Capítulo 1

Me llamo Nicolás pero todos me llaman Nico, tengo 52 años y estoy casado desde hace casi 30 años. Mi mujer, Irene, es dos años más joven que yo. No me puedo quejar de mi vida sexual y considero que ella está bastante contenta. El tema es que hace aproximadamente 10 años me ocurrió un hecho que cambió mi vida en relación al sexo… Navegando por internet di con una página web que hacía una pregunta a los hombres heterosexuales. ¿Alguna vez te ha apetecido tocar el pene a otro hombre? ¿Es normal?

Ese día, al leer aquello en esa página web me hizo pensar. Es cierto que siempre hemos mirado la polla a otro hombre sin tener que ser homosexual, la hemos mirado bien por compararla con la nuestra, por mera curiosidad o bien por algo de morbo… Yo me fijaba en la polla de los otros en el gimnasio, en las duchas o en los vestuarios, y es cierto que me producía algo de morbo, pero nunca pensé que la cosa fuese a más.

Al cabo de los días de leer aquello en internet nos invitaron al cumpleaños de una compañera del trabajo de mi mujer. Yo iba con desgana, no conocía a nadie y pensaba que todo sería bastante aburrido. Al llegar al local de la celebración, mi mujer comenzó a presentarme a gente, compañeros de ella y sus parejas… hasta que, entre todas las caras que veía, al fondo, había una cara que me sonaba, y bastante. Mientras íbamos al encuentro de ese grupo, mi mujer me contaba que quien me iba a presentar había llegado destinada desde la central de Madrid haría mes y poco, era una de las jefas de sección que se había incorporado a la delegación de Andalucía. Cuando mi mujer llegó hasta aquellas personas me presentó.

– Hola Carmen, mira éste es mi marido Nicolás -dijo cogiéndome de la mano y arrastrándome hacia su amiga-

– Encantado Carmen -le dije dándole dos besos en las mejillas- A tu pareja no hace falta que me la presentes, nos conocemos de hace ya bastantes años, ¿verdad Carlos?

– Joder, ¿desde cuándo no nos vemos, Nico? -me dijo apretándome la mano- creo que desde que acabamos COU, con 17 o 18 años.

– Mira que bien -me dijo Irene- te ha cambiado la cara completamente, jejeje. Ahora podrás hablar con él, yo me voy con Carmen y vosotros podéis poneros al día desde que no os veis. Por cierto Carlos, encantada soy Carmen, la mujer de Nicolás -le dijo esto mientras le daba dos besos en las mejillas-

Nuestras mujeres se alegraron de que nos conociéramos y, cogidas del brazo se marcharon sonriendo y charlando mientras nos dejaban junto a la barra.

– Bueno tío, menos mal que estabas aquí, cuando mi mujer me dice que vamos a una fiesta del trabajo me echo a temblar, eso significa aburrimiento asegurado -le dije con bastante alegría de encontrarlo allí- Y cuéntame, mi mujer me ha dicho que venís de Madrid…

– Pues sí, venimos de Madrid. Cuando acabamos el instituto, hacía unos meses que a mi padre lo habían destinado a Madrid, recuerda que era militar, allí acabé de estudiar y conocí a Carmen, nos casamos y, cuando me enteré que la podían destinar aquí, le rogué que hiciese lo que fuera para que la mandaran…y parece que eso hizo. Tenemos dos pequeños que esto les viene mejor que la capital, una vida algo más relajada, con playa, aquí no hace frío ni atascos.

Estuvimos charlando toda la noche, charlando y bebiendo, todo hay que decirlo. De vez en cuando se nos acoplaba alguna de nuestras mujeres, pero en cuestión de 10 minutos nos dejaban de nuevo solos.

Con el paso de las horas, y de los cubatas, la amistad que habíamos tenido cuando estudiábamos fue brotando de nuevo. Nuestra charla pasaba por muchos temas: el instituto, las gamberradas que hacíamos, con las chicas que nos liábamos, el sexo también salió a colación. Nos íbamos sincerando el uno al otro de lo que nos gustaba hacer y que nos hicieran, yo notaba ya mi entrepierna abultada, con las copas que llevaba le comenté lo que había leído en esa página web, que no era una página web porno. Él se quedó callado, hasta que tras unos momentos de silencio me dijo que sí, que él también había mirado pollas de otros tíos, y que le producían morbo.

Con todo esto, el tema de conversación fue cambiando a otros menos calientes, y con tanta copa me dieron ganas de ir al baño.

– Joder tío, me estoy meando -le dije- voy al baño y ahora vuelvo, no te vayas.

– De eso nada, llevo un rato aguantando -me dijo con la mano en su entrepierna- vamos los dos porque no aguanto más.

