Carla, Cris y yo
Soy un chico de Zaragoza, os voy a contar mi historia.
Era un martes de abril, un tanto caluroso, yo estaba en mi casa con mi novia Carla, estábamos tumbados en el sillón viendo una película abrazados mutuamente.
De repente sonó mi móvil, Carla me echo una mirada como si me dijese «no lo cojas y estate junto a mi» yo pese a su disgusto respondí a la llamada.
Era Cris, una ex –novia que rompimos por mutuo acuerdo, ya que ella se había enamorado de otro.
Me extraño mucho su llamada ya que habíamos estado juntos tomando una copa la noche anterior y no me la esperaba.
Ella me dijo que quería hablar conmigo que tenia que contárselo a alguien y yo era el elegido. Quedamos por la tarde en una cafetería, pero haber como le decía a Carla que había quedado con mi ex.
Cuando volví al sillón Carla me dio un pequeño beso y me pregunto que quien era, yo le respondí la verdad, que era Cris y que me tenia que contar un problema, ella pese a mi asombro me respondió que bien, y yo continué, «que hemos quedado por la tarde para hablar»
-Vale ¿quieres que te acompañe?- Respondió-
-«No, cariño no hace falta, y además no creo que se sienta muy cómoda»
Ella me miró con cierto tono de pique y dijo:
-«porque dices eso»
-«Porque si tienes un problema no querrá contárselo a toda Aragón»
Ahí acabo la conversación y los dos nos centramos en tocarnos mutuamente.
Ya por la tarde salí de casa tras insistir en que no hacia falta que me acompañase.
Llegué pronto a la cafetería y pedí un café bien cargado, llegó como de costumbre un cuarto de hora tarde con ropa muy ajustada y muy corta que apenas dejaba nada a la imaginación incluso sus preciosos pezones se notaban y se veían.
En la cafetería no paso desapercibida todos los hombres se le quedaron mirándolos y a ella eso le gustaba. Se sentó y me miró fijamente y empezó a hablar.
-«Siento haberte llamado con tan poco tiempo, pero necesito decírselo a alguien o explotare.»
Ella empezó con rodeos, empezamos a hablar de nuestra relación pasada, pero no aguante mas y le dije que fuese al grano, ella se calló unos instantes y al fin dijo:
«Creo que soy Bisexual», me quede de piedra y tras discutir nos fuimos cada uno por un lado.
Cuando llegue a casa se lo conté a Carla, y ella dijo que no era tan raro, y a mí eso me sorprendió.
Pasaron unos días y al volver a casa parecía estar vacía, pero al entrar al cuarto me encontré una escena que jamás me había imaginado, vi a Cris totalmente desnuda y a mi novia Carla solo con una bragas tumbadas en la cama besándose, y cuando me vieron ni se inmutaron y Carla me hizo una señal de que me acercase, ellas pararon y Cris totalmente desnuda de acerco de puso de rodillas y me empezó a desabrocharme el pantalón mientras Carla me besaba apasionadamente, una vez que me denudo Cris, mientras Carla me besaba, ellas me tumbaron en la cama y Cris me empezó a mamarme la poya cosa que me extraño ya que durante nuestro noviazgo siempre se había negado por motivos morales, pero ahora lo hacia como si lo hubiera echo toda su vida.
Empezaba a mamármela lentamente y poco a poco iba acelerando y en cuanto notaba que me iba a correr paraba dejándome con unas ganas de correrme impresionantes, mientras Carla se quitó sus bragas rojas lentamente para que no me perdiese detalle hasta que se quedo totalmente desnuda y entonces puso su coño depilado en mi cara y dijo-«cómemelo como tu solo sabes, cabrón»-y yo empecé a jugar con mi lengua alrededor de su coño y metí la lengua hasta donde pude y ella empezó a gemir brutalmente y hizo que me corriese rápidamente en la boca de Cris. Carla
Después de correrse en mi cara me dijo ¿Quieres que te haga una paja cubana, hijo? – Si, putorra, ¡ponla entre tus tetas!. – De debajo de la cama sacó un frasquito, y vertió un aceite rojizo, con intenso aroma a frambuesa en la mano. Diestramente, lo frotó en las tetas y en el acogedor valle entre ellas. Cogiendo mi polla la puso en aquel valle de las delicias y apretando los melones con sus manos, me la meneaba. Cuando la punta del capullo asomaba por arriba, le daba furiosos lengüetazos. – ¡Que tetorras tan buenas tienes y que bien lo haces, so zorra! – Mientras Cris se metió al baño y se oían sus gemidos de masturbación.
Pero Carla no paro y dijo: ¿No te gustaría meter tu pollón en mi coño? – – Jodida puta, ¡qué guarrona eres! – – Siiiii, una guarrona que va a hacer que te corras cien veces y te va a dar mucho placer. – ¡Pues ponte a cuatro patas que te voy a follar! (Dije casi gritando), ponte a cuatro patas que te voy a reventar. – Si pichón mío, si, ¡meteme ese pollón tuyo hasta el corvejón! Hazme tuya pichoncito. – Con ella a cuatro patas hinque mi poya en su coño. Húmeda como estaba la cachonda, después de pajearse con el dedo y mi mamada de su clítoris, entre con la mayor facilidad en aquel canal, cálido, lubricado y acogedor.
