Otro sueño IV
Recordarán de mi anterior relato que hicimos un trío entre Miriam, mi amigo Josi y yo. Y había prometido que en la próxima también intervendría la pequeña Mari (17 añitos).
Pues bueno, llamé a Mari el lunes y le pregunté si estaba preparada para una sesión de sexo múltiple. Ella dijo que creía que sí y preguntó a su vez que quién estaría. La tranquilicé diciendo que Miriam, ella, yo y un amigo.
Estuvo recelando un ratito pero al final acepó y quedamos para la tarde del sábado, en la casita de la ciudad.
La cité para las tres de la tarde hora en que sabía llegaba el autobús desde el pueblo a la terminal.
Allí la esperé y juntos nos fuimos a la casita, en donde también había citado a Josi y otro chaval, este de 18 años llamado Miguel pero para las cinco, y a Miriam, para las seis y media. Esto no era arbitrario, sino parte de mi plan orgiástico.
Cuando llegamos a la casita, me preguntó donde estaban los demás.
Y le expliqué que primero quería estar solo con ella, porque sabía que eso le gustaría y luego llegarían los demás.
Mi amor, como me conoces.
Hace un montón que no estamos juntos y tenía muchas ganas de estar sola contigo aunque sea un ratito.
– Ven acá, le dije y le estampé un dulce beso en los labios buscando y saboreando su lengua y explorando con la mía toda su cavidad bucal mientras introducía mis manos por debajo de su falda y acariciaba sus tersas nalgas, que dejaba descubiertas la mini tanga que llevaba.
– MMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMM, que rico.
Que calentitas tienes las manos, papito.
Y tu que suavecitas tienes las nalgas amorosa.
Sola se quitó la camiseta que llevaba y soltó su sujetador, arrojándose a mis brazos apretando con sus pequeños pechos turgentes mi pecho.
Me saqué la camisa y pude sentir el calor de sus indurados pezones frotarse contra mis vellos.
Que sensación deliciosa.
Esto terminó de provocarme una inmensa erección, que ella notó, posando su manita sobre mi paquete.
Acto seguido se arrodilló, desprendió mi cinturón, bajó la cremallera, dejó caer mi pantalón hasta el suelo y sin darme tiempo a reaccionar me bajo el slip y cogió mi verga con sus dos manos y la llevó a su boca.
Me dio un delicioso beso seguido de una no menos sabrosa lamida en todo el glande, para continuar recorriendo todo el tronco de mi aparato, desde la punta hasta los huevos con su lengua caliente y húmeda, casi provocando mi primer orgasmo.
Estirando mis brazos acaricié su melena y tomándola de los hombros la levanté para darle un gran morreo y frenar un poco su ansia de sexo.
Desabroché su falda que quité con suaves movimientos junto con sus braguitas.
Alzándola la senté sobre la mesa del salón y procedí a quitarle los zapatos y los calcetines, para comenzar a lamerle los deditos de los pies y luego ir subiendo por sus pantorrillas, hasta llegar a sus muslos que lamía dulcemente con mi lengua, aspirando todo el aroma de su piel.
Cuando llegué al nivel de sus aductores emitió un gemido de placer y separó sus piernas ofreciéndome su preciada cuevita que olía a hembra en celo y ya chorreaba sus jugos empapando sus pelitos de gotitas perladas que sorbí con fruición.
Introduje mi lengua en lo más hondo de su vagina arrancándole más suspiros y gemidos para luego tomar entre mis labios su botoncito y succionando con frenesí la llevé a un orgasmo glorioso.
AAAAAAAAAAAHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHH, SSSSSSSSSIIII IIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIII, MMMMMMMMMMMAAAAAAAAAs MAAAAAAAAAAAAAAASS, mi amor, como te extrañaba.
Volví a alzarla y la llevé a la cama, donde se tumbó boca abajo ofreciéndome su adorable y respingón culito en pompa.
No me hice rogar y me lancé a chuparlo casi con desesperación en medio de sus jadeos y grititos de placer, solo con mi lengua lo dilaté y acto seguido me tumbé encima de ella y la empalé hasta el fondo. AAYY AAAAYYYYYYYYYYYYYYYYy, me haces daño. Iba a sacarle mi verga del culo pero apretando sus piernas me lo impidió.
