Capítulo 4

Liria IV: y Flor

Liria había ido de viaje a Francia por unos días, enviada por el Jefe, a buscar unos documentos para un juicio que se venía llevando, ella domina bastante el idioma.

Estuvo diez días fuera del país, por lo que, por dos fines de semanas no tuve contacto con ella.

El sábado siguiente a su arribo, a la noche por invitación de ella, fui a su casa.

Me recibió con su bata como era su costumbre al estar en su departamento, con una copa de champaña francés en su mano, sus labios (como siempre) pintados con rojo fuego y fumando un cigarrillo.

Luego de dos o tres copas que compartió conmigo de la champaña, comimos una excelente comida con buen vino francés (original) cuya botella terminamos luego en su sala de jacuzzi.

Ambas charlamos de muchas cosas como era nuestro hábito, hasta que recordé de preguntarle cómo había estado su viaje.

Entrecerró sus ojos, sonrió, suspiró, bebió un trago de licor y comenzó a contarme.

Antes mencionaré que el caso que traíamos entre manos estaba relacionado con una herencia, cuyo destinatario final era una persona que residía en París, por lo cual Liria debió ir a buscar documentos que debía entregarle esa persona.

«Llegué a París, como se había acordado, me esperaba un automóvil enviado por el albacea de la herencia en Francia. El tal vehículo era un auto deportivo, un modelo que, me hizo pensar quién heredaba era una persona muy joven; aunque su chofer vestía uniforme que evidenciaba su trabajo. Sin hablar fui conducida a las afueras de la capital del país; era una residencia muy grande, supongo que de la época de la Primera República, muy bien cuidada.»

«Fui recibida por un mayordomo a quien pregunté por quién buscaba y este me dijo: – Flor la espera en París, dejó ropa adecuada para usted, luego de cambiarse el chofer la llevará»

«La ropa era nueva, todo de mi talla. Todo coincidía con mi gusto, hasta en los mínimos detalles. Ropa interior roja con negro, las bragas pequeñas con un triángulo tomado con tiras de encaje que los bordeaban (rojo sobre negro y negro sobre rojo), el brassier igual combinando los mismos colores. Medias de tela muy tenue con flores labradas en negro a ambos lados, las flores parecía sostenerse sobre la piel por lo delicado de su hechura Zapatos de tacón muy alto, dos faldas muy cortas, camisas de seda transparente, aquí los colores eran negro y rojo. Perfume, por supuesto que francés, en un estuche de cuero negro con forro de seda rojo, en un envase de vidrio del tamaño de un filtro de cigarrillo, un lápiz labial de la misma marca del extracto por supuesto que sólo uno y rojo exacto el de mi gusto»

«Para la noche habían dos batas con la combinación ya característica»

«Encontré una sala de baño donde me sumergí por una hora, el agua tenía sales aromáticas, el jabón era una delicia, todo perfecto»

«Me vestí en negro con rojo de pies a cabezas, me encantaba verme ante el espejo, me quedaba todo como hecho por un modisto, mucho rojo en mis labios y también mucho perfume, su aroma era muy exquisito, casi afrodisíaco; bajé a la gran sala, el mayordomo estaba esperando, me dirigió a la entrada, abrió solemnemente la puerta y cerró tras de mi»

«Esta vez observé el deportivo, color rojo; el chofer estaba sin uniforme, su estilo de vestir era como si fuéramos a salir ambos a una reunión no muy formal. Esto llamó mi atención, me asaltó la duda, le pregunté el porqué de este tipo de atuendo y solo me dijo, en forma suave pero con energía, que me llevaría con Flor; callé durante la hora de viaje aguardando los acontecimientos»

«Entramos en una antigua calle, angosta y escondida, en un barrio de nivel medio; detuvo el coche, bajó, me abrió la puerta indicándome otra que había en una pared a escaso metro de donde yo descendí. También abrió esa puerta, a mi lado tomándome de los hombros, pues era muy alto, a la vez de pedir una disculpa entre dientes me condujo ante Flor. En el lugar había muchas personas de ambos sexos, la mayoría con una vestimenta dentro del estilo de la mía, antes de ver a la heredera, cruzamos todo el salón (apto para unas cien personas aunque habría unas sesenta) Había algo de humo, todos fumaban y bebían algo. Las reuniones eran entre parejas: hombres, mujeres, hombre y mujer; algunas parejas compartían con otras; los dúos se besaban, acariciaban, bailaban, bebían»