Entramos en el baño de caballeros, tenía varios urinarios en una pared y en la pared de enfrente cinco puertas que daban a tantos retretes, y en la pared del fondo, medio tapados por uno de los habitáculos de los retretes, había dos únicos urinarios y además vacíos, y hacia allí nos dirigimos. Carlos me dejó que pasara al que estaba más al interior y él se quedó en el que estaba hacia fuera. Nos la sacamos y seguimos hablando mientras orinábamos, de reojo miré su polla, tenía una polla normalita tirando para gruesa, y más larga que la mía, descapullada y de un color oscuro. Cuando levanté la mirada vi que me estaba mirando y sonreía, alargó su mano y agarró la mía. Una sensación muy agradable, pero mejor fue cuando le agarré la suya. Notar una polla en mi mano, que no fuese la mía, notando como se iba poniendo dura…esa sensación sí que me gustó. Él metió su mano hacia mis huevos, los acariciaba y yo hice lo mismo…nuestras pollas comenzaron a crecer rápidamente. Nos sonreímos y, en ese momento, comenzó a entrar un grupo de hombres en el baño, por lo que dejamos de tocarnos y acabamos para salir pronto de allí.

Cuando salimos yo quería hablar con él para explicarle qué me había pasado o qué nos había pasado, y se lo hice saber. Nos dirigimos a la barra, pedimos una copa y buscamos un sito algo más tranquilo para sentarnos. Nos sentamos en una mesa en una zona que estaba más tranquila que el resto del local.

– Carlos, quiero que sepas que no sé qué me ha pasado -le dije nervioso-

– No te preocupes, he empezado yo, tu conversación me ha calentado, y cuando he visto cómo me mirabas la polla, no he podido resistirme a cogértela…y la verdad, me ha gustado tener tu nabo en mi mano. No quiero que pienses que soy homosexual ni nada de eso, soy un tipo hetero que hoy me has puesto cachondo…

– Por supuesto que sé que no eres homosexual ni nada parecido -le corté- no te preocupes. Ni que decir tiene que esto no se lo contaremos a nadie, y te digo que no volverá a pasar, estoy avergonzado…

– ¡¡¡A ver, a ver!!! -me dijo interrumpiéndome- yo no he dicho que no lo volvería a hacer, si te digo la verdad me ha sabido a poco, tengo ganas de más.

Me sonreía mientras lo notaba nervioso, yo también lo estaba, y estaba deseando tocarlo de nuevo y que me tocase.

– Podríamos acabar lo que hemos empezado -me dijo con un poco de temblor en su voz- estoy nervioso pero me encantaría acabarlo, como sea.

– Joder Carlos -le dije nervioso- también me apetece, pero cómo lo hacemos y cuándo. Mira, ahí viene tu mujer, a ver qué dice. La mía estará bailando seguro…

– Buenas chicos -dijo Carmen- Irene está bailando, yo he venido a deciros que nos vamos a una discoteca, por si os queréis venir. Me ha dicho tu mujer que no te atrae mucho el tema de las discotecas igual que a Carlos…Podéis iros a casa si queréis, Irene y yo volveríamos en mi coche y si Nico quiere, puede llevarte a casa. Si no os apetece venir, claro.

Los dos nos miramos y sonreímos. Parecía que los astros se alineaban a nuestro favor.

– Yo estoy algo cansado, prefiero estar en un sitio más tranquilo con Carlos y terminar de ponernos al día de todo. De todas formas me iré pronto a la cama -dije aparentando tranquilidad-

– Por mí perfecto Carmen, Nico me acerca a casa después -dijo Carlos con aparente tranquilidad-

Carmen se fue a por Irene y regresaron las dos para despedirse. Carmen llevaría a Irene a casa y yo llevaría a Carlos. Según ellas nos dijeron, regresarían para desayunar.

Salimos los cuatro del local, ellas se despidieron de nosotros, Irene con unos húmedos besos en la boca, Carmen de la misma manera, pero no sé si serían húmedos o no, todo apuntaba que sí.

Nos sentamos en el coche, metí la llave en el contacto.

– ¿Dónde vamos? -le pregunté- podemos acabar lo que hemos empezado y que ha durado tan poco…

– Creo que lo suyo es ir a una zona donde vayan las parejitas a follar, ¿no te parece? -me dijo nervioso- no creo que ir a una de nuestras casas sea una buena idea, temas de vecinos y demás. ¿Qué opinas?

– Sí, es verdad. Sé que hay una zona por las afueras que van las parejitas a follar, podemos probar allí, y vemos.

Llegamos a los 20 minutos de salir, la zona era un descampado con una pared al fondo, una pared de un edificio sin uso. Todo estaba a oscuras, varios coches estaban aparcados a cierta distancia unos de otros, y algunos se movían rítmicamente, se oían gemidos y jadeos de chicas y de chicos. Algunos tenían los cristales empañados, y se adivinaban las figuras de las personas que estaban dentro.

Acerqué el coche hasta la pared, lo puse de tal forma que un lateral del coche estuviese protegido por la pared y paré el motor.

– Joder, estoy nervioso -le dije a Carlos- voy a dejar clara una cosa Carlos, sin follar, sin besos…solo paja, y de momento cada uno con su polla ¿te parece bien?

