Soy Flor, y mi piel morena brilla bajo la luz cálida del salón, perfumada con mi loción de vainilla que se mezcla con el aroma dulce y almizclado de mis amigas. Mi culo grande, redondo como un melocotón maduro, se tensa dentro de unos leggings negros que marcan cada curva, y mis tetas enormes, pesadas, se mueven con un leve temblor cada vez que respiro, los pezones rozando la tela suave de mi blusa. Ana huele a coco, su trasero firme y alto apretado en shorts de jean que crujen al sentarse, sus tetas desbordando un top rojo, el sudor ya perlándole el escote. Sofía, con su perfume floral intenso, lleva un vestido ajustado que abraza sus caderas anchas y su culo voluptuoso; sus tetas, casi escapando, dejan un rastro de brillo donde la tela se pega a su piel. Christian, mi marido, exhala un aroma a madera y colonia cara, su cuerpo musculoso tenso bajo una camiseta que resalta sus pectorales, y su polla, ya medio dura, empuja contra sus jeans, dejando un bulto que no pasa desapercibido.

La noche empezó con el tintineo de copas de vino tinto, el líquido aterciopelado deslizándose por nuestras gargantas, calentando el ambiente. El sofá de cuero crujió cuando Ana se sentó junto a Christian, su muslo cálido y suave rozando el suyo, el roce de su piel contra la tela de sus jeans haciendo un susurro eléctrico. Sofía, al otro lado, se inclinó, y el aroma de su perfume floral invadió el espacio, sus tetas casi rozando el brazo de Christian, el top crujiendo al estirarse. “Estás más bueno que nunca”, murmuró Ana, su voz ronca, mientras su mano, con uñas pintadas de rojo, se posaba en la rodilla de él, el calor de sus dedos filtrándose a través de la tela. Sofia rió, un sonido gutural, y sus labios carnosos rozaron la oreja de Christian al susurrarle algo que lo hizo tragar saliva, el sonido audible en el silencio cargado.

Los celos me golpearon como un puñetazo. Sentí el calor subiendo por mi cuello, el pulso latiendo en mis sienes, el vino amargo en mi lengua. “¡Qué carajo hacen!”, grité, mi voz cortando el aire, el cuero del sofá chillando cuando me puse de pie. Mis tetas rebotaron con el movimiento, los pezones duros como piedritas contra la blusa. Christian me miró, sus ojos oscuros brillando con una mezcla de sorpresa y deseo, el bulto en sus jeans ahora imposible de ignorar. Pero Ana solo sonrió, sus labios brillando con gloss de cereza. “Tranquila, Flor, solo jugamos”, dijo, y se lamió los labios, el sonido húmedo resonando. Sofía se acercó, su mano cálida rozando mi brazo, dejando un rastro de electricidad. “Mira ese culo tuyo, Flor. Podemos compartir… sería tan rico”, susurró, su aliento cálido contra mi mejilla.

El enojo se derritió en un calor líquido entre mis piernas. Respiré hondo, el aire cargado de vino, sudor y deseo. “Si van a seducirlo, que sea con todas”, dije, mi voz temblando de excitación. Me arranqué la blusa, el tejido rasgando ligeramente, mis tetas liberándose con un rebote pesado, los pezones oscuros y erectos brillando con un leve sudor. El aire fresco del salón los endureció aún más. Ana y Sofia jadearon, sus ojos brillando, y Christian gruñó, un sonido grave que vibró en mi clítoris.

La orgía explotó. Ana se arrodilló frente a Christian, el suelo de madera fría contra sus rodillas. Bajó sus jeans con un tirón, el sonido de la cremallera cortando el aire, y su polla gruesa saltó libre, venosa, la punta ya húmeda con precum que olía a sal y deseo. Ana lamió desde la base, su lengua caliente y húmeda dejando un rastro brillante, hasta la punta, succionando con un sonido obsceno. Sofia se lanzó a su boca, besándolo con lengua, el choque húmedo de sus labios resonando, sus tetas aplastándose contra su pecho, el top crujiendo. Yo, aún con un eco de celos, empujé a Ana. “Es mío”, siseé, pero luego las invité. Nos turnamos chupando, el sabor salado de Christian en mi lengua, mezclado con el dulzor del vino. En misionero invertido, Christian me folló la boca, su polla golpeando mi garganta, el olor de su piel llenándome la nariz, mientras Ana lamía sus bolas, su lengua haciendo sonidos húmedos, y Sofia gemía, masturbándose, el sonido de sus dedos en su coño empapado llenando el aire.