«Llegué al fin con Flor, que a diferencia de las demás había quedado sola a mi arribo, pude ver como despedía a alguien que platicaba con ella. En su mesa había dos copas servidas, un olor extraño en el aire que salía de un pequeño recipiente del cual emanaba humo y estaba puesto al centro de la mesa; el chofer fue despedido por ella que le dijo –Hasta mañana Pierre- quedamos solas»

«Estábamos en un apartado, que se cerraba con cortinas si queríamos privacidad. Me dijo – No hablemos del asunto por el cual viniste, mañana lo haremos. Bebe, fuma, baila, haz lo que desees. Si buscas a alguien para una buena velada trata de ver quien esté solo o sola, le haces una señal o espera que te la haga a ti; lo demás correrá por tu cuenta. No te preocupes por gastos tengo créditos aquí»

«Éramos la única pareja que no lo era, me quedé pensando. Como tu te imaginarás, le pregunté cómo sabían que ella no tenía pareja. Contestó: -Soy especial y todos aquí lo saben, además yo busco con quien salir»

Liria es una persona que le gusta hablar y siempre tiene tema para explayarse a gusto.

«Comencé una charla con Flor, a medida que pasaba el tiempo, el licor, cigarrillos y ese aroma que entraba en mi pituitaria, los temas se hicieron más personales. Llegué al tema pareja y sexo. Allí la charla se puso más liberal, Flor había salido con hombres y mujeres. Me comentaba que según su intimidad lo sintiera lo hacía de esa forma o sea si su interlocutor, hombre o mujer, la calentaba iba y cogía y todo cuanto su pareja tuviere de fantasías eran satisfechas»

«Intercambiamos experiencias de cogidas por ambas. Era tal la forma que describía sus relaciones sexuales, que comencé a calentarme; me venían ganas de coger. Pensaba en ver una verga penetrando a Flor. Me empezaron a salir mis jugos, estaba caliente»

«En ciertas instancias de la plática, algunas parejas nos miraban, ella me comentó varias veces en esas circunstancias: -Creo que nuestra conversación nos hace elevar la voz algo, por eso nos observan algunas veces»

«Continuamos rato más hasta que dijo. -Lo cierto es que me estoy calentando contigo por como te expresas y entiendes. Seríamos una buena pareja, aunque sea de momento. La verdad me gustaría antes de que vuelvas a tu país»

«De ver cómo las parejas se besaban, con que lujuria hombres besaban hombres, mujeres besaban mujeres; sus juegos de tocarse por debajo de las mesas, ver las vergas duras asomando; las conchas con sus afeites o pelos, brillando por las acabadas de los dedos de su pareja. Estaba con ganas de coger, de tener sexo, de sentir como acababa,»

«Vi salir algún chorro de leche de laguna verga y salpicar una mano que luego era lamida con placer»

«Flor murmuró algo que no comprendí. No oía, pues mi mente estaba en el sexo, mi lujuria comenzó a desenfrenarse, sentía ganas de besar a Flor. Me decía dentro de mi si tuviera un perro como Jazmín o juguetes como los míos»

«Vi las cortinas corridas, estábamos aisladas. Estaba a mi lado, la observé bien. Pelo muy negro, lacio, brillante, las luces reflejaban en él; sus ojos eran verdes intensos, como de gata, adornados con pestañas muy largas y curvas con cejas muy bien delineadas; labios finos pintados con un color rojo pastel; nariz y orejas pequeñas; estas apenas visibles en su corte algo varonil pequeña; cutis sonrosado. Su cuello era largo; hombros algo anchos; senos muy parados con los botones de sus puntas muy redondos, abultados, sobresaliendo en su camisa de seda gris perla transparente. Su cintura era muy pequeña, de caderas grandes, glúteos muy redondos y bien formados. La falda muy corta, con botones delante, dejaba ver sus muslos, con unas medias como las mías que tenían flores rodeando las piernas como un zarzo. Las piernas eran de modelo. Toda ella»

