Una vecina especial

Esto me ocurrió hace pocos días cuando me disponía irme a trabajar.

Todo comienza cuando un día bien temprano me encuentro a mi vecina Judith esperando un aventón para irse a trabajar.

Ese día la noté un poco callada y triste, a su vez con un hematoma en su ojo izquierdo, por lo que le pregunté que le había pasado. Sólo me contestó «no fue nada».

Como días antes había escuchado fuertes discusiones en su casa con su marido, le dije que yo sabía que había sido su esposo Joaquín quien la había golpeado, que estaba seguro y que no me mintiera más porque lo sabía todo.

Con Judith y Joaquín siempre he mantenido buenas relaciones de amigos, a tal punto, que conocía un poco sobre la intimidad que mantenían ambos porque Joaquín cuando se embriagaba comentaba lo divina que era su señora esposa en la cama.

Esto me llenaba de deseo por cogerla pero hasta ahora nunca me había atrevido a insinuarle nada hasta ese día.

Ella lloró en mi auto y me dijo que necesitaba de alguien como yo para contarle un poco sobre su vida. Ese día por la tarde habíamos acordado en salir tempranos ambos de nuestros trabajos para vernos. Ella llamó al celular a Joaquín para decirle que iba a llegar tarde a su casa; pero todo era para verse conmigo.

La pasé buscando y de inmediato sin preguntarle nada me la llevé directamente a un hotel. Ella sin decir una sola palabra se dejó llevar por mí y nos encerramos en la habitación.

Allí la besé hondamente y le quitaba la ropa simultáneamente, después le metí un dedo en su vagina y la encontré toda mojada.

No aguanté más y la acosté y le empujé hasta al fondo mi guevo que hizo que diera un pequeño grito de placer. En menos de 10 minutos me corría dentro de ella, llenándole su vagina un verdadero torrente de semen.

Al poco rato se lo metí por el culo, confesándome que era su primera vez, ya que nunca su esposo se lo había propuesto. Por espacio de 3 horas hicimos el amor hasta el cansancio para dejarla a tan sólo dos cuadras antes de llegar a la casa de cada uno.

Pasaron 5 días y volvimos a tener relaciones sexuales esta vez más profunda, porque la puse a mamar mi miembro por un buen rato. Estando en la cama le dije una mentira que era que le confesé que le debía un gran favor a un buen amigo, y que si ella estaba dispuesta ayudarme para pagar el favor. Me respondió que si, que cual era mi propuesta.

Le respondí que quería hacer una orgía con ella y mi amigo. Judith se quedó muda y sólo me dijo que no era capaz. Yo seguí convenciéndola diciéndole que lo hiciera como una venganza contra los golpes de su esposo.

Se quedó meditando y me dijo que se atrevía siempre y cuando existiese mucha discreción de ambos. Le contesté que no se preocupara que no iba haber ningún problema.

Nos fuimos del hotel donde estábamos y busque a mi amigo Juan Pedro, un compañero de trabajo, con quien siempre hacía orgías, ya fueran buscadas por él o por mí.

Nos pusimos de acuerdo un día que su esposo había salido su esposo de la ciudad, nos fuimos al hotel de siempre y allí empezó todo.

Mi amigo Juan Pedro se lanzó como una fiera sobre el cuerpo de Judith, pero fue rechazado por ella diciéndole que primero era yo quien debía tomar la iniciativa.

Así lo hice me baje el cierre del pantalón y dejé mi miembro al descubierto para que empezara a chuparlo todo.

Con inmensas ganas me lo chupaba mientras que Juan Pedro hizo caso omiso a la petición de Judith y le subió la falda, le quitó las pantaletas y se lo metió hasta el fondo completamente. Judith daba gritos de deseo, lo que mostraba la verdad que su esposo me confesaba cuando estaba ebrio de lo bien que su esposa hacía el amor.

La acosté en la cama, mi amigo Juan Pedro se puso debajo de ella y la volvió a penetrar por la cuca, mientras que yo se lo hice por el culo al mismo tiempo.

Desaforada como una loca la cogimos por todas partes por espacio de tres horas, intercambiando posiciones con ella.

Judith a tan sólo una semana de que hicimos una orgía, me llama para que asista a su casa a una pequeña parrilla que su esposo iba a hacer.

Yo invité a Juan Pedro y en la casa de Judith y Joaquín, quien por cierto estaba bastante ebrio ya, lo incitamos para hacer una competencia de bebidas, la cual aceptó y al cabo de 1 hora estaba totalmente dormido que no se despertaría ni con un baño de agua fría.

Fue en ese mismo momento que tomé la iniciativa y con Juan Pedro llevé a Judith a la cama donde hicimos una buena orgía, mientras que su esposo estaba a tan sólo 2 metros de distancia totalmente dormido y rascado.

Próximamente Judith me pidió que desea hacer otra orgía donde incluya 3 o 4 personas, ya que desde ese día tomó la iniciativa de volverse una gran puta para vengarse de los golpes que su marido le propinaba cuando estaba ebrio.

Cuando suceda se los contaré.