Mariana tenía 34 años, hacía siete meses se había separado.

En realidad, él la había dejado de un día para otro con la sola explicación de que el amor se había terminado.

Tenían un hijo de nueve años y un lindo chalet de dos plantas en la calle…….. Podríamos decir que fue el primer contratiempo grave en la apacible y lineal vida que Marcela llevó hasta entonces.

Lloró mucho ella, durante meses, intentando encontrar las razones, él ya salía con otra mujer desde un año antes de dejarla, pero ella lo ignoraba. Él era su novio desde que ella tenía 16, su primer y único hombre. Al poco tiempo el panorama se ensombreció aún más, él fue pasándole cada vez menos dinero, hasta que ella lo amenazó con poner un abogado.

Entonces el confesó que el ultimo restaurant de los tres que les dejó el padre, iba a ser vendido para pagar un mar de deudas y viajaba a España, tenía un amigo en Canarias que le ofrecía algo allá, de empleado. Le cedía la parte de la casa, que la vendiera, que se arreglara como pudiera, le iba a mandar plata cuando se estabilizara.

Ella entendió que por primera vez en su vida iba a tener que buscar trabajo, desde aquel lejano verano en el que trabajara de promotora en una playa, experiencia que no se repitió porque él se moría de celos y ella lo dejó ante su pedido.

Mariana tenía algo en su favor para buscar trabajo, aunque en su desesperación no era muy consciente de ello.

Mariana era un bombón, un minón. Andrea, que llevaba la misma vida lineal que ella había tenido, con dos hijitos y marido llamado Ricky, quien trabajaba en un banco

Este matrimonio hacia el esfuerzo de consolar a Mariana, escucharla, criticar al imbécil de su ex y aconsejarla para bien. Así fue que Ricky tuvo la idea de presentarle a Fernando, un amigo que tenía una fábrica y negocios varios que tal vez podría conseguirle trabajo.

Fernando la citó un día de semana en un café de su propiedad, en el centro a las 11 de la mañana. Ella estaba muy nerviosa, había dormido mal pensando en la entrevista, llevó al nene a lo de su madre y llego al café.

Fernando era un poco mas bajo que ella, pelado, barba candado y ojos azules. Delgado de 52 años, separado, tres hijos.

F – Esperame un cachito –le dijo el mientras hablaba con alguien – Sentate y pedí lo que quieras – le hizo señas a la camarera para que la atendiera.

Ella pidió un cortado, el siguió hablando un buen rato por teléfono celular, después salió, volvió a entrar. Finalmente se sentó con ella en la mesa.

F – Bueno, contame – le dijo y se hechó atrás en la silla.

M –Bueno, mirá, yo me acabó de separar, te habrá contado Ricky, necesito trabajar de lo que sea, no tengo pretensiones, de limpieza, de camarera, lavando copas, no se – ella abría mucho las manos, estirando bien los largos dedos y gesticulaba moviendo un poco los brazos.

Él la miraba sin hablar, por lo que ella seguía contando cosas que no venían al caso, como lo mal que había estado, como la habían ayudado Ricky y Andrea, que su hijo no entendía lo que pasaba.

F –Bueno déjame ver que podemos hacer, algo puede haber, acá o en la fábrica, me gustaría que la conocieras, yo tengo que ir para allá ahora ¿Vos tenés algo que hacer? – Ella tomo su cartera y subieron al coche de él.

F – Vos sabes que yo trabajé para tu suegro ¿No? Yo era encargado de “La caracola”, me acuerdo de vos, ibas a comer ahí con tu marido, Bah, serian novios en esa época – mientras iban hacia la fabrica

Ella trato de hacer memoria, pero no se acordaba de él. Fernando no se lo dijo asi, pero se acordaba muy bien de ella, era el comentario entre los empleados lo fuerte que estaba la pendeja que salía con el hijo del viejo Rodríguez.

F – Unos inútiles al final los hijos, se fundieron todo lo que les dejó el viejo –dijo él sin mirarla.

