Otro sueño cumplido: Mari y… I

Primera parte

Estando de guardia, hace unos meses conocí a una enfermera nueva, Nieves, que había venido a sustituir a una de mis compañeras, por un mes.

Se trataba de una chavala de 20 años, guapísima, casi angelical, sobre todo porque no aparentaba más de 18 añitos, tanto en su carita como en su forma de ser: totalmente inocente y candorosa.

No así en lo que a físico se refiere, ya que era poseedora de un tipazo.

Alta, con piernas larguísimas y muy bien torneadas,, una cinturita de avispa, que siempre llevaba al aire con sus top cortitos (antes de ponerse el uniforme por supuesto) al igual que su vientre plano con un delicioso y más que tentador ombliguito.

Buenas caderas y un fabuloso trasero, con dos hermosas, redondeadas y firmes nalgas.

Cuando se ponía el uniforme, podía matar de un infarto a cualquiera, ya que la chaqueta era cortita y no cubría su culo remarcado con sus pantalones ajustados y entallados que marcaban unas mínimas tanguitas que usaba, con lo cual esas maravillosas nalgas casi se translucían.

Era su primer trabajo y quería aprender mucho y se esforzaba en ello.

Hicimos buenas migas y traté de enseñarle todo lo que pude (sanitariamente hablando). Pasó el mes y acabó su sustitución, aunque yo me quedé con las ganas de conocerla extra laboralmente.

Pero hace unas semanas volvió por un par de días y por suerte coincidimos en su primer guardia, con lo que yo me dije: esta es la mía, esta vez no puedo dejarla escapar, aunque no me imaginaba que sería ese mismo día y en el mismo centro donde trabajamos.

Pasó todo el día, y tuvimos bastante trabajo.

Luego de cenar charlamos bastante sobre su vida, sus aficiones, si tenía novio ( que sí lo tenía), etc, e intimamos bastante.

Me pareció que había química entre nosotros, y además hablando descubrí que tenía una voz muy sensual y percibí en ella cierto deje de hembra en celo, pero, igual era mi imaginación calenturienta, aunque luego descubrí que no estaba muy errado.

Dos o tres veces posó su mano en mi pecho y yo hice lo propio en su cadera, como estudiando nuestras reacciones.

En un momento en que estábamos solos en urgencias, se aproximó demasiado a mí y aproveché para arrimar mis labios a los suyos, y ella respondió abriendo su boca y buscando afanosamente mi lengua; total que nos pegamos un hermoso morreo, interrumpido por una llamada a mi móvil.

Todo quedó allí y ella luego me miraba medio entrecortada cuando estábamos en la sala de estar con el resto del equipo.

Llegó la hora del descanso (que se agradece cuando no hay urgencias) y debíamos irnos a dormir.

Primero subió ella a su habitación y luego de un rato lo hice yo. Las habitaciones están enfrentadas y forzosamente para ir a la mía paso por la puerta de ella. Cuando me escuchó me llamó.

Oye, puedes entrar un momento? Vale, y pasé a su habitación, encontrándola algo compungida, sentada en su cama, sin los pantalones, aunque cubierta parcialmente por una manta, y arriba una camiseta de esas delgadas de algodón, sin nada debajo, que resaltaba sus pezones pequeños, con los pies descalzos apoyados sobre una alfombrilla.

Me llamaron la atención sus bonitos pies rematados en unos delicados deditos.

Dime, que te ocurre, estás muy seria.

Tenía incluso los ojos como llorosos. Te sientes mal? Sí pero no físicamente, es un problema emocional. Mira me dijo, lo que pasó antes me ha dejado muy confundida.

Tu sabes porque te lo he contado, que tengo novio.

En realidad es un noviete, salgo con él hace cuatro o cinco meses, y vamos más de amigos que otra cosa, aunque yo lo quiero mucho.

Pero antes, cuando nos arrimamos tanto y finalmente nos besamos fue para mí como un revulsivo, ya que sentí mucho ese beso, y comencé a replantearme mi relación con David.

No sé pero jamás esperé que algo así ocurriera, aunque tu me gustaste mucho desde que te conocí el año pasado y fuiste muy amable conmigo.

