Unas vacaciones normales se pueden convertir en extraordinarias cuando se tiene a unos vecinos con mucha decisión
Marta era una chica muy guapa, pelo largo ondulado casi liso negro, sus ojos eran grandes de un azul cielo, su boca siempre bien perfilada con unos labios carnosos y jugosos.
Era bastante alta y tenía una cintura, especial para agarrarla como quisieras.
Su culo, un poco respingón hacía que su contorno fuera tan bonito que todo el mundo se fijara en ella cuando paseaba por la calle.
Su pecho, como no, también era perfecto, lo tenía bien equilibrado y de una medida suficiente para que toda la ropa le quedara perfecta.
Un verano Marta se fue con sus dos amigas a pasar unos días de camping, iban con una tienda de campaña. Iban a la playa, hacían topless y todos los chicos siempre se las quedaban mirando., al igual que Marta, sus dos amigas tenían unos cuerpazos impresionantes.
Pues bien, una noche en que Marta no se encontraba muy bien (o al menos eso dijo ella), sus dos amigas salieron y ella se quedó sola en la tienda.
Marta, se puso a leer una revista dentro de la tienda, estaba aburrida de ir siempre a los mismos sitios y por eso había puesto esa excusa.
Lo que a ella le apetecía era pegarse una corrida de las que hacía varios días que no podía porque sus dos amigas, aunque muy monas, todavía no lo habían hecho nunca: masturbarse.
Así que se acomodó en el colchón, y empezó a tocarse los pezones por encima de la camiseta.
Llevaba una camiseta muy holgada, había sido de un novio suyo que era bastante musculoso y la utilizaba para dormir.
Bueno, pues empezó a rozarse los pezoncitos y una vez los tubo un poquito duritos se levantó la camiseta y bajando un poco la cabeza empezó a lamérselos, una vez los tenía humedecidos entonces les soplaba al mismo tiempo que con sus dedos se rozaba la aureola. Posteriormente se chupó dos de sus dedos de la mano derecha, la metió por dentro de sus braguitas y con ellos empezó a acariciarse su clítoris, con la otra manos se seguía masajeando las tetas.
Con la mirada estaba buscando algún objeto dentro de la tienda para utilizar ya que su gran amigo nocturno se lo había dejado en casa para no escandalizar a sus amigas.
Por fin localizó algo que podía ser útil, el martillo de clavar la tienda. Así que cogió, lo limpió con unas toallitas húmedas que siempre llevaba en el bolso y lo impregnó con su saliva. Después poquito a poco, apartó un poco sus braguitas y empezó a juguetear con el mango.
Se daba golpecitos en el monte de venus, y bajando poquito a poco también se golpeaba el clítoris, esto la excitaba muchísimo. Se abrió sus labios y suavemente empezó a meterse el mango. Hacia dentro y hacia fuera.
Le gustaba, la medida estaba muy bien. Empezó a imaginarse a ella en la playa con un tío follando mientras las olas les rozaban la piel cuando oyó un ruido en el exterior de la tienda.
«Joder, ya han vuelto las inexpertas, como sean ellas hoy las desvirgo, ya es hora de que empiecen a disfrutar como es debido». Pensó, mientras, había guardado el martillo y se estaba acomodando la camiseta y sus braguitas.
Al ver que no respondían a su llamada, su corazón empezó a latir más deprisa. Se armó de valor y cuando intentó salir de la tienda, en ese preciso momento dos chicos de unas 30 años empezaron a entrar. Ella les preguntó:
-¿Qué queréis?
Y viendo las intenciones les dijo:
– Largaos ahora mismo o gritaré.
A lo que uno de ellos respondió:
– No señorita, no nos vamos. Llevamos unos días observándote y nos pones muy cachondos cada día.
El otro chico agregó:
Sí, y estábamos esperando el momento preciso para hacerte una visita.
Se le fueron acercando más y más y cuando ya estaba rodeada, ella intentó gritar pero uno de ellos fue mas rápido y le tapó la boca, seguidamente se la cerraron con un trapo.
Posteriormente le dijeron que no intentara hacer nada que ellos no le dijeran y que de esa manera no sufriría y todos disfrutarían bastante.
Los chicos no estaban mal, uno era moreno, con rizos, cuerpo musculoso pero sin exagerar y su mirada hacia que Marta empezara a mojar sus braguitas. El otro era castaño, media melena, pelo liso y unos ojazos verdes irresistibles. Sus amigas seguro que la envidiarían después.
Marta tuvo que quitarse la camiseta que llevaba, quedándose desnuda de cintura para arriba, únicamente con sus braguitas blancas de algodón.
Los chicos empezaron a manosearle las tetas, a ambos les encantaban. Le rozaban sus pezoncitos para ponerla cachonda. Querían que ella también disfrutara.
La tumbaron en el colchón y el chico moreno empezó a tocarle sus braguitas, a rozarle suavemente, notó que las tenia ya húmedas y entonces la miró con unos ojos cómplices al mismo tiempo que las apartaba para descubrir su sexo.
Lo tenía bien arreglado, le gustaba estar arreglada por si surgía la ocasión. Cuando el chico vio su coño afeitadito, con un vello corto, sin avisar a su compañero empezó a meterle un dedito.
Marta al sentirlo lanzó un gemido y en ese momento el otro chico empezó a bajarse los pantalones. Le cogió las manos a Marta y le hizo que le tocara su polla.