Llegaron a la fábrica que no era muy grande, hacían productos de copetín, papas fritas, palitos salados, él se la mostró a las apuradas y la presentó a un encargado y una secretaria cincuentona. La dejó esperando en una oficina chiquita que a ella le pareció deprimente, la secretaria le trajo un café hervido, que ella tomo con un poco de asco. Él entró a la oficina, habló por teléfono con alguien como si ella no estuviera, se levantó de la silla y simplemente dijo _ ¿Vamos?_ El caminaba rápido y ella lo seguía.

Se sintió obligada a elogiar el lugar

F –Todo con esfuerzo, Día a día, rompiéndose el ojete, no hay otra –

Fueron hasta un depósito donde unos negros cargaban cajas en un camión. Ella de pie al lado de el

F – ¿Pero no iban a venir mañana, Morales? ¿Cuantas veces se lo dije a los de Castell? –

Un hombre gordo y canoso, le contestaba mientras seguía apilando cajas él era óscar

O –Sabe lo que pasa fer, hacen lo que se les da la gana, se cagan en todo_

Él fue con ella para que la vieran, para que se la envidiaran un poco los negros. Se la comieron con la mirada cuando dieron la espalda.

Cuando llegaron a la ciudad, la invitó a almorzar, ella dijo que, si como si ya estuviera trabajando para él, como si no pudiera desodecerle. Se sentía nerviosa e intimidada, muy cansada también, como si hubiese estado todo el día de aquí para allá andando en auto con él, como si ya le perteneciera de algún modo. Marcela sabía que era linda y que le gustaba a los hombres, pero Jorge no le daba ninguna señal en ese sentido, era casi como si la ignorara, lo cual la hacía sentir insegura.

En la parrilla tomaron vino blanco y por primera vez rieron juntos, se sintió más relajada

F – ¿Te animas a estar de encargada en el café, en la caja? –

Ella casi se larga a llorar por la tensión y por todo lo que había pasado en los últimos meses

M – ¿De verdad me lo estás diciendo? – Cuando subieron al auto fue tan natural que ella le dijera – Gracias Fer – Y que él la mirara fijo y le dijera serio – Yo puedo hacer muchas cosas por vos – Y después la besara en la boca atrayéndola hacia si con su mano gruesa en la nuca suave de ella. Marcela cerró los ojos y él le metió una mano por debajo de la musculosa retorciéndole un pezón puntiagudo que instantáneamente se puso rígido como la punta de una flecha, después le besó el cuello mientras le metía una mano por debajo del jean donde la concha ya estaba mojada y traspirada de nerviosismo y calentura, le metió un dedo como una morcilla y con el penetró varias veces su concha, ella gimió.

F – Que boca hermosa Tenes – le dijo, la cara de ella estaba roja como un tomate.

Se bajó el cierre de la bragueta y atrajo la boca hermosa hacia su pija de cabeza colorada. El coche estaba estacionado, tal vez estratégicamente al lado de unos árboles, un poco alejado de la puerta del restaurant. Ella se la comió entera completamente entregada, el con una mano apoyada en el volante y con la otra presionando en la nuca de ella. En la puerta del restaurant a las dos de la tarde.

F –Todo mi amor, toda – de pronto pensó: si lo vieran los empleados del restaurant del viejo Rodríguez, como la pendeja aquella que los volvía locos a todos, la noviecita del hijo del patrón se estaba tragando la verga de Fernando como una putita obediente.

Sintió que acababa – Tragá toda mi leche, toda mi amor, toda mi leche –

Mariana sintió como el chorro de semen inundaba su garganta y pensó que se había comportado como una pelotuda con este tipo que había conocido hacia un par de horas. Levantó la cabeza ”¿Tragaste?” ella hizo que no con la cabeza, con la leche de él como un buche en la garganta, pensó en escupir en el piso del auto pero él le puso una mano en la boca y le dijo

F –Tragá hermosa, dale, tragá mi leche – ella obedeció, el semen tenía un gusto amargo, pensó en bajarse del auto. Pero una hora después estaban en un telo.

Al entrar al cuarto él llamó al servicio de habitación, sentado en la cama, mientras ella miraba todo de pie. El comenzó a desvestirse hasta quedar en pelotas, solo con la cadena de oro en el cuello, el pene flácido. Ella se sacó el pantalón y las sandalias, la bombacha era negra, cola less que le resultaban más cómodas.

