Me entusiasme después de la primera experiencia

Se acuerdan que en un relato anterior Salva, mi marido, me puso a prueba con dos amigos porque decía que a mí no me bastaba con tener sexo solamente con él.

Al final de la experiencia reconocía que me había gustado la idea y pensaba repetir.

Bueno, aquí les cuento otro affaire que tuve, ahora con desconocidos.

Mi marido seguía con la idea fija de que su pija sola no me alcanzaba y seguía con la idea de meter a uno o más tipos en nuestra relación.

Yo ya había tenido la oportunidad de coger con nuestros amigos Raúl y Jorge en presencia de Salva, quién también tuvo su participación y la idea no me había disgustado del todo, es más me había gustado, así que cuando me lo propuso nuevamente le dije directamente que si.

Me daba un poco de bronca la idea pero me calentaba mucho también.

El entonces buscó un par de tipos para que me cogieran (eso sí, delante suyo porque decía que quería gozar del hecho además de cuidarme para que no me pasara nada) en una agencia que le habían recomendado.

Quería que me cogieran desconocidos pero también tenía miedo de meter a cualquiera en nuestra casa.

Esa agencia era muy seria y le habían comentado que tanto los hombres como las mujeres que utilizaban eran muy responsables y de absoluta discreción.

Que previo el honorario convenido actuaban y después nunca más aparecían.

Si uno necesitaba de nuevo los servicios de la agencia mandaban otras personas para que no se entablara una relación estable.

Sin contarme de cuándo vendrían una noche al llegar a casa, un poco más tarde de que costumbre, me sorprendí al ver que había preparado una mesa especial para la cena con mucho champagne.

Cuando le pregunté si festejábamos algo en especial que dijo que había una sorpresa, de la cual me iba a enterar pronto.

Me había olvidado de que andaba buscando hombres para mí y supuse que sería una noche especial, con mucho y buen sexo.

Me duché y me puse un vestido escotado que me resaltaba las formas y sabía que lo calentaba mucho.

Comimos liviano y pero tomamos varias copas. Es champagne bien helado es una de mis debilidades.

Luego comenzó a besarme y acariciarme y poco a poco me fue sacando el vestido dejándome apenas con mi pequeña tanguita de encaje.

Pretendí retribuirle acariciándole la verga pero no me dejaba. Me puse algo molesta pero él continuó besándome y me fue llevando de a poco para el dormitorio.

Me recostó sobre la cama y sin dejar de besarme empezó a acariciarme las tetas que tenían los pezones duros como nunca.

Me sacó suavemente su tanguita y me besándome las piernas se internó en mi conchita.

Ahí se dedicó a mi clítoris como pienso que nunca la había hecho y me puse loca. Le pedía que me la metiera y ahí me largó si no me gustaría que mientras él se dedicaba a esa tarea yo me ocupaba de alguna que otra pija.

Estaba tan excitada y pasadita de alcohol que entrecerrando los ojos le dije que si con la cabeza.

Se dirigió entonces a la puerta del vestidor y cuando la abrió y aparecieron dos tipos en desnudos me quedé boquiabierta. Mis ojos pasaban rápidamente de la cara de Salva a las pijas de los muchachos y viceversa.

Le dije que era un loco, que no podía creer que esto estuviera pasando.

Cuando empezaron a acariciarme lo miré como asustada, pero ante su sonrisa cómplice me distendí y di rienda suelta a mis instintos.

Recostada sobre la cama comencé a acariciarle las vergas mientras Salva seguía con la tarea que había quedado inconclusa.

Después se retiró y los dos extraños se apoderaron de mi cuerpo mientras él miraba la escena entre molesto y fascinado.

Siempre me quedan las dudas si sufre con ello o le gusta realmente verme poseída por otros.

Ellos me besaron por todo el cuerpo y yo estaba excitadísima. Fui penetrada de todas las formas posibles y tampoco me quedé atrás y les mamé bien mamados sus miembros.

Gemí un par de veces y llegué hasta gritar a raíz de los orgasmos que me producían los muchachos. Realmente eran unos expertos y sabían como satisfacer a una mujer.

Actuaban delicadamente y eso me calentaba más.

Cuando todo termino mi cuerpo lucía exhausto y con olor al semen que habían derramado los hombres en esa especie de batalla sexual.

Los hombres se retiraron y al quedarme sola con Salva tuvimos sexo como nunca.

Le agradecí lo que había hecho y le dije que ya me estaba gustando mucho la idea de que me compartiera con otros, así que fuera pensando en repetirla de vez en cuando.