Capítulo 2

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El estudio jurídico II: Perdiendo el control

«Bueno bebe, estas contratado, empezas ahora mismo»

Yo no entendía nada, había abusado de mi, me había utilizado y ahora era su empleado, mi cara lo decía todo.

«Jajaja.. no creerás que esa va a ser tu función dentro del estudio..», «Esto fue una broma de bienvenida nada más. Si la Dra. Friedel se entera de esto estoy muerta».

Seguía perplejo, que clase de sentido del humor tenia esa enigmática mujer?. Al menos nadie sabia que llevaba pantys, eso de alguna forma era un alivio.

«Ahora voy a mostrarte tu lugar de trabajo y voy a presentarte a tus compañeras»

Salimos al pasillo.. por alguna razón me pareció que todo el mundo me estaba mirando, sin duda era idea mía, era imposible que todo el mundo en la oficina supiera la verdad, trate de actuar con naturalidad.

Dios.. el nylon contra la tela del jean me daba calor, mi pene no cedía en su lucha por erguirse y zafarse de la tela que lo tenia prisionero. Dibujaba un pequeño montículo que era visible desde afuera. Naturalmente no intente acomodarlo, no quería revelar nada. Estaba al borde del colapso nuevamente.. Caminando por largos pasillos con escritorios llegamos hasta uno que estaba vacío, deduje que era el mío. A la derecha había una oficina. En la puerta se leía Dra. Zara Friedel.

«Este es tu escritorio, sos el nuevo ayudante de la Dra. Friedel»

«Ayudante»?

«Queres que te llame secretaria mejor?»

El comentario no me hizo gracia, un frío recorrió toda mi espalda.

«No, ayudante esta bien»

Me senté y acomode algunas pocas cosas que tenia conmigo, el resto del material me lo proporcionaba el estudio, pensaba mantener ordenado el escritorio, ser cumplidor con mi jefe y mantenerme lo mas alejado posible de Ana, de todos modos sabia que ella no intentaría nada estando la Dra. cerca pues como ella mismo me dijo la despedirían.

Antes que se fuera le pregunte por el baño, necesitaba desesperadamente acomodarme el paquete y tomar aire.

«Por este pasillo al final, la primera puerta a la derecha» me dijo

Se despidió y volvió a su oficina. Mientras tanto yo me encamine hacia el baño, al llegar veo que la primera puerta a la derecha es el baño de mujeres «Maldita sea!, sigue jugando conmigo», instintivamente abrí la puerta de al lado, grande fue mi sorpresa al encontrarme con un deposito, eso no era el baño de hombres era un deposito donde habían acumulado montañas de expedientes y carpetas viejas.

Volví sobre mis pasos al escritorio mas cercano, encontré a un mujer leyendo un papel, tenia aspecto de ejecutiva, llevaba saco y una falda hasta no mas arriba de la mitad de sus muslos, era hermosa, rubia, unas piernas larguísimas, llevaba medias color negro, y zapatos azules, en combinación con su traje. Suavemente carraspee para llamar su atención

«Perdón, podría indicarme donde queda el baño de hombres»?

Levanto la vista del papel, al verme su cara se volvió mas jovial, casi alegre

«Tu debes ser el nuevo, no?»

«Si, Me llamo Daniel» Parece que la voz ya había corrido por el piso, no era de extrañar, era el primer hombre que contrataban.

«Eugenia, mucho gusto» Me estrecho la mano con cordialidad

«Disculpame Eugenia, podrías decirme donde esta el baño de caballeros por favor»?

No quería tener que ser insistente o molesto, pero realmente necesitaba con urgencia el sanitario.

«Lo lamento, pero no tenemos baño de caballeros, hace mucho tiempo que lo clausuramos y lo hicimos deposito» «Tendrás que ir al de mujeres»

La mire con mala cara. Prefería ir al baño de otro piso antes que entrar al de mujeres.

«Tranquilo, ahora que estas acá instalaremos un baño especial, pero mientras tanto tendrás que compartir el baño con nosotras, no es tan malo después de todo, no es el sueño de todo hombre estar en el baño de mujeres?» Su humor era parecido al de Ana, pero se la notaba en todo caso mas femenina.