La tenia ya dura y estaba súper cachondo. Ella estaba medio incorporada y él empezó a masturbarse delante de su cara, entonces le liberó la boca y le dijo que la abriera, que quería que le hiciera una buena mamada.
Marta estaba callada, pero estaba disfrutando, tenía dos hombres para ella sola y uno de ellos le estaba masajeando el coño como nunca antes ningún hombre lo había hecho. Así que abrió la boca y empezó a chuparle la polla a aquel que tenía delante.
Primero empezó por el glande, suavemente con sus labios empezó a bajarle la pielecilla al mismo tiempo que impregnaba con saliva toda la verga. Con sus manos iba ayudando, le rozaba sus huevos, se los besaba, se los lamía y sin parar de frotar su polla iba dándole mordisquitos con sus labios carnosos.
Mientras, el tío que le estaba tocando el coño, empezó a meterle dos y tres deditos, entre dedo y dedo iba tocándole el clítoris para que se fuera poniendo más y más cachonda, quería que disfrutara para que se dejara llevar y así poder llegar a hacer muchas cosas con esa chica.
Al mismo tiempo, iba alternando y le rozaba con su lengua los pezones, que cada vez estaban más duritos y salidos, estaban muy jugosos.
Los chicos tenían bastante potencial, aguantaban pero la mamada que le estaba realizando al anterior era tan impresionante que el tipo no pudo más y se corrió en la cara de Marta, esta sin asustarse continuó mamándole la polla hasta que terminó de correrse, se tragó todo el semen que pudo, ya que lo tenía esparcido por toda su cara.
Ella se relamía, le gustaba ese sabor amargo al mismo tiempo que dulce. Con su boquita continuó chupándole la polla hasta que se la dejó reluciente. El tío todavía no salía de su asombro lo bien que estaba respondiendo la chica.
En ese momento Lucía les dijo que ella también quería disfrutar un poco más. Le dijo, al que acaba de correrse, que empezara a tocarle las tetas y a acariciarle el cuello y la espalda, que eso la excitaba muchísimo. Al tío que la estaba masturbando le dijo que se tumbara, que quería follárselo.
El no lo dudó dos veces y se tumbó, ella se puso encima y cogiendo la polla se la metió hasta el fondo. El tío gimió de placer, ella empezó a moverse y el tipo no se lo creía, ahora era ella quien llevaba las riendas de la situación.
Ella empezó a restregar sus tetas por el pecho de él hasta llegar a su boca y le dijo que le chupara los pezones. Estaban pequeñitos y redonditos. Marta estaba disfrutando como nunca, le daba un gustazo increíble, nunca antes lo había hecho con dos tíos.
En ese momento, le preguntó al otro tío si le daba cosa follar por el culo, a lo que el respondió que no, ya estaba empezando a aburrirse y aquella era una opción que no se le había ocurrido.
Así que se les acercó por la espalda de ella, se ensalivó sus deditos y empezó a masajear aquel culito redondito.
Empezó a meter un dedito y al ver que este entraba con facilidad, metió el siguiente, y aunque en un principio costó un poquito, no tardó en entrar y salir con la misma facilidad que el anterior, así que se ensalivó su polla y con sumo cuidado empezó a meterla por aquel culito que tenía para su disfrute.
Esta situación se le había pasado muchas veces por la mente a Marta, follar con dos a la vez, pero nunca antes la había hecho realidad.
En el momento que notó como entraba la polla , ella gimió de placer, joder que gustazo estaba sintiendo, no sabia que iba ser para tanto.
A los pocos segundos Marta estaba corriéndose viva, y aunque lo dijo en voz alta, los tíos siguieron follándosela ya que ella seguía moviéndose para que la corrida continuara, y sí, continuo unos segundos más.
Entonces el tío que la estaba follando por el culo le pidió seguir, a lo que ella no tuvo ninguna pega, le estaba dando un gustazo muy especial, ella siguió moviéndose al mismo ritmo .
Entretanto, el otro chico había sacado su polla del coño y ella empezó a mamarle la polla, la tenía grande pero delgadita así que abrió su boca de labios carnosos y empezó a comérsela hasta que llenó toda su boca. El tío se la miraba con gusto, ella empezó a tocarle los huevos.
Ella se chupó uno de sus deditos y con disimulo pensó, «ahora vas a disfrutar de lo lindo, machote». Ese dedito húmedo empezó a infiltrarse por entre sus huevos y cuando hubo localizado el agujerito del culo empezó a metérselo.
El chico no sabía que hacer, si decirle que parara o dejarla que hiciera, ya que por una parte le daba mucho reparo esa zona, pero al mismo tiempo estaba sintiendo un gustazo que nunca lo había sentido.
Finalmente dejó que siguiera y en el momento en que ella consiguió meterle el dedito, aunque solo fue la puntita, él estalló.
Ella seguía chupándole la polla e igual que al otro se la dejó limpia, se la lamió enterita, hasta el último resto de semen que le quedaba.
Mientras, el otro tío al ver como le chupaba la polla a su amigo, no pudo aguantar más y se volvió a correr, esparciendo todo su semen por la hermosa espalda que estaba acariciando unos instantes antes.
Seguidamente, los tíos se vistieron y ella se puso su camiseta de dormir, estaba agotada, y la noche no había estado nada mal.
Se despidieron sin preguntarse nada y ella se metió en la cama, estaba muy relajada, había disfrutado tanto o más que ellos.
Cuando se hubieron ido ella se lamentó de no haberles pedido el teléfono para quedar otro día.
Lo habían hecho de maravilla.