«Con la calentura que yo tenía, la veía siendo cogida por Aarón, por Jazmín; jugando con mis elementos sexuales y me venían pequeñas corridas. Hasta la imaginé teniendo sexo contigo Sandra»

«Esto último me puso a mil, pues, ella comenzó a pasar el dorso de su mano muy suavemente por mi mejilla. La otra mano se posó en mi muslo, luego, ante mi dejar hacer, comenzó a acariciar mi entrepierna. Di un suspiro de placer y ella besó mi boca. Posó su lengua dentro de ella y comenzó a moverla con satisfacción. Seguí el juego poniendo mi mano en su muslo, tratando de hurgar hacia su cálido nido de amor. Toqué el borde de su braga, los labios de su concha eran sumamente abultados; sentí que su clítoris era muy grande y parecía crecer; esto me calentó más, pues, me veía chupando un coño superlativo lleno de su jugo y besando los grueso labios de enorme concha con pasión hasta hacerla acabar en mi boca»

«Apretó sus piernas, retrocedió ante mi avance, la mire a los ojos y le di un gigantesco beso que la dejó sin aliento, dijo: Subamos a mi departamento»

«Salimos de allí, nadie nos miró. Muy cerca estaba su piso. Entramos. Dijo que quería darse un baño de inmersión y si la acompañaba. Afirmé, nos fuimos desnudando y mientras tanto yo la miraba con pasión, la deseaba; miraba su braga para verla caer y ver su concha tan deseada por mi»

«Se detuvo allí, yo seguía mirando «eso» quería que siguiera; vi que su piel no tenía bellos en ese lugar, era naturalmente sin pelos. Me excité más; terminé de quitarme la ropa y me senté en un sillón que había en el cuarto de baño; abrí mis piernas y comencé a acariciar mi clítoris y a pasar los dedos, para abrir mi concha, dejándola mirar. Se acercó a mi, yo seguía mirando lo que deseaba ver»

«Atenuó la luz un poco, de todas maneras todo seguía visible, encendió algo pues sentí el clic. Levanté mis ojos y vi sus tetas, no me había percatado de lo bien formada que eran, tenían una mancha blanca en forma de corazón del sostén de su bañador, muy pequeñas que apenas tapaban sus pezones, además de lo firmes que eran. Me vino un estremecimiento, un orgasmo salió de mi vagina, me sentí mojada y más pronto observé si se sacaba la braguita. La braga abultaba algo más de lo que la había visto antes en el bar. Empezamos a besarnos, cerré los ojos, la dejé hacer. Me besaba con avidez, su boca y lengua se paseaban de mi cuello a mis tetas, chupaba mis pezones; luego mi barriga y se detuvo en el corazón de bellos del afeite de mi monte de venus»

«Un instante después pasó su lengua por mi clítoris, me colmó su lengua en una acabada fenomenal. Chupó mis jugos, se irguió, me dio un beso dejando caer lo que su boca me regalaba. Tuve otro orgasmo, aquí apreté mis piernas, pues, venían varios más detrás del primero. Flor estaba parada, la percibía, mis ojos aún estaban cerrados disfrutando cada salida de jugos dentro de mi junto al sabor de mi propia leche»

«Abrí los ojos, su braga estaba exactamente frente a mi, ella estaba parada e inclinada apoyando sus brazos sobre el respaldo del sillón, un botón muy brillante y rojo emergía por encima de la tela, un enorme clítoris húmedo esperando ser chupado por mi boca»

«Tenía tal ansiedad que quería sentirlo grande en mi, lamerlo, absorberlo, extraerle la savia del sexo. Extendí mis manos para tocar los grandes labios de su abultada vulva, comencé a acariciarlos, descendí sus bragas y me encontré con una verga, larga, no muy gruesa, muy suave y tersa, con dos bolas colgando con la piel igual, sin ningún pelo. Flor era transexual»