– Perfecto, también estoy nervioso. Vamos a bajarnos pantalones y slips ¿te parece bien? -me dijo con la respiración algo entrecortada, se le notaban los nervios más que a mí, o al menos eso me parecía-

– Me parece buena idea -dije levantando el culo del asiento del conductor para bajarme el pantalón una vez desabrochado-

Nos bajamos los pantalones y los slips hasta las rodillas, yo no estaba empalmado, la tenía un poco morcillona pero no estaba dura. La polla de Carlos estaba medio empalmada, tenía unos buenos huevos depilados, como yo. Me agarré el nabo y empecé a mover mi mano arriba y abajo mientras veía como Carlos comenzaba a pajearse de igual manera. Poco a poco nuestras pollas se iban endureciendo y nuestras respiraciones se aceleraban, Carlos abría más sus piernas, todo lo que el pantalón le permitía. No dejábamos de mirarnos el rabo el uno al otro. A mí me molestaba el pantalón también, así que paré y lo bajé hasta los tobillos, en ese momento nuestras pollas estaban duras y la de Carlos comenzaba a segregar el líquido preseminal trasparente y espeso.

– Nico -me dijo- ¿dejarías que te pajeara yo? Estoy muy excitado y me apetece muchísimo.

– Ummmm, lo estoy deseando -le contesté- pero creo que es mejor desnudarnos completamente y pasarnos al asiento de atrás, ¿no crees?

Carlos me miró y sonrió, se quitó la camiseta y se sacó el pantalón del todo. Pasó entre los asientos delanteros y se sentó en el trasero con las piernas abiertas y mostrándome todo aquello… En cuanto se acomodó, hice lo mismo, fuera camisa y pantalón, y me senté junto a él en el asiento trasero. Le agarré la polla a Carlos y comencé a pajearlo, tenía la polla dura y caliente y notaba pequeñas contracciones de su polla en mi mano. Él hizo lo mismo, me la agarró y comenzó a meneármela, sentía mucho placer, el notar una polla en mi mano y una mano en mi polla…nos giramos el uno al otro. Yo con mi pierna derecha encogida, con la rodilla sobre el asiento, y la pierna izquierda un poco girada hacia Carlos. De esta forma mi polla quedaba mirando hacia él. Él hizo lo mismo pero con las piernas contrarias, para que su polla quedase hacia mí.

– ¿Me dejas que te acaricie los cojones? -esa pregunta salió de mi boca sin yo esperarlo-

– No te cortes un pelo, por favor. Acaríciame las pelotas, yo te voy a hacer lo mismo -me respondió muy excitado-

Con una mano le pajeaba mientras que con la otra le masajeaba los huevos que estaban duros y pesaban, él me hacía lo mismo y me encantaba. Mis dedos buscaban más, y sin pedirle permiso, mi dedo corazón buscaba el ojal para acariciárselo, cuando lo toqué comencé a darle masajes en redondo en su ojal, y él empezó a gemir. Se posicionaba para que mi dedo entrase en él, levantando su culo y dejándolo caer sobre mi dedo hasta que le entró la primera falange.

– ¡¡¡Dios cabrón!!! Sigue con el dedo ahí y menéamela más fuerte -me decía totalmente excitado, con los dientes apretados- me queda poco para correrme…uffffffff

Aceleré el movimiento de mi mano en su polla mientras él subía y bajaba con mi dedo en su culo. Notaba en mi mano como su polla comenzaba a latir, a sentir las contracciones previas a la eyaculación.

– No te pares por favor -me decía soltando mi polla. Con una mano me agarraba la mano que tenía bajo su culo, para poner mi dedo recto y la otra mano sobre mi hombro- voy a corrermeeeeeee, diosssss………

En ese momento salió un chorro de semen de un trallazo que me llegó al cuello, los siguientes trallazos me llegaron al pecho y al vientre.

– Joder, cabrón…me pajeas mucho mejor que mi mujer…-me dijo riéndose- ahora te toca a ti, prepárate para soltar todo lo que tienes ahí.

Agarró mi polla y se puso a pajearme de nuevo, la otra mano la metía debajo de mis huevos, buscando mi ojal.

– Nico, deja que te meta un dedo, verás que como te va a gustar.

– Hazlo, no sé si me gustará, pero te lo he hecho sin pedirte permiso -le dije excitado- igual me gusta…o no.

Su dedo acarició mi ojal, sentí una pequeña descarga de excitación, su mano no paraba de pajearme y ahora, aquel dedo quería entrar en mí hasta que lo consiguió. Primero fue su yema, suave y caliente, masajeaba mi ojal en círculos, después entró unos pocos milímetros y me gustaba, molestaba un poco, pero en poco tiempo me gustaba más. Giré mis caderas hacia delante con la intención de hacer que entrara ese dedo…y lo conseguí, entraron las dos primeras falanges, y sentía un gran placer. Notaba como el placer me venía desde la base de mis huevos hacia mi vientre, y supe que me iba a correr.

– Uffff, no se te ocurra pararte ahora mismo, ¡¡¡cabrón!!! -le dije saltando sobre su dedo- estoy a punto…ummmm

El primer chorro le dio a Carlos en el pecho, los siguientes cayeron en su vientre y en sus huevos.

– Si te digo la verdad, también me la meneas mejor que Irene…joder tío -le dije con la respiración entrecortada- nadie me ha hecho una paja que me haya gustado tanto, te lo aseguro. Ahora vamos a limpiarnos, en la guantera tengo toallitas húmedas…por si alguna vez de viaje…ya me entiendes, Irene se calienta mucho pajeándome cuando viajamos.