No por favor no lo saques, solo quédate quieto unos segundos.
eso hice mientras sentía todo el calor de sus entrañas rodear mi pene y las contracciones de su esfínter que parecían querer ordeñarme.
Entonces empezó a moverse en círculos y a bombear con sus caderas, haciendo que mi bolla entrara y saliera sin llegar a salirse del todo del interior de su culito.
Así estuve cabalgándola por unos minutos hasta que estallamos ambos en un soberano orgasmo, llenándole su recto de semen.
Nos quedamos abrochados un ratito y cuando iba en camino de la flaccidez se la saqué y fui a lavarme.
Ella me siguió hasta el váter y tomando mi bolla me la enjabonó con dulzura y suavidad y la aclaró para luego metérsela en la boca y chupármela durante un ratito logrando una nueva erección.
Me hizo sentar en el váter y se sentó encima de mí clavándose la verga en su coño de un solo movimiento.
Fue una sensación indescriptible.
Comenzó a cabalgarme como una posesa hasta que me hizo venir nuevamente, entonces se levanto y arrodillándose me la siguió mamando hasta dejarla limpia, aunque no logro que se me endureciera de nuevo.
Necesitaba descansar un poco para estar de nuevo en condiciones.
Camino para la cama pasé por la cocina a buscar un plátano enorme que adquirí para la ocasión.
Dado que necesitaba reposar un poco para estar de nuevo en condiciones y no quería que M se enfriara, me fui con la dichosa fruta para la habitación, donde ella se encontraba tumbada boca arriba esperándome.
La sola visión de su cuerpo desnudo, con sus piernas abiertas como invitándome a poseerla nuevamente, me produjo un cosquilleo en toda la pelvis, y un principio de erección.
Que traes en la mano?, me preguntó, es que el sexo te da hambre? No pero sé que ambos tenemos hambre de sexo.
Y sentándome a su lado separé sus piernas del todo, flexionándolas, con lo cual su coño quedó expuesto a mis caprichos.
Ensalivé el plátano y se lo introduje suavemente en su vagina, hasta el fondo, para luego meterlo y sacarlo como si la estuviera follando con el. OOOHHHH, MMMMM que rico se siente papito, sigue, sigue, y seguí un ratito con ese mete y saca mientras al mismo tiempo lamía sus labios y clítoris, húmedos, calientes y sabrosos, hasta que se corrió en un delicioso orgasmo.
Saqué el plátano y me comí el extremo que estaba más adentro, saboreando sus flujos mezclados con la fruta. Como dicen los tanos: «bocatto de cardenale».
Esto sí que termino de erectarme, con lo cual me eché encima de ella y le metí esta vez mi bolla, llenando por completo su vagina y arrancándole infinidad de gemidos, que ahogaba con mi lengua dentro de su boca.
Me giré dejándola a ella arriba mío para poder acariciarle el culito y besarle más cómodamente sus deliciosos pechos y chupar esos fresoncitos maduros.
Ella se incorporó quedando en cuclillas encima mío y con una deliciosa cadencia de movimientos, empezó a cabalgarme.
Con cada movimiento se la metía hasta el fondo y volvía a sacarla.
Su carita de placer era increíble, el aroma que brotaba de su entrepierna era embriagador.
Toda la habitación olía a sexo.
Yo sentía como su vagina apretaba mi verga como queriendo exprimirla, y notaba que tocaba con mi punta el fondo de su vagina; era una mezcla de sensaciones maravillosas.
La cogí de sus nalgas e impuse más velocidad a sus arremetidas, hasta que logramos llegar a corrernos juntos, yo inundándole su vagina de semen y ella en una serie interminable de espasmos vaginales que parecían ordeñarme de una manera deliciosa.
Cerró los ojitos y se recostó sobre mi pecho sin dejar que la verga se saliera de su confortable alojamiento.
Luego de un ratito la hice bajar, sacándole la verga de adentro y reemplazándola por la otra mitad del plátano, que introduje hasta el fondo y luego retiré empapado en mi semen y se lo entregué a sus labios; ella lo tomo, lamió y saboreándolo con fruición lo devoró.
Después de un rato nos levantamos, nos higienizamos y envueltos en sendos albornoces (el de ella apenas le cubría por delante el sexo y por detrás mostraba la mitad de su culito, permitiendo una visión celestial de sus atributos.) nos sentamos en los sofás del salón a esperar al resto de los chicos, escuchando música suave, recostada ella en mi hombro.
