Capítulo 1
- Relatos de Ana I: Lourdes
- Relatos de Ana II: Yo sola… con sorpresa
Relatos de Ana I: Lourdes
Me llamo Ana, vivo sola en un pisito de soltera y trabajo como administrativa en una gran empresa.
No tengo pareja estable (marido o compañero ni compañera), pero si una relación cercana con mi amigo Juan y mi amiga Lourdes, que no se conocen entre si, y cuando tengo que cubrir mis necesidades sexuales, los llamo, a uno o a otra, sin problemas ya que somos liberales o si no ligo con cualquiera que me sea atractivo o atractiva, por cierto si no lo habéis notado soy bisexual («que importa el sexo si el amor es puro»).
Soy muy imaginativa en lo que al sexo se refiere, os contaré algunas de las cosas que he hecho, y que recuerdo al transcribirlas.
Ahora me acuerdo cuando conocí a Lourdes, Lulú para las amigas.
Fue en la fiesta de fin de año de hace tres años. Nos habíamos juntado unos cuantos amigos para ir a alguna de las fiestas que se organizaban por la ciudad, nos costó cierta cantidad, que yo veía algo exagerada, pero que a la postre, la doy por muy bien empleada.
Fuimos seis amigos, nosotras tres y ellos tres, casi emparejados, aunque mas bien por libre, tras las uvas, ya se sabe que con la familia, nos presentamos a la una en el local en cuestión que estaba casi lleno (unas 100 personas), no conocíamos a casi nadie, pero que mas da.
El local no era muy grande pero de al entrar, mi mirada se posó en una joven de unos 25 (yo tenía 27 en aquel año) que me llamó la atención, no era la más guapa pero algo en ella me atraía, puede ser que su peinado era de los que me gustan, lacio abundante con media melena, o su vestido, que era de escote sin mangas pero largo, dejando ver sus hombros, o su blanca piel, lo cierto es que sin premeditación estuve un buen rato haciendo maniobras de aproximación, ya se sabe, bailando cerca, sentándome cerca cuando iba a descansar, etc.
Hasta que vi alguien conocido que hablaba con ella, era un viejo conocido de la facultad, así que me separé de mi grupo y me acerqué como si fuéramos íntimos, lo saludé en plan amigos de toda la vida e hice que nos presentara, estuve hablando con ellos hasta que el conocido se retiró a saludar a otras personas, aún trato de recordar su nombre, y nos quedamos solas.
Observé entonces que tenía facciones regulares, unos preciosos ojos azul oscuro, pecas en su piel, y estaba un poco más alegre de la cuenta, sugerí ir a la pista a bailar, y allí fuimos, en el momento que la música cambiaba a lento, ya que estábamos allí, y en plan cachondeo nos pusimos a bailar juntas, mi interés por ella creció al sentirla entre mis brazos, y me dije que esta caería, de repente me entraron ganas de follar con ella, ya había tenido experiencias con otras mujeres así que esto es un tema que tengo asumido, además sentí, y no se explicar cómo, que Lourdes, que así se llamaba, también quería estar conmigo.
Lo que tenía claro en aquel momento es que no quería precipitarme, ya sabéis, ir al servicio a follar o al coche en que había venido, sino seducirla y pasarlo bien y rematar la noche con un buen polvo, pero disfrutando cada momento, porque además notaba que no era de las chicas de sólo una noche y hasta luego, ni tampoco yo soy así, intento que me dure una relación el tiempo que tenga que durar, puedo ser liberal pero tengo mis principios.
Así que estuvimos bailando juntas un buen rato, sintiéndonos a gusto una con otra, a todo esto de la gente con la que había venido ni me acordaba.
Al oído nos dijimos cariñitos, e incluso recuerdo que la mordí la oreja, suavemente eso si. Yo también había bebido algo más de la cuenta, pero ninguna de las dos estabamos borrachas, sólo el puntillo.
Nos sentamos a descansar en el rincón más oscuro que encontramos a chalar para conocernos mejor y pasar a la acción, me contó que también vivía sóla y sin compromiso, y que había venido a la fiesta con unos conocidos a los que ni los veía, por no quedarse en casa en una fecha tan señalada.
Por entonces ya teníamos unidas las manos y luchábamos por no acariciarnos tan en público, todavía entonces nos preocupaba aquello de los amores prohibidos, homosexualidad en público etc., así que la propuse ir a mi casa que estaba más cerca que la suya «a tomar una copa» (a follar que me dijo al oído), y sin despedirnos de nadie, nos escabullimos sin olvidar pasar por el guardarropa.