Carlos se inclinó hacia la guantera para coger las toallitas, levantó el culo que admiré como si del culo de una mujer se tratase. Sacó el paquete de toallitas y fuimos cogiendo mientras nos limpiábamos, cada uno se limpiaba a sí mismo. Una vez limpios, nos vestimos y nos sentamos en los asientos de delante. Hablamos de lo que acababa de ocurrir, excitados y un poco avergonzados, pero contentos.  Arranqué y lo llevé a su casa. Nos despedimos intercambiándonos los números de los teléfonos móviles.

Llegué a casa aún excitado, pensando en lo que había pasado. Se me venía a la mente la polla de Carlos, como echaba su leche sobre mí, el calor del semen al caer en mi piel, el olor…

Me duché y me metí en la cama desnudo como siempre. Al rato noté como alguien se metía en mi cama, era Irene, no la había oído entrar en casa. Venía un poco “contenta”, me besó en la boca y le pregunté por Carmen, me dijo que Carmen iba algo peor, habían dejado el coche en la discoteca y se habían pedido un taxi.

– Mira como vengo -me dijo cogiendo mi mano y metiéndola entre sus piernas, se acostaba desnuda igual que yo-

Tenía el coño empapado y caliente, me puso una mano en la polla y comenzó a moverla. Cuando ya me tenía duro, se sentó sobre mi polla y se puso a cabalgarme.

A la mañana siguiente, domingo, recibí un WhatsApp de Carlos dándome los buenos días y diciéndome que su mujer llegó por la noche con muchas ganas de polla, como la mía le dije yo. Nos pasamos las direcciones de Skype, por si no pudiésemos vernos en real, al menos poder pajearnos “online”.

Irene y yo pasamos el día hablando de la noche anterior obviamente sin comentar nada de lo ocurrido entre Carlos y yo. Me comentó que lo pasaron genial en la discoteca, pero que bebieron más de la cuenta, por eso decidieron dejar el coche y volver en taxi. Por mi parte le dije que nosotros habíamos estado en un pub tranquilo acabando de ponernos al día de nuestras cosas.

La semana pasó rápidamente, pero sin poder sacarme de la cabeza lo vivido con Carlos la noche del sábado. Cuando me acostaba, se me venían a la cabeza retazos de imágenes de lo vivido con Carlos; el olor a sexo, a verga dura, a excitación, a semen…, y la polla se me ponía muy dura.

El jueves a media mañana me llamó Irene, la empresa mandaba a varios de sus trabajadores a Tarragona durante nueve días, entre ellos irían Irene y Carmen, se marcharían el domingo por la noche. Se me vinieron muchas cosas a la cabeza, pero decidí esperar a que Carlos me hablase para pensar en repetir la experiencia.

Cuando Irene llegó a casa le expuse una idea que había ido creciendo en mi cabeza.

– Irene, he pensado una cosa como despedida -le dije de una manera que quería aparentar la máxima inocencia- podríamos hacer una barbacoa para Carmen, Carlos y sus hijos el sábado, ¿qué te parece?

– Pues una genial idea…salvo que los niños no vendrán -me dijo alegrándose- Se los dejan a la hermana de Carlos el viernes por la noche. Eso me ha dicho Carmen, de todas formas, voy a llamarla por teléfono, y a ver si pueden venir.

Cogió su móvil y buscó en la agenda el número de Carmen, la llamó y descolgó rápido, apenas dejó el teléfono sonar.

– Carmen soy Irene -le dijo- Mira, hablando con Nico me ha propuesto que el sábado hagamos una barbacoa como despedida, vosotros y los niños…sí, se lo he dicho…claro. Pregúntale a Carlos si le parece bien y me dices…jajajaja, perfecto entonces, sí, ya te digo la hora mañana en el trabajo. Me ha dicho que perfecto, pero que los niños se los queda la hermana de Carlos esa semana, así que no vendrán. La barbacoa será para los cuatro simplemente, me ha dicho que Carlos le estaba diciendo que sí en ese momento, jajajaja, parece que vuestra amistad no había desaparecido, estaría un poco enterrada.

Al fin llegó el sábado por la tarde-noche, estaba nervioso con ganas de ver a Carlos, me apetecía muchísimo tocarlo y que me tocase…aún seguía pensando que lo de follar y besarnos lo tenía muy claro, sería una cosa que no me apetecía lo más mínimo. Estaba preparando las cosas para la barbacoa, la tenía encendida hacía un ratillo y preparaba las carnes y verduras que pondríamos en ella. Al ratillo sonó el timbre de la puerta y Carmen salió a abrir la puerta, regresó al jardín acompañada de Carmen y Carlos. Nos saludamos y enseguida teníamos una cerveza cada uno en la mano, Carmen se puso con Irene a preparar una ensalada en la cocina y Carlos se quedó conmigo aderezando la carne para ponerla en la barbacoa. En cuanto las mujeres se fueron a la cocina, Carlos se arrimó a mi espalda, colocando su paquete pegado a mis nalgas.

– Joder, Carlos…estoy lo bastante caliente para que encima me pongas eso ahí -le dije excitado-

– Ufff, no sabes la semanita que llevo pasada -me dijo igual de excitado- tenemos que repetirlo ¿no crees?

