La deliciosa sensación de su saliva inundando mis rincones más profundos la excitación era tremenda, este cincuentón me estaba haciendo volar, sentía como su bigote rozaba mis paredes interiores provocándome un enorme placer, estaba enculado y yo mismo trataba de pegar más mi cola contra su cara, sentí su respiración en mi culo, ese aire caliente que se daba paso en mis entrañas, sus manos acariciando con fuerza mis nalgas, estuve a punto de correrme de no ser por que el me detuvo, dejó de mamarme el culo
Aprovechando la confusión y la cortina de humo subí rápidamente al vehículo y me introduje en él por la escotilla, dentro se encontraban tres soldados de artillería, me informaron de que la ciudad estaba prácticamente asegurada y que los núcleos de resistencia habían sido asfixiados, la victoria estaba solo a unos pocos minutos de distancia.
En ese instante su cara estaba llena de sudor, con los ojos hinchados como los de un polluelo que acaba de romper el cascarón, todo mojado, acalorado, con el cabello en el rostro como si hubiese sido depositada en la axila de un gigante; sus mejillas blancas estaban por lo tanto algo manchadas del maquillaje que no soportaba tanta humedad; su respiración tensa, difícil, caliente y teledirigida a mis fosas nasales y a los sensores que tengo en la lengua.
La mañana siguiente llegó con el despertador y a continuación con una mirada intensa entre los dos. Le recordé mis palabras de la noche anterior y le insistí en que no me mintiera. Le insistí en que hiciera lo que realmente deseaba.
De pie miré como se recuperaba. Poco a poco su respiración se normalizó y nuevamente cubrió sus pechos con una mano mientras con la otra cubría su cara. Tenía mucho tiempo por delante. La agarre por el pelo y la levante del piso.
En esta historia, 2 jovenes calientes y atrevios, deciden dejarse llevar por el calor de la playa y sus cuerpos se entremezclan en un salvaje intercambio sexual, donde ambos alcanzan el extasis en manera inimaginable.
Mi pene totalmente erecto saltó ante su cara, ella con total normalidad lo tomó con su mano y lo empezó a masajear. Tiró la piel hacia atrás una y otra vez hasta que colocó la punta en su boca. Lamió un poco la cabeza y lo fue introduciendo poco a poco hasta meterlo todo. Comenzó una mamada como nunca me la habían hecho.
Hasta el momento en que, deslizándose por mi cintura, se introdujo en la parte trasera de mis braguitas. Fue todo tan rápido que no me dio tiempo a reaccionar ni a quitármelo de encima antes de sentir su afilado dardo haciendo las veces de supositorio, y después me dio igual, pues el enorme placer que sentía bien valía la molestia de su intromisión.
Otras tres mujeres se asomaron al baño y decidieron entrar. Rondaban la treintena. Iban en busca desesperada de bebida, y encontraron la botella en la bañera. Ni siquiera pensaron que alguien podía haberla estado chupeteando y babeando. Comenzaron a llenar sus copas y a brindar, entrelazando sus brazos.
Eran las siete de la mañana y mi novia se dirigía al parking a coger su coche y de pronto mi amigo con la cara totalmente tapada la cogió por detrás y colocándome las manos de ella por detrás decidí a esposárselas con unas esposas que teníamos, tapándole los ojos y la boca.