Capítulo 4
- El hilo dental
- El hilo dental II
- El hilo dental III
- El hilo dental IV
- El hilo dental V
CUATRO
VEN
GATACOLORADA Y CHARLINES
Estoy caliente, muy caliente, desnuda bajo la camisa azul de mi marido, me gusta, me excita el olor a mi macho, me acarició el clítoris, despacio.
Está mirándome por la ventana del patio interior. Con la remera de los Rolling, y cuando se da cuenta que le veo, se baja el short y saca la polla, está ya dura, tira para descapullar, mostrando su cipote.
Hace un gesto: Ven.
Y voy.
Me abrocho la camisa, me llega a medio muslo. No necesito más. Tomo el ascensor, bajo y subo, la puerta está abierta y me espera con una sonrisa de fauno.
Tira de mi mano, cierra la puerta y me besa, me mete la lengua, me aprieta contra él. Noto su polla dura contra mi vientre. Me restriego para sentirla y que me sienta.
– Espera, no me rompas la camisa. – le ruego cuando intenta tirar para abrirla.
– Zorra, desnúdate. – mientras me lo ordena se baja el pantalón y deja al aire su pollón, duro, venoso. Lo acaricia.
Yo me desabrocho la camisa, la dejó caer y voy hacia él.
– ¡Qué buena estás y qué puta eres!
Pone sus manos en mis tetas, primero las mima, luego las aprieta, y se ceba en mis pezones, que tiesos, erectos, duros, me trasmiten la lujuria a mi sexo. Y no puedo esperar.
– Túmbate y deja que te monte. –
Le empujo haciendo ver que no puedo esperar. Se tumba despacio, sin dejar de tocarme, sobándome, demostrando que soy suya, su juguete. Y queda en el suelo, con el mástil de su sexo apuntando al cielo.
Un pie en cada cadera e ir descendiendo, con cuidado, hasta que mi chochito mojado roza su cipote. Me muevo adelante y atrás, y su capullo me rasga la concha, surcando la cueva de mis labios. Quiero ponerle salvaje, como estoy yo. El cabrón saber contenerse para volverme loca. No pudo más con el juego y me empotró en su polla.
Estoy tan caliente, que su verga se desliza como el metro en el túnel de mi vagina lubricada. Me quedo empalada. Y él pasa las palmas de sus manos por mis senos, puliéndolos, sacando brillo y mis pezones, que ya estaban duros, se vuelven todavía más sensibles. Los mima,los toca, los aprieta, los retuerce.
Estoy ardiendo ya estaba muy caliente cuando me pidió ir. Su pija dentro, llenándome, me vuelve loca. Me muevo rotando, girando como la tuerca en el tornillo. Lo hago despacio, intentando no venirme. Él se da cuenta.
– Eres una gata muy caliente y multiorgásmica, así que no te controles más. Me encanta ver cómo te corres, zorrita. Yo aguanto arma en alto.
Y me aprieta, estira y retuerce las tetinas de mis senos, la mezcla de placer y dolor, el saberme tan usada, rompe la barrera de mi orgasmo y me lanzo a la gloría con un – ¡OOOHHH! – que me sale de lo más profundo de mi sexo mientras cabalgo al galope con su espada en mi coño.
Me quedo temblando tras el orgasmo, sin poder moverme.
– Gatita, te voy a comer el coñito.
– Y yo a vos, la polla.
Al levantarme y sentir como su verga va saliendo de mí, como un corcho que destapa la botella de mi sexo.
No hace falta que él se levante, sin llegar a ponerme de pie, me revuelvo y coloco mi chocho sobre su cara. Nos quedamos así, yo una loba dispuesta a devorarle y él un tigre saboreando la espera de apenas unos segundos para comerme.
Me da un azote y me atrapa tirando para que mi sexo llegue a su boca.
Yo me dejo hacer. Su lengua entra entre mis labios, su boca sorbe todos mis flujos, y sabio me va comiendo, los labios de mi concha se besan con los de su boca. Le agarro la polla y la empiezo a lamer. El sabor maravilloso de mi feminidad mezclado con el rezumo de su hombría me emborracha. Me la meto en la boca, la chupo, la beso, la gozo.
Me hace gozar, vuelvo a estar en la subida del desborde del placer. Intento concentrarme, aunque el placer que me da impide que me concentre. Cuando va a por mí clítoris, que lo recibe feliz y ansioso, y lo trabaja, me doy cuenta que me estoy volviendo loca de placer, que lo mejor es follarle con la boca, sin miramientos, dejándome llevar mientras me devora.
Sus dedos entran en mí, mientras me chupa el clítoris, me llega al punto G. Y me va viniendo una corriente de lo más profundo de mi sexo. Sé que viene, que está llegando, y que él está preparado.
Cuando me desborda el squirt y mi íntimo río desemboca en su boca, él sabe que soy suya. Me agarra la cabeza, cierro los labios, su verga hasta mi garganta. Cada vez más deprisa, llegando al fondo hasta que suelta su semen.
Me relamo. Miro el reloj. Le doy un beso