– Sí, pero en cuanto mañana se vayan podemos pensar algo para hacer -le contesté- No sé si hacerlo en el coche, no me fío de la vecina, es demasiado fisgona y traer a un hombre a casa por la noche, recién salida de viaje mi mujer, es una investigación que abrirá seguro…jajajaja

– Tranquilo, podemos ir al mismo sitio del otro día -me dijo entendiendo la situación- se estaba bien, sin nadie molestando y muy oscuro.

– ¡¡¡Chicos, a ver de qué habláis!!! Seguro que hablan de mujeres -dijo Irene a Carmen- Traemos ya la ensalada y pretendemos abrir una botella de Ribera del Duero, no nos apetece más cerveza.

– Buena elección, Irene -dijo Carlos- y no, no hablábamos de mujeres, con las que tenemos nos sobra…jejejeje, ¿verdad Nico? Hablábamos de la carne, que tiene muy buena pinta.

– Y tanto Carlos -le contesté guiñándole un ojo, y abrazando a Irene le dije- contigo me sobran todas las mujeres…

La cena fue muy amena y divertida, bebimos y comimos bastante, se alargó sin darnos cuenta, después de los postres llegó la hora de las copas. Me metí en la cocina con Carlos para preparar las copas mientras ellas recogían todo, y despejaban la mesa. Una vez acabado de recoger todo y con las copas preparadas, nos sentamos tranquilamente a disfrutar de las copas y de la compañía.

– Bueno, lo del viaje de la empresa ha venido apenas sin tiempo para avisar -dijo Carlos- Ha sido muy rápido, otras veces lo han dicho con semanas de antelación. ¿A qué se ha debido esto?

– Parece ser que lo habían preparado para la oficina de Huelva, pero por lo visto hay algunos de los trabajadores que iban a ir con COVID y la central ha preferido no moverlos y tirar de la oficina nuestra -le contestó Irene- En lugar de anular las reservas han preferido cambiarlas de nombre, más efectivo. El tema es que, cuando regresemos, tendremos que ir por fases a Huelva para explicarles lo aprendido, y esos serán unos cuantos días. Carmen y yo hemos pedido de ir juntas y no han contestado que sí, sin problemas. Pero no sabemos cuándo será eso.

Carlos y yo nos miramos, indiscutiblemente los astros seguían alineados para que todo marchase bien.

Llegó el domingo por la tarde y ya Irene tenía todo preparado desde por la mañana, en un ratillo llegaría el taxi que la llevaría a la estación de tren. Me besó, acariciando mi entrepierna y metiendo yo mi mano por debajo de la falda, hasta encontrar ese canal maravilloso, caliente y húmedo. Tenía el coño mojado, su respiración se aceleró en cuanto le pasé el dedo por esa raja mojada, mientras le acariciaba el coño, su lengua se metía en mi boca buscando enredarse con la mía.

– Joder como me has puesto, Nico…a ver qué hago ahora para no mojar el asiento del taxi… -me dijo excitada-

– Eso es fácil -le dije con la respiración entrecortada- Déjame que te ayude, esto es una emergencia.

La senté sobre mí en el sofá bien abierta de piernas y mientras que con una mano le masajeaba el clítoris, con la otra le metía un dedo por el coño. Ella estaba echada sobre mí, con su espalda pegada a mi pecho, gemía y jadeaba sin parar, el coño lo tenía empapado y muy caliente, empezó a gemir con más fuerza hasta que le vino un orgasmo. Mi mano se quedó empapada de sus jugos, su respiración acelerada se iba calmando ya.

– Joder Nico -me dijo muy contenta- que maravilla tienes por manos, hijo mío…jejejeje. Voy a lavarme un poco y cambiarme las braguitas, el taxi debe estar al llegar ya.

Cuando acabó, se dio cuenta de lo empalmado que estaba, me acarició el paquete pero en ese momento sonó un claxon en la calle, era el taxi.

– Jooo Nico -me dijo algo excitada- es el taxi, te prometo que cuando vuelva te pagaré lo que me has hecho hoy, de verdad.

Nos despedimos, con unos besos y salí a la puerta a despedirla, en el taxi iba Carmen ya, que me saludó desde el asiento de atrás.

– Llámame en cuanto llegues al hotel, ¿vale Irene? -le dije- y la despedí con la mano.

Al cabo de la media hora, sonó la puerta de la casa, abrí y ahí estaba Carlos.

– Te iba a llamar, pero he decidido presentarme -me dijo mirando hacia un lado de la casa- y tienes razón, tienes una vecina muy muy fisgona, en cuanto he tocado al timbre, se ha asomado a la ventana…y ahí sigue. Manda huevos…

– Jejeje, te lo dije –le contesté- deja que me cambie los slips…he pajeado a Irene pensando que daría tiempo a que me la hiciera o me la mamara…pero no ha dado tiempo…y llevo los slips mojados…jejejeje

– Ummm, ni se te ocurra cambiártelos, me encanta el olor que segrega tu polla cuando está caliente…y ahora tus slips deben oler a gloria pura, jejejeje.

Se dirigió a mí, me cogió las manos, y se llevó mi mano derecha a la cara, olió mis dedos y los lamió.

– Con estos dedos has acariciado el clítoris de tu mujer -Me dijo muy excitado, y cambiando mi mano hizo lo mismo con mi mano izquierda- Y con estos dedos, se los has metido por el coño.

