Capítulo 3

Teléfono erótico III

Pero dos semanas después, su gran jefe volvía a llamarla a su despacho.

Se puso nerviosa, pero inmediatamente acudió.

De nuevo, el Sr. Arkin le requirió para que se sentara y directamente le preguntó:

– ¿Quieres ganar mucho dinero como puta?.

Ella, sorprendida, titubeó, pero finalmente dijo que sí. Su jefe sonrió queriendo insinuar que sabía que su respuesta iba a ser positiva.

– Te pagaríamos 2.000 Euros, pero las condición es la siguiente:: podremos hacer contigo lo que queramos, sin límites. ¿Te atreves?.

Se trataba de mucho dinero, pero el riesgo era muy importante.

Y lo curioso era que se excitaba imaginándolo. Pero era demasiado riesgo. Su sentido común la obligó a rechazar la oferta, aunque no pudo evitar sentirlo de alguna forma.

Su jefe presentía que la oferta le era tentadora, y aumentó la cantidad.

Ella siguió rechazando la proposición y la suma fue de nuevo incrementada. Llegaron hasta los 3.000 euros y ella preguntó a quienes se referían cuando hablaba en plural.

Él contestó que eso formaba parte del juego y que podía ser un número indeterminado de personas los que fueran a disfrutar de ella.

Otro escalofrío de excitación recorrió su cuerpo y decidió aceptar la propuesta, después de todo no pensaba que esos hombres pudieran hacerle algo que ella no quisiera, que no pudiera disfrutar.

Él le explicó que esa noche se encontrarían en la puerta de un hotel conocido de la ciudad y la ordenó que continuara con su trabajo.

Durante todo el resto de su jornada laboral se encontró húmeda y expectante ante la incertidumbre de lo que podía ocurrir esa noche. Ya había decidido ir de compras tras terminar el trabajo y vestirse para la ocasión.

Recorrió unas cuantas tiendas hasta que encontró la ropa ideal: una minifalda negra, un top ceñido que contemplaba la silueta de sus senos (también negro con diminuta pedrería) y una blusa negra transparente.

Tenía que buscar unos zapatos que le complementaran y podría utilizar su mejor abrigo para llevar encima.

Cuando terminó la compra, se dirigió a su casa para meterse en la ducha y arreglarse.

Tras maquillarse cuidadosamente, pero sin exagerar, estaba totalmente lista para la cita.

Faltaba ya media hora, así que se apresuró a marcharse para llegar a tiempo, aunque con un poco de retraso, a su excitante aventura que se estaba atreviendo a ejecutar. Su jefe, Sr. Arkin, le estaba esperando, le sonrió y la acompañó hasta el vestíbulo.

En recepción pidieron las llaves de una habitación y subieron al ascensor. No podía qué menos que sentirse tensa, lo que su jefe percibía y tranquilizaba con una sonrisa.

Llegaron a la décima planta y se dirigieron hacia la número 115. La habitación era muy amplia pero acogedora, con la cama en el centro y a su alrededor un conjunto de sofás, un escritorio y el amplio armario recubierto de espejos.

Elegantemente decorada e impecable, como sólo están las habitaciones de hotel.

La invitó a que se sentara en la cama, pero prefirió antes ir al baño. Mientras estuvo allí, llamaron a la puerta de la habitación; su jefe abrió y lo invitó a pasar. Ella no pudo evitar estremecerse ante la llegada de otro de sus clientes.

Salió del cuarto de baño y fue presentada a su invitado. El hombre empezó a examinarla descaradamente e incluso a meterle mano. Y se ruborizó, estaba siendo tratada como una puta, y esta vez estrictamente de verdad.

Comenzaron a llegar el resto de los hombres, cuatro en total, y, por último, una chica. Era descarada y vestía como tal; que estaba claro a lo que se dedicaba.

Ordenaron a Lorna que se sentara en la cama y se quitara la blusa, mientras todos la observaban sentados, repartidos entre los sofás y las sillas del escritorio.

Lo hizo despacio, casi avergonzada, soportando las miradas morbosas de todos sus espectadores.

Los hombres discutieron entre ellos cómo iban a empezar.

Finalmente decidieron que las dos putas se calentaran entre ellas, con lo cual ellos se pondrían cachondos y estarían preparados para la acción. Las chicas comenzaron a besarse y a tocarse. Les ordenaron que se desnudaran.

Todos andaban excitados viendo la escena, ahora una de las putas le comía el coño a la otra.

Uno de los tíos no pudo resistirse más y se acercó para empezar a follar con violencia a Lorna; su culo se encontraba en pompa, lo cual le facilitó la operación.

Ella empezó estremecerse sin parar de placer, aquella polla la embestía sin compasión.

De pronto, otro de los hombres se follaba a su compañera con la misma violencia que se lo hacían a ella, y un tercero le ponía el pene en su boca para que se lo chupara.

Su excitación aumentaba y aumentaba hasta límites inimaginados, y aun le quedaba mucho que disfrutar.

Quisieron follársela dos tíos a la vez, y recibió dos pollas de tamaño imponente en su coño; las dos se movían de locura y el placer era indescriptible.

El de arriba decidió metérsela por su culo; lo hizo despacio, abriéndola poco a poco, y hasta adentro del todo; entonces comenzó a moverse suavemente hasta ir incrementando el movimiento haciéndolo vertiginoso.

Ya no podía más, aquello era irresistible, por mucho que intentaba contener su orgasmo, cada empujón la hacía desfallecer de placer, sentía que yo no podía guardarlo por más tiempo y experimentaba el goce que se tiene segundos antes de la corrida…Y llegó, explotó todo dentro de ella y tocó el cielo con las manos….

Pero los que la usaban seguían disfrutando, camino también del clímax.

El que se la jodía por el coño, la sacó de allí y se la hundió fuertemente en la boca, hasta su garganta y ella se la tragó ávidamente hasta que se corrió y le esparramó todo su esperma por la cara.

El otro se corrió casi a la misma vez con su culo y prefirió no sacarla llenándoselo de su leche.

Éstos ya parecían satisfechos, al menos por el momento, pero su jefe estaba ardiendo de deseos habiendo observado el espectáculo de su coño, de su culo y de su boca; él había preferido permanecer menos activo y observar con atención, eso sí, masturbándose continuamente esperando su ocasión.

Cuando vio que los tíos que se follaban a su putita se habían ya corrido, se acercó a ella, la abrió de piernas sobre la cama y la penetró bruscamente; la folló y la folló hasta que consiguió que ella se excitara muchísimo de nuevo, notó cómo volvía a humedecerse y cómo se movía para recrearse en el placer que le daba su polla.

Verla disfrutar así le hacía disfrutar aún más a él, por lo que se corrió dentro de ella salvajemente.

Pero Lorna seguía caliente y necesitaba correrse de nuevo; él la conocía, sabía lo zorra que era, y estaba seguro de que deseaba más.

Metió los dedos dentro de ese coño caliente y los movió dentro para acortar el camino del orgasmo de esa puta, para que se corriera como la guarra que era; tras unos minutos manejando ese coño caliente y empapado, notó su clímax, pero no se detuvo, siguió masturbándola,…. y ella llegó a una cota superior del placer sexual.

Todo su cuerpo le dolía, pero no era realmente dolor, era excesiva sensibilidad; jadeaba y le costaba recobrar el nexo con la realidad.

Todos los hombres ya se habían corrido, al menos una vez cada uno, pero en vez de dar la sesión de obsceno sexo por cerrada, se tomaron un descanso y les dijeron que descansaran para lo que todavía les quedaba…

Continúa la serie