Ella es la típica morena pequeñita y delgada pero bien proporcionada capaz de hacer perder la cabeza a cualquiera y a la que mirarías con lujuria siempre y cuando no fuese tu prima, que es exactamente lo que es para mí.
Pero, a pesar de eso yo siempre me he sentido atraído por ella, aunque el asunto nunca llegó más allá de admirar su físico y mirarla de reojo con cierto deseo «sano» en las ocasiones en las que coincidíamos, reuniones familiares casi siempre. Reuniones como la del pasado fin de año, hace apenas unos días, que terminó siendo muy especial.
El treinta y uno de diciembre, la familia se reunió en casa de mi madre para partir el año.
Yo fui de los últimos en llegar y me encontré con todo el bullicio de gente en los salones, donde se iba a celebrar la cena, con las puertas abiertas de par en par, ultimando todos los detalles y charlando animadamente.
Después de los pertinentes saludos me ausenté y subí a la vivienda que está en el piso superior.
Por la escalera me encontré con una de mis tías que bajaba con unas botellas hacia el salón.
Nada más saludarla me preguntó que hacía subiendo cuando la fiesta estaba abajo y le comenté que tenía ganas de ir al baño, a lo que me contestó que estaba ocupado porque mi prima se estaba duchando ya que como tuvo que trabajar hasta tarde no pudo prepararse en su casa y había subido la ropa para vestirse allí.
Aun así, entre en la casa y me senté a ver la tele hasta que terminase de ducharse.
No di con nada interesante así que fui a la cocina a ver si encontraba algo que beber después de la limpia de mi tía.
Pero, al pasar por delante del baño hoy el ruido del agua… y entonces se me ocurrió.
Dudé unos momentos, pero, al fin y al cabo, ¿nadie podía verme no?. Además, tampoco podía dejar pasar la oportunidad que se me presentaba, la tenía allí al otro lado de la puerta, duchándose y completamente desnuda, no se daría cuenta.
Así es que me agaché y miré por la cerradura.
En ese momento se estaba enjabonando.
Como no estaba en su casa no usaba esponja sino directamente sus manos así que vi como mi hermosa prima se «acariciaba» poco a poco todo su cuerpo, sus brazos, sus pechos, en los que, con la respiración entrecortada, me pareció apreciar cómo se entretenía un instante más de lo normal, mientras acariciaba sus pezones con la yema de sus dedos, su vientre, sus caderas, sus piernas, que una a una apoyó en el borde de la bañera, permitiéndome, aunque sin saberlo, observar mejor su sexo…
Tanto me excité que ya sin escrúpulos por estar espiándola me bajé la cremallera y me puse a masturbarme allí mismo, de rodillas, mientras miraba y disfrutaba.
Cuando cogió la toalla para secarse me levanté y me metí en el cuarto de mi hermana, donde tumbado en la cama me dispuse a seguir con lo que tenía entre manos, repitiéndome mentalmente lo que acababa de ver.
En tal situación me encontraba cuando la puerta de la habitación se abrió y entró ella. Al entrar a oscuras no me había dado cuenta que su ropa estaba colgando por fuera del armario ya que ella había elegido ese cuarto para vestirse.
Encendió la luz y al verme, los dos nos quedamos de una pieza. Supongo que mi cara como la de ella sería todo un poema.
Pero la mayor sorpresa me la lleve yo cuando, en vez de ruborizarse y disculparse o desternillarse de risa o simplemente dar media vuelta y salir, tiró al suelo la toalla que la envolvía, se acercó, y se subió a la cama. Se sentó a horcajadas sobre mí y empezó a frotarse.
Al cabo de un rato comenzó a cabalgarme, pero suave, muy suave.
Al principio solo se introducía la punta, pero poco a poco… suave, muy suave…llegó a meterse todo el glande hasta que, de repente, sin ningún aviso se dejó caer y mi miembro, en su totalidad, la penetro de golpe. Eso me cogió desprevenido y debido a lo excitado que ya estaba a esas alturas, no me pude contener, me fui y la inundé con mis fluidos.
