Todo cambió en un instante ante una pregunta mía que el sin dudas contesto equivocadamente, saco su remera mostrando su torso desnudo, el tímido desinhibido parecía transformado en un hombre viril, apuesto y con intenciones non sancta, esto último por su mirada.
El trabajo le permitio sobrellevar su viudez , encontro la pareja para gozar, todo gracias a la docencia.
Me masturbaba a menudo pero no era suficiente, necesitaba un hombre, sentirme deseada y querida. Como dije estaba bien físicamente así que notaba las miradas de compañeros y hombres por la calle, aunque yo soy recatada en el vestir.
Un poco perdido, pero sin dudarlo, fue al cuarto, yo estaba sentada en el borde de la cama, con mis piernas desnudas, y mi sujetador a punto de estallar, mis pezones estaban muy excitados y me los acariciaba con una mano, mientras mi lengua asomaba y se relamía de gusto de lo que me iba a comer.
Soy profesora de enseñanza secundaria, de la asignatura de Cultura clásica. Tenía por aquel entonces 36 años, no soy fina más bien llenita, con unas anchas caderas y un culote redondito, mis pechos son bastante llamativos y despiertan pasiones por los que he podido comprobar.