Más o menos media hora después llegaron los chicos, Josi y Miguel (este último un chaval de 17 años muy guapete, con poca experiencia sexual, que suple con un buen aparato y un culo redondo y paradito, y totalmente lampiño que más de una mujer envidiaría.).
A Josi ya lo conocen los lectores de un relato anterior de esta saga. Mari se extrañó al ver dos chicos en lugar de uno y la ausencia de Miriam.
Le expliqué que Miriam vendría un ratito más tarde y que Miguel era un agregado de última hora que se me ocurrió para que ellas disfrutaran de tres pollas al mismo tiempo.
Puso cara de medio asustada.
Pero la tranquilicé diciendo que no tenía de que preocuparse, que eran chicos de confianza y que se lo pasaría muy bien, como siempre.
-O no confías en mí, le dije. -Sí mi amor pero no me habías dicho nada.
Pero no importa, como siempre dejaré que me enseñes y me hagas disfrutar.
Aunque sea con ayuda de estos chicos tan guapos.
Y diciendo esto se acercó a Josi, que al igual que Migue, ante la visión de esa bellísima hembrita en celo, con ese atuendo que no dejaba nada librado a la imaginación, tenía una tremenda erección que se notaba pese a los vaqueros.
Puso una mano sobre su paquete y le estampó un profundo beso en la boca, continuó, sin separar sus labios, frotando esa dura herramienta, y ante los ojos desorbitados de Migue, le bajó la cremallera a Josi e hincando sus rodillas en el suelo extrajo esa inmensa bolla y comenzó a chuparla como si en ello le fuera la vida.
El placer que experimentaba Josi era tal que tuvo que apoyarse en el respaldo del sofá para no caerse por el temblor de sus piernas.
Yo me acerqué por detrás y tirando de un extremo del cinturón la desprendí la bata y se la quité, dejando al descubierto toda su anatomía, cosa que deleitó la mirada de Migue.
Lo invité a acercarse y acariciarla.
Este no se hizo rogar y agachándose a su lado comenzó a sobarle las tetas y el culo. Mari, dejando un instante la bolla de Josi, le dio a su vez un besazo en los morros a Migue y le dijo que se desvistiera.
Así lo hizo y en un instante mostraba en todo su esplendor una verga preciosa, de unos 20 cm, en plena erección y con un grosor considerable.
La muchacha dejó a Josi y paso a chuparle el paquete completo a Migue, lamiendo incesantemente sus huevos y todo su tronco, hasta comerse el glande de un bocado, mientras Josi aprovechaba para quitarse toda la ropa.
Cuando acabó de desvestirse, Mari cogió las vergas de ambos, una con cada mano y alternativamente se la chupaba a uno y a otro.
Yo a mi vez me quité la bata y mostrando toda mi erección, me senté en el sofá y atraje a Mari que se sentó encima mío incrustándose mi verga de un solo envión, mientras emitía un sonoro suspiro / gemido y al mismo tiempo no paraba de chuparle la verga a los chicos.
Estos no podían creer lo que estaban ocurriendo.
En un momento dado Mari se llevó la punta de las dos vergas a su boca y con rápidos movimientos de sus manos logró que ambos eyacularan en su boca al mismo tiempo, inundándola de semen que rebalsaba por sus labios y corría por su mentón goteando sobre sus pechitos, que ella luego se encargó de esparcir con suaves movimientos de sus dedos (luego Mari me contó que fue una sensación maravillosa el saborear y acariciar esas dos hermosas calientes y sabrosas vergas mientras sentía, en lo más profundo de su ser, mi verga a punto de explotar abrasándole en toda su extensión las paredes de su vagina, e instantes después esa copiosa corrida en su boca, momento en el cual tuvo un fabuloso múltiple orgasmo.
Me dijo que sintió como si su cuerpo se electrificara provocándole una infinidad de sensaciones indescriptibles desde la nuca hasta el ano.).
Los chavales no pudieron articular palabra, y se desplomaron sobre el sofá con una mirada de felicidad y desazón al mismo tiempo.
Yo la llevé a Mari al cuarto y la hice recostar para que se repusiera, hasta que llegara Miriam, ya que quería reservar la triple penetración para hacerla en su presencia y por supuesto luego también con ella, y además notaba como había quedado Mari luego de esta fabulosa corrida.
En fin que necesitaba relajarse.