Yo a todo esto me había sentado en la cama junto a ella.

Y no podía dar crédito a lo que me decía. Me parecía a mí o se me estaba entregando en bandeja, voluntaria o involuntariamente? En fin que me dejé llevar y no le permití seguir hablando.

Con mi mano derecha la cogí de la barbilla y la gira hacia mí mientras apoyaba la mano izquierda sobre su muslo cubierto por la manta, la besé en los labios muy suavemente; separando unos cm mi cara de la de ella, esperé su reacción.

Ella posó su mano en mi nuca y me atrajo se nuevo hacia sus labios dándonos un delicioso beso de lengua, explorando cada uno el interior del otro y fundiendo nuestras lenguas en una sola.

En esa situación quité la manta y acaricié directamente sus muslos desnudos.

internándome por el interior de ellos, mientras ella los separaba delicadamente, permitiéndome llegar hasta su pubis caliente, a través de su braguita.

Estuvimos morreándonos por espacio de unos cinco minutos. Cuando nos separamos Nieves estaba jadeante, nerviosa y arreboladas sus mejillas.

Esto no puede ser me dijo es la primera vez que te beso y estamos acá en la cama, yo medio desnuda y tu acariciándome como nunca se lo permití a nadie.

No podemos seguir, por favor vete. De ninguna manera dejamos esto así, dije yo, no puede terminar de esta forma algo que recién comienza, algo hermoso que nos está ocurriendo.

Nieves: Pero, aquí?, y si viene alguien, o si llega algún paciente? Mira, en primer lugar acá solo pasamos los profesionales que estamos de guardia. Los celadores no suben para nada.

Y en segundo lugar, es raro que venga alguien de noche, pero por si acaso dejamos entreabierta la puerta para escuchar el teléfono de mi habitación por el que me llama el celador en caso de que llegue algún paciente.

No por favor, no sigamos adelante. Haciendo caso omiso me levanté y entorné la puerta, y apagué las luces del pasillo. Volví hacia ella y me despojé de la chaqueta del pijama de guardia.

Me paré delante suyo y le quité su camiseta dejando ver unos adorables pechos, pequeños pero redondos y bien firmes, paraditos y con sendos pezones como dos guisantes, rosaditos en medio de sus areolas pálidas.

La notaba muy nerviosa y al mismo tiempo excitada.

La recosté en la cama y arrodillado en el piso, tomé uno de sus piececitos y comencé a besarlos y lamerlos suavemente, introduciéndome cada dedo entre mis labios.

Ella suspiraba, repetí la operación con el otro pie y luego de depositarlos sobre la cama subí por sus piernas lamiendo con ansiedad cada trozo de su piel, arrancándole nuevos suspiros.

Ella no colaboraba hasta ahora, pero se dejaba hacer, cosa que me instaba a seguir. Se la veía como asustada y al mismo tiempo ansiosa por lo que estaba ocurriendo. Era deliciosamente candorosa. Miré su pecho y además de su agitación noté sus pezones erguidos.

Cuando llegué a besar y lamer el interior de sus muslos suaves que me supieron a miel de romero, puse mis manos en el elástico de su tanga como para bajarla pero ella me lo impidió con las suyas.

No, por favor, nunca nadie me ha visto desnuda, a no ser mi madre. Pero que dices? Pues eso, que jamás he estado con un hombre, que soy VIRGEN!!. Y se echó a llorar como desamparada.

Lo que me enterneció y acostándome sobre ella sorbí sus lágrimas y la llené de dulces y suaves besos en sus labios, mejillas, párpados, cuello y orejitas, mientras le susurraba: tranquila no te haré daño, solo quiero sentirte, saborearte y darte mucho placer, y si quieres seguirás siendo virgen.

Me lo prometes, dijo entre espasmos de sollozos. Por supuesto! Me gustas mucho y no quiero herirte ni lastimarte. Te adoro Nieves. Gracias, eres muy dulce y bueno. Le di otro inmenso beso en la boca al que ella correspondió juntando su lengua a la mía.

