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Lo que hace el calor y unas copas de mas en el verano

Lo que hace el calor y unas copas de mas en el verano

Aquel sábado hacia mucho calor.

Pase a recoger a Judith a eso de las diez por su casa para salir a dar una vuelta por las zonas de bares de la ciudad.

En Julio y agosto se llenan de gente por la calle y hay mucho ambiente.

Judith es mi novia desde hace seis meses y esta imponente; de cara es preciosa y su largo pelo castaño y sus ojos verdes me vuelven loco, del resto del cuerpo mejor ni comentarlo, mide 1,68 m y tiene un tipazo.

Toque en el portero automático de su casa, un piso que compartía con otras amigas estudiantes de la universidad.

-Hola. ¿Está Judith?

– Ahora bajo!

Me acababa de dar una ducha tras salir de clase y todavía llevaba el cabello mojado, gracias a eso se podía soportar el calor. La gente pasaba arriba y abajo por la calle y el calor de los coches agobiaba un poco mas si cabía.

– Ya estoy aquí- dijo, de repente, mi novia a la vez que abría el portal del edificio.

-Uuaauu- replique yo.

Aquella noche estaba espectacular.

Su piel estaba morena por el sol y se había puesto un precioso conjunto azul cielo de camiseta y falda cortita que le lucia unas preciosas y delgadas piernas. Ella hundió su boca en la mía en un beso.

– ¿Dónde vamos?¿Cenamos algo?

-¿ Hacen unas tapas y unas cañitas?

– De acuerdo.

La cena transcurrió entrando y saliendo de bares degustando una larga variedad de tapas.

A las once y media estábamos cenados y contentos por las cervezas. Si embargo, el calor parecía que iba a mas y solo se podía estar en los bares con aire acondicionado.

Entramos en uno que tenían música y al cabo de cinco minutos salimos a bailar, casi no se podía hacer otra cosa puesto que el volumen estaba muy alto.

Judith estaba exuberante bailando en medio de la pista, me miraba y me sonreía pícaramente a la vez que me guiñaba un ojo.

Su culito era espectacular y esa faldita remarcaba aun más su redondez, sus pechos tenían el tamaño justo y tenia la sensación de que todos los hombres del bar solo la miraban a ella.

Bailando se acerco a mí y poniendo su trasero sobre mi delantera empezó a moverse, creía que iba a explotar.

-Esta noche vamos a hacer el amor como nunca

– me dijo

-Te vas a enterar

– le replique Le puse las manos sobre la cintura desde detrás y empecé a acariciarla disimuladamente. Un momento después me indico que saliéramos de la pista.

– Teníamos que dejarlo porque estaba apunto de arrojarme sobre tu pantalón y arrancártelo

– dijo riendo.

-Hagamos alguna locura

– dije yo.

– Vámonos a la playa

– me susurro al oído.

– Pero si es tan tarde.

– Pues un rato de coche, a lo mejor te hago algo para terminar de convencerte…

– Que coño, hagamos esa locura.

Al momento estábamos en el coche saliendo de la ciudad y dirigiéndonos por la autopista hacia la playa, casi no había trafico y la oscuridad del cielo solo estaba acompañada por la música del automóvil a todo volumen.

No habíamos hecho mas que pasar el peaje cuando note que su mano se deslizaba sobre mi pantalón entre mis piernas.

-Me parece que te voy a dar un anticipo, tu mira a la carretera.

– Que vas a hacer! Quieres que nos estrellemos.

Era tarde ya que su mano ya había bajado la cremallera y buscaba en el interior con suavidad. Siempre me ha encantado una mano de mujer moviéndose por ahí.

Segundos mas tarde, mi verga, en toda su plenitud, se erguía ante ella.

Su mano la acariciaba tan solo rozándola suavemente por todos los sitios con todos sus dedos a la vez y entreteniéndose en la punta.

En un rápido movimiento se recostó sobre mí y se lo introdujo en la boca sin dejar de acariciarla en su base.

Los siguiente minutos fueron momentos deliciosos y bruscamente interrumpidos por la bocina de un camión que nos adelantaba. Vaya susto, ya no pudimos seguir.

Un rato mas tarde una salida de la autopista ya indicaba la playa y allí la abandonamos. Apenas eran las 3 de la madrugada y el pueblo estaba a rebosar de gente por la calle. La temperatura era más agradable pero, a pesar de todo, hacia mucho calor.

– Podíamos ir a aquella discoteca que había al otro lado de la playa, creo que no cierran hasta bien entrada la mañana. Si tenemos suerte podemos encontrarnos a algún conocido que nos invite a dormir y sino siempre podemos utilizar el coche – dije yo.