– Eres un auténtico cabrón -le dije- me encantaría oler y saborear el coño de tu mujer. Me estoy excitando bastante y creo que es mejor que nos vayamos ya…

Salimos y observamos que mi vecina seguía en la ventana, la saludé con la mano y Carlos hizo lo mismo, ella nos devolvió el saludo y se alejó de la ventana.

Nos montamos en el coche y nos dirigimos a tomar algo, aún era temprano para ir al sitio aquel, pero Carlos empezó con juegos de mano, acariciando mi paquete, mis rodillas, mientras no paraba de hablar, se le notaba nervioso de nuevo, así que paré el coche en una zona de carga y descarga, puse mi mano sobre su paquete y lo notaba duro.

– ¿Estás empalmado, Carlos? -le pregunté extrañado-

– Joder, con lo que me has contado, lo que te he hecho y la caricia que me acabas de dar…para no estarlo. Vámonos mejor al “campito” ese, y hasta que oscurezca podemos hablar sin hacer nada.

Salí con el coche de donde estábamos detenidos y puse rumbo al “campito”, como lo había definido Carlos.

Llegamos aún con claridad, había pocos coches y casi todos estaban con las puertas abiertas, bebiendo en su interior o escuchando música. Dirigí el coche hacia la pared del fondo, ahí no había nadie, aparqué de la misma forma, el lateral del copiloto pegado a la pared, detuve el motor y nos giramos el uno al otro.

– Bueno, ¿qué? -le dije- tenía ganas de estar aquí de nuevo. Lo del otro día…no quiero que nos confundamos, amo a Irene y no me gustan los hombres, pero me has excitado muchísimo, nunca he tocado una polla que no fuese la mía hasta el otro día, y la verdad no te voy a mentir, me encantó. Ahora mismo no sé si soy bisexual, hetero curioso o marica…no tengo ni idea…

– No pienses en esas tonterías Nico -me dijo poniendo su mano sobre mi rodilla- Tampoco yo he tocado ninguna polla hasta que toqué la tuya, y también me sorprendió mi reacción, pero no pienso catalogarme de tal o cual forma, me gustan las mujeres y me gusta pajearme contigo, no creo que esto quiera decir una cosa u otra.

Su mano avanzó hacia mi paquete, nos miramos y sonreímos. Pasé mi mano sobre el bulto de su entrepierna, estaba duro. Me desabroché el pantalón y bajé slip y pantalón hasta las rodillas, me agarré la polla y comencé a pajearme, Carlos me observaba excitado, comenzó a desabrocharse el pantalón, se lo bajó junto a los slips y su polla salió como un resorte, la tenía dura y mojada. Ahora pude observarla con detenimiento, estaba ligeramente torcida hacia la derecha, era algo más grande que la mía y más o menos del mismo grosor, pero su capullo era oscuro, de un morado oscuro mientras que el mío es entre morado y rosado. Sus huevos estaban depilados y eran colgones y grandes, sin un pelo en toda la zona.

– Está oscureciendo -me dijo Carlos- ¿Qué te parece si nos desnudamos y nos sentamos atrás?

– Jajaja, es lo que estaba pensando. Pero primero bajemos un poco las ventanillas de tu lado, para que no se empañen demasiado los cristales -le contesté sacándome el pantalón y los slips por abajo y quitándome la camiseta- ¡¡¡Mariquita el último!!!

Bajé las ventanillas del lado del copiloto desde los mandos que tengo en la puerta del conductor, desde el que controlo todas las ventanillas. Me desnudé primero y me pasé al asiento trasero totalmente desnudo, Carlos no tardó ni 5 segundos en seguirme.

– Vaya, al parecer soy el mariquita -me dijo riéndose- jejejeje, tendré que hacer algo que sea de mariquita…jajajaja

Me agarró la polla y comenzó a acariciarme el capullo, ya estaba soltando el líquido preseminal y tenía la polla bien dura, y más dura que se ponía con las caricias que me estaba dando Carlos. Me recosté en el respaldo con las piernas bien abiertas y la polla en modo mástil. Con mi mano derecha acariciaba el muslo izquierdo de Carlos. Comenzó un suave movimiento de su mano con mi polla bien agarrada, de arriba abajo, con la otra mano me sobaba las pelotas.

– Tienes buenos huevos Nico -me dijo- y buen nabo también…

– Veo que te gusta mucho mi polla -le dije mirando como su polla estaba mirando el techo del coche, se la agarré y empecé a pajearlo- Dios, la tienes más dura que el otro día, o eso me parece.

– Vaya dos calentorros estamos hecho -me dijo entre risas sin parar de meneármela- dos maduros calientes, jajajaja.

Noté como sus dedos comenzaban a buscar mi “puerta de atrás”. Cuando la encontraron, su dedo corazón me masajeaba el ojal y yo comenzaba a sentir un placer tremendo, quería que su dedo me violara, me penetrara hasta el fondo, aunque me daba vergüenza decirle que me follara el culo con su dedo, tenía muchísimas ganas que lo hiciera. Levanté mi culo lo suficiente para, de manera aparentemente inocente, sentarme en su dedo. Noté como entraba sin apenas dolor, hasta que lo sentí totalmente dentro de mi culo. Los gemidos salían de mi boca sin poder controlarlos, notaba en mis entrañas un placer tremendo, como una descarga eléctrica mantenida en el tiempo, que se desplazaba desde mi culo a mis cojones. Sabía que me quedaba poco para correrme y en ese momento Carlos detuvo la paja.