«Mis instintos se exacerbaron al máximo, esos atributos de adolescente, además de hermoso cuerpo de mujer. Me tragué su verga, hasta que las bolas tocaron mis labios, mi lengua lamía y relamía la punta de ese ariete con fruición. Comenzó a moverse y gemir, su palo estaba muy caliente dentro de mi boca. Lo saqué de ella y comencé a pasar mi lengua por sus bolas, mientras mis ojos miraban el falo que se erguía ante ellos. Vi que su candela se movía como queriendo largar su primer chorro, seguí sin dejar de mirar su punta, quería ver salir del agujero el blanco líquido. Cuando me di cuenta que ya largaba, me puse a distancia de poder ver y atrapar en mi boca abierta ese cálido licor. Cuando saltó lo vi en todo su esplendor, blanco, viscoso, un chorro enorme, la luz negra que había encendido era para eso, para ver saltar la crema. Vi que Flor también miraba su semen, antes de que terminara de salir me puse su ariete en la boca y absorbí todo en mi. Me lo tragué, me vino un orgasmo múltiple, apreté con mis labios la cabeza del gusano y lo apreté con mis labios rodeándolo»

«Flor estaba a mil, me dijo; -Quiero todo lo que te venga hacer; estoy sumamente caliente, quiero que gocemos»

«Le di vuelta sin dejar de agarrar su pene con las manos, vi sus glúteos deseables; comencé a besárselos, lamérselos; a cada lengüetazo se estremecía y pedía: -Mas, mas..»

«Sin poder contenerme metí mi lengua en el agujero de su culo, lo besé y lamí hasta que me dijo que acabaría; la hice girar y otra vez tragué su néctar»

«Se inclinó sobre mí, me empezó a besar desde la boca hasta la concha, allí metió su lengua, la pasó arriba y abajo, dentro fuera, me apretó el coño con sus labios y repitió el rito hasta que me vino un orgasmo múltiple fantástico»

«Cuando tragó mi miel, estaba con la verga al máximo, debía de tener como veinticinco centímetros, más delgada que las que conocí y probé, la punta de su gusano era bastante más gorda. Esa cabezota estaba púrpura, se la besé, sentí su calor. Me puse en perrito en el sofá con mi trasero hacia Flor. Abrí mi vagina para que me pusiera todo dentro. Primero me la besó, mis jugos corrían por mis piernas y con la lengua los llevó al lugar para que quedara bien mojada. Sentí la cabezota caliente en la puerta de mi cueva, me venía un orgasmo, se dio cuenta, arremetió con energía; sentí como entró llenándome, tocando el fondo; acabé, me vinieron como tres orgasmos seguidos. Apreté mi concha para sentir mis jugos junto con su verga. Comenzó el vaivén con su cuerpo, también con su mano la movía para recorrerme todo; cuando alcanzó mi punto G, le dije que quedara allí, empujara hasta sentir su bolas en la puerta de mi concha. Flor empujaba y movía arriba y abajo su alfanje, con cada arremetida yo acababa. Nunca había acabado tanto»

«Con un aviso previo acabamos una vez más, esta vez las dos juntas, fue el paroxismo; ella seguía dando de serruchadas. Su gusano quería una última. Le di mejor oportunidad, yo también quería algo»

«Saqué su verga de mi concha, la tenía resbalosa del cóctel dentro de mí. Abrí mi culo separando mis glúteos con las manos, le dije dejará caer jugo de mi concha con su boca. Lo hizo, le agarré el miembro, lo puse en mi agujero, cuando lo sentí allí, tiré hacia atrás hasta quedó todo dentro de mi. Flor comenzó a bombear, su gusano recorría desde la puerta al fondo, sólo detenido en su avance por las bolas que golpeaban mi coño, era divino. Cuando estaba por largar el último galón de su semen, se inclinó sobre mí, ahí sentí otra vez mi punto G; comencé a tener un orgasmo detrás de otro, era una avalancha de líquidos y placer, apreté mi culo, Flor me largó su leche en cantidades también quedando enganchadas hasta que su falo decayó»

«Nos acostamos y como último obsequio entre ambas nos mandamos un sesenta y nueve para dejar vacíos nuestros sexos, con las cañerías limpias para la siguiente vez»

Amiga Sandra, los demás días fue trabajo y el mismo placer por las noches en otras posiciones.

Continúa la serie