-Si pero antes nos tomamos un cubata por aquí.

Judith estaba alegre, no fue una copa sino dos y cuando nos dirigíamos a la discoteca el alcohol empezaba a hacer sus efectos.

Una larga cola de gente se arremolinaba en la discoteca.

Era una discoteca muy grande, de esas que organiza fiestas durante los fines de semana de verano y que incluso tiene una cala privada dentro de ella.

Por fin pudimos entrar y tras algunos empujones nos situamos en un extremo de la pista viendo como bailaba la gente. La pista era al aire libre y había un ambiente fenomenal, estaba a tope y hacia calor a pesar de ser de noche. Sin duda contribuía la cantidad de personas que había.

Nos acercamos a la barra y nos pedimos un licor. La gente bailaba, empujaba, hablaba y se respiraba un ambiente de diversión.

Mi mano se deslizó por sus muslos y ella me abrazó por el cuello y me beso apasionadamente, casi nos caemos, lo siguiente fueron unas risas por la situación y por lo bien que estábamos.

– creo que estoy un poco colocado.

-Yo también, Vamos a la pista

-dijo ella

Nos acercamos a la pista central de baile que estaba llena de gente, nos pusimos cerca de los altavoces y dejamos los vasos allí mientras bailábamos.

La canción era pegadiza y con mucho ritmo. Los empujones de la gente eran casi inevitables.

No podía dejar de mirar a Judith, estaba como en el cielo, bailaba con los ojos cerrados en movimientos sensuales, cuando abría sus ojos verdes, me sonreía pícaramente, daba vueltas alrededor de mí, me acariciaba el trasero, me desabrochaba un botón de la camisa.

Yo también hacia lo propio, la abrazaba suavemente por detrás rozando intencionadamente sus tetas. Era su punto débil, cualquier caricia en sus pezones y se volvía loca. Continuamos bailando un buen rato.

En un momento determinado se puso de espaldas a mí y me apoyo su culito sobre mí, debía notar lo crecido de mi bulto a esas alturas y a pesar del alcohol consumido.

Yo apoye mis manos sobre sus muslos y subí las manos hasta sus caderas por debajo de la minifalda, no pude resistir la tentación de levantar la minifalda un poco mas para ver que se había puesto su braguita tanga de color blanco y que su culito estaba maravilloso.

Ella se volvió rápidamente desplegando toda su melena.

-Qué haces? Me van a ver todos

-No he podido evitarlo. Es superior a mis fuerzas. Estas como un tren. Sabia que no había nada como piropearla para conseguir que se excitase.

-Además, no me importa que te vean todos

– añadí

– Que el mundo se pare para mirarte!

-Si, hombre, que me vean desnuda.

-Me encanta la idea. No sé porque se me ocurrió sugerir además.

-quítate la ropa.

Lo que siguió fue un segundo de mirada de sus preciosos ojos verdes que a mí me pareció una eternidad.

No se como podía haber dicho aquello pero lo había dicho y vaya si lo deseaba.

En ese momento deseaba con todas mis fuerzas que se desnudara y todos vieran que tenia la novia más guapa del mundo.

Todos estos razonamientos tenían buena parte de su apoyo en las copas que llevábamos.

-Quieres que me desnude ahora delante de todos?

Me la acerque por la cintura y la bese en los labios profundamente.

No necesitaba que nadie me dijera cuando ella estaba a mil, lo notaba por como me abrazaba, por como me besaba, seguro que en ese momento estaba completamente mojada.

-Si, por favor, me excita

-Cómo me voy a desnudar?

-No nos conoce nadie

-Aquí?. Delante de todos?

La música retumbaba y aunque había menos gente en la pista de baile todavía estaba llena. Alguien a nuestro alrededor abrió una botella de cava después de agitarla mojándonos a todos. Ella me miró lujuriosamente a los ojos.

– No me puedo crear que vaya a hacer esto. -dijo- pero la ropa interior no me la quitó por favor.

Había dicho que sí!. Yo si que no creía lo que estaba apunto de pasar.

– Te quiero- le dije

– Otro día no me dejes beber tanto.

Me separe un poco de ella para admirarla.

Hacia mucho calor y mi camisa estaba completamente desabotonada.

Ella cerró los ojos y comenzó a bailar suavemente al ritmo de la música mientras pasaba sus manos sobre su cuerpo.

Dio una vuelta despacio con un dulce movimiento de caderas e introdujo sus manos por debajo de su camiseta acariciándose su lisa tripita morena.

