Síguenos ahora en Telegram! y también en Twitter!

Sumisión moral

Sumisión moral

Me llamo Helena y tengo 21 años, soy rubia (de bote), tengo los ojos verdes y unas medidas que para nada resultan espectaculares, soy gordita, bueno mas bien gorda, pero eso no es ningún problema, porque tengo una buena personalidad y no digo que me los lleve a todos de calle.

Que ya quisiera yo¡¡ pero tengo y he tenido personas a mi lado que son maravillosas.

Recuerdo la tarde que le conocí a él. Estaba en una sala de chat, recuerdo sus dos primeras palabras.

-Desnúdate perra.

Recuerdo la sensación que me recorrió el alma, recuerdo como cada centímetro de mi cuerpo se estremeció.

No recuerdo que nick llevaba yo, pero recuerdo perfectamente el nick que llevaba él aunque lo tendré oculto.

Sé que estuvimos hablando bastante rato, que me humillo y me hizo su esclava.(No como el quería, ni como yo deseaba, pero si moralmente).

Era el día 15 de Junio de 2001 eran las seis de la tarde, lo recuerdo porque llevaba solo dos días con internet.

He de reconocer, que quede completamente enganchada a sus palabras, que cada vez que me decia algo, sentía que eran sus manos las que golpeaban mi cara, las que azotaban mi cuerpo o las que ponían cada una de aquellas pinzas en mis pezones. Yo no tenía cámara y todo podía haberlo fingido, pero estaba tan enganchada a él que no podía mentirle, notaba que era suya, me sentía suya.

Pasamos casi dos meses hablando, cada día era más suya, pero nunca me atreví a obedecerle en lo mas importante, nunca he estado arrodillada a sus pies, nunca he mirado los ojos del hombre que domina mi alma y mi cuerpo sin estar a mi lado, aunque he hecho todo lo demás hasta me perfore los dos pezones para hacerme piercing (el último aún duele).

Sé que pareceré una niña, pero nunca he estado a su lado por mi físico, nunca me he considerado nada para merecerle, ni siquiera obedeciendo sus ordenes por teléfono, como para demostrarle mi sumisión en persona. Sé que es lo que esta esperando, sé que desea tenerme arrodillada, pero y si solo me ve un día, porque no le gusto y no vuelvo a saber de él.

Ahora estoy castigada. Castigada por haberle mentido, por engañarle, pero sobre todo recibo el castigo por algo por lo que muero, estoy castigada por no estar a su lado, y bien sabe Dios que es lo que más deseo ahora mismo, arrodillarme a sus pies, sentir su mirada en mi nuca, sentirle dentro de mí, si alguna vez me da ese privilegio.

El castigo no es otro que el mayor desprecio, el ignorarme.

Me lo merezco y lo sé, y muchas veces pienso, venga helena échale huevos y vete a verle pero no no puedo, he cogido caminos mas fáciles, he puesto excusas que ni él creía, pero estoy arrepentida y le amo, como amo y como persona, siento algo hacia él que es espectacular, nunca había admirado a una persona como le admiro a él.

Nunca había querido a nadie sin conocerle como le quiero a él.

Así que si lee esto. Espero que al menos entienda algo más y que aunque me deje eternamente castigada, que al leer esto esbocé una sonrisa, porque esta que escribe le está regalando ahora mismo sus lágrimas en silencio, como se dan las mejores lágrimas, en soledad, cuando las lágrimas son verdaderas.

Gracias. A sus pies Amo.

¿Qué te ha parecido el relato?


Descubre más desde relatos.cam

Suscríbete ahora para seguir leyendo y obtener acceso al archivo completo.

Seguir leyendo