Y así fue me desnude me senté en la silla y me empecé a hacer la paja, mientras veía la película en eso la muchacha llega y me ve desnudo con la verga durísima y yo con tal de darle el mejor espectáculo... no la miraba pero sabía que me estaba viendo y empecé a hacerme la paja más fuerte hasta que mi leche empezó a salir el primer chorro de leche llego casi al televisor... los siguientes no más lejos de eso pero si muy lejos, de seguro ella habría quedado impresionada por el espectáculo.
Al taxista le dije que me acompañase al lugar donde están todos los trabajadores del hotel, y justo en la puerta me estaba ya esperando el animador, cuando abrió la puerta y entro en el taxi enseguida me pregunto dónde estaba mi marido y diciéndole yo que se había quedado en la habitación se avanzó sobre mí y empezó a besarme apasionadamente como si el mundo se le fuese en ello, el conductor del taxi ya un poco mosca nos dijo que si íbamos a ir a algún sitio o solo queríamos darnos el lote allí dentro.
Yo tampoco era virgen, ya que me había cogido a mi sirvienta como tres veces antes de que la corrieran (esa es otra historia que luego contare). Total que yo me la estaba dedeando en la cama mientras nos besábamos apasionadamente y nos lamíamos el cuello, ella el pecho y yo sus tetas.
Viene de short ajustado y mojado. Todos pudimos ver como ese short se metía entre sus piernas y como su entrepierna no tenía pelos. La "colorada" tiene dos hijos, está separada, tiene 38 y parece de la edad de la "negra". Solo que es más grande, más robusta, mide 1.70m, tiene grandes pechos, una cola muy firme, es linda de cara, el pelo rojizo, siempre atado con una colita, una boca muy sensual; cuando se enoja, tiene la costumbre de hablarte de cerca y te dan ganas de comerle la boca.
A duras penas, consiguió que me tumbara en una camilla escamoteable que salía de un mueble del armario. Me estaba mandando desnudarme pero no entendía ni jota de lo que me estaba tratando de decirme, así que fue ella la que me intento desvestir.
Yo tenía en ese entonces 19 años, y mi madre me había mandado donde su modista para hacerme unos pantalones. Mi mama me dio la dirección y me dijo que la modista se llamaba Erika. Mi madre la conocía hace unos 5 años y siempre le había hecho arreglos a su ropa. Yo no la conocía, solo sabía de ella por las cosas que me contaba mi mama.
Sin decirle nada me levante y me puse tras ella, dándole un masaje en la cien con la yema de los dedos, echo su cabeza hacia atrás mientras se relajaba con mi masaje, este movimiento y el botón de arriba del pijama desabrochado me permitieron ver parte de sus tetas hinchadas por la preñez, algo que me puso a cien por hora, me contuve, hay que saber darle el momento y el lugar a cada cosa.
Bueno comenzamos a coger como desesperados y mi pijita apenas entraba en su concha ya que por el tamaño no llegaba a desflorarla. Pero como nos amamos ella se conformaba y hacia lo mejor posible para pasarla bien. Fuimos de viaje de bodas a Europa y allí sucedió lo que cambio nuestras vidas para siempre.
De pronto note como aceleraba la velocidad y engullía más mi verga. Sus ojos me miraban, podía ver mi verga entrar y salir de su boca, sus mejillas se contarían y dilataban con la entrada de mi verga, me sonreía mientras lo chupaba. Estaba en el quinto cielo, cuando tuve mi aviso de llegada. Le dije que me iba a correr, y ella apretó con más fuerza mi verga con sus labios.
Ahora me dice que cuando recompongamos nuestras vidas y yo vuelva a la casa a vivir nuevamente juntos no lo verá nunca más, yo la verdad que cuando me cuenta lo que hizo con el fulano ese me agarro tal calentura y ella también, que nos damos con todo, me chupa la pija con tal devoción, la verdad es que se ha vuelto una maestra, ya que se la traga toda y cuando eyaculo me saca hasta la última gotita ya que aspira la pija a más no poder.
Allí estaba ella plantada delante de aquellos dos chicos pidiendo sexo. No se lo podían creer, pensaban que era una broma, pero era verdad que aquella chica tan sexy, estaba muy caliente.
Entre gritos, gruñidos y jadeos, ella se dejó caer de espaldas sobre mi tórax y allí pude asirle sus redondas tetas. Le masajeé los pezones hasta que mis dedos se acalambraron y a la vez que mi pito se iba achicando y saliendo de su aterciopelada cueva del amor.
Retrocedí un instante, shoqueado. Los dos estaban cuasi silenciosos, obviamente descansando o mejor dicho, recobrando fuerzas. Y no sé qué es lo que me hizo volver sobre mis pasos y pensar en esa canallada. Venganza, ¿venganza de qué?, enojo, ¿enojo por qué si yo mismo lo había permitido? o la tristeza que comenzaba a embargarme?
Ella se llevó las manos atrás y liberó sus grandes tetas de la opresión a que eran sometidas por el sujetador, quedé maravillado por aquella visión: a pesar de ser grandes, sus pechos eran turgentes, sus pezones hacían visible su excitación, pues apuntaban directamente a mi cara... Se los lamía, mordisqueaba levemente, los chupaba, mientras ella contoneaba su espalda y soltaba algún gemido.
