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La espía que me amó I

La espía que me amó I

Prólogo

Soy Hans Shulz, natural de Colonia (Alemania Occidental) en cuya ciudad poseo un negocio de maquinaria agrícola, tengo 32 años, mi estatura es de 1,84, intensamente rubio, ojos azules y físicamente bien dotado, las mujeres dicen de mí que soy muy guapo, no soy yo precisamente él mas indicado para realizar esa afirmación pero la verdad es que nunca he tenido problemas con el sexo femenino, estoy soltero y mi nivel de vida es medio/alto, o sea el dinero no me falta.

Por mi negocio, una vez al mes debo trasladarme a la Alemania Oriental, debido a que uno de mis mejores clientes es precisamente el Ministerio de Agricultura con el cual tengo el compromiso de supervisar y reparar en su caso la maquinaria que ellos me compran, por este motivo en la frontera todo el mundo me conoce y respeta sobretodo por las buenas amistades que poseo, incluso cuando hay algún roce entre Gobiernos y suelen ser frecuentes casi siempre me utilizan como intermediario para tratar de suavizar las relaciones.

La historia que nos ocupa, se inicia en la primavera del año 1966 cuando en una sala de fiestas conocí a la más preciosa de las chicas “Irina” 1,76 de estatura y unas medidas mareantes, 106 – 64 – 104, tetas y caderas parecen un poco exageradas pero no, dentro de su estatura esas medidas le quedaban perfectas, era una real hembra, muy morena, con el pelo color negro azabache y unos ojos negros muy brillantes, una verdadera Pantera en todo el sentido de la palabra, incluso sus movimientos eran felinos.

Capítulo I. Irina.

Eran las 20 horas de un 12 de Mayo (Viernes), después de unos días de intenso trabajo me apetecía divertirme por lo cual me tracé rápidamente un plan, primero me tomaría una buena cena en uno de mis restaurantes favoritos y luego me daría una vueltecita por una sala de fiestas, donde solían parar algunas de mis muchas amigas.

En el restaurante había bastante gente no obstante el camarero que me conocía como cliente habitual, rápidamente me consiguió una mesa en un lugar bastante discreto, en plena cena sentí como un hormigueo por todo el cuerpo, la sensación de que alguien te está mirando fijamente, elevé la cabeza y discretamente lancé una mirada a mí alrededor, mis ojos chocaron con unos brillantes ojos intensamente negros, estos estaban enmarcados en la cara más bonita que hacía muchísimo tiempo no había visto, era un rostro exótico con un pelo negro en semi melena color azabache, aquel rostro me impactó profundamente, cuando nuestras miradas se cruzaron ella frunció los labios haciendo un mohín queriendo imitar una sonrisa y rápidamente desvió la suya, yo seguí mirándola bastante descaradamente pero ella ya no volvió a dirigirme la mirada, al finalizar la cena y al momento de pagar la cuenta me di de cuenta de que ella había desaparecido, me quedé bastante decepcionado pues mi intención era intentar un acercamiento, encogiéndome de hombros distraídamente me dirigí andando a la sala de fiestas, mi cuerpo pedía marcha pero la imagen de aquel rostro estaba grabada a fuego en mi cerebro, entré en la disco y me di una vuelta buscando a alguien conocido, al no encontrar a nadie me dirigí a la barra, de espaldas había una chica que vista por atrás tenía un culo y unas piernas despampanantes, aparentemente parecía casi tan alta como yo, si la parte delantera se correspondía a la trasera aquello no era una mujer era un monumento, me acerqué y me situé a un metro de ella más o menos pero ella como pareciendo intuir mi intención me dio la espalda, yo me moría por verle el rostro de pronto ella se giró con un cigarrillo en la mano pidiéndome fuego, me quedé como un perfecto bobo el cigarrillo que yo tenía entre los dedos se me cayó al suelo y no supe reaccionar “Era la chica del restaurante” Ella lanzó una risita cristalina…

– ¡Qué té pasa! ¿Es que nunca has visto a una mujer?

– ¡Oh! ¡Perdona! Té vi antes en el restaurante y ahora me has sorprendido, ruego me disculpes, realmente esta actitud es más de un niño que no la de un adulto, pero debes coincidir conmigo que no todos los días se encuentra uno con una belleza semejante.

– ¡Oh! Muchas gracias por el cumplido pero no es para tanto.

La imagen que tenía delante era impresionante, en el restaurante solo le había visto la cara, luego la vi de espaldas y la visión era fenomenal, la parte frontal era mareante, tenía puesta una camisa blanca abotonada de forma tal que dejaba adivinar sus tremendos pechos donde se veía además parte del sujetador negro que los cubría el vientre era totalmente plano y sus caderas rotundas, ella mirándome con una sonrisa burlona me dice…

– ¡Que! ¿Has terminado el examen?

