Siempre que hacemos el amor con mi mujer me parece que queda insatisfecha.
No sé si es porque yo ya no tengo la plenitud de mis 20 años o porque ya no me quiere como antes.
Reconozco que el juego amoroso previo no es muy intenso pero lo que pasa es que cuando me parece que ella está preparada la penetro y cuando acabo noto que ella no lo hizo y pretende seguir.
Lo intento por un rato pero después se me pone fláccida y entonces me retiro porque veo que ya es inútil continuar.
Es el momento en que sale disparada para el baño y se queda por un buen tiempo ahí.
Sospecho que se masturba pero nunca me lo reconoció. Es más, cuando le pregunto si está todo bien me dice que sí y no me reprocha para nada mi forma de actuar.
Así que por más que no me dice nada me empecé a preocupar. Cuando éramos más jóvenes no quería que se la sacara aunque no estuviera erecta y así nos quedábamos dormidos.
Por eso mis dudas respecto si ella se está ahora demorando más o soy yo el que se apura y entonces ella nunca goza hasta que no se acaricia sola en el baño.
Le propuse varias veces introducir a otro hombre en la cama y se negó rotundamente. Solo aceptó que comprara un consolador que cuándo se lo pongo hace tremendos esfuerzos para no llegar al orgasmo, como si le diera vergüenza acabar con ese aparatito y no conmigo.
La verdad es que no me gustaba realmente que otro hombre se la cogiera pero si la felicidad de ambos dependía de que ella fuera feliz y quedara satisfecha luego de sus relaciones sexuales no dudaría en aceptar cualquier cosa para ello.
Pensé que lo mejor era convencerla de una vez, así que insistí con mi propuesta y siguió negándose, por lo que le dije que el día menos pensado se encontraría con otro u otros tipos en la cama además de mí que la harían gozar como nunca. Me sonrió y me dijo que estaba loco, lo que me dio pie para jugármela.
Le hablé a dos amigos (Raúl y Jorge) para que compartieran la cama conmigo porque no quería meter a ningún extraño en casa… Ellos no podían creer lo que les estaba pidiendo pero cuando les conté el motivo de mi petición accedieron sin reparos.
Otra vez la duda, lo hacían para hacerme un favor a mí o porque los muy caraduras les encantaba la idea de cogérsela ya que ella es una mujer muy deseable. Tiene muy buenas tetas y muy lindas piernas. El culo es un poquito chato pero no está caído y además, todavía está bastante durito a pesar de que no realiza ningún tipo de ejercicio para ello.
La condición que les había impuesto a los muchachos además de discreción total era que cuidaran la circunstancia de acabarle dentro de su conchita, no fuera que después nos encontráramos con una sorpresa y se complicaba todo. Que acabaran afuera o mejor usaran preservativos.
Sí podían hacérsela chupar y retribuirle la atención y también atacar por detrás si ella no se oponía. Se sorprendieron que les dejara hacer esto último porque según confesaron con sus esposas nunca lo habían hecho porque no se lo permitían. A Nora en otros tiempos le encantaba ello y me lo pedía frecuentemente.
Llegó el día. Era sábado y aprovechando que los chicos estarían ausentes hasta la noche programo todo. Los llamo y ellos con la excusa de encontrarse para ver un partido salen sin problema de sus casas sin problemas y entran en la nuestra sin que ella se dé cuenta.
Con una excusa la invito a recostarse un rato y acepta de buen gusto porque dice estar algo cansada. Sin dejar que se duerma la empiezo a acariciar y me rechaza al principio pero poco a poco va cediendo ante el avance de mis manos por sus zonas erógenas.
Después de un buen rato de caricias le vuelvo a preguntar si no le gustaría hacerlo con otros hombres y me repite que no, que no hinche más con eso.
¡Qué lástima! le dijo al oído porque te tengo una sorpresa. En cualquier momento se nos unen dos amigos y juntos vas a ver que la pasaremos muy bien. Me dice que no me cree que haya llegado a eso pero he empieza a poner nerviosa y su respiración se acelera.
Gira su cabeza hacia la puerta y como no ve a nadie me mira con una sonrisa burlona como queriéndome decir que era mentira y continuamos con las caricias. A esta altura estamos los dos desnudos y ella encima de mí tratándose de introducir mi verga, que ya estaba toda erecta, en su agujerito.
Cuando sintió que otra mano que no era la mía le acarició su cola giró rápidamente y se encontró con nuestros amigos desnudos al lado de la cama. Se separó inmediatamente de mí y se sentó sobre la cama tratándose de taparse con ambas manos su desnudez. Estaba preciosa así y daba una imagen por demás erótica a pesar de la bronca que denotaba su rostro.