Besé su barbilla y descendí por su cuello, alcancé sus pechos que devoré con ansias, metiéndomelos alternativamente en la boca y frotando sus pezones con la lengua y dándole alguno que otro mordisquito suave, provocándole estremecimientos de placer. MMMM, que buenooo, sigue, sigue.

Seguí bajando por su abdomen lamí un ratito su ombligo, con el cual tenía una fijación desde el día en que la conocí y proseguí hasta su bosquecillo pubiano, que olía a una mezcla de fresca colonia juvenil y aroma de hembra en celo, pletórica de hormonas.

Cogí esta vez con los dientes el elástico de su braguita y si bien tuvo un sobresalto, no me impidió que la bajara hasta sus roillas, para terminar despojándose sola de ellas con movimientos de sus piernas.

Volví a su pelvis y separando sus muslos me sumergí a bucear entre sus labios.

Estaba empapada, lamí una y otra vez sus labios menores y mayores, introduje la lengua en su vagina virgen (era cierto, no me lo podía creer) arrancándole nuevos suspiros y gemidos, que ella sola ahogaba mordiendo el dorso de su mano, y cuando por fin tomé con mis labios su clítoris, se corrió arqueando su cuerpo y pegando su pelvis a mi cara mientras apretaba con su mano libre mi cabeza contra ella, yo continué sorbiendo los jugos de su corrida, que me sabían a néctar de flores, por unos segundos.

Luego me incorporé apoyando mis rodillas entre sus piernas y sin decir nada ella comprendió y cogiendo el cordón de mi pantalón, deshizo el nudo y lo dejó caer, luego me miró a los ojos y ante mi gesto de asentimiento tomo el elástico de mi slip y también lo bajo hasta mis rodillas dejando saltar mi polla en su dirección, enhiesta como estaba, rojo y brillante el glande, parecía apuntarla acusadoramente.

Rápidamente llevó sus manos a mi tronco y asombrada por lo caliente y duro, y no menos por la suavidad de la piel en esa zona (como ella misma lo describió), empezó a acariciarlo en un movimiento instintivo de arriba hacia abajo, con una cadencia lenta y suave.

Me gusta dijo, es tan especial!, nunca pensé que se sintiera así.

Lo hago bien, no te hago daño? No mi amor tranquila, puedes apretarlo que me gusta.

Eso sí cuando acaricies mis cojones no los aprietes porque son bastante más sensibles.

Y ella dándose por aludida, bajo la otra mano acariciando suavemente mis huevos.

Que suaves y calentitos, ji ji tan peluditos, me gusta la sensación de acunarlos en mi mano. Suavemente me recosté a su lado dejando que siguiera con su caricia/masturbación mientras yo nuevamente me entretenía lamiendo y mordisqueando sus pezoncitos.

Estábamos los dos en la gloria. Ella seguía muy agitada y suspirosa y yo calentísimo y a punto de venirme en sus manos.

Detuve su movimiento e incorporándome me puse en cuclillas con una rodilla a cada lado de sus pechos apoyando todo el tronco de mi verga en su canalillo y comprimiendo sus tetas contra él. Le gustó mucho la sensación y lanzó varios gemidos.

Yo aprovechando la proximidad llevé la polla a su cara acariciando con ella sus mejillas arreboladas y luego sus labios, y ella instintivamente sacó su lengua y le dio una lamida al capullo. MMM, sabe muy bien, siempre pensé que esto me daría arcadas, pero se siente muy rico.

Abre la boquita cielo, le dije, y cuando lo hizo introduje mi capullo en su cavidad bucal, sintiendo todo el calor húmedo de su mucosa y las caricias que me daba con la lengua rodeando mi glande continuamente.

Me volteé arrastrando su cabeza sobre mi pelvis para que no sacara la verga de su boca que me estaba haciendo bramar de placer.

Cogí su cabeza y le imprimí un delicioso movimiento de vaivén sobre mi polla, haciéndole apretar los labios, con lo cual me estaba masturbando con ellos.

Era maravilloso. Luego me giré y subiendo su pelvis sobre mi cabeza, inicié un 69 glorioso, que nos puso a mil obteniendo un sonoro y profundo orgasmo de ella, que aproveché pata introducirle un dedo en su lubricadísimo coño y luego insinuarlo en su estrecho anito.

