Impuse un ritmo más acelerado que el anterior e Iria se empezó a retorcer de placer, jadeando como una perra en celo. Saber el placer que le estaba provocando hizo que casi me corriera en ese instante.
Una jovencita muy caliente y sensual visita al atribulado doctor que cada vez tiene que masturbarse después de examinar a la paciente. Hasta que ella le comunica su deseo de follárselo.
Nuestra protagonista relata como un muchacho del instituto preparó su cuerpo y sus sentidos para el sexo.
Un joven llega al paraíso cuando la chica a la que ama en secreto se mete en su cama del hotel.
Los aullidos de entre gozo y dolor que emitía Iria eran muy fuertes. Se sentía empalada, pero pronto desapareció todo rastro de dolor. Su esfínter se acostumbró a la verga, por lo que comenzó a disfrutar plenamente. Pero justo en ese momento, Miguel se corrió: no podía aguantar tanta excitación. Iria notó el caliente esperma del chico deslizándose por su ano; queriendo terminar ella también, con una mano se restregó el clítoris y con la otra se pellizcó los pezones. Resultado: la rubita también se corrió.