Hola, mi nombre es Evelyn (Ficticio), tengo 23 años y les contaré lo que me ocurrió hace algunas semanas, pero antes es bueno que me describa un poco: mido 1.70 y soy de tez clara, mi pelo es castaño claro, aunque debo reconocer que es teñido, aunque mi color original es castaño oscuro. Tengo muy buenas piernas aunque mi trasero no es tan paradito como lo quisiera, pero lo que más atrae a los hombres es mi exquisita delantera (110 – 70 – 80).

Estaba de farra con unas amigas en uno de los tradicionales pubs de la ciudad y la verdad es que estábamos bastante entonadas por el alcohol. Nuestra idea era poder ir a alguna discotheque a bailar y ver si encontrábamos a algunos chicos para pasarla bien (sin necesariamente tener sexo), que dicho sea de paso, yo aunque he tenido mis pololos y he recorrido y me han recorrido todo mi cuerpo, aún soy virgen.

Cuando íbamos saliendo del local, a la Pelu le dio con tomar una cerveza en la calle, a pesar de nuestras protestas, pero no nos hizo caso. Mi estómago casi me juega una mala pasada al ver que alguien desde atrás nos hacía detenernos, era la Policía, en cosa de segundos estábamos contra la pared y con las piernas abiertas nos recorrían todo el cuerpo.

La Pelu andaba con un pantalón apretadísimo y un top negro, mi otra amiga con una falda amplia y vaporosa y una blusa blanca y yo con una mini y una camisa de jeans sin sostenes que me realzaban mis pechos. Continuaron inspeccionándonos, mientras protestábamos: a la Pelu la recriminaron por beber alcohol en la vía pública y la dejaron esposada, a mi otra amiga nada le encontraron y la dejaron irse y yo me creía salvada de esta situación.

Pero me molestó mucho que me revisarán tanto, quizás más de lo que era correcto, cuando siento la mano de una mujer que comienza a desplazarse dentro de mis calzones, yo protesté y un policía me tira fuertemente el pelo y me dice:

¿Acaso tienes algo que escondes que te molestas tanto?

Y tomando el lugar de la mujer mete sus gruesas manos en mis intimidades y dice…

Pero miren qué sorpresa.

Y muestra un paquete que en su interior contenía droga. Les puedo jurar que no era mía y es más, jamás he consumido ningún tipo de esas cosas.

A pesar de mis protestas, fui esposada junto a mi amiga y llevada en el carro policial. Cuando íbamos en marcha, encontraron a mi amiga que iba rumbo a tomar el bus y también la detienen y la suben al coche policial.

Estábamos tiradas en la parte trasera del furgón y escuchábamos el sonido de la sirena, cuando quisimos protestar sentimos un fuerte golpe de luma en las costillas y sólo podíamos llorar, el trayecto duró como media hora, no teníamos nada que hacer, seríamos detenidas injustamente.

En eso sentimos como que se abre un portón y somos conducidas a una fría sala, en donde no había nadie y por la oscuridad, no pudimos ver bien a los policías, pero sí sabíamos que era un hombre y una mujer y un chofer.

En la sala no había nadie, era puros muros y unos espejos por los cuatro costados, ya era alrededor de la 1:00 de la madrugada, en eso de una puerta metálica, aparece un policía inmenso, que sólo portaba un pantalón camuflado y una polera que deja ver sus prominentes músculos.

Ustedes saben que el tráfico de droga es muy grave y que se paga con cárcel.

Pero nosotros no estábamos traficando, ni tampoco consumimos. Protesté.

Yo no he preguntado, tengo los antecedentes que se les requisó 100 g. de cocaína ¿Cómo explicarán esto en el juzgado?

Podemos llegar a un acuerdo ¿Qué les parece?

Necesito un abogado – grité –

Una sonora carcajada salió de la boca del policía. Y bajo la una orden aparecieron tres policías más, quienes nos desnudaron y nos ataron en unas barras los pies y con unas esposas las manos casi colgando del suelo, quedando de espalda al muro.

Cuando quieran cooperar nos avisan, tienen dos horas o serán enviadas a la cárcel. Ahora las vamos a limpiar para que se les pase la borrachera.

En eso vemos como aparece un hombre con traje de goma, cargando una manguera como la de los bomberos y en comienza a lanzar unos chorros de agua impresionante, haciéndolo chocar en la pared debajo de nuestras vaginas, el rebote del agua nos causaba un dolor insufrible. El hombre nos dijo:

Ustedes deciden, cuándo quieren cooperar.