Las poses lesbianas fueron puro fuego. Sofia me empujó al sofá, el cuero frío y pegajoso contra mi espalda. Abrió mis piernas en misionero, mis muslos temblando, el coño ya chorreando, el aroma almizclado de mi excitación flotando. Su lengua, caliente y suave, lamió mi clítoris, cada roce enviando chispas por mi columna, mientras sus tetas grandes, sudorosas, rozaban mis muslos, los pezones duros como cuentas. Ana se subió a mi cara en 69, su culo grande y cálido aplastando mi boca, el sabor de su coño dulce y salado inundándome, su ano apretado contra mi lengua. “¡Come mi culo, Flor!”, gritó, su voz entrecortada, el sudor goteando de su espalda al sofá. Christian miraba, su mano resbalando por su polla, el sonido húmedo de su masturbación mezclándose con nuestros gemidos, hasta que se unió, follandiendo a Sofia en doggy style. Su polla entraba y salía de su coño con un sonido húmedo y rítmico, sus bolas golpeando su clítoris, mientras ella me devoraba, su aliento caliente contra mi coño.

Una cadena salvaje: Christian en el centro, follándome en vaquera. Cabalgué su polla, mis tetas rebotando, el sonido de carne contra carne resonando, mi culo grande aplaudiéndose contra sus caderas, el sudor resbalando por mi espalda. Ana se sentó en su cara, su coño empapado aplastando su boca, el sonido de él lamiendo como un animal llenando el aire. Sofia, detrás, lamió mi ano, su lengua caliente y húmeda girando, el sabor de mi sudor y deseo en su boca. Grité, mi voz rompiéndose, cuando Christian me penetró hasta el fondo, mi coño apretándolo, los jugos chorreando por sus bolas.

Más poses: Ana en puente, sus piernas temblando en el aire, Christian follándola en misionero profundo, su polla estirando su coño, el sonido húmedo y obsceno, sus tetas temblando como gelatina, el sudor brillando en su piel. Yo en cuatro patas, el suelo frío contra mis rodillas, Sofia con un strap-on (silicona negra, brillante con lubricante) follándome el culo en doggy, el ardor inicial convirtiéndose en éxtasis, mientras lamía las tetas de Ana, sus pezones duros en mi lengua, el sabor salado de su sudor. Christian sacó su polla de Ana, empapada de sus jugos, y la metió en mi boca, el sabor de su coño mezclándose con el de él.

Triángulo lésbico en el suelo: yo lamiendo el coño de Sofía, su sabor dulce y espeso, ella devorando a Ana, Ana comiéndome a mí. Nuestros culos grandes en el aire, el sudor goteando, los dedos hundidos en anos apretados, el sonido de lenguas y gemidos llenando el salón. Christian nos rodeaba, follándonos en spooning: primero a mí, su polla caliente en mi coño, su aliento en mi nuca, su mano apretando mis tetas; luego a Ana, sus gemidos agudos resonando, el olor de su coño impregnando el aire.

Doble penetración para mí: Christian en reverse cowgirl, su polla llenando mi coño, el estiramiento delicioso, Sofia con el strap-on en mi culo, el roce de ambas dentro de mí haciéndome gritar, mis tetas saltando, el sudor volando. Ana, masturbándose, sus dedos resbalando en su coño, squirteó en mi cara, el líquido caliente y salado golpeándome, mientras lamía donde se unían las pollas, su lengua rozando mi clítoris.

Christian folló a Ana en standing doggy contra la pared, sus tetas aplastadas, el sonido de sus embestidas como aplausos, mientras yo y Sofia nos besábamos en un 69 de pie, mis piernas temblando, su coño empapado en mi boca, el sabor de su excitación mezclándose con mi saliva. Sofia en lotus con Christian, cabalgando lento, sus tetas en su boca, el sonido de él chupando sus pezones resonando, yo detrás lamiendo su ano, el sabor terroso y caliente.

Final épico en el sofá: Christian en el centro, nosotras tres arrodilladas, el cuero pegajoso bajo nuestras rodillas. Chupamos su polla en trío, lenguas entrelazadas, el sabor salado de su precum, sus bolas, su ano. Orgía total: él follándome en misionero, mi coño chorreando, Ana en su cara, sus jugos cubriendo su barbilla, Sofia lamiendo mis tetas, sus dientes rozando mis pezones. Cambios rápidos: Ana en vaquera, sus tetas rebotando, yo en reverse, mi culo aplastándose contra él, Sofia en 69 con ella, sus gemidos ahogados.

Corridas everywhere: Christian eyaculó en mis tetas, el semen caliente y espeso resbalando por mis pezones, luego en la boca de Sofía, ella tragando con un gemido, el resto goteando por su barbilla. Ana squirteó en mi cara, el chorro caliente y salado empapándome, mientras un lesbiano intenso nos unía, lenguas y dedos en coños y anos. Nos besamos, el sabor de semen, sudor y jugos en nuestras bocas, el aire cargado de nuestros aromas mezclados.

Exhaustos, nos acurrucamos, el cuero del sofá pegajoso bajo nuestros cuerpos sudorosos, el olor a sexo impregnando todo. Mi enojo era un recuerdo lejano, reemplazado por un placer abrasador. “Vuelvan cuando quieran”, murmuré, mi voz ronca, y reímos, el sonido cálido y cómplice en la noche.