Al mismo tiempos se corrió. y por tercera vez pude ver como salía chorros de su vagina...y como su culo se tensionaba provocando con esto que sus músculos internos apretaran mi verga era como sentir como una mano si unas mano te apretara la verga, de su chocho no dejaba de salir chorros de sus jugos.. nunca vi a una mujer tener esos orgasmos... hasta que no pudo mas y se dejo caer de espaldas...
El muchacho correspondió el beso, lo que calentó a todos, y le pidieron que se quedara un rato, que le hiciera lo que quisiera, que si se la quería comer en ese momento que lo hiciera, él dijo que no podría, que su patrón estaba arriba y que lo echaría a la calle si lo encontraba en esas.
Doy una ligera tregua al clítoris, para atrapar y traccionar los pétalos de su conejito con mis labios, mientras sigo escuchando sus jadeos casi animales. Su rostro no refleja nada más que la búsqueda del placer, la culminación de estas increíbles sensaciones.
Se acercó y me la empezó a acariciar, me tocó la puntita, y me la acariciaba con la yema de los dedos. También me tocaba los huevos, se había olvidado de taparse y podía ver sus dos inmensas tetas en todo su esplendor.
La historia que voy a contar, es completamente real y bueno aunque hace tiempo que se esta fraguando ha llegado el momento en que ha pasado lo que se intuía que iba a pasar y por eso he decidido contarlo a todos ustedes en este momento.
Debe ser que cogió fuerza de la otra polla o del hecho de sentirme más poderoso, con aquellas dos herramientas follando a la vez, que pude aguantar sin ningún problema el tiempo que tardo el comenzar a correrse, y menuda corrida.
A ella le fascina lucirse cada vez que salimos de paseo, sus trajes de baño son pequeños, lo que ha provocado grandes discusiones dentro del círculo familiar, a mi no me molestaba eso al contrario me gusta verla, asisto con ella a todos sus eventos y voy al mismo gimnasio a entrenar con ella.
Se enteró que era conveniente hacerse un chequeo ginecológico, y por suerte allí estaba su vecino que se lo haría muy gustosamente en su propio apartamento.
Ella se siente abrumada por mi ataque simultáneo: mi boca succionando sus pezones casi con desesperación, mi mano izquierda acariciando su costado tembloroso, dibujando los bordes de su seno, mi mano derecha filtrándose por debajo de sus muslos y sus húmedos glúteos.
Se paso comprando ropa y se quedo sin dinero para pagar al tendero que la llevaba la comida a casa... al tendero se le ocurrió otra forma de cobrarse, y ella estaba obligada a aceptar.