Sentía la parte interior de sus mejillas rozándome el glande y a cada acometida parecía tragar un poco más llegando hasta los huevos... Se la saco y se la comió de nuevo, hundiéndola en aquella boca caliente mientras su experta mano masajeaba mis nalgas e introducía los dedos en mi esfínter.
Modestamente tengo con qué hacerlo, unos pechos no muy grandes, pero si bien paraditos, una cola hermosa, y una figura pareja fruto de muchas horas de gimnasio, pelo largo rubio y lacio y carita de nena según me dice la gente que conozco.
Paco se pone malo y después de vomitar ve cómo un hombre seduce a su esposa y se la tira en el aseo de al lado sin que él pueda hacer nada más que masturbarse.
Y sucedió, regrese a los 15 minutos, sin hacer ruido entré a la casa y con cuidado me asomé en la sala, ahí estaban Lalo y Laura, los dos completamente desnudos en un perfecto 69, Laura se comía toda la verga de Lalo, y Lalo se acababa a lengüetazos la panocha de laura.
Probaría luego también yo, ahora a lo inmediato, exprimirle el elixir de las bolas. Apreté el bulbo por accidente y resultó ser que allí estaba la llave, dos apretadas después escupió el primer chisguete, que dio en mi frente con inusitada fuerza.
Era increíble lo que antes me había causado asco ahora me parecía delicioso, tan caliente, tan grande, tan dulce; la chupe lo más que pude, me la sacaba de la boca y le recorría con la lengua a lo largo, me parecía riquísima, todos mis tabú habían desaparecido; desesperada por su tamaño, utilice mis manos para masturbarle mientras se la mamaba, era tan grande, papa me jalo de los cabellos y me separo de su pene
Habría tranquilizado a un soldado lleno de metralla y chorreando sangre por todos lados en medio del campo de batalla, sólo hablándole, prometiéndole que todo iba a salir bien, que la ayuda estaba en camino, que su madre tardaría poco en llegar y todo tendría un final feliz de película de Hollywood.
Empujándose hacia arriba, hizo que su cuerpo saliera del agua, y caminando con naturalidad se dirigió a recoger sus cosas, reanudando el camino hacia la casita del jardín, desnudo. Sandra lo siguió con la mirada, admirando su atlética complexión, la piel brillando por la humedad y ese andar regio, hasta que se perdió por el umbral de la casita.
El chico siguió así, acariciándole las piernas, y viendo que ella cada vez ofrecía menos resistencia fue subiendo la mano por el interior de su muslo. La chica dejó que le separara un poco las piernas, hasta que notó la mano de Philip contactando con sus bragas rosa y hundiéndolas entre sus labios vaginales.
Sin decir palabra le sujeté la cintura y se la metía lentamente, pero sin detenerme. De la garganta de Yanet se escapó un grito, pero no me detuve, continué hasta metérsela completa. Mirtha chupaba su clítoris y yo la estaba sodomizando con ternura y fuerza, todo al mismo tiempo. El dolor no podía durarle mucho, así que pronto sus gritos de dolor se trocaron en expresiones de placer.