Decidí hacerle caso, no se porque, y entre al baño de mujeres. Era mas grande de lo que parecía desde afuera, un gran espejo a la izquierda, donde estaba la mesada de mármol, las paredes estaban completamente azulejadas de color blanco y decoradas con una guarda de color azul. Había dos mujeres retocándose el maquillaje cuando yo entre, ambas se dieron vuelta para mirarme, solo me saludaron, pero no parecían sorprendidas por mi presencia.

Yo fui directamente hasta el retrete, cerré la puerta y la tranque. Me baje los pantalones y una vez mas pude ver mis pantys rojas y mis bragas rosas, por un momento pensé en quitármelas, pero luego me di cuenta que de hacerlo no tendría donde ocultarlas, y no podía dejarlas ahí tiradas alguien se daría cuenta, y si todo saltaba a la luz pronto se descubriría la verdad. Mientras me bajaba las pantys y mis bragas decidí aguantar el resto del día, si actuaba con discreción nadie tenia porque enterarse y para mañana todo seria solo un desagradable recuerdo.

Intente acomodar mi pene lo mejor que pude, seguía parado, algo achicharrado por la presión pero ahí firme en su posición, lo baje lo mejor que pude y volví a ponerme la ropa femenina. La excursión al baño no me había servido de mucho, pero al menos pude limpiarme la cara refrescarme y recuperar el aliento. La excitación por toda la situación me tenia algo acalorado. Al regresar a mi escritorio volví a encontrar a Eugenia, esta vez me detuve a mirarla con mas detenimiento, era realmente hermosa.

«Soy yo de nuevo, vine a dejarte esto..» Dejo sobre mi escritorio una carpeta amarilla y se fue. Mientras ojeaba los papeles de la carpeta miraba de reojo a Eugenia, su forma de caminar sensual, como movía las caderas casi parecía intencional.

El resto de la tarde fue bastante tranquila para mi, incluso ya me estaba acostumbrando a llevar puesta la ropa interior femenina, casi empezaba a sentirme cómodo con ella. Tuve que atender el teléfono, hacer cientos de fotocopias, y cumplir con algunos recados, eso me dio la oportunidad de recorrer todo el piso, y conocer al menos de vista a la mayoría de mis compañeras, aunque todavía no había conocido a la Dra. Friedl, que iba a esta fuera del estudio toda la tarde.

Serian ya las cinco de la tarde cuando Eugenia regreso a mi escritorio, había una reunión con una clienta importante y Katia me quería allí ya que yo era el ayudante de la Dra. Friedl y tenia que estar presente para detallar sobre la reunión mas tarde y ponerla por escrito, para mi eso no tenia mucho sentido, pero así eran las reglas del estudio. Parece que Zara (aunque todos en el piso la llamaban «Dra.» y parece, no le gustaba que la llamaran por el nombre solo) controlaba absolutamente todo lo que pasaba en su estudio, y yo como su ayudante personal era algo así como sus ojos y oídos dentro del estudio.

«Quien es Katia» pregunte yo. Nunca la había oído nombrar, y por el modo en que Eugenia hablaba de ella muy posiblemente tampoco la había visto.

«La Dra. Hess es la segunda de la Dra. Friedel, es su mano derecha, por eso quiere que estés ahí, ambas comparten ayudante»

«Y también la oficina, supongo»

«Que chico listo!, veo que vas entendiendo como funcionan las cosas por acá»

Termine de hacer unas fotocopias que Eugenia me encargo y luego fui para la oficina de la Dra. Era una oficina enorme, muy bien decorada y casi suntuosa, en ciertos detalles era similar a la de Ana, pero mas grande, aunque la disposición de los muebles y de los objetos en general eran bastante parecido, aunque busque algún detalle que me lo revelara nada en la oficina indicaba que era compartida, eso me extraño, aunque no dije nada por supuesto, pero la todo en la oficina era en singular, excepto por los sillones y por cuadros todo era singular, el enorme escritorio, la computadora. Y opuesto al mueble principal del lugar un enorme sillón de cuero negro de cuatro cuerpos, al ver el sillón volvió a mi mente el jueguito de cartas y mi pene también lo recordó, irguiéndose una vez mas, dejando traslucir un pequeño bulto en mis jeans.