Pegó un respingo ante tal invasión pero continuó con su tarea de darme una de las mejores mamadas de mi vida.

No quería correrme en su boca, porque me parecía un poco fuerte para su primera vez.

Así que volví a girarme y a besarla en los labios permitiendo que mi polla se tomara un respiro.

Además no quería perder mi erección antes de follarla como corresponde, y no teníamos toda la noche, porque realmente podían llamarme en cualquier momento. Por favor, me dijo fóllame ahora mismo, que no puedo más.

Estás segura le pregunté? No era que no querías perder por ahora tu virginidad? Sí, mi amor, pero te necesito adentro mío y si es necesario no me importa perderla con tal de sentirte en mis entrañas y sentirme al fin una mujer completa. Pues hay una posibilidad de logra las dos cosa sin desvirgarte.

No, me dijo si te refieres al sexo anal, no, porque eso duele mucho según algunas amigas que ya lo han practicado.

Pero no preciosa, eso es porque se han topado con tíos torpes que lo único que buscaban era su propio y egoísta placer.

Es cierto que duele un poco, la primera vez, pero eso es igual por adelante, la primera vez es un poco doloroso, pero si se hace con paciencia, suavidad y buena lubricación es muy pasajero y enseguida viene el placer del goce total.

Seguro?, me lo prometes. Pero sí Nieves, ya te he dicho que no quiero lastimarte, y solo quiero hacerte gozar. Bueno pero porfa, no me hagas daño.

Tranquila mamita. La morree un poco más y luego la puse boca abajo, y me lancé a lamer sus nalgas dándole suaves mordiscos y luego recorriendo su surco interglúteo, provocándole infinidad de gemidos y suspiros de placer.

temblaba como una hojita a merced del viento, su piel estaba erizada y su coño, como pude comprobar introduciendo mi mano bajo su pelvis y mis dedos en su vulva, estaba empapado de flujo. retiré la mano y la llevé a su boca para que probara su néctar.

Chupó mis dedos como si fueran mi polla, dejándolos bien ensalivados. Yo mientras tanto lamía su culito e insinuaba la punta de mi lengua en su ano notando las contracciones esfinterianas que no paraban.

Llevé mi dedo índice ensalivado y lo introduje suavemente a través del esfínter. Ella contuvo la respiración y suspiró cuando notó que no solo no le dolía sino que le daba placer, comenzando un cadencioso movimiento circular con su cadera, para darse más placer aun.

Yo seguí ahora con un mete y saca de mi dedo en su culo mientras seguía lamiendo sus nalgas y con la otra mano exploraba por enésima vez su coño.

Nieves gemía, suplicaba por más, arqueaba su cuerpo, separaba más las piernas para facilitarme las cosas, empinaba su culo hacia arriba, con lo cual mi dedo, sorprendido por el movimiento, profundizaba la invasión, y ella jadeaba, resoplaba; por su coño manaba ingente cantidad de dulce jugo que bañaba mi mano y emanaba una fragancia exquisita. Yo no podía más necesitaba penetrarla para poder correrme tranquilo en su interior.

Saqué mi dedo y ella me miró suplicante diciéndome, no no lo saques, ahora que estaba gozando como loca! Tranquila que ahora viene lo mejor.

Acerqué mi cadera a sus muslos y ubicándome entre ellos levanté su pelvis con una mano sujetando su coño y un dedo introducido en él, y apoyé la punta del glande en ese hermoso y virgen ano que no cesaba de contraerse rítmicamente.

Ella contuvo la respiración y se puso tensa, tenía pavor.

Deposité una buena cantidad de saliva sobre el surco por encima del agujerito para que bañara al mismo y a mi glande y dándole un pellizco en el clítoris logré que se relaje y penetrarla con mi capullo. AAYY, gritó, me duele, despacio porfa, pero no hizo ademán de retirarse, con lo cual supuse que el dolor no sería tanto y dejaba que continuara.

