Capítulo 2

IV

Cuando Eva despertó al día siguiente, sentía el típico malestar de haber pasado una mala noche. Le dolía la cabeza y se sentía como cansada, agotada. Se percató que había soñado mucho aunque era poco lo que recordaba. Todos esos sueños tenían que ver con escenas sexuales, pero su represión no le permitía recordarlos con más precisión.

Quería mandarle al gurú un relato más excitante, más zarpado, donde mostrará todo lo que ella era capaz de arriesgar y mostrar. Se reprochaba de poder ser una mujer sensual, calentona, esas que despiertan en un hombre el deseo inmediato de llevarlas a la cama. Fue a la cocina, se sirvió un café, y con el silencio de la mañana, ya que era muy temprano y todos dormían, abrió la notebook y comenzó a escribir:

“Estoy en el consultorio del ginecólogo. Me siento un poco nerviosa porque hoy he decidido hacer algo, no sé qué, pero algo, para demostrarle al Doc que estoy muerta por él, que siempre me gustó desde que era una adolescente, que me gustaría entregarme mientras me revisa de rutina y sentir un orgasmo y que él se cuenta y me coja en la camilla”.

A medida que iba pensando esas fantasías sentía que su tanguita se mojaba cada vez más, y vergüenza porque seguramente él lo notaría al revisarla, pero por otro lado contenta porque le estaría dando señales de su calentura. Y seguía el relato

“Paso al consultorio y cuando me saluda con un beso casi me derrito: esa figura tan varonil, con su guardapolvo blanco, su sonrisa cálida, me hacen despertar todas y cada una de mis partes sensibles. Me dice que me prepare, eso significa  que vaya detrás del biombo y me desvista. Obedezco con nerviosismo, y cuando ya desnuda aparece él,  noto que me mira como admirado recorriendo todo mi cuerpo de arriba abajo deteniéndose en mi pubis depilado (la última revisación no lo tenía así).

“Avancé hasta la mesa de examen y busqué la bata que solía encontrarse en ella, pero no la encontré.

—Creo que podemos hacer el examen sin ella —dijo el doctor, mientras me ay ayudaba a subir a la mesa—. Parece que ha perdido peso desde la última vez que te ví- comentó,.

—Sí —le respondí.

Y maldije mentalmente el rubor que apareció en mi rostro.

—No necesitás sentirse avergonzada —dijo—. Lucen muy bien esos kilos de menos.

—Gracias —fue todo lo que se me ocurrió.

—Ahora, movete hacia el extremo de la mesa y poné los pies aquí —dijo.

Me ayudó con suavidad a mover las caderas hasta el borde, mientras adoptaba la posición adecuada para el examen.

Comenzó a palpar profesionalmente mis senos. Cuando terminó, me pareció que su mano me rozaba suavemente los pezones, pero supe que era algo que me había imaginado…

Después, se desplazó hacia el extremo de la mesa para efectuar el examen interno. Se mostró muy amable y competente, y me hizo varias preguntas de rutina. Luego, su interrogatorio tomó otro sentido.

— ¿Qué tal están tus respuestas sexuales? —dijo.

Aunque eso me sorprendió, después de todo era mi médico, y estaba segura que deseaba saberlo por alguna razón de tipo profesional.

—Creo que muy bien…

—Veamos —dijo y me introdujo el dedo a mayor profundidad de lo que suponía que era posible.

Comenzó a manipularme el interior y me preguntó:

— ¿Te parece que esto es agradable?

La sensación de su caricia me hizo sentirme maravillosamente bien y, al mismo tiempo, indefensa. Pero lo estaba gozando mucho y ya quería más…. Comenzó a aumentar cada vez más,  No deseaba tener un orgasmo tendida sobre aquella mesa. Hubiera preferido que me abrazara, me besara toda….

—Relájate —dijo el doctor con voz muy suave—. ¿Sentís que está a punto de tener un orgasmo?

—Pues… sí… —tartamudeé.

—Muy bien —comentó—. Trata de relajarte y dejar que suceda todo.

—No creo que pueda —le dije.

—Inténtalo. Yo te ayudaré.

Así pues, cerré los ojos y traté de pensar que no estaba en el consultorio del médico; nuevamente comenzó la cálida sensación de cosquilleo.

Su dedo trabajaba en mi interior sin descanso y oprimía ligeramente el cuerpo contra el mío al apoyarse en la mesa.

—Suéltate —seguía diciendo—Déjate llevar por la sensación…

Y de pronto… lo hice. Un orgasmo se extendió sobre mi cuerpo y me estremecí varias veces por él, Aaaahhhhhhhh…..exhalé….y él no se detuvo; seguía moviendo el dedo y pidiéndome que tratara  de venirme otra vez.

-Síiiiiii…..guachito!! Como me ponés….cogeme de una vez que me vuelvo loca, carajo!”

“Ahora era su lengua que chupaba mis jugos y su mano frotaba mi clítoris con una velocidad y experiencia que me hacía permanecer en un constante orgasmo que duró varios minutos. Cuando pude reponerme salté de la mesa, lo senté en su sillón y poniéndome a horcajadas me introduje su pene que a esa altura estaba en una erección descomunal”

****

Cuando Eva terminó el relato, sin demora, envió el mail al Gurú y se dispuso a tomar otro café ya que el relato que había fantaseado le había parecido muy real, por un lado, por la calentura que sentía por su ginecólogo, y por el otro, porque muchas veces había gozado en las revisaciones de rutina cuándo él introducía sus delicados dedos en su vagina, y eso hacía que en ese momento se sintiera muy caliente, a tal punto que necesitó ella meterse dos dedos y dejarse llevar por unos minutos hasta que ….plin! entró un mail del Gurú.

Le decía que le había gustado el relato. Que notaba que estaba ya un poco más suelta pero que se daba cuenta que ella iba a poder  muchísimo más y que la podía convertir, si ella deseaba, en una guarra bien calentona, muy sensualota, derrochando erotismo.

Esas últimas palabras del Gurú le produjeron un cosquilleo intenso y ya estaba diciéndose interiormente: -¡! Claro que quiero!!-

Siguió leyendo el mail:

“Ahora te propongo un paso un poco más atrevido, siempre si querés…claro… Voy a darte un conjunto de tareas y actividades para ir haciendo en las próximas semanas, todas ellas  tendrán un contenido puramente sexual, serán arriesgadas, y que te pondrán a prueba a cuánto estás dispuesta  arriesgar y a atreverte. Espero tu contestación y si consentís te las iré enviando por este medio”.

Se rio por las ocurrencias del Gurú, pero esa propuesta la calentó aún más de cómo ya estaba esa mañana, que tuvo que ir a la ducha, y con su cepillo de limpia- espalda frotó tanto su clítoris que estalló en un grito,  que alguien podría confundir que estaba cantando bajo el agua….

Contame mujer a guruayudador@gmail.com, cuáles serían las actividades sexuales  que te gustaría que el Gurú te propusiera hacer. Sólo algunas. Gracias.

Continúa la serie