Su madre se tenía que marchar. Allí lo dejó con la hija que acababa de romper con su novio y que estaba dispuesta a hacer todo lo que se le pasaba por la mente.
Le dio permiso a su mujer para que hiciera el amor con otro hombre ya que con él no podía hacerlo por estar demasiado obeso y siendo ella todavía una chica joven, muy atractiva y sexy.
Mi hermana es profesora de matemática y ocurrió la casualidad que Agustina, la novia de mi enemigo, tomó clases con ella. La novia de él iba al quincho de la parte de atrás de mi casa donde mi hermana le daba clases. Algunas veces ella venía más temprano.
Entre con Lucia como enamorados, la iba a visitar a su casa todas las tardes un día de esos se me hizo muy noche y nos encontró su madre Cristina en la puerta de calle a primera vista la vi muy buena una mujer de 37 años, ojos azules, su piel blanca de estatura pequeña, pelo castaño, su cuerpo muy bien formado y proporcionado a simple vista una diosa, para mi suerte era divorciada.
Su fealdad fue obviada al instante, pues su cuerpo era de maravilla. Cuello largo y blanco, hombros derechos, pechos medianos firmes y con buena aureola y pezón, cintura más bien fina, amplias caderas y la coronación de sus torneadas piernas, era rematada con redondeces de sus blancas nalgas. Ofreciéndome una, cruzamos los brazos y tomamos un sorbo. El cruce sirvió para que mi mano derecha rozara uno de sus duros pezones, que coronaba su teta izquierda. Apuramos la copa y sin casi darnos cuenta, estábamos en cuclillas sobre la moquette. Sirvió dos nuevos tragos y los bebimos de un saque.
Él tomaría el último tren, hacía frío y llovía. Ella no lo conocía pero al llegar a la estación entablaron conversación y juntos subieron a ese tren donde les esperaba un viaje muy excitante.
Sus gemidos eran ya pequeños gritos de placer, cuando de repente ella aparto mi cabeza y se dio la vuelta. Yo me levante y nos dimos un apasionado beso tras el cual me dijo: - No puedo más, como sigas así me vas a volver loca. - Y eso es malo? - No, pero quiero sentirte dentro de mí ya! Como pudo cogió su bolso que estaba en el asiento delantero y saco un condón.
Liza empuñó la polla de Juan y se introdujo por su ya lubricado conejo. Ella se movía con movimientos compulsivos y secos. Juan jadeaba mientras se desembarazaba de su camisa y del sujetador de nuestra protagonista. Sus tetas se bamboleaban frenéticamente con el vaivén de sus caderas. En uno de esos momentos de placer se introdujo el dedo en el esfínter y obtuvo su primer orgasmo.
Asentí con la cabeza y mi ahijada comenzó a desabotonarme la camisa, cuando llegó al último botón donde precisamente estaba mi verga totalmente rígida y al desabotonarlo necesariamente tocaba el tronco de la picha así que maniobró repetidamente pero con más intención de tocarla que de desabotonarme, me miró y decididamente la tomó tímidamente en su mano, retrajo mi prepucio y le peló la cabeza.
Tomándolo con la mano derecha, primero. La restregó contra una de sus mejillas con fuerza y arrebato, luego sobre la otra y empezó a recorrerla con la punta de la lengua desde la cabeza hasta los testículos, brindándome un placer inexplicable. Luego se la metió en la boca y me la chupó de una forma excepcional. Por poquito me derramo dentro de su boca, sino fuera porque logré controlarme y porque no me hubiese gustado hacer aquello tan prematuramente.
Así, platicando con ella en las tardes en que mi padre se retrasaba en su retorno a casa, le comenté que mi cumpleaños se acercaba y que nunca, en los 17 años que estaba por cumplir me habían hecho un regalo que me dejara satisfecho, pues me obsequiaban lo que yo había anhelado un año atrás.
Las nalgas de una mujer eran una de las partes que ella más admiraba si eran iguales o más generosas que las de ella misma. Eran como una fijación y muchas veces se masturbaba pensando que acariciaba alguna de las nalgas de las mujeres del pueblo con las que iba a la iglesia o aquellas pocas con las que cruzaba visitas como Margarita su vecina más cercana o Joaquina, la hija del dueño de la panadería.
Alicia y Lucia se retiraron a dormir y prudentemente esperé a que Aída se cambiara de ropa para dormir y se acostara, sobre todo porque dado que vivo solo no uso pijama y acostumbro a dormir desnudo, leí unas notas y cuando calculé que ya se había dormido, entré al cuarto, mi joven vecina acostada de lado tenía la almohada sobre la cara y su bata levantada en un lado mostraba parte de las nalgas ¡¡¡sin pantys!!!,…
En los corrillos de la oficina se decía que se acostaba con uno de nuestros compañeros con quien ella tenía gran afinidad ya que su marido no la atendía cómo correspondía. Le empecé a tomar bronca a mi compañero. Nunca lo pude comprobar aunque mis dudas crecían día a día. Sobre todo cuando él se fue a otra empresa y la llamaba para verla y ella dejaba todo pendiente y corría a su encuentro. Se ausentaba por más de dos horas (¿un turno?) y hasta las secretarías sonreían y decían que cuando volvía había cambiado el carácter. Estaba más sonriente y no las trataba mal. Su mal humor desaparecía cuando salía con éste y cómo lo hacía seguido dejaron de llamarla "malco" (sobran las palabras).