Gozando sin perder la virginidad I

La historia que les relato a continuación, sucedió cuando tenía 18 años y mi temor a dejar de ser virgen, pero la curiosidad que tenía sobre el sexo me dio una sorpresa.

Apenas cumplí 18 años, entré a trabajar a un restaurante que hacía entregas y llevaba sándwich y jugos de fruta hasta un edificio donde operaba una compañía de seguros.

Tuve que entrar a trabajar para mantenerme y con lo que ahorrara poder estudiar más adelante.

Me llamo Kathy y mi sueño era ser secretaria, como las chicas que veía en mis recorridos de ventas.

Apenas empezó mi desarrollo, se empezó a notar mis pechos y mi cola, por lo que era blanco de los comentarios de mis amigos de barrio y de trabajo, ya que había también varones en el trabajo que yo realizaba.

Nunca quise salir con ninguno de ellos ya que parecía que lo único que querían era acostarse conmigo y yo tenía la idea de llegar virgen al matrimonio.

En mis recorridos por las oficinas, tenia clientes de todas las edades, había de 20 años, de 25 y de 40, hombres y mujeres que consumían los productos que vendía.

Usaba solo pantalones jeans y camisetas anchas para de alguna manera no hacer notar mi fisonomía, pero a pesar de todo nunca faltaban los donjuanes que me fastidiaban, diciéndome que porque motivo me ponía jeans y no venia con falda, lo cual subiría mi volumen de ventas.

Yo no hacía caso ya que me imaginaba las intenciones que tenían.

Un caso diferente era Enrique, un señor de 40 años que cuando me dijo su edad no lo creí, porque tenía una apariencia juvenil a pesar que era casado.

Algunas veces me había encontrado con él a la salida de su trabajo y se ofrecía muy gentilmente a alcanzarme hasta mi casa, pero mi madre me había dicho que nunca suba al auto de un hombre por que se podría aprovechar de mí.

A mí me gustaban los chicos y tenía curiosidad cómo sería estar desnuda al lado de uno, acariciando nuestros cuerpos, pero si bien es cierto había tenido uno que otro novio, nunca le había permitido que viera alguna parte de mi cuerpo desnudo y casi a la fuerza me tocaban los senos y mi trasero.

Durante varias noches había tenido sueños que estaba con un hombre mayor, que me levantaba suavemente y me colocaba en una cama y me llenaba de besos, pero cuando iba a penetrarme me despertaba toda sudorosa y mi chochito mojado.

Así ese viernes salí de trabajar y ahí estaba Enrique con su auto, pasándome la voz para ver si quería subir.

No se porque pero esa tarde subí.

Se puso muy contento y me dijo que le indique el camino hacia mi casa.

Le dije que aún no quería ir para allá y me preguntó si podía invitarme algo de tomar.

Acepté su propuesta, mirándolo mientras manejaba.

Era varonil y a pesar de la diferencia de edad me resultaba atractivo.

Llegamos al Tip Top, que es un lugar donde uno entra con el coche y los mozos dan atención al auto, por lo que no tuvimos que bajar y Enrique me preguntó si deseaba tomar una cerveza.

Le dije que si en vez de la cerveza, podía ser un cuba libre.

Se sonrió y me dijo que esa noche yo mandaba.

Su auto tenía vidrios oscuros, por lo cual la gente del exterior no podía vernos y ya adentro él me decía que siempre me veía por la oficina vendiendo mis productos y que le parecía una chica candorosa y muy linda.

Que diferencia entre un hombre maduro, que te hace sentir como si fueras lo más especial en ese momento, a los muchachos que parece que se lo mereciera todo.

Debido a que todo el día usaba pantalones, cuando salía de mi trabajo usaba falda y era así como estaba vestida en el auto de Enrique, que por más esfuerzos que hacía no podía evitar mirar mis piernas y mi busto.

Una llamada a su celular lo distrajo de las miradas que me daba, diciendo a su interlocutor, que supongo sería su mujer, que en esos momentos entraba a una reunión y que llegaría un poco tarde.

No le hice ningún comentario sobre la llamada y miraba sus fuertes manos mientras dejaba el teléfono a un lado del auto.

Seguimos bebiendo y me preguntó si tenía novio.

Le conté lo que pensaba al respecto y que prefería guardarme para mi marido cuando este llegara.

Lo que no le dije era que me moría por sentir la piel y la fuerza de un hombre en mi cuerpo.

Como intuyendo lo que me pasaba, me preguntó porqué había aceptado subir a su auto y le empecé a contar que me parecía un hombre serio y de confianza.

Me dijo que le podía confiar mis pensamientos, que con él estarían seguros.

No se si fue por el licor o por los sueños que había tenido, pero le dije mi deseo de entregarle la virginidad a mi primer hombre.

Lo que me dijo, me chocó un poco pero me hizo ver que podía hacer algunas cosas sin perder otras.

Virgen de donde? Inquirió Abrí mis ojos y le dije, como de donde?.

Claro, porque si quieres entregarle tu virginidad vaginal a tu esposo, puedes sentir otro tipo de placeres sin perderla me dijo.

A estas alturas mi cabecita me daba un poco de vueltas, aunque Enrique se veía muy bien.