Odiaba tener que confesarlo, pero la suavidad de la tela que llevaba en mis piernas me hacia sentir sexy, era yo un afeminado?, o en verdad la ropa interior femenina es sexy?. Tenia que dejar de pensar en el asunto, tenia que concentrarme en la reunión.

Pensaba en ir al baño a hacerme una paja cuando todo aquello terminara, seguramente ya quedaría poca gente en el piso, así que podría perder algunos minutos en satisfacerme. De todos modos no tardaría mucho, en el estado en que estaba apenas tocarme ya estaría listo.

Al entrar la reunión ya había empezado, o eso creía yo. Se escuchaban risas y una conversación animada. Al abrir la puerta las risas cesaron.

«Llegas tarde» exclamo una voz impaciente que provenía del escritorio. Sentada sobre el mueble se encaramaba una imponente presencia femenina. Supuse que seria Katia. Me sorprendió la informalidad de su vestimenta.

Katia lucia espléndida, alta, de piernas bien formadas, el pelo castaño oscuro, sus labios de un profundo rojo, vestía un chaleco negro sin mangas, una pollera con un tremendo tajo hasta casi el comienzo de sus muslos, floreada a tono con el chaleco y pantys color piel. Descalza, mostrando sus hermosos dedos, cuando su mirada se clavo en mi me sentí levemente incomodo, intentaba evitar mirar sus maravillosas piernas, desvié mi mirada hacia el sofá.

«Ella es Angélica» me dijo Katia, una clienta asidua.

«Mucho gusto, soy Daniel» me acerque y la salude dándole la mano. Su actitud parecía de mucha confianza, note que miraba descaradamente el bulto de mi pantalón. Estaba cómodamente reclinada en el sillón.

Angélica seria una mujer de unos cuarenta y tanto de años, no era una belleza, pero se conservaba bastante bien. Tenia lindos pechos, su forma quedaba claramente en relieve sobre la blusa negra que llevaba puesta, su amplia falda caía sobre el sillón y no dejaba ver nada de sus piernas a excepción de un pie (ese detalle me gustaba) envuelto en nylon negro, el pelo corto, enrulado y una amplia sonrisa que me dedicaba abiertamente. Angélica me invito a sentarme al lado suyo. Mire a Katia, solo hizo un gesto afirmativo.

Mi pija me empezaba a delatar, el estar cerca de esa mujer, y ella rozarme como por descuido me encendía. Una vez que me senté ella se levanto. Yo temía lo peor.

«Quiero verte» dijo secamente Katia que seguía sentada sobre el escritorio.

«No entiendo..» dije yo. Mirando a Katia y casi implorándole.

Angélica se rió, y me dio una palmada en una de mis rodillas. Sabrían algo?, o solo se estaban divirtiendo?.

«No oíste, estúpido?» «.. vamos a ver si esta entrenado» Katia se levanto y llego hasta donde estaba yo.

«Sácate las zapatillas por favor» Me fulmino con la mirada, no opuse ninguna resistencia

Tímidamente me desate los cordones de mi calzado y me lo quite. Ahí estaban las medias rosas, de voladitos asomando traicioneramente por la botamanga del pantalón. Mi vergüenza era mayúscula, el corazón comenzó a latirme muy fuerte y mi cara se puso roja.

«Yo..yo….» empecé, intentado disculparme

Katia seguía delante de mi con el rostro imperturbable. Angélica me miraba juguetonamente. En ese momento alguien toco a la puerta. Mire con cara de miedo a Katia, no parecía ni sorprendida ni enojada por lo que estaba viendo, aunque su rostro era de piedra, la chispa de sus ojos delataba el placer que sentía al verme así. Yo baje la mirada.

