Una noche, Lucía se encontraba sola en su apartamento. Se desnudó lentamente, sintiendo el aire fresco de la habitación en su piel. Se recostó en la cama y comenzó a explorar su cuerpo con sus manos.

De repente, escuchó un golpe en la puerta. Era Carlos, su vecino, un hombre de 25 años con el cabello negro rizado, ojos verdes y una figura atlética. «¿Lucía? ¿Estás ahí?», preguntó con voz suave.

«Sí, Carlos, un momento», respondió Lucía, sintiendo una oleada de nervios y excitación. Rápidamente se cubrió con una sábana y abrió la puerta.

«Lo siento por interrumpir», dijo Carlos, «pero pensé que podríamos tomar algo juntos.”

Lucía sonrió y lo invitó a entrar. Se sentaron en el sofá y comenzaron a charlar. Carlos era encantador y lucía se sentía cada vez más cómoda en su presencia.

«¿Qué haces aquí solo?», preguntó Lucía.

«Bueno, acabo de terminar una larga jornada de trabajo y pensé que podría relajarme un poco», respondió Carlos. «Y tú, ¿qué planes tienes para un sábado a la noche”

«No tengo planes especiales», dijo Lucía, «solo estaba pensando en relajarme un poco».

Carlos se acercó y le dio un suave beso en la mejilla. «Espero que puedas relajarte y disfrutar de la noche», dijo.

Lucía sintió una chispa de deseo y se acercó un poco más. «Gracias, Carlos. Me encantaría que te quedaras».

Carlos sonrió y se acercó aún más. Sus labios se encontraron en un beso apasionado. Lucía respondió con entusiasmo, sintiendo cómo su cuerpo reaccionaba al contacto. Carlos comenzó a besar su cuello, lamiendo y mordisqueando suavemente.

«Me gusta cómo reaccionas», susurró Carlos.

Lucía gimió suavemente y guió su mano hacia su pecho. Carlos desabrochó su camisa y comenzó a besar sus senos, lamiendo y succionando cada uno. Lucía se retorcía de placer, sintiendo cómo su cuerpo se calentaba.

Carlos bajó lentamente, besando su vientre y llegando finalmente a su zona íntima. Lucía se separó un poco y se sentó en la cama. «¿Te gustaría probar algo nuevo?», preguntó, sacando el vibrador de debajo de la almohada.

Carlos sonrió y asintió. «Claro, ¿qué tienes en mente?»

Lucía encendió el vibrador y comenzó a usarlo en su clítoris. Carlos la observaba, excitado por la vista. «Te veo tan sexy», dijo.

Lucía gemía mientras el vibrador hacía su trabajo. «Oh, sí, Carlos, me siento tan bien».

Carlos se acercó y comenzó a lamer su clítoris mientras el vibrador todavía vibraba. Lucía gemía más fuerte, sintiendo una oleada de placer. «Oh, Carlos, sí, más».

Carlos movió el vibrador hacia su entrada y comenzó a moverlo suavemente. Lucía se retorcía de placer, sintiendo cómo el vibrador estimulaba su punto G. «Oh, Carlos, más profundo».

Carlos aumentó la presión y la velocidad, haciendo que Lucía gritara de placer. «Sí, Carlos, sí, así».

Finalmente, Carlos retiró el vibrador y se colocó encima de Lucía. «Quiero sentirte dentro de mí», susurró Lucía.

Carlos se colocó en la posición del misionero y comenzó a penetrarla lentamente. «Oh, sí, Carlos, más», gemía Lucía.

Carlos aumentó la velocidad y profundidad de sus embestidas. «Oh, Carlos, sí, así, más fuerte», gritaba Lucía.

Carlos cambió de posición y se colocó detrás de Lucía, en la posición del perrito. «Oh, Carlos, sí, así, más rápido», gemía Lucía.

Carlos continuó follándola con fuerza, haciendo que Lucía gritara de placer. «Oh, Carlos, sí, sí, sí».

Finalmente, Carlos se corrió dentro de Lucía, gritando de placer. «Oh, sí, Carlos, sí, así».

Ambos se recostaron en la cama, jadeando y sintiendo el cuerpo del otro. «Eso fue increíble», susurró Lucía.

Carlos sonrió y la abrazó.

 

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