Capítulo 7

Liria VII: y Daniel

En el tiempo que transcurrió desde la llegada de Liria a la oficina, ella obtuvo grandes logros personales.

Heredó de Flor mucho dinero, pues resulta (me enteré con el tiempo) que durante la vacaciones ella iba a Francia a verla, la amistad entre ambas llegó a ser tan grande que le enviaba el pasaje para poder disfrutar de la pequeña amiga, como compinche y alguna vez como amantes.

La joven francesa falleció en un exceso de alcohol y droga, había testado casi todo a favor de mi pequeña.

En una de sus desapariciones fue cuando recibió la herencia.

También recibía sueldo con regalías en el bufete, era la socia de mayor jerarquía después de nuestro abogado y quien lo sucedía casi todo el tiempo, pues, él confiaba ciegamente en la chica que lo quitó de su abstinencia sexual (aunque no lo recordara).

El tiempo libre que no dedicaba a sus placeres y necesidades sexuales, lo hacía estudiando con ahínco.

El suceso es que Liria había terminado sus estudios de derecho y recibiría el título de Doctora en Leyes, para tal ocasión me dediqué a preparar la fiesta que bien se merecía.

Entre tanto Boris había conseguido una noviecita de quince años, muy bonita, que aún no había podido coger a pesar de haber empleado todos los secretos de enseñados por la barbie y yo.

Vivía caliente nos contaba -«Cada vez que vuelvo de verla me hago la tal paja». Por otra parte después del bautismo que lo liberó del celibato., ejecutado por nosotras, acordamos que no habría mas cogidas entre los tres. (Aunque ustedes ya saben que ella y yo….. ejem.) Así que debió buscar otra concha para llenar de su abundante esperma.

Liria me pidió, por que esta vez sería yo la anfitriona, que invitara al Doctor Daniel, catedrático que la había apoyado mucho, que conoció en la biblioteca de la Universidad antes de ser su docente y con el cual había desarrollado una gran amistad de confidencias. Me sorprendió lo de «confidente», ella dijo –»Sólo un amigo íntimo, sin sexo…»

Le envié invitación indicándole que el agasajo sería el sábado desde las diez de la mañana. Acusó recibo, dijo seria puntual agradeciendo el honor y distinción a su persona.

Mi amiga ya era la «Doctora en derecho Liria, abogada titulada» nos dijo mostrando su título profesional encuadrado en un marco muy moderno y costoso pago por todos nosotros que se lo obsequiamos con un gran amor a nuestra querida amiga, madre, compañera, confidente; … podía seguir enumerando una cantidad de adjetivos sobre su persona, pero ya conocen a Liria.

Como acostumbramos todos llegamos antes que la homenajeada, primeros Boris (que no pudo traer a su noviecita pues ella tenía salida con los papás) y yo, el último fue el Doctor Daniel, me di cuenta pues era el único desconocido.

Un hombre corpulento, alto rubio, cutis lampiño (me recordaba un dios nórdico), barbilla firme con un tajo profundo, ojos muy azules. Se presentó, su voz me dejó atónita, algo afeminada, sus ademanes muy de señorita, me dije «Gay»

Con razón dijo mi pequeña cabellos dorados «… confidente sin sexo …», bueno vaya por la amistad.

Llegó la novel abogada, esta vez el jefe se mandó un discurso, terminado el mismo, le tendió a Liria la copa del brindis (tal cual ella lo hacía con él a diario) y mandamos una salva de buena suerte acompañadas por numerosos tragos.

Ella nos miraba y creo que hasta lagrimeó un poco. Todos la abrazamos y besamos.

Último Daniel que la apretó con gran fuerza y hasta lloró.

La tomó por los hombros junto con el jefe y entraron, seguimos detrás, nos sentamos y comenzamos las pláticas con preguntas y demás, acompañadas de sendas libaciones, con algo sólido por supuesto, cuidando nuestra apariencia ante los abogados.

Llegó la hora del almuerzo, como siempre acompañado de vino.

Luego los postres, en este momento se retiró el jefe dispensándose por tener que retirarse y dejándonos libertad de hacer.

Inmediatamente se inició el baile, la música era muy alegre, reíamos, cantábamos, bebíamos y evitábamos la parte esa que ustedes saben, por que estaba aún Daniel entre nosotros.

