Después de haber perdido la virginidad me gustó tanto el sexo que empece a practicarlo regularmente, pero siempre por la vagina, eso me satisfacía plenamente.

Por el momento no necesitaba nada más.

De esta forma me la pase dos años, hasta que me enrede con un compañero de mi oficina unos cuantos años mayor.

Él me pedía constantemente realizar el sexo por la puerta de atrás, es decir, por mi culito, pero a mí me daba miedo porque había oído decir que dolía mucho.

Sobre todo me daba miedo el pensar que mi macho tenía una verga bastante ancha.

Decidí consultar con una amiga bastante liberal y con bastante experiencia sexual. Ella me dijo:

-Dale las nalgas. No seas pendeja. Si no lo haces tú se buscará otra que sí lo quiera hacer. Fíjate en mí.

Mi picador me puso este departamento sólo porque a su vieja no le gusta el sexo oral y yo como le pongo unas chupadas de campeonato lo traigo babeando por mí.

Yo le conteste que me daba miedo que me fuera a lastimar y ella me dio consejos sobre como colocarme y sobre todo me dijo:

-Ponte flojita. Para que te entre suavemente.

Por último me prestó una película pornográfica especializada en sexo anal.

En cuanto tuve oportunidad me puse a verla. En ella pude ver como una chava bien delgadita se embutía una tremenda verga por el culo.

Se me hizo agua la boca y otra cosita de ver como el macho le introducía todo y ver los gestos que hacían los dos.

Al mismo tiempo sentí otro poco de miedo, puesto que si bien, mi macho no tiene la verga tan larga como los actores, en cuanto a lo ancho no tiene nada que pedirles.

En mi pudo más la excitación y el deseo de saber que se siente que el miedo que tenía.

Me preparé para mi segundo estreno que sería esa noche, era una viernes así que podíamos pasar toda la noche cogiendo sin preocupación.

Lo primero que hice fue ir a una sex shop que se encuentra en el eje central, (soy de la Ciudad de México), a conseguir lubricante.

Llegue a nuestro nidito de amor con bastante tiempo, eran las seis de la tarde, y mi hombre llegaría por ahí de las ocho.

Decidí darme un baño, cuidándome de limpiar bien mis agujeritos.

Cuando me enjabone el chiquito me metí un dedo y mi culito se contrajo de excitación como si supiera lo que le esperaba.

Termine de bañarme y empece a vestirme, me puse un juego de lencería en color blanco consistente en un sostén de media copa y una tanga pequeñita.

De último momento decidí no usar el bra, debido a que el vestido que me iba a poner lo lucía mejor sin sostén.

Se amoldaba a mis grandes tetas y las hacía lucir muy hermosas.

Era un vestido muy escotado de arriba, dejaba al descubierto la mitad de mis chiches y de abajo era una minifalda, que dejaba al descubierto la mitad de mis piernas.

En cuanto mi hombre llegó inmediatamente al verme vestida tan sensual él supo que esa noche era pasional, y enseguida empezamos a besarnos ardientemente.

Él me acariciaba las nalgas por encima del vestido, atrayéndome hacía él.

Fue cuando le susurré al oído:

-Quiero que me estrenes el chiquito.

Mi macho tardó un tiempo en reaccionar y cuando lo hizo sentí que se le ponía más dura la verga de lo normal.

Al tiempo que me acariciaba el culito por encima de la tanga.

Nos fuimos inmediatamente a la cama, me fue bajando el vestido y cuando quedaron al descubierto mis grandes pechos me dio una deliciosa mamada en ellos.

Hizo un alto para desvestirse y cuando terminó me fui directamente a su herramienta, lucía espléndida, fui besándola por todo lo largo, llenándola de saliva al mismo tiempo y pasando mi lengua delicadamente por toda la piel, cuando la tuve bien lubricada me la fui metiendo lentamente en mi húmeda boquita mientras trazaba círculos con la lengua por todo su contorno y apretaba mis labios alrededor simulando una panochita hambrienta.

Cuando la sentí hasta el fondo empece a sacarla casi en su totalidad, sólo dejaba la cabeza en mi boca y le daba unos ricos chupones mientras con mi lengua acariciaba el ojito de la verga y saboreaba su liquido y después volvía a meterla.

Me fui acomodando por encima de él hasta quedar en posición de un 69, cuando vio mi rajita cerca de su cara la atrajo hacía su boca, yo ya estaba bien mojada y más me humedecí cuando empece a besarme la cosita.

Sentía su aliento caliente y luego sentí delicioso cuando posó sus labios en mi panochita.

