Me mojé los dedos en saliva y se los pasé por el chocho. Acerqué su cuerpo hasta mi aparato, coloqué la punta de mi capullo entre los pliegues de su coño y empujé hasta que sus rizos chocaron con los míos.
Después de 10 minutos el saco su verga de mi rajita y se sentó junto a mi, yo me quede como desmayada en el piso de la sala y de lado, desnuda y escurriendo semen de mi panocha y me incline un poco y vi mi panochita de un tamaño casi de una pelota de béisbol y hasta metí una mano solo 4 dedos dentro de ella.
Jey se puso coloradísimo y me tapo la boca enseguida tenía miedo que alguien nos oyera y nos viera, yo le saqué la mano y le di un beso para demostrarle cuanto había disfrutado esa cogida. Escuchamos la voz de la guía llamando a los turistas y nos acomodamos la ropa.
Llame a su puerta y me abrió ella, ella es una mujer madura de algo mas de 40 años, de complexión normal un poco ancha de cadera , con pelo morena medio largo rizado, ella estaba vestida con una falda negra, una camisa también negra y medias negras con unas sandalias de estar por casa. Me dijo que entrara, yo entre , no sabía que íbamos a hacer primero si hablaríamos un rato o tomaríamos algo, pero no fue así ella desde un principio mostró su severidad y dominancia.
Mi esposa siempre fue muy caliente, pero a la vez celosa, ese dia me sorprendio.
Sus ojos se engrandecieron cuando ella se estiró para hacer que él penetrara por completo en su interior, y gimoteó lastimosamente cuando él a follarla, lenta y gentilmente al principio y con fuerza y ritmo crecientes posteriormente, espoleado por sus gritos.
Sí, estaba seguro, o al menos eso creía porque cuando ella se levanto las falda plisada por encima de los muslos y me los mostró tan túrgidos y sensuales, con la tanguita transparente que deja ver los prominentes labios de su coño, no pude resistir, me abalance sobre ellos y quise quitarle la braga, pero ella no me dejó bajársela y entonces pegué mi cara sobre ellos, los lamí y lamí de arriba abajo
Sentir tus manos acariciar mi espalda y bajar hasta mis nalgas fue mayor mis fuerzas, y allí terminé de entregarme y saber que finalmente sería tuya por toda la eternidad. Mientras tus manos recorrían cm a cm mi piel sentía desfallecer, no podía creer que finalmente estuviera ocurriendo.
No, eso no papito me va a doler muchísimo, la tienes enorme, no va a entrar sin rajarme toda, por favor. Tranquila chiquilla, iremos de a poco, verás como te gustará y lo disfrutarás, relájate, no duele más que la primera vez por delante, y enseguida se convierte ese dolor en placer, ya verás, confía en mí.
Se arrodilló entre mis piernas y con sus manos me masajeaba la espalda desparramando su semen por todos lados, incluso por mis pechos, y bajando hasta mi culito, me llenó el agujerito posterior de ese excelente lubricante y así introdujo poco a poco un dedo en mi estrechísimo y virgen ano.