Cumplí con mi obsesión de tener sexo con una vecina de 72 años
Continúan ambos en nuevas sesiones de sexo.
Cómo un chaval que vive al frente a una madurita disfrutarán de una gran sesión que los dejara satisfechos.
Continúan las guarradas con la dueña del hostal
Una avería con el coche ocasiona que nos hospedemos en un pequeño hostal cerca de la carretera, donde disfrutare de una mujer que me dejara anonadado.
Estando solo en mi oficina, llego la señora de la limpieza. Al cabo de unas cervezas me llevaron a meterme con esa mujer que con sus 50 años y sus kilos de más, lograron hacerme pasar un momento inolvidable.
Felisa, una cincuentona ama de casa, guarda bajo su apariencia de esposa tradicional una hembra en celo. Una hembra que necesita de las atenciones de su joven vecino Carlitos. El joven, cada mañana, en cuanto ve al marido de Felisa marcharse al trabajo no duda en acudir a su casa.
Lucas, un chaval tímido, no tiene ni idea de lo que le espera con Marisa, su vecina madura que sabe lo que quiere. Y lo tiene claro: Lucas será suyo.
Mi nombre es Charo, os contaré la historia de como cuando me acercaba a mis 50 rompí las cadenas que me ataban a una vida monótona y sin emoción.
Este relato es real de como con mi mujer nos iniciamos en el sexo liberal y yo cumplí mi fantasía, ver a mi mujer echa una puta con permiso.
Dicen que el zorro y el lobo, a pesar de compartir el bosque, nunca se ven como iguales
Me llamo Facundo, soy un chico normal de un barrio de capital. Mi viejo Juan, de cuarenta y ocho trabaja para el estado, por ello en el barrio mucho lo quieren. Es un buen hombre, algo gordo y calvo. Mi madre, Fabiana, es muy distinta
Me calmé como pude antes de cruzar la puerta de casa, me acababan de dar una buena paliza, el hijo de puta de siempre, me espero a la salida del instituto y me agarro. Bruno lleva haciéndome la vida imposible desde que empezamos el instituto.