Ya en el coche empezamos a meternos mano, mi vestido era de falda corta y algo de escote, el suyo largo, ella llegó antes a mi sexo que yo al suyo, sólo una caricia para notar lo húmedas que estabamos.
«Aquí no, en casa», arranqué y partimos, no sé bien como llegué con su mano entre mis piernas.
Garage y ascensor, al subir nos dimos el primer beso de la noche, largo y apasionado, profundo, entrelazando nuestras lenguas.
Puerta, ya estamos en casa, pero decidí no precipitarnos, follaríamos, si pero lentamente, quería sacar todo el placer de que éramos capaces.
Pasamos al salón entrelazadas las manos a las cinturas, un beso menos apasionado, empieza de desnudarse, «no aún no es el momento, sentémonos en el sofá», una frente a otra, mis manos la acarician por fuera del vestido, se deja hacer en un tácito acuerdo, la iniciativa es mía, me llevo su mano a mi boca, un dedo un beso, mi otra mano en su hombro desnudo, su mano en mi regazo, las faldas aún púdicamente abajo.
Otro dedo otro beso, suelto la mano, mi boca en su hombro derecho, un suave beso, ahora en el cuello, echa la cabeza atrás, paso al otro lado del cuello, acaricio su pelo, es suave, sube su mano a mi pelo, mirada a lo ojos, seducción completa, beso apasionado, cálido, húmedo, mmmm …
Ahora bajo la boca a su escote, beso por encima de un pecho, del otro, recorro con mi boca el vestido por fuera de sus pechos, abajo, a la barriga, más abajo, me siento en el suelo, que medias tienes, suavemente paso mi mano desde la punta de su zapato de salón hacia arriba, un tobillo, pantorrilla, otra pierna, abre las piernas, la falda es muy larga pero no importa, se puede subir poco a poco, ¿suspiras mi amor?, Muslo, cara interna, caricia, beso, otro muslo.
Ahí esta el final de la media y poco más arriba sus bragas, «voy a bajarlas», poco a poco, junta las piernas un momento, ya, ya están fuera, su coño es mío, tanteo, me chupo dos dedos y se los meto, poco a poco, hasta dentro, acerco mi boca a sus «labios», mmm que rico, chupo, chupo, está bueno, siento su mano acariciando mi pelo, chupo mas y mas, ¿te estás corriendo? Se estremece, Aaaannnaaa, Aaaannnaaa.
Paro, «tumbate en el sillón», se echa, reinicio el ataque a su coño, levanta la pierna hasta el respaldo, pie arriba, que bonito lo tiene, el otro abajo, ahora tengo mi lengua en el borde de sus labios, juego un poco, arriba, abajo, un poco dentro, me ayudo con las manos a separar sus labios, ahí esta, se erige como rey de la profundidad, lo ataco a rápidas lametadas, luego más lentas, las noto estremecerse.
Miro arriba, su mano ha bajado el escote y se acaricia las tetas, se está corriendo suave, profundamente, siento su gozo, con un arqueo del cuerpo entiendo que se acaba de correr, es mía para siempre pero yo aún no he gozado.
Me incorporo, aún llevo mis bragas, mojadas eso si, procedo a quitármelas en un amago de striptease, me levanto la minifalda, mi coño depilado está a su merced, me tiendo encima de ella, coño contra coño, otro beso boca a boca, cálido, húmedo, empiezo a moverme, ella también, los sexos se palpan uno a otro, me levanto, estoy de pie, Lourdes se incorpora y acerca su cara a mi sexo, siento su lengua entrar, sus dedos jugar con mi clítoris, me acaricio las tetas, estan erectas desde hace tiempo, no pasa mucho tiempo hasta que me corro,
Que bien, ahora si, incorpórate, vamos al dormitorio, nos podremos desnudar y echar otro polvo.
Me desperté a las 5 de la tarde, desnuda y abrazada a Lourdes, también desnuda, después del mejor comienzo de año que he pasado, y antes de pasar mi mano por su coño para que despierte.
Despierta y nos prometemos que esta no será la única ocasión, tiene que irse pero antes me deja su teléfono, yo el mío, llámame cuando quieras amor mío, nos amaremos hasta que nos cansemos, sabemos que comienza una relación profunda pero sin ataduras, yo no la exijo nada ni ella a mi, pero al oído nos prometemos días gozosos de sexo.