Nuestra abogada bebía con él y platicaban en forma amena, observé que nuestro desconocido bebía con más fruición que su colega, incluso estaba más libre en su personalidad. Su voz y ademanes eran más femeninos sin disimulo. Liria me comentó una vez que:

«Quien es diferente y se reprime en cierta forma esta desconforme con serlo, el que no reprime es el que en verdad se realiza. Por ello soy como soy y no me importan opiniones que no sean las mías sobre mi persona»

Todos bailaban y se divertían, como anfitriona me acerqué a los amigos confidentes para intercambiar algún tipo de plática, la pequeña aprovechó para salir a bailar con Boris.

Hablamos cosas intrascendentes mientras el observaba a su colega y su pareja de danza. Estaba con las mejillas coloreadas por el licor.

Alguna vez enviaba un suspiro. Pregunté el motivo de estar solo, me dijo que «El ser diferente no es sencillo, es difícil encontrar comprensión y sobre todo una pareja. Además me gusta mucho amar con sexo.

Nuestra común amiga es la única que me ha comprendido en plenitud por eso la quiero tanto. Como amiga, claro»

Daniel miraba el devenir de las parejas danzando hasta que fijó la vista en algo, seguí la trayectoria, Boris tenía la pija parada, el bulto se veía por sobre del pantalón.

Bailar con la barbie lo estaba calentando, además de los efluvios del licor y de que estaba en abstinencia sexual.

Me levanté dejando a Daniel en su anhelo de amor y sexo. Esto último debido a la visión que tuvo de nuestro benjamín.

Al cruzar las parejas se intercambiaba, en la algarabía mujeres bailaban con mujeres y los hombre igual, riendo por las parejas que se formaban. Liria tomó la mano del abogado y lo entró en el baile.

Luego hubo cambio y ella bailó conmigo, al dejar a este, él bailó con una compañera. Seguían los danzarines cambiando parejas, vi a Boris y Daniel, moviéndose al compás. Seguí bailando, riendo, bebiendo.

A media tarde se empezaron a dispersar los personajes yéndose cada uno por su lado o en parejas que irían a saciarse de sexo a otro lado, no sin antes algún adelanto dentro del algún automóvil para matizar.

Quedé yo que debía dejar el lugar limpio de la avalancha que causó la fiesta. Comencé con las botellas, luego vasos, platos, ceniceros.

Hecho, llamé a las personas que cuidan el aseo del lugar para que al día siguiente vinieran como era de costumbre después de cada reunión. Apagué el sonido, me senté y me dispuse a beber un poco de refresco, para después irme.

Me sorprendió Liria, pues, creí se había ido. Venía de fuera se había despedido de los últimos invitados para agradecerles la atención.

Quedamos viéndonos íbamos a besarnos cuando sentimos ruido provenientes del dormitorio. Puso un dedo en sus labios indicando silencio.

Nos quitamos lo zapatos de tacones, en punta de pies nos dirigimos a la habitación del jacuzzi.

Entramos, no había nadie. Miramos el dormitorio a través de la puerta de vidrio, que era espejo desde el lado de los ruidos que ahora estaban acompañados de murmullos.

No nos veían, pero nosotras vimos a Boris besándose en la boca con Daniel.

Ambos estaban desnudos tendidos sobre la alfombra. Con reciprocidad se besaban en el cuello, boca, mejillas; mientras acariciaban sus cuerpos con dulzura y placer.

Sus lenguas asomaban antes de cada beso lamiéndose los labios y volviendo a su quehacer. Nosotras veíamos la escena con lujuria y alguna vez nos mirábamos para luego besarnos.

Las manos de ambos comenzaron a desplazarse hacia sus respectivas vergas, la salva de besos seguía con ruido salvaje y placenteros gemidos.

La enorme pija de Boris estaba dura como estaca, despidiendo fuego por su cabeza púrpura.

Daniel tenía la verga mas fina, algo más corta, pero su cabeza emergía mas grande que el resto rosada y brillante. Más curva que la de su compañero parecía amenazadora la del doctor.

Se pajeaban al mismo ritmo, descabezando los glandes para que se mostraran en todo su esplendor. Gemían y gozaban a cada movimiento. La pija del rubio comenzó a dejar caer las primeras gotas, Boris la desparramó por toda ella con avidez y haciéndole mas lenta la paja.

El trigueño en cambio aceleró la marcha para que la otra pija dejara salir parte del contenido en sus dedos. Cuando lo logró, sus dedos bañados los lamió lanzando un pequeño gemido de placer «Que exquisita es tu leche caliente» dijo.

De inmediato dejó el garrote, se inclinó sobre él y lo embistió con su boca hasta que le tocó la profundidad de la garganta. Apretó los labios entre el glande y el prepucio comenzando a pajear a Boris moviendo su cabeza en lentos vaivenes. El chico se desesperaba, gemía.