Sacó un cigarrillo y me ofreció otro, los cuales encendió y seguidamente puso su mano derecha sobre una de mis piernas, haciéndome estremecer por el contacto con su piel tan caliente.

El me explicaba que los jóvenes lo único que quieren es penetrar a las chicas y que eso tenía sus desventajas ya que podían quedar embarazadas y que para tener placer podía una chica tener otra clase de penetraciones sin ese riesgo.

Mientras yo pensaba en las penetraciones de las que me hablaba, me preguntó si podía acompañarlo aquí cerca donde debía recoger unos documentos.

Le dije que no había problema y llegamos a un edificio de departamentos donde ingresó a la cochera del edificio.

Por un momento pensé que vivía ahí, pero al preguntarle me dijo que no, que era una especie de oficina donde iba cuando no quería llegar a su casa.

Llegamos al 7mo. piso y entramos a un departamento bonito, el cual tenía en la entrada un escritorio y una cama grande, que al costado tenia un frio bar.

Saca algo de beber, me dijo y me acerqué al frío bar, me senté en la cama y tomé dos cervezas del frío bar.

Guardó algo en un cajón del escritorio y se sentó a mi lado a tomar la cerveza.

Yo me preguntaba cómo era que me encontraba con un hombre, sentada en una cama si tanto me había negado a aceptarle ningún acercamiento a alguno.

Volvió a agarrar una de mis piernas y continuó con su teoría de la virginidad.

Una manera de seguir siendo virgen de la vagina y que puedas ser penetrada, es por aquí me dijo, al momento que me besaba y metía su lengua en mi boca.

Sentí un estremecimiento de solo pensar que lo que estaba entrando, no era su lengua sino su pene.

Tomo ambas cervezas y las dejó sobre la mesa, volviéndome a besar y presionando sobre mi hombro haciendo que mi espalda se echara en la cama y separando su boca, me miraba a los ojos diciéndome y por aquí también, mientras con su mano izquierda separaba mis piernas y presionaba con su dedo medio mi ano, encima de mis braguitas.

Yo estaba embelesada con sus palabras y con su forma de tocarme tan delicada y empecé a separar mis piernas, permitiendo que acaricie mi conchita encima de la tela.

Me besó el cuello y me desabotona la blusa y mientras yo disfrutaba sus besos, quede con los pechos al aire por primera vez ante los ojos de un hombre.

Luego de pocos instantes y ya casi medio desnuda, él se paró y se desnudó, mostrándome su verga parada mientras retiraba mi falda y mis braguitas, dejándome totalmente desnuda.

Le pedí que no quería dejar de ser virgen y me dijo que no me preocupe.

Mi culo estaba al filo de la cama y él se arrodillo en el suelo y puso mis piernas sobre sus hombros, las cuales iba chupando por su interior hasta llegar a mi concha, que a estas alturas mostraba una humedad nunca experimentada.

Me lamió y chupo cuanto quiso, haciéndome gemir con cada movimiento de su lengua.

Se incorporó y tomándome de las manos hizo que quedara sentada mirando su ombligo y debajo estaba su verga, que tomé y metí en mi boca dándole una larga chupada, haciéndole decir palabras de placer.

Sentí de pronto un torrente en mi boca, parecía un chisguete soltando su liquido.

Lo bebí todo mientras el agarraba mi cabeza para que no me separe.

Sentí unas cosquillas fuertes en mi concha y supe en ese momento lo que era mi primer orgasmo.

Nos echamos en la cama, abrazándonos y el chupaba mis labios y me agarraba los pechos haciéndome sentir deseada y querida.

En un momento me dijo, ahora te voy a enseñar otra manera de seguir siendo virgen y me volteó boca abajo y del cajón de la mesita de noche sacó una tapita de vaselina, la cual unto en mi ano metiendo su dedo índice para que quedara bien lubricado.

Luego sentí que enfiló su pene grueso por mi orificio y tuve miedo del dolor, pero Enrique era un experto y entró forzando un poco mi ano, pero al fin lo tuve dentro, envidiando en ese momento a su mujer por el placer que seguramente le hacía sentir.

Bombeaba y yo quería más, quería más fuerte.

Mi chochito destilaba sus jugos mientras era enculada de esa forma maravillosa y nuevamente sentí un liquido caliente dentro de mi culo haciéndome llorar de felicidad.

Enrique sacó su pene y se echó boca arriba en la cama, mientras acariciaba mis tetas con sus manos.

Me puse sobre él y lo besé desde la boca hasta su verga, haciéndola que recupere el vigor que yo deseaba.

Me senté sobre él y con mi mano la dirigí hacia mi chucha tratando de meterla, pero el me dijo que no.

Le supliqué y le lloré que me la metiera por delante, pero él se mantuvo firme, haciéndome ver que después me arrepentiría de haberlo hecho.

Lo empecé a masturbar y a meterme esa verga deliciosa a mi boca para no desperdiciar la erección que había logrado y de tanto mamarla, al fin volvió a soltar su líquido precioso regándolo él mis labios, y procedí a limpiarle la verga con mi lengua en agradecimiento por tan inolvidable lección.

Salimos de ahí y me dejo en mi casa, baje de su auto como mujer y las veces que iba a su oficina con mi bandeja lo miraba de lejos y él desde su escritorio me sonreía, sintiendo que tal vez aceptaría subir a su auto cuando me invitara nuevamente.