Debo decir que en lo que se refiere a mi vida sexual yo creo que podría entenderse como normalita con una salvedad: mi promiscuidad. ¿El por qué?. No se. Quizá al hecho de que mi padre fuese escultor (aunque luego lo dejó) y era una persona muy liberal.
Salí por primera vez con un chico a los 19 años. Toda la clase se quedo súper sorprendidísima cuando me vieron con él puesto que era muy tímido.
Vagamente recuerdo de muy pequeños nuestros juegos en la piscina pequeña del camping donde veraneaba toda la familia, menos mi hermana que no había nacido aun.
Me llamo Helena y tengo 21 años, soy rubia (de bote), tengo los ojos verdes y unas medidas que para nada resultan espectaculares, soy gordita, bueno mas bien gorda, pero eso no es ningún problema, porque tengo una buena personalidad y no digo que me los lleve a todos de calle.
¿Acaso pensaba que se quedaría a vivir conmigo o que? Igual estaba confundido, como yo. Pero no me lo creí. Él no estaba confuso, Santi era mayor que yo y yo ni siquiera tenía los 18. ¿Porqué tendría que quedarse conmigo?
Mientras mi lengua y mis dientes no dejaban sus pezones, sus dedos se taladraban el clítoris y con grandes espasmos se corría. Yo no sé si para ese entonces yo me corría o no, pero sentía unos ricos estremecimientos y luego me sentía muy bien.
Desde que nos conocimos, parece que nos hubieran echado mal de ojo, nuestra relación era demasiado inestable, todo hay que decirlo, sin embargo, siempre hubo algo que nos mantuvo tremendamente unidos, y ese algo era lo suficientemente fuerte como para vencer todo tipo de obstáculos.
Los días se hicieron semanas, y las semanas se volvieron meses y el pobre seguía sin encontrar trabajo por mucho que lo intentaba a diario. La economía familiar estaba destrozada y nuestras deudas empezaban a ser preocupantes.
Cuando llegamos, nos sentamos cerca de televisor y el dueño de casa saco una película, tenía un nombre como backdoor o algo parecido, y eran varias historias relativamente cortas, pero hicieron énfasis y una de las historias, donde la protagonista era virgen y el novio le pedía una prueba de amor, y ella le decía que no
Estaba enfundada en su jumper azul, con su blusa blanca y zapatones negros. Venía saliendo de clases con un grupo de amigas a pasar una tarde de alcohol y sexo con un grupo de jóvenes entre los que me encontraba yo, aunque a mis treinta años no podría clasificarme en ese grupo.