– No quiero que te corras aún, ufffffff como me pones, cabrón -me dijo entre gemidos, comenzó a pajearme de nuevo sin haber sacado su dedo de mi culo – Me encanta tu polla, sigue pajeándome, quiero que nos corramos a la vez, y……ya no me queda mucho.

Aceleré el movimiento de mi mano, él levantaba su culo como invitándome a meterle un dedo cosa que, lógicamente, hice inmediatamente metiéndole el dedo corazón hasta el fondo. Su culo estaba caliente y mojado, lubricado seguramente por el sudor o porque se lubrica de forma parecida al coño de una mujer, eso no lo sé pero tendré que informarme. Noté como su polla comenzaba con pequeñas contracciones y se lubricaba más, a la vez que sentía como me venía el orgasmo, desde lo más profundo de mi ano hacia mis pelotas. Aceleré el movimiento de mi mano notando como las contracciones de su polla eran más acentuadas a la par que sus gemidos con la respiración muy acelerada.

– Sigue cabrónnn…ufffffff no te pares ahooooraaaa -me dijo lanzando el primer chorro de leche caliente, que me llegó al centro del pecho- Uffff, santo diosssss, sigue, sigueee, sigueeee.

Salieron varios chorros más de semen y, en ese momento comencé a eyacular.

– No te pares, no te pareeeess -le dije entre gemidos- No se te ocurra parar tu mano, cabróoooon.

Mi leche salió por todos lados, vi como caía parte en el asiento trasero y en el respaldo del conductor, por la parte de atrás.

Nos quedamos recuperando la respiración totalmente llenos de leche, mientras sacábamos nuestros dedos del culo del otro.

– Joder Carlos, la paja de hoy ha sido infinitamente mejor que la del otro día, al menos para mí -le dije con la respiración acelerada-

– No te quepa la menor duda que me pasa lo mismo que a ti, Nico -me contestó- me ha encantado y quiero volver a repetirlo. Mejor dicho, necesito repetirlo.

Ya más relajados, limpios y vestidos, oímos risas, gemidos, jadeos provenientes de otros coches, que aunque no había muchos, había unos cuantos más que cuando llegamos. Nos quedamos un ratillo hablando y, en el momento de arrancar para irnos ya, mi teléfono comenzó a sonar, era Irene. Hice una señal a Carlos de que estuviera en silencio ya que saltó el manos libres del coche.

– Hola corazón -me dijo- acabamos de llegar al hotel y Carmen se está duchando, así que aprovecho para llamarte. El viaje ha ido bien, un poco pesado porque son bastantes kilómetros, pero bien. ¿Qué haces?

– Hola mi vida -le dije mirando a Carlos que sonreía- Bien, acabo de dejar a Carlos en su casa y ahora voy a la nuestra.

– Oye, que no he olvidado lo que me has hecho antes de salir, aún mojo las braguitas cuando lo pienso, me he quedado con las ganas de comerte la polla, que bien dura la tenías, ¿eh?

– Jajaja, no te preocupes que no se me va a olvidar cobrarme lo que me debes -le dije mientras Carlos me comenzó a acariciar el paquete de nuevo, con ganas de cachondeo, me hacía morritos con los labios, y gesticulaba como comiéndose una polla- pajéate mientras piensas en mí, ¿de acuerdo?

– No te quepa duda que ahora en la ducha lo haré -me dijo entre risas- igual hasta en la cama me vuelvo a tocar sin que Carmen se de cuenta…sabes que me excitan esas cosas. Bueno ya sale Carmen de la ducha y me meto yo, Te quiero mucho, ya hablamos.

– Por supuesto mi vida, también te quiero -le dije notando como me empalmaba de nuevo con la mano de Carlos acariciándome el paquete- ya hablamos.

– Joder tío, me has empalmado otra vez -le dije a Carlos- a ver si te llama Carmen ahora.

– No te preocupes, me ha mandado un WhatsApp de que está cansada y que se duchaba y se iría a dormir. Ya le he contestado -me dijo mientras me desabrochaba de nuevo el pantalón y me sacaba la polla- Ahora vamos a ver qué solución podemos darle a esto…

Me volví a bajar el pantalón hasta los tobillos, tenía la polla dura de nuevo. Carlos, se bajó el suyo y tenía la polla morcillona, me gustaba mucho su polla. Comenzó a meneármela mientras yo hacía lo mismo con la suya, y le masajeaba los huevos. Cada uno tenía la vista puesta en la polla del otro, nuestras respiraciones se aceleraban cada vez más. Empecé a segregar de nuevo líquido preseminal que Carlos, con la palma de la mano, se encargaba de extenderlo por el capullo, de vez en cuando, con el dedo gordo, me masajeaba el frenillo dándome un placer bastante grande, que hacía que mis gemidos subieran de potencia. Ya comenzaba a notar como mi orgasmo se acercaba, como en mis entrañas notaba ese placer que va a más, desde la base de mis huevos hacia arriba, mi polla empezó a tener contracciones, mi respiración se aceleró y empecé a gemir y jadear.