F _ Date vuelta_

M_ ¿Qué?_ ella lo miro sorprendida.

F _ Date vuelta que quiero mirar el culo hermoso que tenes_ ella le hizo caso. Él se sentó en el borde de la cama, ella seguía de pie de espaldas, comenzó a masajearle el culo con sus manazas, le bajó la bombacha_ Que pedazo de culo que tenes mi amor_ le pegó un chirlo

M_ No, no me pegues_

F_ ¿No te gustan los chirlitos?_

M_ No_

Él puso una mano en su espalda _ Inclínate, así_ ella quedo con las manos en la rodillas, inclinada, el hundió la cara en el culo de ella, le metió la lengua en el agujero del culo bien adentro, con una mano le masajeaba el clítoris, ella gimió de placer, estaba muy excitada, su ex marido jamás había hecho algo así, su ex era un tipo muy lindo, orgulloso de sí mismo, concurrente asiduo del gimnasio y de las cremas para la piel, tan coqueto o más que ella, juntos habían sido una de esas parejas perfectas de personas bellas que suelen ser la envidia de la gente.

La lengua de Fer hurgaba en su culo como una rata gorda y golosa, las piernas de ella temblaron un poco.

Llamaron del servicio de habitación. _ Después seguimos_ dijo el, había pedido whisky para los dos.

Se recostó en la cama, acomodo la cabeza en la almohada, prendió el televisor, ella se arrodillo en la cama con el vaso de whisky en la mano, al lado de él.

En la pantalla dos negros de pijas enormes estaban cogiendo a una rubia de tetas operadas_ ¿Te gusta? _ le pregunto Fer _ No sé, a veces son medio ridículas _ dijo Marcela sonriendo, que solo había visto el canal porno en su casa, por curiosidad, unos pocos minutos.

En primer plano aparecía la cara de la rubia que era muy hermosa, “Open your eyes, baby” dijo uno de los negros, ella tenía ojos azules muy grandes, se abrieron por un instante y volvieron a cerrarse, la cara contraída en una mueca de placer.

F_ Te gusta, me parece_ le dijo a Mariana que tenía la vista fija en la pantalla, todavía con la musculosa puesta_ Sacate la remera _

Las tetas firmes y redondas bien grandes, oscilaron orgullosas, seguía arrodillada con las piernas debajo del culo, él estaba acostado a su lado con el control remoto en una mano y el vaso de whisky en la otra.

Mariana con la vista fija en el televisor empezó a pajearlo suavemente, tenía varias pulseras muy finitas en esa muñeca. Uno de los negros bombeaba a la rubia por detrás tomándola de los hombros, mientras el otro la besaba en la boca agarrándole el largo pelo rubio.

Fernando le acaricio las plantas de los pies y subió la mano por el culo y la cintura. La rubia chupaba la pija del negro que la había besado en la boca, luego siguió con las bolas lampiñas, metiéndose todo un huevo en la boca.

Mariana se inclinó y se metió suavemente, con los ojos cerrados, la pija de fer en la boca, comenzó a chupar con deleite, completamente excitada.

Sonó el celular de Fernando que estaba en la mesita de luz, él lo tomó, ella dejó de chupar y lo miro con la pija dura en la mano_ Seguí mi amor, seguí_ le dijo él. Ella hundió la cabeza en la pija y el atendió la llamada.

F_ si, ¿qué pasa?, ¿Están los de Castells ahí? Páseme con González, entonces. _

Mariana seguía chupando con fuerza, sus hermosos labios se adherían al pene, su cabeza subía y bajaba, con una mano acariciaba los huevos de Jorge.

F_ Que tal González, como le va, y a mí como quiere como me vaya, para el orto, francamente para el orto me va. ¿Cómo quiere que me ponga? Si ustedes hacen lo que se les canta el culo_

fer cerró los ojos, en una mueca de placer, mientras el otro le daba explicaciones y Marcela le pasaba una lengua por los huevos, mientras lo pajeaba con una mano

F_ ¿Y a mí que me tiene que importar eso? Se da cuenta que usted me traslada su problema a mí, yo la voy a hacer muy cortita, busco otro proveedor y listo_

Fernando tomo un preservativo de la mesita de luz y se lo puso en el ombligo, después tomo del pelo a Mariana y le levantó la cabeza, la cara de ella era el retrato de la excitación más profunda, las mejillas coloradas, los ojos como dos rayitas, la boca en un rictus.