Con delicadeza empecé a meter y sacar rítmicamente el tronco, avanzando dos cm y retirando uno con cada embestida y retirada, respectivamente, merced a lo cual enseguida tenía adentro la mitad de mi lanza.

Sentía el calor de sus nalgas que me apretaban el tronco y el fuego de su interior que abrasaba mi capullo y la parte del tronco introducida en su recto, y al mismo tiempo como su esfínter no dejaba de apretar rítmicamente.

Nieves, pobrecilla gritaba de dolor, placer, euforia, seguía el ritmo de mis movimientos con sus caderas, apretaba mis muslos con sus pies, a veces empujándome hacia afuera y a veces atrayéndome hacia adentro.

Gemía cada vez más. Estiré sus nalgas hacia afuera y tomándola por la cadera dí un último empujón y la penetré hasta los huevos, que se acomodaron contra su vulva, recibiendo el calor y la humedad de sus jugos que continuaban brotando sin cesar. AAAHHHHHHHH, basta no me la metas más adentro que no lo soportaré, mi amor, por favor.

Yo sonreí sabiendo que mi verga ya estaba toda adentro de ella.

La dejé descansar un par de minutos y luego comencé a sacarla sin salir del todo y volver a meterla hasta el fondo.

Ahora ella vibraba y se contorsionaba de placer, gemía y me decía, sigue, sigue, asiiiiii, siiii, más, dame más, mi culo es todo tuyo, siiiiii, me vengooooo, y de pronto arqueó su cuerpo y empujando el culo contra mí se la metió toda adentro apretando su culo para que no saliera y tuvo como una convulsión extraña, profiriendo un grito estremecedor, que yo rogué no se haya escuchado abajo tapado por el sonido de la televisión en la sala de estar. Y se dejó caer finalmente exhausta sobre la cama.

Yo me recosté sobre ella y seguí bombeando hasta que me corrí inundando su recto con mi semen copioso e hirviendo, lo cual le provocó un nuevo e interminable orgasmo. Yo, entre el calor de sus entrañas, las contracciones espasmódicas de las paredes rectovaginales y de su esfínter que parecía ordeñarme, volví a correrme, esta vez menos abundante pero igual de caliente, magma que sentí como envolvía mi capullo, en forma verdaderamente deliciosa.

Cuando se salió mi polla por la flaccidez post-acabada, de su culo salieron enormes cantidades de semen que mezclada con la abundancia del flujo que brotaba de su vagina, me dejaron los huevos empapados y pringosos. La besé en la nuca y lamí sus orejitas y con un «ya vuelvo» me fui al váter a lavarme.

Al salir me crucé con ella y su carita resplandeciente con sus mejillas encendidas y sus ojos brillantes de lujuria y placer me enternecieron y excitaron a la vez.

La bese en los labios y me fui a mi habitación con mi ropa hecha un bollo en mis manos.

Me recosté en mi cama boca arriba sin taparme mirando el cielorraso y pensando en lo vivido ese último rato, y por supuesto relamiéndome ante ese maravilloso recuerdo y todo lo que vendría.

Cuando de repente se abre la puerta de la habitación y entra Nieves envuelta solo en una toalla. Se arrodilla a mi lado y comienza a chuparme la polla que rápidamente respondió con una nueva erección (el milagro de una buena mamada juvenil). Siguió acariciándomela mientras se tendía a mi lado y con carita de caprichosa me decía: quiero que me desvirgues aquí y ahora.

Después de tanto esperar, en una noche he conocido el placer de una buena polla, me has estrenado la boca y el culo, y no sé cuando volveré a sentir tanto placer o a tener otra oportunidad así contigo, no pienso postergar mi transición a mujer total.

Obviamente no tenía argumentos para negarme a ello, además lo estaba esperando (todo estaba fríamente calculado).