– ¡Oh! Perdona, realmente estoy tonto ¿Quieres tomar una copa?

– No, prefiero bailar ¿Me acompañas?

La cogí de la mano y nos dirigimos al centro de la pista, esta estaba bastante concurrida y nos confundimos en medio de la gente, la tome de la cintura, ella pasó sus brazos por atrás de mi cuello aproximando suavemente su cuerpo al mío el perfume que emanaba era embriagador y el suave calor que su cuerpo emitía fue irresistible, sin poder evitarlo mi pene se disparó, la erección que tenía era brutal, ella lo notó de inmediato, dio un respingo y se separó, miró hacia abajo, lanzó otra de sus risitas…

– ¡Por Dios! ¿Solo con aproximar mi cuerpo al tuyo ya te has puesto así?

Yo estaba avergonzado y más colorado que una grana, aquella chica me desconcertaba absolutamente, era totalmente desinhibida y no se cortaba por nada, el dominio de sí misma y las situaciones para mí eran totalmente desconcertantes, no obstante me sobrepuse y trate de coger las riendas de la situación.

– Mira nena no todos los días tiene uno la suerte de tener un cuerpo como el tuyo entre los brazos, y mi amigo… ese de ahí abajo, siempre saluda con toda cortesía en cuanto huele algo tan fantástico como tú. Por cierto, no nos hemos presentado, mi nombre es Hans y estoy encantado de conocerte.

– El mío es Irina y creo que hoy es mi día de suerte, creo haber dado con el macho que andaba buscando, pero no te equivoques ¡Que andaba buscando, en el buen sentido de la palabra!

Dicho esto y sin cortarse un pelo me dio un ligero beso en la comisura de los labios volviendo a pegar su cuerpo al mío, en todo este tiempo mi amigo seguía en pie de guerra, en ningún momento perdió su vigor y ella por supuesto lo notó pero esta vez en lugar de retirarse se pegó más a él, mi amigo que tiene un olfato prodigioso se las ingenió para situarse justo en medio de los preciosos muslos de aquella preciosidad, el calor que percibía era sublime, Irina se movía de una forma terriblemente sensual y debido a un tremendo esfuerzo de voluntad evité correrme en los pantalones, ella se dio cuenta y entonces separó su cuerpo del mío, me miró muy seria luego miró su reloj y me susurro…

– Tengo que marcharme, se me hizo muy tarde, tienes que disculparme.

– Pero… ¡Irina! ¿Te puedo acompañar?

– No Hans, hoy no. Si me das tu número de teléfono té llamo y saldremos otra noche ¿Vale? Hoy es imposible ¡Lo siento!

En cuanto le di mi número de teléfono Irina salió casi corriendo del local, estaba tan desconcertado que cuando me quise dar cuenta ya ella había desaparecido, me quedé destrozado y de muy mal humor, no sabía qué hacer, en ese momento alguien me tocó el hombro, me giré, era mi amiga Elsa.

Elsa apareció justo cuando más la necesitaba (Irina me había dejado frenético) Elsa me dijo hola y seguidamente se abrazó a mí para comenzar a bailar, al pegarse a mí notó la potencia de mi instrumento (seguía manteniendo una erección monumental) ella bajó discretamente su mano y lo abarcó en todo su diámetro…

– ¡Diablos! ¿Quién te ha puesto así? Tenía que estar muy buena para ponerte de esta forma, hacía tiempo que yo no te recordaba la picha tan dura, esto hay que aprovecharlo ¿Qué te parece si nos vamos?

Yo lo estaba necesitando a marchas forzadas y acepté de inmediato…

– ¿Adónde vamos?

– A mi apartamento que queda mas cerca, no quiero perder tiempo, esa barra tan dura que portas entre las piernas me ha puesto a mil.

Elsa desde luego no tenía punto de comparación con Irina, era mas bien bajita 1,66 y sus medidas rondarían los 86 – 63 – 92.

Tenía los pechos pequeñitos pero en compensación tenía unos pezones preciosos, en cuanto los cogías con la boca costaba trabajo soltarlos, sus caderas y culo estaban muy bien formados y su coño era un pozo de placer, nunca estaba satisfecha, siempre pedía más y más, salimos de la disco y nos dirigimos a su apartamento que quedaba a cinco minutos de camino, Elsa vivía en un ático a una altura de unos seis pisos, en cuanto entramos en el ascensor bajó la cremallera de mi pantalón, le faltó tiempo para sacar mi polla fuera, sin pensarlo dos veces se puso de rodillas y se la metió toda en la boca, de inmediato mi amiga recuperó todo su vigor, cuando el ascensor estaba llegando al ático comencé a lanzar chorros de semen en la boca y cara de Elsa…

– Pues sí que estabas bueno, si no llego a ordeñarte ahora no sé que pasaría, cuando quieras me cuentas quien te excitó tanto ¿De acuerdo?

