La señora
Soy una chica muy atractiva de ojos verdes.
Estilizada pero no delgadísima.
Mis pechos son finos pero firmes.
Mi cabello es largo.
Salí por primera vez con un chico a los 19 años. Toda la clase se quedo súper sorprendidísima cuando me vieron con él puesto que era muy tímido.
No hice nunca nada con él. Luego salí con otro muchacho que intentaba hacer cosas conmigo pero yo no me dejaba. Lugo conocí a Luis.
Es muy agradable. Muy simpático. Llegamos a besarnos pero yo no podía disimular de que no estaba preparada para cualquier tipo de contacto.
Una vez subí a su casa y conocí a su madre, una mujer maravillosa de 42 años y de ojos verdes como los míos. Estaba separada desde hacía bastante tiempo y vivía sola con su hijo.
Recuerdo que siempre aparecía con albornoces que le quedaban muy bien.
Desde el primer momento que la vi pareció que me conoció en el acto. Me comprendía y parecía que sujetaba a su hijo para que comprendiese como se debe tratar a una mujer.
En cierta ocasión me invitó a subir a su casa. Ella estaba sola. Hablamos de muchas cosas. Sobre todo ella.
La recuerdo con su voz grave. Fue cuando me di cuenta de que cuando se acercaba a mí y respiraba sobre mi hombro sentía que me excitaba. Ella se dio cuenta. Y me beso en la boca.
Así de sencillo y rápido. Y yo la bese a ella. Pude sentir su lengua y su aliento.
Yo llevaba una camiseta y me la levantó y metió por ahí sus frías manos hasta toquetearme los pechos que se me irguieron. Yo la bese de nuevo sintiendo que las dos nos acalorábamos.
Era maravilloso. Nuestras salivas se nos caían por la comisura de los labios.
Siguió bajando su mano hasta levantarme la braguita y acariciarme el clítoris. Le volví a besar en la boca y tuve mi primer orgasmo en compañía de otra persona. ¡Que estremecimiento más bueno!.
Al poco salí con otro chico que se puso tan pesado que le tuve que hacer una paja. No tardo nada en eyacular.
Ese mismo día corrí a ver a Lorena, la madre de Luis, que estaba despeinada como siempre.
Me abalancé sobre ella y se mostró muy sorprendida por mi comportamiento. Le expliqué lo que había pasado y lo que había hecho con mi novio.
Sentí que ella enrojecía y se excitaba muchísimo. Me metió la mano por debajo de la falda y me metió un dedo por la vagina. Yo pegué un respingo.
Lo metía dentro y luego lo movía hacia delante y hacia atrás. Yo estaba muy caliente y metí la mano por debajo de su albornoz hasta conseguir agarrar uno de sus senos que se endurecieron.
Me encantaba atrapar sus tetillas. Creo que ella se estremeció.
Me bajo las bragas del todo y se atrevió a introducirme dos dedos en mi vagina. Recuerdo como latía mi corazón de deprisa.
Yo ya no podía soltar sus pechos. Ella cerraba sus ojos y parecía muy encantada de que lo hiciese. Y luego me hizo algo muy osado.
Se propasó. Me metió un dedo por mi ano. No me gusto. Eso era demasiado sucio y me dieron algunas nauseas. Así que lo dejamos.
Algún tiempo después volví a hablar con Lorena. Había cortado con mi siguiente novio y ya no estaba dispuesta a ir con ninguno más. Me reconocía ya como lesbiana.
Lorena y yo nos besamos en su cama.
Yo le desabroche el albornoz y toquetee a rabiar sus senos que me encantaban. Recuerdo que cuando lo hacía me reía. Lo hacíamos las dos.
Entonces ella se puso como loca a besarme mis pechos desnudos y a empaparlos.
¡Cómo me estremecí!. Entonces me atreví a hacerlo. Le acaricié el clítoris y le oí respirar muy fuerte y cerrar los ojos.
«No dejes de hacerlo», me decía. Y no podía parar. Notaba mi mano húmeda y me asustaba un poco. Hasta que ella se estremeció. Noté como se le contrajeron los muslos.
Al día siguiente fue desagradable. Me dijo que ya no quería verme más. No quería que su hijo Luis se enterase de ello. Me dijo que podía pasarse sin mí.
Y me colgó de repente. A mí me cayo un torrente de lágrimas.
Bueno y ya les iré contando más cosas.