Ahora mismo hay 534 series de relatos eróticos.
Las series o sagas eróticas, son un conjunto de relatos eróticos que tienen un argumento central y que son publicadas por entregas por sus autores.
Tenía las piernas totalmente abiertas con mi sexo en su cara, con todo a la vista, con mis jugos que ya mojaban mis muslos y rogándole que no siguiera mordiéndome el clítoris. Se rió. Me besó en el espacio que hay entre el pan y el culo mientras que me iba introduciendo por el ano su dedo medio.
Poco a poco me fui haciendo asidua e iba aprendiendo de todo, hasta que poco a poco, me dí cuenta por la predilección que sentía hacia determinado tipo de relatos. Los de dominación y los de lesbianismo. Recuerdo un relato de tres capítulos, llamado algo así como "mi secuestro" que me hizo masturbarme varias veces.
Se tiro boca abajo en la cama, su culo brillaba un poco por el gel y eso me excitaba más aún, parecía que me estaba llamando, en ingles me pedía que lo penetrara, yo estaba a mil, agarre mi verga con la mano y la puse en la entrada de su ano.
Cuatro vaginas, cuatro culitos y cuatro bocas, para mi solo y todo en familia.
Y nos casamos, porque ella insistió en ello porque así no tendría que esconderse tanto para sus viajes a la capital, tendría coartada porque al único que se suponía que tendría que darle explicaciones, a mí, no se las iba a dar obviamente.
Sus piernas eran largas y bien hechas. En conjunto, era un de esas nativas de complexión fuerte, piernas largas, cintura alta, culo y caderas anchas y cintura estrecha, espalda ancha y recta y pechos desarrollados y erectos. Su pelo era extremadamente rizado, aún después de mojarlo y su cuello. Largo como el de una jirafa. Fina, una chica fina.
Primera parte de unos días en los cuales dos hermanos, su prima y un perro dejan correr sus deseos sexuales.
Con mi mano derecha tomé mi trocito de carne dormida, le bajé el prepucio con cuidado y comencé a acariciarlo con suavidad, mientras que los ojos de mis dos primos me miraban como platos desde la ventana.
Yo seguía muy excitada, y entonces Juan, recordando cositas que hacíamos en los viejos tiempos, me propuso algo que hacíamos bastante a menudo, yo me colocó boca abajo sobre sus rodillas, y él mientras me va dando unos azotitos más bien suaves, con la otra mano me da masajes en mi coñito hasta que me corriese.
Al cabo de un rato, ella me dijo “ya basta, insecto, debes tomarlo con calma de ahora en adelante si quieres volver a besarlos tendrás que hacer todo lo que te ordené”, a lo cual respondí por supuesto.
Las niñas estaban en su casa y como siempre en la tarde ven la TV, el profesor tuvo que salir, pero antes dejó una película en la vídeo casetera, era una película para niños o eso es lo que creía, pero el profesor les había dejado una película de lesbianas.
Llame a su puerta y me abrió ella, ella es una mujer madura de algo mas de 40 años, de complexión normal un poco ancha de cadera , con pelo morena medio largo rizado, ella estaba vestida con una falda negra, una camisa también negra y medias negras con unas sandalias de estar por casa. Me dijo que entrara, yo entre , no sabía que íbamos a hacer primero si hablaríamos un rato o tomaríamos algo, pero no fue así ella desde un principio mostró su severidad y dominancia.
Sus dedos lo invaden y en mi intimidad sexual, realiza los más ardientes juegos eróticos, intercambia tanto caricias sobre mi clítoris como la penetración digital, noto que él está igualmente poseído por un gran deseo sexual y en su ansiedad y placer, deja escapar un leve suspiro donde puedo distinguir mi nombre... María José.
El sabor de su piel es delicioso como los jugos que manan de su sexo cuando se prueba por primera vez, antes siquiera de calentarla, y es totalmente distinto del no menos delicioso sabor de los jugos que produce ese mismo sexo cuando está caliente como una perra luego de un rato de estimularla sexualmente.
Una chica, bajo una tormenta, se encuentra con un desconocido en un zaguan y tienen sexo frenético sin importarles si pueden verles o no...
Yo seguí bombeando hasta que no aguanté y sentí que me venía, y estuve a punto de sacarla, pero me dijo en un balbuceo rápido, tomo pastillas!!, con lo cual se la volví a meter hasta el fondo y la inundé con mi leche en tal cantidad que rebalsaba por sus labios vaginales y corría por sus nalgas mezclada con sus jugos cada vez más abundantes, y al mismo tiempo bañaban mis muslos y encharcaba las sábanas.
Sus pechos se pusieron como globos a causa de su producción lechera y no era extraño que en más de una ocasión, por la noche, me vieran mamando sus tetas porque, como ella decía "había tenido una subida de leche y le dolían mucho".
Esta es la historia de cómo conocí mas íntimamente a Jessica y a Marcela, dos compañeras de la facultad.
Al acabar el ruido del agua, oí su voz reclamándome... Rosa, te importaría ayudarme a secarme la cabeza? Entré al baño, y no pude por menos de admirar una vez más el espléndido cuerpo de Paula, torneado en las más suaves formas femeninas, con toda la juventud y madurez a la vez.
Despacio, tiró al elástico. Estaba listo para sacar su mano si su madre mostraba la mínima resistencia, pero continuaba retorciéndose contra él sin darse cuenta de nada. Él empujó su verga en los calzones de su madre. El elástico resistía firme contra su pene, pero no era una sensación desagradable. La punta de su verga halló la entrada a la concha de su madre. Estaba húmeda, y emanaba un caluroso y maravilloso olor.