«Pase» al oír el ruido de la puerta que se abría quise ocultar mis pies, me senté sobre el sillón con las piernas cruzadas tapando con mi propias piernas aquello que me avergonzaba.

Angélica seguía divertida la escena.

Levante la cabeza, era Eugenia, cerro la puerta y se sentó sobre el escritorio, justo en frente mío. Las tres mujeres me miraban, en ese momento sentía impotencia, no tenia modo de escapar de ahí.

Katia se sentó al lado mío, puso su mano sobre mi entrepierna y comenzó a acariciarme despacio mis huevos y mi pija al tiempo que puso su boca sobre la mía y metió profundamente su lengua dentro de mi garganta, mi propia lengua no tardo nada en encontrar la suya y fundirse en una danza desenfrenada.

A la vez su mano desabrocho el cierre de mi pantalón y se introdujo dentro de mi entrepierna, me seguía masajeando cuidadosamente los huevos, toco mi pija y siguió hasta atrás, hasta casi llegar al inicio de mi culo, su mano era deliciosa, se mostraba experta, quería que continuara por horas.

Prácticamente me hizo olvidar lo malo de mi situación. Lentamente me fue recostando sobre el sillón hasta que quede acostado completamente, y ella arriba mío. El éxtasis era total, por unos momentos olvide que había dos personas mas en la oficina viéndonos, por fin ella fue quien alejo sus labios de mi los míos y se hecho para adelante, quedando arriba de mi cintura. Estaba flojo y mas relajado. Ese había sido el beso mas erótico y mas caliente que me habían dado en toda mi vida.

«Eso fue…» No pude terminar la frase, una fuerte cachetada me sorprendió.

«Callate puta,!» «Hablas cuando yo te diga»

Hubiera querido quejarme, pero ya tenia lista su mano sobre mis bolas, decidí evitarme el dolor.

«Así que perdiste jugando al poker.. putita»No pudiste evitar la tentación de querer verla desnuda..». Su tono era de sorna. Son todos iguales.

«Yo..»Como sabia lo que había pasado.. Ana se lo había contado?

Mientras tanto ella seguía arriba mío, ya no podía ocultar mis pantys rojas.. eran bien visibles.. Katia termino de sacarme los pantalones. Y ahí estaba yo acostado sobre el sillón, Mi pija estaba durísima, estaba a punto de explotar una vez mas.

«MMMMMMMM…… que lindo…..» Angélica se acerco a mi y levemente toco mi pija.

«Que machito..» acoto Eugenia.

«Vos vas a ser mi putita… eso te gusta no»?. Mi cuerpo ardía, no me obedecía, estaba bajo el embrujo de aquellas mujeres.

«Yo no…» Otra vez una cachetada.

«Es hora de que aprendas a comportarte como una mujer» Mi cara se transfiguro por el terror.. que quería ella de mi?.

«Y para empezar vamos a educar a tu amigo, que bastante mal se porta». Dijo señalando mi pija que estaba completamente erecta

Tras un certero y dolorosísimo golpe en el medio de mi órgano logro aplacarlo haciendo que casi instantáneamente perdiera fuerza hasta quedar reducido a su mínima expresión.

Y acto seguido se abalanzo nuevamente sobre mi, sellando mis labios con los suyos en un beso igual de apasionado y extasiante, como el anterior, que logro volver a poner mi mástil de pie y durísimo. Cuando se percato de esto otra vez volvió a golpear con fuerza mi miembro, el dolor era insoportable.

«Parece que tu amigo no aprende…» No pude contestar, el dolor me tenia paralizado.

Una vez mas mi miembro perdió su tamaño y quedo fláccido. Mi cara lo decía todo, no podía soportar mas aquella tortura.

Mientras tanto Eugenia se acerco hasta mi cara, y me puso su zapato casi en mi boca cara..

