismo tiempo (ya se habían sumado a la succión Mary y Norma).
Como era todo un semental pronto comenzó a sentir los cosquilleos de un nuevo orgasmo y se dejó llevar por las manos y las bocas de las mujeres.
Cuando acabó fueron varias las que sorbieron sus jugos y se la relamieron hasta dejársela totalmente limpia.
Ahí sí, el muchacho pidió permiso para higienizarse y luego se retiró sin tomar nada.
Parece que iba a otra reunión y no quería demorarse.
Por otra parte las mujeres no podían entretenerse mucho tiempo con él porque en cualquier momento arribarían los hombres.
La locura había llegado a su fin.
Fue un festejo espectacular para la cumpleañera que nunca olvidará. Les agradeció emocionada a sus amigas por lo oportuno del obsequio.
Al rato llegaron los hombres y al verlas tan alegres pensaron que sus mujeres la habían pasado bien sin suponer cuánto y el por qué, sin sospechar de nada.