Capítulo 1
- Una aventura electrónica II
- Una aventura electrónica I
Esa mañana Eva despertó tarde. No tenía que ir a la oficina ya que no había programada ninguna cita con clientes.
Se quedó remoloneando en la cama, y le pidió a Juanita el desayuno. Estaban las dos solas en la casa, “que bueno”, pensó. Rápidamente su mente comenzó a repasar lo sucedido a la noche: su decisión de contestar al mail, lo que había leído, lo que podría venir a continuación, qué contestaría…cuando el aroma del café recién hecho la distrajo, porque la bandeja había llegado a la cama.
Mientras saboreaba el café se sonreía mirándose en el amplio espejo que tenía al costado de su cama. Era una sonrisa muy pícara, seductora, y pensó que para su edad, aún estaba muy bien, que conservaba ese look un tanto juvenil, y que podía agradar a cualquier hombre que se le acercara en tren de levante. En fin, que podía perfectamente seducir a un interesante caballero! Se miró por sus distintos flancos, alzó sus caderas, levanto todo lo que pudo sus pechos, giró, ensayó diferentes maneras de peinados…Era cierto: todo lo que le devolvía el espejo eran imágenes de una mujer más joven, con una agradable y armoniosa figura.
Mientras recorría su figura en el espejo, comenzó a fantasear que podría llegar a escribir en esos mails, y en medio de risas y gestos sensuales le aparecían imágenes que la iban excitando: ella haciendo un striptease a compañeros de la oficina, muy lentamente hasta quedar desnuda, y pidiendo a cada uno de ellos que le hiciera algo que la transportara a niveles extremos de calentura, o viajando en el metro sin ropa interior en el horario pico donde los hombres se acercaran para franelearla, y a medida que imaginaba escenas, se reía y a la vez se mojaba su vulva.
Terminado su desayuno, trajo su notebook y ahí mismo, en su cama, se aprestó a abrir los mails. En realidad era una de las tareas iniciales de sus mañanas, pero esta vez no podía ocultarse que estaba ansiosa por saber si había otro mail del “gurú”.
Y efectivamente, así era. Leyó: “parece que todavía no te has decidido a comenzar a trasmitirme algunas de tus impresiones o alguna fantasía…la timidez es uno de los factores más paralizantes del ser humano” Y seguía:
Es una pena que no quieras trasmitir por lo menos algunas impresiones acerca de lo que vas leyendo. Tu negativa parece muy tajante…
Podés estar pasando situaciones difíciles, complicadas, pero precisamente de eso se trata, de darse una tregua, un momento para uno…de evasión…de relax…de jugar con la imaginación…Toda mujer tiene esa veta sensual, erótica, que pueda estar silenciada por los temas angustiantes del vivir cotidiano, pero que EXISTE!!!! Qué importa que al principio sea tibio, simple, poco lanzado, pero a medida que se calientan los motores, todo cambia, y se puede volar, fantasear, regalarnos ese permiso que «la sociedad», las «buenas costumbres», las «religiones», los «sermones», el «dedito acusador» nos ha quitado, privado, censurado….No te pierdas la oportunidad. No se trata de literatura: se trata de espontaneidad erótica. VAMOS; A ATREVERSE!!
¡Ah no! Estaba tocando su amor propio. Ella no se consideraba tímida y pensó que se lo iba a demostrar. Y empezó a escribir sin tener claro hacia dónde iría…
Sin esfuerzo, y en forma muy espontánea, comenzó a relatar algunas de las fantasías sexuales que durante largos períodos de su vida habían ocupado su mente y eran los guiones de sus masturbaciones más gratificantes. Sus dedos corrían por el tablero, como poseída por una fuerza interior que no sabía de dónde podía surgir, pero que tal vez era la manera de asumir el reto que le había propuesto el gurú. En una era una prostituta muy fina que iba a casas de acaudalados señores donde describía insólitos roles y tareas que le imponían, todas de un alto voltaje erótico.
En otra, era secuestrada por tres hombres que la llevaban a una cabaña en la montaña y por una semana era sometida por ellos en una maratón sexual sin límites… Pero lo más llamativo de sus relatos era la manera meticulosa con que describía las escenas, los lugares, los actos sexuales, con las posiciones, los tipos de miembros viriles, sus sensaciones de placer, etc., etc. Cuando dio por terminado su escrito y comenzó a releerlo, ni ella misma podía creer lo que acababa de teclear: no se podía explicar de dónde había surgido tanta imaginación y veta tan ardiente.
Envió el correo, y se dio cuenta que ya era casi media mañana. Preparó una bañera con sales y agua bastante caliente y al sumergirse en ella le revolotearon por su mente todas las “barbaridades” que había escrito, y mientras imaginaba la cara del gurú leyendo sus relatos, no pudo evitar comenzar un suave, pero constante masaje por su zona vulvar, que la fue llevando, en un torbellino ascendente, a un orgasmo que la hizo vibrar bajo la espuma….
Ese día transcurrió sin muchas más novedades, pero a cada rato pensaba en los mails con el gurú y sonreía, se ruborizaba, y pensaba en cómo seguiría esa aventura.
(Continuará)