Así es que me incorporé, flexioné sus piernas y la hice abrazarme con ellas, ubicándome entre sus muslos. Separé sus labios que estaban bastante lubricados y de un empellón metí mi polla adentro hasta sentir el tope de su himen,

Ella se quedó muda y sin aliento por unos segundos, respiró hondo y abrazándome con sus piernas en torno a mi cintura y sus talones contra mi culo, de un solo movimiento se autopenetró hasta el fondo notando ambos el desgarro himenal y como brotaba un líquido viscoso y caliente de su vagina, era su sangrado desvirgal (palabra nueva),

Suspiró profundamente y me dijo, ohhhhh, dulce polla la tuya que me brinda este maravilloso placer, muévete y enséñame a follar, hazme sentir toda la magnificencia de tu verga taladrándome. Yo, por mi parte, sentía como la estrechez de su vagina se amoldaba a mi tronco y me traspasaba su calor volcánico, como mi polla era sumergida en la ardiente lava de sus jugos, encendiéndome más si cabe.

Nos morreamos y comenzamos un mete y saca que nos llevó hasta la luna durante unos diez minutos, frotando sus deliciosas mucosas con la piel de mi tronco y glande, pese a la abundante lubricación, durante los cuales Nieves se corrió dos o tres veces, nos volteamos y ella quedó sobre mí cabalgándome como una posesa mientras le comía las tetas y acariciaba sus nalgas, sentía como si me fuera a arrancar la polla cuando subía sus caderas y luego sus contracciones vaginales que apretaban mi tronco mientras acababa corriéndose nuevamente otra dos veces; yo, claro, después de lo de antes aguantaba como un señorito, hasta que al final yo también me corrí invadiendo su vagina con mi maremoto particular.

Se tendió sobre mí con mi polla adentro, y a medida que perdía la erección sentía como me bañaba con los jugos mezclados de ambos que escapaban por sus labios genitales. Cuando nos despertamos eran las seis de la mañana.

Se despidió con un beso en mi boca, una chupada a mi polla y un gracias y se fue corriendo a su cuarto, tapando su coño con la toalla para no chorrear todo el trayecto. Yo me adormilé una horita más y luego me duché, lavé la sábana manchada de semen, flujo y sangre y la dejé en el lavadero, reemplazándola por otra limpia para disimular lo acontecido.

Por la mañana en el centro hay mucha gente y por suerte pasamos desapercibidos cuando salimos cada uno para su casa, lo cual era importante porque ambos llevábamos las huellas en la cara de esa noche de lujuria sexual.

Que luego nos contamos como cada uno en su casa había dicho que las huellas eran de una noche en vela con muchísimo trabajo ( si supieran sus padres y mi mujer!!)

Dos o tres días después, un viernes volvimos a coincidir, y cuando estuvimos solos en una consulta, se arrojó en mis brazos y me dijo: no hemos tenido cuando hablar de lo pasado la otra noche.

Me da mucha vergüenza haberme comportado como lo hice, estando la primera vez contigo, sin casi conocerte, haber llegado tan lejos!, pero sabes, lo disfruté muchísimo, nunca pensé que el sexo pudiera ser tan glorioso.

Aunque me imagino que eso no debe ser siempre así sino que depende de con quién se haga. Me equivoco? Pienso que no, Nieves. Yo también lo disfruté mucho. Te deseaba desde que te conocí, pero jamás me imaginé que sería tu primera experiencia sexual. Fue maravilloso.

Yo sé que también lo disfrutaste, pero creo que te debo mucho. Tuviste mucha paciencia conmigo y te comportaste muy dulce y tolerante.

Quisiera agradecértelo de alguna forma, dime que puedo hacer para compensar tanto goce que me has dado.

Yo pensé que buena oportunidad, y como había quedado para el día siguiente con Mari, en su casa, se me ocurrió una excelente idea.

Mira le dije, siempre me han hecho ilusión los tríos, sin ningún compromiso, te apetecería compartir la cama conmigo y alguien más? Como?, hacerlo con dos tíos al mismo tiempo: no por favor no me pidas eso, me da muchísimo miedo.

No escucha, no debe darte miedo porque se puede disfrutar muchísimo.

Pero de cualquier manera me refería a otra chica. Serían uds dos y yo. Te gustará mucho, además es una chavala sana, muy jovencita guapa y dulce. No sé que decirte, déjamelo pensar un poco, vale?, no te enfades. Tranqui, quién puede enfadarse contigo. dame un beso. Luego me dices algo, tenemos todo el día…………

Continuará…