Yo empecé el mete y saca con el mayor entusiasmo. Inclinándome sobre ella, cogí sus tetazas y se las magreaba a la vez que no paraba de darle pollazos. Ella colaboraba al máximo culeando contra mí. – Sí cabrón, dame gusto, méteme toda la polla hasta el fondo… pero que bueno, mamón, que bueno. Me llenas cielo, ¡me llenas! –Luego yo saqué el rabo del coño y apoyé la punta de mi capullo contra su ojete. – No, ¡no!. En el culo no, que por ahí no me ha dado nadie. – ¡Pues mejor, so puta, mucho mas morboso, tu propio hijo desvirgándote el culo!. Así que, sin ninguna preparación previa, de un fuerte pollazo la penetré por completo.
Los dos gritamos a la vez. Ella parecía que de dolor, yo con una mezcla de dolor y placer. De repente ella se tiró hacia delante sacando mi polla de su culo. -Te he dicho que no jodio, que duele. Yo inmediatamente le di dos buenos azotes en las nalgas, y tirándola del pelo la acerque y sin ninguna ceremonia la volví a encular. – Aguanta, ¡so puta! Aguanta. – – ¡Hijo puta!, Si yo soy puta.. eso es lo que tu eres, un hijo puta. ¡Me vas a romper el culo con ese pollón! Me duele cabrón, me duele, sácala, por favor, sácala. – Sin tregua ni cuartel, yo seguí dándole por culo con todas mis fuerzas. Era maravilloso, aquel blanco, exuberante y respingón culo perforado por mi polla, mientras yo tiraba de su pelo y podía ver como las tetas se le bamboleaban a los lados de su cuerpo.
Su culo virginal apretaba y exprimía mi verga. Poco a poco note como Carla ya no trataba de evadirse, al contrario ella empezaba a culear contra mi. – Te gusta eh, ¡So guarra viciosa! – – Si cabrón, rómpeme el culo, rómpeme toda, pero sigue dándome. Nunca me han dado por el culo y este pollón tuyo me desgarra. Rompe en dos a la guarra de tu novia.
En eso entro Cris y mirando a Carla dijo –Mi turno- y tras besar a Carla en la boca en un beso apasionado Carla entro al baño y cerro la puerta. Cris que seguía desnuda igual que yo, cogió mi poya y sin decir nada se la metió en su coño con pelos, pero cortado de forma adrede. . En un momento, gimiendo, me apretó contra su cuerpo y alzó las caderas de forma que mi miembro le quedó completamente introducido. Alzó la cabeza y, cerrando los ojos, se detuvo un momento, suspirando.
Para mí, la sensación de húmeda calidez que envolvió todo mi pene fue sublime. Luego comenzó a balancearse adelante y atrás, comenzando así el clásico mete-saca. Yo la seguía en sus movimientos presionando con más fuerza cada vez que se lo introducía.
A ella parecía agradarle esa presión, porque se dejaba caer con todo su peso encima de mi pene esperando la embestida. Poco a poco fui tomando el control de la situación. Esther había comenzado a emitir ligeros «oh, oh» cada vez que la empalaba, y yo apretaba los dientes, buscaba sus senos con mi boca, y mi excitación aumentaba, aún más si cabe, cada vez que se me venía a la cabeza que esa chica era mi propia hermana.
Me la follaba cada vez más violentamente y sus gemidos se fueron transformando en grititos de placer. Bajé ambas manos y le agarré las nalgas, que sentí frías en comparación con la calidez de su entrepierna. Se las froté y se las pellizqué mientras seguía penetrándola, ahora deteniéndome de vez en cuando para presionar con mi pene muy dentro de su vagina, esperando que lo sintiera tan bien como yo.
Cris se corrió por primera vez, sentí como pequeños espasmos vaginales se unían a sus gritos, y seguía follándola con fuerza, ahora con su ayuda, porque desde que tuvo el orgasmo me agarró por la espalda y me apretaba contra su cuerpo sin dejar de dar exclamaciones. A esas alturas me la follaba a lo bestia, con rabia, con fuerza, violentamente, pero a ella parecía serle de absoluto agrado… en esas, sentí como mi propio orgasmo se abría paso desde la base de mis testículos y avanzaba por mi pene erecto cada vez que se lo introducía. Ella presintió que mi eyaculación se acercaba y gritando más fuerte, se colgó de mí al momento que mi pene explotaba en su interior… para que alcanzáramos juntos el orgasmo. Sentí cada chorro de semen que le lancé como una descarga eléctrica, que se unía a las contracciones de su vagina, que no dejaba de palpitar.
Estábamos unidos en un fuerte abrazo, sintiendo todavía los efectos del orgasmo mutuo, con la cabeza apoyada en el hombro del otro, ambos respirando agitadamente. Nos dimos una ducha, los tres juntos. Luego nos vestimos y salimos a dar una vuelta, Cris se fue y desde entonces no la he vuelto a ver.