Se desvió del camino de nuestra casa, no sabía a dónde iba, pero me excitaba estar en sus manos, manos lujuriosas y expertas en dar placer a una mujer viciosa como yo. Llegó a un edificio con garaje, abrió el portón con un mando a distancia y bajó dos plantas. Paró en una plaza doble.
Besaba su cuello a la vez que acariciaba sus pechos y ella movía su culito, buscando el roce de mi polla. Mis manos subían y bajaban por su cuerpo, redondeando sus pechos. Mi mano izquierda se detuvo entre sus piernas, noté su humedad, a la vez que notaba como mi polla crecía entre sus nalgas.
De repente, te puse las manos debajo de los brazos para alzarte y sentarte a horcajadas sobre mi regazo, dejándote mirando al frente. Quería follarte y estaba al límite. Pero antes debía esperar la orden. El árabe salió de su escondite, me miró y asintió con la cabeza.
Pero casi nada más empezar a hablar se nos acercó una rubia impresionante que dio dos besos a Ana saludándola. Ana amablemente nos presentó, María, Pablo, Pablo, María. María se acercó a darme dos besos, clavando sus tetas en mi pecho, mientras su boca se acercaba mucho a la mía. Ana se tensionó
Samanta apretó su polla en el final de mi garganta y me la llenó con su espesa leche, a la vez que se bebía mis jugos sin dejar nada ninguna de las dos.
La prueba le llegó rápido cuando Victoria llevó su mano hasta la polla de él y la apretó con ganas. Victoria abrió la boca al notar el grosor de esa polla. Que si bien, no era muy larga, si era muy gruesa.
Entramos en el tema sexual y María me contó que llevaba un tiempo sin tener relaciones, entre la oposición y el trabajo, no tenía tiempo. Yo le conté que era muy fogosa y me encantaba el sexo.
Introduje mi dedo gordo en el coño de Patricia y el anular aprovechando sus fluidos en su culo mientras la camarera no dejaba de succionar su coñito y ahora sí, sin compasión los moví hasta conseguir que un fuerte orgasmo invadiera a Patricia haciéndola temblar de gusto.
Mi boca se posó ahora sobre uno de tus pezones. Lo sorbí y lo mordí ligeramente. Notabas el calor de mi boca en tu pezón y mis dientes sobre él. La caricia de mi boca en tu pezón y de mi mano en tu sexo te estaban volviendo loca
Y me aprieta, estira y retuerce las tetinas de mis senos, la mezcla de placer y dolor, el saberme tan usada, rompe la barrera de mi orgasmo y me lanzo a la gloría con un - ¡OOOHHH! - que me sale de lo más profundo de mi sexo mientras cabalgo al galope con su espada en mi coño.
¿Tienes pareja? Jajajjaaj nooo, no me interesa, vivo muy bien sola, así puedo hacer lo que quiero sin tener que dar explicaciones a nadie. ¿y tú, tienes que dar explicaciones?
Tímidamente acerqué mi mano a tu pierna y la posé en tu rodilla. Te miré a los ojos y no vi signos de evitar el roce. Por lo que, seguí ascendiendo por tu pierna, por el interior de tus muslos.
Mariana regó la polla de Ramón casi desfallecida, pero este no paraba, siguió dándole con fuerza azotes y pollazos. Le daba con fuerza y Mariana estaba en shock ya no sentía, solamente se dejaba ir, su cuerpo mandaba en ella y perdió el sentido. Ramon se salió de ella y la dejó recuperarse.
Ángeles y Pablo se han conocido en circunstancias un tanto sorpresivas, son ahora nuevos vecinos coincidiendo al salir a caminar todos los días, han hecho una relación de amistad muy fuerte. Él, a sus casi sesenta años, pretende enseñarle a disfrutar de sus sentidos, de todos sus sentidos y de todo
Siempre he sido muy exhibicionista, me encanta que me miren e incluso he llegado a masturbarme frente a otras personas (mujeres), y ahora pasaré a relataros lo que me ocurrió en una ocasión (hubo varias).
En aquellos años en que todavía existía en algunos colegios incluyendo el mío la imposición de natación obligatoria al desnudo para los muchachos varones que cursaban la secundaria.
Obedeciendo como un gatito, pero se me fue poco a poco la mano, de la espalda pase a acariciar su trasero y de ahí pasé a su húmedo coño, con jabón la masajeaba el clítoris, ella soltó un gemido de placer y hundió su cabeza en el agua tibia.
Se acercó y me la empezó a acariciar, me tocó la puntita, y me la acariciaba con la yema de los dedos. También me tocaba los huevos, se había olvidado de taparse y podía ver sus dos inmensas tetas en todo su esplendor.
Por una apuesta con su mujer, que pierde, nuestro protagonista se ve semi desnudo, chupando pollas y coños de sus amigos debajo de una mesa, en un juego cuyos premios son él mismo y su esposa...