Entramos en el apartamento de Elsa, la chiquita se lo merecía todo por lo cual tiernamente la atraje hacia mí y la besé con pasión mientras mis manos acariciaban cada rincón de su cuerpo, según nos dirigíamos a su habitación nos desnudábamos mutuamente, Elsa desnuda siempre me sorprendía, tenía 32 años sin embargo su cuerpo esa como el de una niña de 15 o 16, su piel blanca y lisa, sus tetitas duras y redonditas con los pezones puntiagudos, su vientre totalmente plano, sus caderitas y culo perfectamente formados, sus muslos redonditos y lisos entre los cuales alojaba una vagina ligeramente abultada con labios finos y lisos, su monte de Venus tenía poco pelo pero muy bien distribuido, en fin Elsa desnuda era una muñeca que me ponía siempre a mil, por supuesto a ella mi cuerpo la enloquecía a parte de la buena estatura que tengo soy bastante atlético y mi amigo en todo su apogeo mide 19 por 4,5 centímetros, Elsa me empujó sobre la cama e inmediatamente cogió mi polla con sus manos y boca comenzando a realizar diabluras, yo me retorcía de placer, ella era divina acariciando y chupando, su lengua giraba sobre el prepucio al igual que un molino de viento mientras sus manos recorrían lentamente el tronco arriba abajo, el placer que sentía era infinito, tuve que cogerla de los pelos y retirarla, no quería correrme nuevamente (todavía) si ella seguía no aguantaría mucho más, la cogí delicadamente y la deposité sobre la cama, la puse de espaldas a mí y comencé a acariciar con mi boca y lengua sus hombros, cuello, lóbulos de las orejas (a ella eso la enervaba) mientras mis manos en la parte delantera acariciaban suavemente sus tetitas y pezones, su vientre, muslos y monte de Venus en un ir venir constante.

Elsa gemía y se retorcía de placer y ansiedad, con su mano intentaba coger mi pene y yo se lo impedía tercamente excitándola más y más, giré su cuerpo y colocándome sobre ella la besé apasionadamente, luego mi boca se dirigió golosa a sus puntiagudos pezones, chupar de ellos era una verdadera delicia pero ella quería más y con sus manos empujó mi cabeza hacia abajo, mi lengua fue dibujando filigranas por su plano vientre mientras ella gemía dulcemente, cuando alcancé su chochito aquello era una laguna, sus flujos salían al exterior, el aroma que desprendía era deliciosamente fuerte y penetrante, la punta del clítoris asomaba por la comisura de sus labios mayores y mi lengua comenzó a dar rápidas pasadas sobre aquella puntita, ella entonces flexionó sus rodillas y elevo el culo, abrió las piernas al máximo y con sus manos en mi cabeza incrusto mi cara en todo su coño, mi lengua comenzó a darle pasadas lentas y profundas de abajo arriba y de arriba abajo asta que ella cogió mi cabeza con las dos manos y me la situó sobre su clítoris, era la señal, se lo abarqué con los labios chupándolo y acariciándolo con la punta de la lengua, ella entonces lanzó un gran grito y comenzó a convulsionares, su cuerpo temblaba como una vara movida por el viento, cuando Elsa tenía un orgasmo de estas características era espectacular y el que acababa de disfrutar había sido uno de los mejores, pero la cosa no había terminado ahí yo estaba que me bebía los vientos, mi amiga estaba a reventar, me deslicé suavemente sobre ella acariciándola y esperando que se relajara (para eso solo tardó unos segundos) en cuanto notó mi polla cerca de su vagina la cogió con su mano y la dirigió al centro de la misma, empuje mis caderas y comenzó a deslizarse por aquel canal como cuchillo en mantequilla, fue una penetración lenta y suave hasta que mis huevos hicieron contacto con su culo entonces los dos iniciamos un movimiento coordinado de mete y saca, lento al principio pero incrementándose paulatinamente de modo que los dos nos fuimos acercando al unísono a la cumbre del placer supremo, mis embestidas comenzaron a ser profundas y firmes, cada vez más rápidas, Elsa había cruzado hacía rato sus piernas sobre mi espalda y su culo imitaba el movimiento de una bailarina Turca (era alucinante) yo seguía manteniendo firme al mismo tiempo mis envestidas, de pronto los dos comenzamos a gemir, ella me arañó la espalda y yo le mordí una de las tetitas (gracias al cielo no nos hicimos daño) mi semen inundó lo mas profundo de sus entrañas entre gritos de placer de ambos, el orgasmo fue monumental, los dos quedamos rendidos y profundamente agradecidos el uno al otro, este había sido uno de los mejores polvos de nuestras vidas y curiosamente en ningún momento pasó por mi cabeza el monumento de Irina, seguro que Elsa me lo agradeció profundamente.

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