Mientras yo seguía atendiéndole la verga el me cogía con lengua, pasándola por todos y cada uno de los pliegues de mi florecita del amor, y saboreando mi miel de amor.

Fue pasando muy suavemente la lengua en mi botoncito hasta que sintió que ya estaba lo suficiente lubricado empezó a chuparlo deliciosamente.

Sentí que me llegaba un orgasmo e intensifique mis mamadas, sentí su verga hincharse más y pronto depositó en mi boca un chorro de leche, la cual me bebí toda y sentí como me llegaban mi turno y sentí como mi panochita se contraía y soltaba la miel.

Mi hombre siguió besándome y al mismo tiempo con la boca lubricaba mi culito con mi misma miel, e introducía la lengua por mi aguerito.

Me dijo -que ricos pucheros haces con tu culito, parece una boquita hambrienta.

Cuando dijo eso comprendí que había llegado el momento que me estrenaran por ahí y le pase el bote de lubricante que había comprado anteriormente.

Me coloque de perrito, y él se colocó detrás de mí sin dejar de besarme la cosita y el culito. Yo me sentía nerviosa y al mismo tiempo ansiosa. Con un dedo empezó a untarme el lubricante, se sentía deliciosa la sensación de sentir algo frío y húmedo introduciéndose poco a poco. Con su dedo me daba una especia de masaje y luego fueron dos dedos los que introducía en mí.

-Estas lista, cariño,

-Si papito. Le dije.

-Voy a ser muy tierno. Te lo prometo.

Yo me incline aun más, levantando las nalgas lo más que podía y apoyando la cara en la cama, dejando descansar mis grandes pechos que se aplastaban contra ella.

Él se lleno con una buena cantidad de lubricante la verga y dijo: -Ahí te voy.

Colocó la punta de su vergota en la entrada de mi virginal culo. Yo la sentí enorme.

Cuando empezó a introducirla sentí que no me iba a caber. La cabeza se negaba a entrar, pero él presionó un poco y por fin sentía un pedazo de carne dentro de mi culito.

Sentía un poco de dolor, pero con la experiencia de cuando perdí la virginidad sabía que pronto se convertiría en placer.

Empece a sentir rico cuando fue introduciendo poco a poco cada milímetro de verga

Me dijo -que rico me la aprietas.

Cuando sentí sus piernas y su pelotas chocar contra mis nalga comprendí que ya la tenía toda dentro de mí.

Permanecimos así unos momentos para acostumbrar a mi culito al cálido invasor. Me levante de mi posición y echando los brazos hacía atrás lo abrace proyectando mis chichotas hacía adelante.

Volteando la cara hacía un lado le ofrecí mis labios mientras acariciaba con manos mis pechos y luego descendió con una mano para estimular mi clítoris.

Que rico sentía en ese momento, cuando al mismo tiempo sentía una rica verga metida por mi culito, una mano masajeándome los senos y otra atendiendo a mi botoncito, y unos labios succionándome la lengua.

En ese mismo momento me llegó otro orgasmo y sentí como le humedecía la mano con mi miel de amor.

Cuando ya estaba acostumbrada al tamaño de su verga, me volví a inclinar.

Él sin dejar de acariciarme mi panochita me detuvo con la otra mano de las caderas y empezó a moverse lentamente dentro de mí.

Yo apretaba los músculos para hacerlo sentí más rico. lo fue sacando lentamente, dejando solo la cabezota dentro de mí y lo metió otra vez muy lentamente.

Después de unas cuantas sacadas y metidas su verga ya se deslizaba fácilmente dentro de mí y sus arremetidas aumentaron de intensidad.

Me dijo -estoy a punto de llegar.

-Esperame para que lleguemos juntos mi amor.

Sentí como se contraían mis nalgas es una serie de orgasmos sucesivos y en ese momentos me introdujo la verga hasta el fondo de mi culito y me arrojó una gran cantidad de leche, inundándome las entrañas.

Fue tal al intensidad de mi venida que las piernas se me doblaron y me deje caer en la cama y él encima mío mientras arrojaba las últimas gotas de leche.

Así nos quedamos unos momentos, él encima de mí.

Cuando sacó su pene, mi culito se desbordó dejando salir unas gotas de lechita que cayeron sobre la cama.

Permanecimos unos minutos descansando y luego nos fuimos a bañar los dos juntos.

Mientras nos enjabonábamos mutuamente nos volvimos a excitar y deteniéndome con las dos manos de las llaves de la regadera me la volvió a meter por el culo.

Esta segunda vez sentí más delicioso, pues ya estaba el camino marcado.

Ese mismo día se me antojo hacerlo con dos hombres a la vez. En la siguiente ocasión les contaré como cumplí mi deseo.