El nuevo placer le gustaba por lo que giró su cuerpo, tomó la pija de su pareja introduciéndosela en la boca, cuando la cabezota entró en ella cerró los ojos. Él también emitió un gemido, disfrutaba la leche en la boca degustándola, tragando lento cada gota.

Los gemidos aumentaron, estaba acabándose mutuamente llenando sus bocas con el fuerte esperma que salía como lava de sus vergas.

Pudimos ver como ambos eran sendos sementales, conté los tres o tal vez cuatro de Boris y otros tantos de Daniel.

Al tiempo de acabar se dejaron caer a los lados rendidos por el placer de su orgía.

Vimos que dormitaban, Liria y yo, aprovechando el sueño de los justos, nos mandamos un estupendo sesenta y nueve.

Cuando nos sentimos realizadas. Descansamos un poco y fraguamos la forma de aparecer ignorantes de los hechos.

Nos pusimos a hacer limpieza fuera recogiendo hasta hojas secas para hacer tiempo.

Al largo rato asoma Boris por detrás de la casa excusándose de haberse dormido en el jardín por consecuencia del licor.

No se de donde apareció Daniel, muy prolijo sin dar muestras de la brutal cogida que se mandaron antes entre ellos, diciendo haber dormido la mona etílica por algún lado. Se despidió y se fue.

Liria me liberó de quedarme diciendo que ella se encargaría de algún detalle y cerraría la casa.

Ofrecí a Boris llevarlo, este aceptó y partí a gran velocidad adelantándome al abogado que partiera instantes antes.

A la tarde del día siguiente, domingo, me llamó mi querida abogada invitándome a su casa para charlar.

Llegué como a las seis, había sido un día sin compromisos para mi, sólo descanso.

Me preguntó qué tal la vuelta a la ciudad y le dije que sin contratiempos, nada fuera de lo común. «¿Boris…?» dijo pensando en que me lo habría cogido.

Respondí que nada con él, durmió algo agotado por su nueva experiencia, lo dejé en su casa y listo. Me fui y dormí pensando en lo visto y disfrutado, el sexo dije.

«De eso se trata. Te perdiste de algo» dijo.

Comenzó «Inmediato de quedar sola fui al jacuzzi a disfrutar de un hidromasaje caliente mientras miraba una de las cintas nuevas que hay en el escondite. Te diré que es más excitante que las que hemos visto.

Me calentó muchísimo. Salí del agua y quedé viendo la cinta.

En un momento la detuve y comencé a hurgar para buscar algo que me consolara la calentura que tenía. Revolví y debajo de la amante de aire del jefe encontré un consolador empaquetado aún esperando a alguien para que le diera uso.

Me dije ¡ahora serás liberado de tu virginidad….! Es una hermosa pija de treinta centímetros de largo y siete de diámetro, según leí en el manual, tersura de piel humana, con tacto cálido; parecida a la de Boris pero unos centímetros más pequeña. Una ventosa para fijarla, pilas AAA, vibrador incorporado.»

«Reinicié la cinta, me senté en el sillón inflable, a medida que mi calentura aumentaba comencé a darle a mi concha con la pija. Cuando la película aumentó mi excitación y mis flujos me inundaban, encendí el vibrador, fue todo uno: un orgasmo y un grito.»

«Gritaba fuerte, estaba totalmente sola y soltaba mi angustia de coger acabando con cada alarido. Fue divino liberarme así. Orgasmo, grito, orgasmo, grito….»

» De pronto advertí una sensación de presencia en el dormitorio, me volví. Detrás de mi estaba Daniel. Me quedé tiesa. El estaba desnudo, aprecié cuando se puso a mi lado. Tenía la pija agarrada con la mano y se hacía una paja mirando la escena del panorámico donde una bella verga entraba en el culo de otro hombre. Me salí del momento y seguimos mirando. Cada quién se hacía una paja. Casi comenzamos a ver quien acabaría primero. Ambos gemíamos, gritábamos, nos contraíamos a cada descarga de gozo de nuestros sexos»

«Me dijo -Quiero probar esa verga que tienes metida en ti- cuando acabé, la saqué y se la di, -No quiero que me la pongas tú -me replicó. Se puso delante de mi, recostó los hombros obre la alfombra y levantó su cadera apoyado sobre las rodillas. Su culo quedó hacia mi. Estaba algo abierto dejando ver en el centro una cavidad roja, muy mojada. Yo excitada, antes de penetrarlo, le bese el culo. Lamí su profundidad llenándola de saliva, él disfrutaba – Sigue, dame más lengua – Continué besando y pasando mi lengua. – Dame más de eso, quiero, me gusta – Seguí con la ceremonia y a la vez pasé mis manos por debajo de las piernas y tomé su pija. Comencé a hacerle una paja, la gran cabeza de su largo miembro me apetecía, quería probarla para saber que había sentido Boris al hacerlo.»

