Después de un cigarrillo me dijo que no sabía cuántas veces había acabado mientras acariciaba con ternura mi pija. Resultó que era multiorgásmica, pero que hasta ese momento no lo sabía. Realmente estaba obsesionada con mi pija. La miraba, la acariciaba, me decía que era grandecita, suavecita...
Durante unos segundos dudé, y luego cerrando los ojos asentí con la cabeza e instintivamente mis manos fueron resbalando sobre los muslos de aquellos jóvenes, y una vez allí no tardé en encontrar unos enormes y alargados bultos que palpitaban bajo la cremallera de cada uno de los pantalones.
Le confesé que escribo relatos eróticos para publicar en Internet, y se rió muchísimo, entonces le ofrecí pasar a mi habitación, donde estaba la PC, para que leyera alguno si así lo deseaba.
El viernes te llamé y no te conseguí. Hablé con Greg. Es una lástima que no estuvieras, pues la razón por la que te llamaba era que estaba caliente y me estaba masturbando y quería que me escucharas cuando me viniera.
Le pedí que se acostara en el piso y al hacerlo me imaginé la figura de un velero con su poderoso mástil. Me senté sobre él y de a poco, tratando de vivir cada tramo de esa caliente carne, me deslicé hacia abajo y eso me ponía más loca.
Sin decirse palabra alguna caminaron abrazadas hacia el cuarto de dormir de la dueña de casa para estar más tranquilas y fuera del alcance de miradas indiscretas, se desnudaron totalmente y ya sobre la cama se acariciaron por todo el cuerpo terminando cada una con su cabeza hundida en la entrepierna de la otra en un 69 interminable.
Ese fin de semana, cuando ya estaban trabajando los hombres, tuvimos mucho sexo a manera de despedida. Como yo soy bastante ruidosa al hacerlo, cuando bajamos de la habitación después de haber pasado buena parte de la tarde cogiendo, los albañiles nos miraban con curiosidad y sobre todo a mí.
Cuando mi madre notó mi primera convulsión también gritó, sus uñas se clavaron en mi espalda y mordió con fuerza mi hombro para intentar sofocar su chillido de placer. Me dolía ,pero el gusto era tan intenso, notando el enorme cuerpo de mi madre abrazado al mío, sintiendo como ella se convulsionaba por su orgasmo, como yo su hijo la estaba haciendo correrse de gusto, que el dolor se convirtió en una sensación alucinante.
Empezó a acariciarme la verga y fue bajando hasta ponerse entre mis piernas como lo hace siempre metiéndosela casi toda en su boca y dejando su culo y su conchita paraditos apuntando para fuera de la cama como si estuviera esperando algo.
Cuando estaba a punto de correrme, se la saco de la boca y me tumbo en la cama quedando mi pija completamente levantada, entonces la puso entre sus dos enormes tetas y me la comenzó a menear así, chupando el cabezón cuando asomaba entre ellas.