El camarero se puso delante de Melisa y con gran suavidad le acarició los pezones. Melisa abrió su boca y gimió. Le acarició su polla sobre los pantalones, dándole un pequeño mordisquito. el camero apretó uno de sus pezones y dándose la vuelta, partió hacia la cocina.
Mi sirvienta me llevó para ser usada. No lo dudé un segundo, me arrodillé entre sus piernas y me rendí ante esa polla, adorándola con mi lengua y con mi boca. Empecé lamiendo esos gordos huevos que se aventuraban bien cargados.
Ángel cerró la puerta del hostal poniendo un cartel donde se leía un número de teléfono, por si querían acceder al hostal. Se encaminó hacia el bar, preparó el whisky y una botellita de agua y procedió a subir a la habitación trescientos trece.
Mientras Isabella calentaba la cena trajinando en la cocina, Ángel se acercó a ella, se colocó a su espalda y le acarició los pezones con dulzura, rozando la yema de sus dedos por su cima, consiguiendo que se pusieran bien duros. Isabella gimió a la vez que él, acercándose a su oído, le dijo.
Me miró con unos ojos endiablados, llenos de deseo y de lujuria. Me dio la vuelta sobre el respaldo del sofá, levantó mi vestido hasta dejar mi culo al aire y me clavó la polla en el culo. Hijo de puta, me vas a desgarrar.
Coloqué con mimo las almohadas en la cama, tumbando a la loba sobre su cintura encima de ellas, esto le hacía tener el sexo más alto, la verdad es que ya no era un chaval y necesitaba todos los trucos, para ayudarme en la penetración. Asiéndola por las caderas, la fui penetrando muy lentamente
Andrés entendió a la primera y depositando en sus dedos gran cantidad de saliva, lo llevó al ano de Elena e introdujo lentamente te su dedo. Elena gemía a la vez que me apretaba contra ella. Andrés empezó un mete y saca muy rápido lo que hizo que elena gritara. Tranquilo chaval, más despacio
Marta se estaba volviendo loca, esa lengua y ese dedo la tenían loca al borde de un gran orgasmo que le llegó sin remisión, explotó en el centro de su sexo y le llevó a pegar con todas sus fuerzas su cabeza a la boca de Pablo
Isabella no pudo menos que fijarse en la polla del hombre que nuevamente estaba dura y esta vez apuntaba hacia el cielo. Su entrepierna volvió a inundarse y una gotita resbalaba ligeramente entre sus piernas. Se subió sobre el camastro y esta vez procedió a introducir esa dura polla con lentitud.
Bajé hasta su culo, para desde ahí ascender hasta tocar su clítoris con la punta de mi lengua, mientras recogía el maná en mi ascensión. Esa mujer era una fuente que sabía a hembra. Sus manos apretaban mi cabeza contra su sexo a la vez que movía con furia sus caderas contra mi boca.
Despertó dolorido, muy dolorido, tenía innumerables cortes en el rostro y le dolían todos sus huesos. El hombro y la pierna derecha le dolían en extremo y su mano apenas la podía mover. Se tomó unos minutos para rememorar cómo había llegado ahí, ¿por qué estaba así?
Eva se corría sobre la mano de la loba, a la vez que yo tenía que hacer verdaderos esfuerzos para no correrme. Una vez se hubo corrido Eva, fue “la loba” quien se amorró a mi polla comiéndola con gula y frenesí. Menos mal que tenía la boca más pequeña y me clavaba sus muelas, así aguantaría mas.
Elena apretó fuerte la cabeza de Pablo contra su coño a la vez que movía la pelvis para meter y sacar su dedo. El orgasmo venía sin remedio y ella agarrando fuerte su cabeza la posó sobre su clítoris y esperó que llegase el orgasmo.
Muchas gracias por acercarme, igual te he jodido la noche. No mujer, no, ya uno no tiene edad para que nadie le joda la noche, te lo hubiese dicho. ¿tu, qué tal lo has pasado? Bien, pero ya me aburría, había más anzuelos que en una piscifactoría y no tenía ganas de líos, al menos ahí no.
Yo por mi parte, lamí el coño de Constanza hasta arrancarle un primer orgasmo. Mientras ella se movía espasmódica sobre el sofá, me colé entre sus piernas y apunté mi polla a su coñito entrando muy lentamente. Entraba y salía muy lento de ese coñito, buscando el mutuo placer.
De frente al voyeur acaricié tus pechos apretando tus pezones, mientras te mantenía sobre mi polla, pero sin penetrarte. Gemías casi desesperada pero no querías dar la orden. Tus pezones cada vez estaban más excitados y el placer de mi caricia cada vez era mayor.
Estaba deseando tocar esos pechos, comerme esos pezones y atravesar ese culo que me pajeaba deliciosamente. ¿A qué te dedicas? - me preguntó
Soy asesor financiero y corredor de bolsa.
Muy bien putita, te diré lo que vamos a hacer. Tengo un local bastante exclusivo, donde mis putitas realizan trabajos para la comunidad. Digamos, que, si eres buena, en poco tiempo podrás saldar tu deuda ¿y quién sabe? Igual te gusta y te quedas.
Tranquila hija, déjame terminar. Me han contado bajo confesión que así es y que algunas veces, estas pobres chicas abandonan el monasterio por esta razón.
Verá padre, eso es mentira, yo nunca me aprovecharía de mi situación para eso. Dudo que lo hiciera aun siendo consentido.
Dilo, hija, cuéntame lo que sientes. ¿Te gusta tocarla? Claro padre, tan gorda, tan caliente, tan palpitante, es preciosa. Nunca habías tocado una. ¿No?
No nunca. - añadió y le salió una risa floja.
Me levante sin prisa, ese día ya tenía todo hecho, me faltaba llamar a esperanza para ver que tal seguía y despedirme de Carmen. Llegue sobre la una a la oficina, quede con Carmen para comer y llame a Esperanza.
Se desvió del camino de nuestra casa, no sabía a dónde iba, pero me excitaba estar en sus manos, manos lujuriosas y expertas en dar placer a una mujer viciosa como yo. Llegó a un edificio con garaje, abrió el portón con un mando a distancia y bajó dos plantas. Paró en una plaza doble.
Besaba su cuello a la vez que acariciaba sus pechos y ella movía su culito, buscando el roce de mi polla. Mis manos subían y bajaban por su cuerpo, redondeando sus pechos. Mi mano izquierda se detuvo entre sus piernas, noté su humedad, a la vez que notaba como mi polla crecía entre sus nalgas.