«Comenzó a gotear la leche. Dejé que cayera en mis manos dispuestas para que se mantuviera en ella. Cuando sentí suficiente la volqué en su agujero que estaba mas abierto. Lamí mis manos, pase la lengua por su culo. Me comenzó a venir el primer orgasmo. Bello, profundo, mi cuerpo se estremeció. El seguía dejando caer el semen en pequeños chorros contenidos que me excitaban más. – Ponme la pija en el culo, por favor hazlo, la deseo, quiero sentirla – Chupe la pija, pasé su semen en ella, puse su cabeza en la puerta del culo y comencé a penetrarlo. – Si, si, dame así, mas adentro, mas, hasta los huevos. Divina Liria, me haces feliz. Empújala – A la vez seguía dándole a su verga que estaba muy dura, me calentaba la curva de esa cimitarra con una enorme pelota en como cabeza.»

«Empujé la inerte pija hasta los huevos. La dejé y me acosté debajo de el tratando de alcanzar la que yo quería. La verga de carne caliente con su crema fuerte. La vi suspendida ante mi boca dejando caer gotas grandes del liquido anhelado. Abrí los labios, cada gota caída la saboreaba con delicia. Levante el torso, la verga entró en mi boca. Apreté con los labios el cuello del glande y con la lengua acaricié su agujero perdido en mi boca. La leche mojaba mi lengua, su néctar invadía mis sentidos. – Si mi vida, así, pasa tu lengua más y más – repetía. En mi paroxismo pasé las manos por encima de él alcanzando la pija que tenía metida en el culo, la comencé a mover en un entra y sale. En mi boca su verga se puso más dura, comenzó a cabecear, estaba anunciando su clímax»

«Le dije que esperara, me salí. Fui hacia la cama. Me recosté en el borde levantando las piernas y dejando expuesta mi concha a sus mas bajos instintos de sexo. Se irguió mostrando la curva de su verga muy dura de calentura. Una mano agarraba la pija que su culo violaba. Se inclinó sobre mi. Quite su mano de la pija que portaba y la agarré. Puso los brazos a cada lado mío. Apuntó su pija a mi vulva, punteó sus labios y cuando vio que ese era el lugar de mi agujero de placer, me penetró con salvajismo. Lancé un grito fuerte cuando la cabeza estiró mi concha de golpe. Al instante el dolor se convirtió en placer. Mientras el se movía, me penetraba a mi y la pija que yo sostenía se colaba en su upite calentándolo al máximo. Yo miraba los avances de su pija dentro de mi, en ocasión me pareció ver que la forma curva que tenía abultaba la punta en mi barriguita. Como cuando se para debajo del pantalón.»

«Así, así, me gusta, mi vida, mi amor, dame pija como yo a ti – decía. Lanzaba gemidos y gritos. Yo apretaba mas dentro la pija en su culo. La verga de él estaba muy dura. Removía mis entrañas y me hacía acabar una y otra vez. Por un instante quedó quieto. Tomó aire. Sentí su resuello. Su pija comenzó a cabecear dentro de mi. Llegó la hora. Mi cuerpo pensando en su leche se convulsionó. Sentí un incipiente orgasmo múltiple.

El cancerbero arremetió con furia desde fuera de mi concha. Grité por el dolor y el placer inmediato. Mis orgasmos se lanzaron en avalancha, él me envió una serie de chorros de leche como aviso del final. Me llegó el mas grande mío, al sentirme invadida por su inmensa ola dejé salir todo mi resto. Gritamos al unísono con un alarido triunfal. En los últimos vaivenes mis jugos y su leche mezclados saltaban mientras el ruido del batir se oía por toda la estancia. Detuvimos la marcha, suspiramos y quedamos recostados agotados»

Liria terminó el relato, yo ya estaba desnuda, ella también.

Nos besamos, chupamos nuestros jugos.

Cuándo fue suficiente hicimos un sesenta y nueve final.

Durante un rato más saboreamos la esencia del sexo contenida en nuestras bocas.

Luego nos dormimos el sueño de los justos.

Continúa la serie