«Quiero que brille».. Me estaba ordenando que lamiera sus zapatos, yo quise negarme, pero Katia me volvió a pegar, aun así intente resistirme. Entonces ella puso dos dedos sobre mi nariz y la apretó con fuerza, me estaba ahogando, tuve que abrir la boca para tomar aire.. Eugenia aprovecho el momento y metió la punta del zapato dentro de mi boca. El sabor del cuero se mezclaba con el sudor del pie y el sabor agrio de la suela.. mi lengua iba sola jamás había hecho nada parecido a esto y sin embargo mi trabajo era bastante aceptable.

«Parece que naciste para esto….mmmmmmmmmm…….que bien…….ahhhhh…..»

Cuando me saco el zapato de la boca estaba brilloso, producto de la saliva. Mi pija involuntariamente estaba nuevamente en alza, encontraba aquello oscuramente excitante.

«Creo que el perro merece una recompensa por haberse portado tan bien… » Dijo Katia, mientras paseaba el revés de su mano por mi escroto. El placer hacia que tuviera que cerrar los ojos, no podía resistir sus caricias.

Por fin la Dra. Hess metió su mano entre mis pantys justo para recibir toda mi leche en su mano.. logre acabar, eso era un alivio, lo necesitaba. Angélica solo seguía la escena fascinada, me estaban ordeñando, y a ella parecía gustarle.

Katia saco su mano llena de mi liquido caliente y espeso, el olor que despedía era muy fuerte, lo acerco a mi boca, y yo lo acepte sin chistar, no quería que me pegara, tenia miedo, y no podía pelear. Me presento su mano y lamí hasta la ultima gota, hasta limpiarla

«Muuuuuuuuuyyyyyyyy bieeeeeeeeeeennnnnn…… estas aprendiendo putita»

esta vez no tenia excusa, me había tragado mi leche simplemente por hacerlo. Cuando termine de lamer su mano se levanto del sofá, dejándome libre. Sin embargo no me levante, sentía que no tenia fuerzas para levantarme, estaba agotado, y además, de pararme seguramente Eugenia o Katia me obligarían a hacer algo. Me sentía violado.

«De rodillas puta!» No se porque pero obedecí instantáneamente. Me baje del sillón y me puse en cuatro patas, la pija en alza una vez mas, aun dentro de los pantys y chorreando mi crema blanca. Estaba avergonzadísimo y a la vez muy caliente, esperaba que no tuvieran mas ordenes para mi, me quería ir lo mas pronto posible de esa oficina.

Angélica se acerco hasta mi riendo y paso su mano por mi cara, hizo que me parara,

«Creo que por hoy es suficiente, pero me gusta, con algo de entrenamiento podría serme muy útil»

Luego se despidió de Katia y Eugenia y se retiro de la oficina, yo me quede ahí parado como un estúpido, no podía creer lo que acababa de escuchar, que quería ella de mi?

No me animaba a decir una palabra, me moría de ganas por preguntar, pero tenia miedo de ambas mujeres, o tal vez de la respuesta. Como podía estar pasándome eso a mi, como era posible, como había empezado todo?

Todo era culpa de Ana y su estúpida propuesta.. estarían confabuladas esas mujeres?, que clase de broma era esa?, de pronto recordé lo que había dicho Ana, todo lo que tenia que hacer era hablar con la Dra. Friedel y todas ellas acabarían despedidas… me las iban a pagar, el chiste había ido demasiado lejos.

Con toda la dignidad que me permitía el momento y recobrando por unos instantes el valor para enfrentarlas, las amenace.

«Voy a hablar con la Dra. Friedel!, me las van a pagar, esto no se queda así!»

«Que vas a hacer?, decirle que te gusta usar ropas de mujer?, queres que se entere que sos una mariquita?» El tono de Eugenia era como de amenaza

Estaba tan resentido con ellas que aun a costa de mi propio orgullo iba a hacer que las echaran, y si eso me costaba el trabajo, como seguramente sucedería, no me importaba.

Iba a esperar a que llegara, y pensaba contarle toda la verdad, y evitarme males mayores y desquitarme de Ana, Eugenia, y Katia.

«No me voy a ir de esta oficina ni ustedes tampoco hasta que hable con la Dra. Friedel,»

A pesar de sonar muy convencido estaba algo confundido, la situación era algo ridícula, yo parado en el medio de la oficina en ropa interior femenina discutiendo y amenazando, no sabia si ponerme los jeans o quedarme como estaba, tampoco sabia que iba a decirle a la Dra., como iba a explicarle todo?.