Les gritó que se marcharan, que éramos todos unos degenerados y que ella no era una puta. Se puso a lagrimear y preguntó por qué le hacían esto a ella y a sus esposas. Por qué la humillaban de esa manera si ella nunca les había dado motivos para ello.
Los dos se quedaron sin decir palabras hasta que Raúl le dijo que tenía razón, que los perdonara, que podía pensar cualquier cosa de ellos y de mí, pero que no lo hacían con mala intención, que acudían a mi llamado porque yo pensaba que ella ya no disfrutaba de nuestros encuentros y que necesitaba más sexo del que yo le podía brindar y ellos luego de mucho pensarlo accedieron a ayudarme. Le juraron que nadie se enteraría salvo que ella hablara y que sería esa sola experiencia y después volverían a su vida normal siendo nada más que amigos como hasta ahora.
Nora poco a poco fue aflojando. Me dijo que era un hijo de puta, que ella conmigo solo estaba bien pero que si yo consideraba que lo necesitaba estaba dispuesta a probarme que ello no era cierto. Me preguntó si mi gustaba verla coger con otros hombres y eso me hizo sentir mal y no le contesté nada.
Le dí un beso en la boca y comencé a acariciarle los pechos. Ella entonces casi sollozando se volvió a subir mío y empezamos a movernos de nuevo. Me sentí mal por el momento que estábamos atravesando y casi suspendo todo pero dudé un instante y en ese Jorge, al que se lo notaba muy excitado, le acercó su pija a la cara y ella sin mediar palabras empezó a acariciársela y después, mirándome de reojo, se la introdujo lentamente en su boca. No dije nada y continué en lo mío.
Raúl, que estaba ubicado a nuestros pies le empezó a lubricar el agujerito del culo, Primero besándoselo y luego con un gel que había traído expresamente. Nora emitió un gemido pero no le negó la entrada así que el viendo que se estaba dilatando acercó su verga también lubricada y empezó a metérsela suavemente.
Yo seguía con mis movimientos y parecía que iba a acabar. No solo por lo que estaba haciendo sino por lo verla de tal manera a mi mujer. Estaba siendo cogida por los tres y se la bancaba como una lady.
Sin dejar de mamarlo a Jorge se acomodó para recibirnos a los dos simultáneamente. Yo por la concha y Raúl por el culo. En ese momento me pareció que nuestras pijas se tocaban debido a lo delgado de las paredes. Pero era solo impresión.
El espectáculo era inenarrable. Nora estaba con todos sus agujeros ocupados y gemía de gozo. El primero en acabar fui yo pero se la dejé adentro y por suerte la mantuve erecta un buen rato. Luego acabó Raúl sacándola y tirándole la leche por su cintura y nalgas.
Ella ya no aguantaba más y aceleró los movimientos de su boca ayudada por sus manos. Cuando sintió el primer chorro en su boca se la sacó salpicándose su cara y las tetas y parte de mi cuerpo que estaba debajo.
Después de un rato de relax se fueron invirtiendo las posiciones y al tiempo que se la chupaba a Raúl cogía con Jorge mientras yo observaba todo con calentura y resignación a la vez.
Descansamos otro poco mientras nos masturbaba y chupaba indistintamente para que nuestros miembros estuvieran erectos con prontitud cosa que no ocurrió fácilmente.
Al primero que se le paró totalmente fue a Jorge, que como dije estaba súper excitado y además, era el más joven de los tres. Entonces se le subió encima y comenzó a cabalgarlo. Se lo cogió prácticamente en pocos movimientos y acabaron simultáneamente en un grito de gozo y placer.
Luego Raúl la dio vuelta y se la introdujo suavemente desde atrás (no por el culo) mientras ella me la estaba chupando.
Ahí sí mis amigos se dieron cuenta que no les había mentido y que ella necesitaba más sexo del que yo le podía dar.
Después de un rato de seguir tocándonos dijo que se quería dar una ducha y se retiró de la cama dejándonos a los tres solos sin decir palabras.
Cuando regresó lucía maravillosa y nos invitó a compartir un café con ella. Charlamos de cualquier tema y ninguno de los presentes hizo alusión a los momentos vividos.
A la noche al acostarnos luego de concurrir al cine y a cenar afuera me dijo que le había gustado mucho la experiencia de ese día y quería repetirla de vez en cuando. Luego nos dormimos plácidamente.
Trataré de complacerla a la brevedad.