Cuando nos bañamos

Me invitas a bañarme con vos, o si no me cuelo en la regadera, después de haber desfilado ante mí – las primeras veces – haciendo despliegue de pudor y recato, que parecía excesivo pero a la vez era desafiante y prometedor si me atreviese a quebrar la regla, como en efecto llegue a atreverme.

Me cuelo al fin, y el vapor del agua que brota en abundancia baña el ambiente de gotitas y nubes en las que una fiebre de sensibilidad y urgencia me deja sentir el olor de tu coño tocado en mimos.

Me da urgencia curar esa fiebre ya, contagiártela a vos cuando toqués el primer centímetro de mi piel, cuando respires cerca de mi, cuando te entregues a nuestro placer envolviendome con tus besos.

Me deslizo dentro de la ducha y siento el calor del agua resbalando por tus hombros, pechos, vientre, nalgas, pelvis y muslos, llegando a la base de tus pilares de carne, confundiéndose con la humedad cálida que emana de tu sexo exhalando deseos y anhelos, palpitando con ardor y ganas de más, de ser completada, llenada de más carne.

Mis manos avanzan con ternura pero con la fuerza de animal en celo y encuentran la manera de caminar hábilmente por entre tus pliegues y labios para alojarse dentro de la cueva de placer que me invitas a saborear cada vez que me amás, esa casita que quiero habitar toda mi vida.

Mi polla se enriela y yergue justo detrás de vos, me encorvo un poco para hacerla coincidir con la cañada de tu culo perfecto y aplasto tus montañas redondas de carne con la proximidad de mi pelvis que tiembla de amor y se aposenta en la mujer que es el sabor de la vida, de mi vida.

Entrar en vos a través de cualquiera de tus orificios, con dedo, dedos, mano, manos, lengua, nariz, polla, alma, con todo lo que te pueda meter, es no querer salir nunca más.

Pero especialmente en tu vagina que guardas detrás de una vulva perfecta, la que me dejas descobijar para inundarte de amor y sexo, es recordar el principio y fin de la vida, misterio profundo que no sé si se resuelve adentro o afuera, pero con vos todo es más claro y a la vez más turbio.

Con vos, todo puede ser, con vos todo es.

Todo lo que he querido siempre y todo lo que puedo querer.

Al tiempo que te penetro frenéticamente mis brazos rodean tu cuerpo y mis manos se aferran a tus tetas sometidas con cariño y amasadas con lujuria.

Uno de tus pezones roza los fríos mosaicos de la pared, mientras mis dedos pellizcan el otro calibrando su gran tamaño.

Mi boca impregnada en el agua que cae se posa en tu cuello y me provoca chuparte hasta hacerte meter dentro de mi, para que no te vayas nunca.

Para que nuestras almas se fundan al tiempo que nuestros cuerpos se conectan por dónde somos capaces de inventarnos puentes de amor y túneles de pasión.

Sos una mujer puesta allí por el creador para mí, para el beso, el goce, la sumisión, el logro, el sometimiento, la satisfacción, la humillación, la gloria, el fracaso, la entrega, la peste, el alivio, para que mi alma encuentre su sentido y se extienda por la vida buscándote a vos eternamente.

Te amo.