– Sigue cabrón, no te pa…pares -le dije sin apenas poder articular palabra- Voy a correrrrrmeeee.

En ese momento mi semen comenzó a brotar de mi polla, no con tanta potencia como hacía un rato, ni en tanta cantidad. Las manos de Carlos se llenaron de mi semen, haciendo ruido mientras seguía moviendo su mano alrededor del tronco de mi nabo. Me eché hacia atrás llenado mis pulmones de aire, para abrirle más las piernas a Carlos, que también tenía el pantalón por los tobillos y me puse a pajearlo, su polla bien dura y mojada, su respiración alterada, los gemidos que daba…hacía que el movimiento de mi mano fuese más acelerado, notando en mi mano como se acercaba el momento de la corrida, y ese momento llegó pronto. Me agarró el muslo derecho, hincando sus dedos en él mientras jadeaba.

– Diosssss, sigueeee, sigueeeee más rápidoooo -me decía esto recostado en el respaldo y con su cabeza hacia atrás. – Me corrooooo, uuuffff.

De su polla empezó a brotar el semen, el primer trallazo con cierta fuerza que le llegó a su pecho cubierto por la camiseta, el resto cayó sobre mi mano y su vientre.

Nos quedamos recuperándonos y con la risa tonta. Cogí el paquete de toallitas húmedas, tendría que comprar más quedaban pocas ya, a este ritmo las gastaría en un par de día como mucho. Nos limpiamos y nos vestimos, nos pasamos a los asientos de delante sin salir del coche.

– No arranque todavía Nico -me dijo Carlos- me estoy meando y no creo que llegue a casa, voy a mear aquí fuera.

Abrió la puerta, y salió con cierta dificultad por lo pegado que había dejado el coche a la pared de aquel edificio, se movió por la parte delantera hasta pasar la longitud del vehículo, yo lo observaba con curiosidad. Echó el culo hacia atrás para sacarse la polla, al sacarla comenzó a orinar y me miraba, inclinándose hacia mí para que se la viera bien. El cabrón se reía, imagino que sería por la cara que yo tenía mirándolo. Acabó de orinar, se la sacudió orientado hacia mí, y se la guardó. Arranqué el coche y lo moví despegándolo de la pared para que él pudiese entrar sin problemas, abrió la puerta, se sentó y se colocó el cinturón.

– Esta noche voy a dormir como un crío chico -soltó entre carcajadas- jajajaja, seguro que tú también duermes como un crío. Los dos descargados por dos veces…esto no pasa todos los días, jajajajaja.

Arranqué y me dirigí hacia su casa, en ese momento el móvil empezó a sonar por recibir notificaciones, en uno de los semáforos que pillé en rojo, le eché un vistazo pensando que era Irene, pero eran 3 correos electrónicos. Cuando paré en la puerta de la casa de Carlos, eché un vistazo a los correos, Carlos iba a salir y lo agarré del brazo.

– No te puedes ir, voy a leerte lo que acabo de recibir -le dije preocupado- No conozco la dirección desde la que me lo han mandado, es de proton mail. Te leo: Buenas noches, querido Nicolás. Lo de esta noche ha estado mejor que las pajas de la semana pasada, al menos esta vez han sido dos…y como jadea y gime Carlos por dios, me excito solo de oírlo, de oírlo y de verlo, lo pondré varias veces esta noche para pajearme a vuestra salud… Claro que no te he dicho que os tenemos grabados en vídeo, la semana pasada y ésta también, salís muy bien, se os ve en el vídeo que lo disfrutáis muchísimo.

No te molestes en buscarnos, os tenemos donde queremos teneros y tranquilos, no os vamos a pedir nada que no queráis hacer ni os disguste hacerlo. Eso sí, nos podremos en contacto con vosotros para pediros unos favores. Tened los teléfonos operativos, nos pondremos en contacto con vosotros por teléfono. Y no os preocupéis, lo pasaremos bien juntos, eso sí vuestras esposas no lo saben, no somos unos chivatos…claro que si no os portáis como debéis…igual les lleguen unos vídeos a todos los correos de la planta en la que se encuentran vuestras mujeres. En el siguiente correo os mandamos un ejemplo de uno de los vídeos que no queremos que llegue allí.

– ¡Mierda!, ¿quién coño son? -preguntó Carlos bastante mosqueado- Hijos de puta, tenemos que denunciar esto, Nico.

– A ver Carlos, vamos a relajarnos y a intentar contactar con ellos -le dije intentando que no se nos fuera esto de las manos- Igual solo quieren dinero o qué sé yo…Esperaremos que nos llamen por teléfono, grabaremos la conversación y veremos qué pretenden y cómo salir de ésta sin tener que hacer que haya gente que se entere de todo esto. Lo que tampoco sabemos es cómo es posible que tengan nuestros números de teléfono, eso significa que son personas que conocemos…

Espero que os guste este relato, sigo con el siguiente capítulo, un abrazo a tod@s

¡¡¡Ahh, y no olviden supervitaminarse y mineralizarseeee!!!

Para cualquier comentario, crítica o sugerencia, mi e-mail: vantheway@hotmail.com

Saludos, Vantheway

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