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Una familia muy normal II

Los dos comenzaron a moverse más rápido y yo ya estaba empalmado por la excitación, mi hermana era una chica de 20 años bastante guapa, se parece a mamá aunque estaba un poco rellenita para su edad, pero tenia dos tetas que quitan el hipo y un precioso trasero, además era muy simpática con todo el mundo y yo ya me habia pajeado alguna vez pensando en ella.

Una familia muy normal I

Al rato apareció mi madre con cara de sorprendida, llevaba puesta una bata y se había duchado. Me pregunto que hacia en casa tan pronto y yo le explique el asunto de mi amigo y que me pasaría el resto del dia en casa. Más tarde apareció el abuelo y dijo que se iba a comer con unos amigos del imserso.

Rodhesia I

Sus piernas eran largas y bien hechas. En conjunto, era un de esas nativas de complexión fuerte, piernas largas, cintura alta, culo y caderas anchas y cintura estrecha, espalda ancha y recta y pechos desarrollados y erectos. Su pelo era extremadamente rizado, aún después de mojarlo y su cuello. Largo como el de una jirafa. Fina, una chica fina.

Mi madre, mi abuela y yo

Después de que nos corrieramos la coloque a cuatro patas y la lamí bien el culo lubricado para metersela hasta las entrañas, la cogí de las tetorras que le colgaban y se la endiñé con fuerza ella gimió de dolor que pronto se convirtió en puro gozo y segui dandole por el culo hasta que estaba a punto de correrme, cuando se lo dije ella se dio la vuelta y puso su boca para que yo se la llenara de semen, que además se trago.

La leche de mamá I

Despacio, tiró al elástico. Estaba listo para sacar su mano si su madre mostraba la mínima resistencia, pero continuaba retorciéndose contra él sin darse cuenta de nada. Él empujó su verga en los calzones de su madre. El elástico resistía firme contra su pene, pero no era una sensación desagradable. La punta de su verga halló la entrada a la concha de su madre. Estaba húmeda, y emanaba un caluroso y maravilloso olor.

Es mi hijo IV

Incline a mama sobre la mesa y le pegue la cara a ella, estábamos a menos de un metro de distancia de mi tía, que estaba sorprendida, tenia a mi madre empinada con las tetas y la cara pegados a la mesa y mostrándome su enorme y apetitosa culo, sin piedad volví a clavarle mi polla en so coñito.

Ellas no decidían II

Le habían cambiado los artilugios que yo le hice poner en sus pezones para completar el tratamiento de agrandado de los mismos y en su lugar ostentaba dos gruesas y grandes argollas de acero gris de 4 cm de diámetro y uno de espesor que sentaban muy bien sobre las extensas y abultadas areolas y los descomunales pezones que logré en ella.

Ellas no decidían I

También las imbuimos la necesidad de hacer duras sesiones de gimnasia todas las mañanas después de vaciar nuestra orina en su boca y hacernos bañar por ellas, puesto que era necesario tenerlas en buenas condiciones físicas para afrontar el uso que se les avecinaba.

Tiempo perdido II

En cuanto tuve oportunidad entré clandestinamente en su despacho y efectivamente, el relato no estaba donde yo lo había dejado. Ya no había vuelta atrás. Mamá sabía que la quería follar. Sabía que estaba loco por ella.

Madre puta III

Yo no podía creer lo que estaba ocurriendo, que todo eso estuviese pasando ante mis ojos, en un boliche con gente que los conocía y que si los descubrían se armaba un quilombo de la gran puta, y sobre todo no podía creer que esa guarra fuera mi madre.

Madre puta II

Encontré impresionante lo insaciable que resultaba ser mi madre. Por ser un lugar no muy recatado decidí guardar silencio y trate de bajarme del lado de la ventana, pero algo me obligo a volver a mirar y a deleitarme con la escena. Verla poseída por un viejo caduco y verde como el tío era simplemente morboso e inquietante. Pese a querer ver mas no pude ya que el lugar no era ideal para espiar, así

Madre puta I

Esa noche antes de salir vi que mi madre estaba vestida para el infarto; vestía un vestido largo, con una abertura en la pierna, el vestido era tan ajustado que se le marcaban las tetas y se podían apreciar los pezones bien duros y parados, junto a la tanguita bien cavada que llevaba, tenía tacos altos, el pelo humedecido con gel, su boca y uñas pintadas de rojo y la cara maquillada como una gata.