A mis catorce años las vacaciones eran la principal fuente de contacto entre los primos. Siendo chico recordaba mis juegos, desde introducirme cosas en mi ano, las pajas desde que me empezó a saltar semen...
La fiesta de fin de año, termino cuando bailando a la madrugada volvimos a nuestros hogares, las cuatro nos fuimos a dormir a mi casa que quedaba en el centro, a eso de las cinco de la tarde despertamos ante la mirada de mi madre.
Mis 26 años mi posición de jefa a cargo en la administración de la empresa, mi preocupación por mis amigos se fueron apartando de mis pensamientos, que tomaban forma de fantasías sexuales, me puse una pollera y una blusa ambas trasparentaba mi ropa interior, higienice mis partes intimas, sonreí al sentir flujos en mi vagina, su presencia formal y fría de militar, no podía esconder ese bulto erecto en sus pantalones.
Como el expreso, no es momento de dejar ningún trabajo, a los 26 años me encontraba en otra ciudad, trabajando con compañeros nuevos, jefe nuevo y una actitud personal que me intrigaba, mis hormonas estaban lo más parecida que en esa edad donde todo es sexo, tema tabú para muchos considero que por suerte que siempre pensé en el sexo como un entretenimiento en espera de esa química esperada pero siempre ausente.
La autopista terminó y el ingreso a una ruta angosta, sin luces hacían aún más negra la cinta asfáltica, no bajo la velocidad y le pareció ver sobre la frente de Carlos una gota de sudor, las luces del automóvil a pleno, daban seguridad en el manejo a Claudia, una pequeña llovizna requirió del limpiaparabrisas, un murmullo se escucho , bajando la radio se hicieron audibles las palabras.
No pudieron contenerse de usar la cama, colocada en el borde, el embate del joven, sobre ese cuerpo totalmente entregado, no se hizo esperar, entrar y salir, entrar y salir, casi hasta el borde, hasta penetrarla toda y nuevamente la leche dentro de esa mujer.
Mi hermano me invitó a curtir, inmutable , pero expresándolo con deseos, ganas, me estaba seduciendo, recordando mis masturbaciones por el, mis ganas contenidas, quería y sabía que era para pasar un rato, pensé en las olas que llegaban y se escondían , accedí, enfilo a un motel que con seguridad él conocía.
La llamó por teléfono enseguida, después de escuchar el mensaje, ella atendió y directamente le dijo que lo esperaba, quería verlo, le recordó que era su primo, ella le dijo, igual que Annabella, preocupado por el cariz de la conversación, le dijo que era una niña, un no te preocupes y con tono autoritario , un te espero a las dos de la tarde fue lo último que escuchó antes de que cortara.
Fue esa mi primera relación con Esteban, a el y a mi nos había encantado, fuimos encontrando los momentos de repetirla , mientras Carlos creía que en cada vez, me estaba haciendo más su pareja, yo era la amante de ambos. Siempre desatada totalmente con mi suegro, el cual en el desenfreno me enloquecía.
Ya hace tres meses que mi marido se entero que es un cornudo, lo consintió creyendo que fue una aventura de verano, (ver confesiones de mi tía Clara), pero como les prometí me veo en la obligación de contarle mi historia con mi sobrino (25).
Ya tenía casi 19, me llevó directamente al motel de la ruta, si bien no me pidió que me agachara escondiéndome de las miradas curiosas lo hice, asumí mi posición de amante, en forma natural, todos estos años pensando cómo sería estar con él, como gozar ese bulto que a simple vista era grande, podía ser mi padre, era viejo, era para mi algo fuera de toda normalidad, pero que era y es imposible negarse.
Fue Amorina la que finalmente contó lo que era un secreto a voces, me reconforta escribir estas líneas y al mismo tiempo recordar su cara descargada de la tensión, más cuando se enteró que todas conocíamos cómo se llevaba con el padre, su cuerpo perfecto estaba en ese instante como reflejando el goce que ella sentía en este amor incestuoso.
Después de secarles, los montamos, ver como se introducían esos machetes dentro, imposible describir en letras la cara de goce de cada una de nosotras, cabalgando el barco se movía a nuestro ritmo, fue la primera sesión, después de descansar un rato cenamos.
Mi edad (13) no reflejaba el falo que la naturaleza me había provisto, en ese momento tenia 11 cm. y en verdad siguió creciendo, la cama de por suerte era de plaza y media y podríamos dormir, no me extrañe que a esos de las tres de la mañana me había despertado, extrañaba mi cama y ese cuerpo de mujer, me recordaban que ya era hombre, pense que era mi hermana, pero me acorde que estaba en el mismo lugar que su novio, exactamente de la misma manera, cuando puse mi dedo en su sexo, como me había enseñado la puta, de esa manera que asentado un poco mas arriba de la raja le gustaba a las mujeres