Siento un grito, a la Pelu le llega el chorro directamente en la vagina y comienza a gritar, pero está inmovilizada. Nunca había escuchado gritos de tal magnitud, a lo que yo les grito que paren. Termino de protestar y siento como el chorro me llega al estómago, que me hace vomitar y comienza a subir hacia mis pechos, el dolor me hizo contorsionarme grotescamente y casi me arrancaba las tetas por la presión del agua. De ahí perdí el conocimiento por unos instantes y cuando reacciono veo cómo la Pelu y mi otra amiga estaban desmayadas.

Por favor no nos torturen más, Haré lo que ustedes quieran

Muy bien pensado, me dijo el policía. Suéltenla.

Me hicieron pasar a otra sala en donde se encontraban varios hombres, mientras a mis amigas las desataban y las dejaban tiradas en el suelo.

Bien bonita, si cooperas serás libre y te olvidarás de lo sucedido. Toma está luma y si te encajas unos 15 centímetros te dejaremos libre, sino te vas a la cárcel.

Soy virgen – les repliqué.

Pero tienes otro lugar que ocupar ja ja ja.

No podría es muy grueso.

Tú eliges si pierdes tu virginidad o no. Nosotros te ayudaremos.

El policía se acercó y me comenzó a acariciar mi ano y de un pote saco vaselina y me lo pasaba por mi ojete, luego me colocó un dedo y luego dos, la verdad es que me dolía mucho y pensaba que nunca lo lograría. Además cómo explicaba mi tenencia de drogas a mis padres, que al decir verdad, no confiaban mucho en mi por mis constantes farras.

Después de mucho masajeo, me comenzaron a empujar ese grueso palo. Di un tremendo grito y sólo me habían colocado como dos centímetros y pensaba que me iba a desmayar. Me lo sacaron y me colocaron más vaselina y untaron gran parte del palo con gran cantidad de esta y comenzaron nuevamente poco a poco, ya cuando tenía como 5 cm. Dos hombres me levantaron tomándome de las piernas mientras otro me sujetaba el palo desde abajo. Yo estaba abrazada de los cuellos de los hombres, que con sus manos trataban de abrirme más mi ano tirando mis glúteos, el tercer hombre seguí bombeando sin mayor éxito, hasta que los dos al mismo tiempo me dejan caer y se me entierra casi todo el palo en mi dolorido culo, dando gritos y revolcándome por el suelo, mi dolor fue tan intenso que me vinieron arcadas. El más corpulento de todos puso sus piernas en sus hombros y me sujetaba el palo, para que no se me saliera del ano, los otros me chupaban los pezones y me obligaron a masturbarme.

Sólo te soltaremos cuando hayas acabado, y botes hasta la última gota de tus jugos. De ti depende cuánto te demores.

En eso aparece la mujer policía y sacándose su falta y su pantaleta se sienta en mi boca y me obliga a chupar su clítoris y se corre en mi boca, mientras yo desesperadamente me trato de excitar.

Siento cómo el hombre me empieza a bombear el palo por mi ano, hasta rompérmelo. Yo lloraba en silencio, mientras me masturbaba.

Ya pues putita acaba pronto si no quieres que te saque el palo por la boca – me dijo el hombre mientras reía.

Frótate tu cosita con más ganas si quieres acabar pronto – me dijo la mujer

Yo lo intentaba, pero no lo lograba y en eso siento cómo un hombre me derrama un líquido en mi vagina dolorida. Doy un grito que se debió escuchar en todo el mundo. Era alcohol, el dolor me hacía saltar aunque me tenían bien sujeta. Comencé a refregarme frenéticamente mi sexo, para evitar el dolor y sin saber cómo me comencé a correr y a jadear por la excitación, lo cual fue aplaudido por la gente que estaba conmigo.

Por fin me dejaron en paz, y la mujer me llevó a una ducha caliente que aprovechó para ultrajarme, besarme en la boca y hacer que le chupara su sexo hasta que acabó. Me dejaron perfectamente limpia y me condujeron a una sala, en donde estaban mis amigas.

El policía musculoso del que les conté, me dijo:

Debes olvidar todo lo ocurrido o te arrepentirás, que no te quepa duda. – y me entregó un papel.

En ese papel estaban todos mis datos, mi nombre, mi dirección, dónde estudiaba y en qué curso iba, mi teléfono de la casa y mi celular. Sabían todo sobre mí.

Al llegar donde estaban la Pelu y mi otra amiga, nos dijo un oficial.

– Serán puestas en libertad por falta de mérito. – Mientras nos sonreía y nos daba un beso en la boca a cada una y nos tocaba los pechos y piernas…