De un movimiento rápido se quitó la prenda por encima de su cabeza quedándose tan solo en sujetador en la parte superior.

El sujetador lo conocía y era sin tirantes, a juego con el tanga. Sus pezones se marcaban en la tela del sujetador y pugnaban por salirse por encima de él.

Sin para de bailar me miró maliciosamente mientras dejaba la camiseta encima del altavoz de la discoteca. Note como algunos de los que bailaban a nuestro alrededor comenzaban a mirarla. Ella se me acerca y me susurró al oído.

-te gusta?

– buff

– pues ya está.

– No, por favor, si acabas de empezar.

– Es que me da vergüenza.

– Nadie nos conoce y estas preciosa. Te lo pido yo.

Dudo pero siguió bailando. Dirigió sus manos a los cierres de la faldita, los soltó y bajo lentamente la cremallera sin dejar de contonearse.

Soltando la prenda esta cayó hasta el suelo. Con las manos se intentaba tapar su desnudez tan solo cubierta por las minúsculas prendas de su ropa interior pero le faltaban manos.

– Déjame verte bien – le susurre.

Levantando los brazos continuo bailando.

Su excitación estaba al máximo aunque no lo quisiera reconocer, y la mia, para que voy a contar. Se me volvió a acercar y me beso en la boca.

– no lo dejes a medias ahora – le dije

– quieres que me lo quite todo?

– Todo

– Esto no se lo cuentes nunca a nadie.

– Será nuestro secreto

– Me lo prometes – añadió

– Te lo prometo

Se volvió a separar de mí mientras tomaba aire. La gente que bailaba a nuestro alrededor comenzaba a hacer corro sin dejar de bailar.

Ella no paraba de mirarme con deseo. Sus manos se dirigieron a su espalda hacia los brochetes de su sujetador que fue soltando uno a uno.

Una vez soltados con sus manos sostuvo la prenda mientras agitaba su larga cabellera castaña con movimientos sensuales.

Levantando las manos cayo su sujetador al suelo mostrando sus hermosos pechos y sus pezones completamente erectos.

No podía creer lo que estaba viendo.

Judith, mi novia, mi espectacular novia, me estaba haciendo un striptease en medio de una discoteca abarrotada de gente desconocida.

Mi pantalón apenas podía contener mi polla que pugnaba por salirse.

Decenas de hombres la miraban con deseo y nunca la había vista tan bonita.

Tan solo le quedaba el pequeño tanga. Sus ojos denotaban vergüenza y excitación por mitades. Ahora era incapaz de parar.

Ella continuaba bailando cada vez mas frenéticamente, se acariciaba toda con sus manos, sus pechos, sus caderas, sus muslos, introducía la mano por dentro de su tanga completamente empapado de humedad.

Se tocaba con las dos manos sus nalgas y sus piernas.

Me miró nuevamente y yo asentí con la cabeza, deseaba que se desnudara completamente. Introdujo sus pulgares por las tirillas laterales del tanga y comenzó a bajarlo suavemente, y a subirlo, y a bajarlo.

Y lo bajo hasta las ingles mientras daba una vuelta contoneándose suavemente mostrándonos a todos su perfecto trasero.

De un tirón se quito completamente las braguitas.

Allí estaba ella completamente desnuda con su coñito y su triángulo de pelitos. Sus suaves muslos, sus pechos , su culo…

No entendía como no me había corrido yo todavía con la escena. Ella no paraba de bailar ahora. Muchos hombres se habían acercado y algunos empezaban a acariciarla.

A ella no parecía disgustarle, al contrario, mas bien estaba teniendo un orgasmo en ese preciso momento con los ojos cerrados y emitiendo jadeos de placer. Los siguientes segundos fueron espectaculares.

Estaba temblando de placer y multitud de manos le tocaban las tetas, el coño, el culo, los muslos.

Todo a la vez mientras la música no paraba de sonar y las luces destelleaban.

Yo también me acerqué y ella se abrazó a mi.

-Hazme el amor – me dijo

– ahora mismo, mi cielo.

Recogimos las ropas del suelo y nos abrimos paso entre la gente abrazados.

Ella se apretaba contra mí con fuerza y nos dirigimos a un rincón de la discoteca que estaba oscuro.

Me senté en un sofá desabrochándome el pantalón y ella se sentó encima de mí.

Hicimos el amor y ella tuvo, al menos, dos orgasmos más.

Al final me corrí en lo que creo que ha sido la mejor corrida de mi vida y acabamos de pasar la noche en el coche abrazados sobre los asientos reclinados hasta que se hizo de día.

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