Ella lo miro sin saber que pasaba, él le señaló el preservativo_ Ponemelo_ dijo en voz baja, tapando el celular. Mariana rompió el sobre con los dedos y después con un poco de torpeza le puso el preservativo, primero equivocando el lado y después calzándolo en la verga con las dos manos.

F_ Yo le único que le digo, que ustedes no están cumpliendo conmigo, después todo lo que usted me cuenta a mí no me va ni me viene, yo el compromiso lo tengo con mis clientes, se da cuenta. Yo no puedo ir al banco y decir “no sabe qué pasa, que González tiene más problemas que la mierda” _

Fernando la tomó de una muñeca y la atrajo hacia sí, la tomó de una pierna y la cruzó sobre su cuerpo. Ella no podía creer que él quisiera hacerlo mientras discutía por teléfono, pero estaba muy excitada y él había establecido sobre ella un dominio psicológico, que era casi una especie de hipnosis.

Se puso sobre él, se acomodó la pija en la concha y lentamente se fue enterrando solita, con los ojos cerrados, respirando profundo

F_ Mire, vamos a hacerla cortita, por esta vez pasa, pero si volvemos a hacer cagadas, yo les voy a meter un palo así de grande en el culo, como ustedes no tienen ni idea_

Mariana se movía lenta y rítmicamente, el con el pulgar recorrió la boca entreabierta de ella quien chupó ese pulgar con la misma pasión con que le había chupado la pija.

F_ Páseme con Morales, hágame el favor_

Ahora ella se movía más rápido clavándose la pija de Fernando hasta el fondo, él le estrujaba una teta con una mano

F._ Morales, esta tarde no voy a ir a la fábrica, controla bien el pedido de estos boludos. Vio la mina con la que fui hoy ¿Qué le pareció? Que pedazo de hembra ¿no? Bueno por eso no voy. En este mismo momento la tengo clavada en la pija, gozando como una yegua. Te la voy a hacer escuchar un poquito_

Hasta ese momento Mariana aguantaba los gemidos, porque él estaba hablando, pero ahora como si obedeciera su orden, comenzó a gemir y a suspirar fuerte.

Él le puso el celular en la oreja para que sus gritos llegaran al oído de Morales y comenzó a bombear fuerte, ella se resistió, pero él le sostenía la cara con las dos manos pegándole el celular en la oreja.

Morales tampoco podía creer lo que pasaba _ Don Jorge, don Jorge_ decía. La vergüenza y la humillación hacían disfrutar a Marcela de un modo que ella jamás había imaginado

F_ Escucha, pelado, escucha Don Fernando se está garchando a la mina con la que vino hoy, No, no puede ser. A ver, déjenme escuchar boludos, Como grita esta puta_

Las voces de los empleados en el teléfono calentaban más a Mariana, quien ya había perdido todo freno y ahora gritaba_ Cógeme, si mi amor, cógeme así, si, si_ después cerró el celular y lo tiro sobre la cama, él la atrajo hacia sí y la beso en la boca

M_ Que hijo de puta que sos_ dijo ella

F –Pero como te gusta, mi amor, como te gusta_ y en esa posición, mientras la besaba en la boca y la cogía a ritmo sostenido, le sacudió un par de chirlos en ese hermoso culo de caderas de yegua.

F_ Ponete en cuatro, mi amor_

Ella le hizo caso, esta vez él se la empomó a lo bruto, tomándola de la cintura, luego ella acabó con la cara sobre la almohada, eyaculó dentro de ella, dándole furioso las ultimas embestidas.

Al otro día empezó a trabajar, luego de unos meses así entró una nueva chica al bar donde Fernando se encargó de ella dejando de lado a Mariana ya que tenía a alguien nuevo para divertirse.

fin