Cuando ella sintió mi semen en su interior, percibí en su cara el reflejo del pensamiento que la asaltaba: el de ser plenamente consciente, en ese instante, de que quien estaba allí en la cama debajo de ella y con quien se lo estaba montando era su primo, y de cómo esto le producía un tremendo placer que se tradujo en gemidos y temblores de puro éxtasis que recorrían todo su cuerpo mientras saboreaba su orgasmo.
El darme cuenta de esto consiguió que yo volviese a eyacular, tanto o más si cabe que la vez anterior, mientras la embestía por primera vez hasta ese momento empujándola hacia arriba.
Quedamos extasiados, se separó de mí y cayó lánguidamente a mi lado.
Pero no estuvimos así mucho rato.
Oímos voces que venían de la escalera. Me metí corriendo en el baño y ella cerró la puerta de la habitación.
Eran mi madre y mi tía que venían a avisarnos que la cena estaba lista y les grite que ya bajaba. Cuando salí me fui directamente al salón porque todavía estaban allí.
La cena transcurrió sin incidentes salvo alguna que otra mirada de soslayo. Sin embargo, en la sobremesa, aprovechando la algarabía, las uvas y la alegría vino a sentarse a mi lado.
En un momento de despiste agarró mi mano y la llevo por debajo del mantel al interior de sus muslos mientras me decía con una sonrisa que no se había limpiado. Todavía tenía los muslos pegajosos del líquido que había caído por ellos cuando nos separamos.
Esto me sobreexcito de nuevo e iba a subir un poco más la mano para acariciarla cuando se levantó, le dijo a una prima común que no había tenido tiempo de maquillarse antes de la cena y se fue hacia las escaleras, pero yo también me levanté y la seguí.
Subía un par de escalones por delante de mí, moviéndose sinuosamente… no llegamos mucho más allá. Se viró hacia mí buscándome, pero esta vez fui yo quien tomó la iniciativa.
Le abrí los tirantes y el vestido se deslizó hasta el suelo. La volví a poner de espaldas a mi mientras que agarrándola por la cintura la empujé suavemente, pero con firmeza hasta que quedó de rodillas.
Seguí empujándola hasta que se recostó en el descansillo quedando tumbada y con las piernas estiradas por la escalera.
Allí, desde donde podíamos ver la luz proveniente del salón y oíamos la conversación de nuestra familia, lo volvimos a hacer, en silencio, intentando reprimir nuestros gemidos.
Pero esta vez yo era el que llevaba el control así que pude contenerme y, justo antes del clímax, me separé y la viré boca arriba.
Parte de mi semen le lleno el hueco que se forma en la base del cuello, ese que está entre las clavículas y se lo limpié con mi lengua para luego compartirlo con ella en un largo beso, no deje de besarla hasta que dejó de temblar.
Al rato nos levantamos y entramos en la casa.
Aunque esta vez sí tenía intención de limpiarse sólo pudo vestirse y limpiarse porque nuestra prima y mi hermana vinieron a buscarla para no llegar tarde a la fiesta ya que todavía tenían que ir a buscar a sus respectivos novios.
Al día siguiente me llamo. Lo primero que me dijo fue que no me preocupase porque, como tenía novio, tomaba la píldora desde hacía tiempo y lo segundo fue que había terminado con él.
Él, como es normal, quería empezar bien el año y mientras la acariciaba se dio cuenta que estaba demasiado… «pegajosa».
Total, que quedó claro que se había acostado con otro por lo que tras el escándalo y demás terminaron.
Según dijo, después de lo que había disfrutado esa noche, no le importaba, hasta el punto de que no hizo nada por evitarlo, es más, lo provocó adrede y le dejó hacer.
Por lo que a mí respecta me parece que voy a pasar de no tener casi contacto con mi prima a tener «mucho roce».