«Ya debe estar por llegar.. » Dijo Katia, tranquilamente

Tuve suerte.. no tuve que esperar mucho. Apenas un minuto después oí un ruido de pasos junto a la puerta, supuse que seria Zara me di vuelta y sonreí maliciosamente hacia mis torturadoras.

Lentamente se abrió la puerta, vi la mano en el picaporte, pero la Dra. no terminaba de entrar. Alguien la había llamado justo antes de entrar, por el cristal de la puerta podía ver su silueta, pero no podía verla, su voz me sonaba familiar, pero no acertaba a decir donde la había oído antes. Cuando al fin la conversación termino y se decidió a entrar, Eugenia y Katia se acercaron a mi y se pararon de frente a la puerta, imaginaba la escena, yo aun sin los pantalones, entonces al fin esa silueta se hizo presente dentro de la habitación.

Era Ana, una vez mas..

«Buenas tardes Dra. Friedel» dijeron a coro Katia y Eugenia

«Buenas tardes, mascotas»

Habría escuchado mal?, eso no podía ser..

«Pero..»

«JA JA JA JA» Solo escuche risas..

«No vas a saludar a tu superior?»

Ana me miro directamente a los ojos, su expresión era dura, a la vez que divertida. Temblaba por dentro, no podía estar pasando de verdad.

Ana, aun llevaba el traje negro, se había puesto los zapatos y note que llevaba el cabello suelto, el pelo negro le llegaba hasta la mitad de su cuello. Su actitud era de completa autoridad, cerro la puerta y se acerco hasta mi. Yo la seguía con la vista, en silencio.

Lentamente me hecho un vistazo de arriba hacia abajo, evaluativamente.

«Pe..pero..que pasa?… donde esta la Dra. Za….»?

«Soy yo putita»

«No es justo!, me engañaste otra vez!» dije haciendo puchero

«No pudiste resistirlo… tenias que demostrar que eras un macho.. vamos a ver cuanto te queda de eso mas adelante..» «Fue demasiado fácil.. una droga en el café para hacerte sugestionable, un poco de coqueteo y el resto viene solo»

La cabeza me daba vueltas, sus palabras me aterraron. La maldita me había engañado dos veces, que quería de mi?

«Como veras.. este es un estudio de mujeres, no hay lugar para hombres..»

«Renuncio entonces!» dije, casi gritando.. era una buena manera de escaparme de todo eso

«No bebe… no podes renunciar.. » Dijo Zara casi ronroneando (ese es su verdadero nombre, ya lo había descubierto) «Porque tu voluntad ya no te pertenece, ahora soy tu dueña, y hago lo que quiera con tu miserable ser» Poso seductoramente su mano por mi cara, casi como una caricia. Yo estaba expectante, acaso Zara se habría vuelto loca?. Que estaba pasando.

A todo esto las otras dos mujeres aun estaban sus lugares, como dos guardianes, detrás mío.

«Aun estas bajo mi hechizo..» Luego de terminar la frase sentí un terrible rodillazo en mis huevos. Caí como una bolsa de papas, el dolor era inmenso, a la vez que mi pobre pija intentaba erguirse yo estaba tirado en el piso revolcándome de dolor, salían lagrimas de mis ojos, mitad por impotencia mitad por dolor.

Katia y Eugenia me recogieron del piso y me sentaron en una silla, yo todavía atontado por el golpe me deje hacer, luego me ataron con soga, mientras tanto Zara fue hasta su escritorio.

«Ahora empieza tu verdadero entrenamiento…» Yo aun estaba dolorido por el golpe, no podía soportarlo mas, estaba agotado físicamente.

No entendía para que todo aquello, de que entrenamiento hablaba. Y que relación tendría con Angélica.

«Que.. que me van a hacer»? se noto el miedo en mi voz

«Te vamos a embellecer» Dijo Zara mientras me pinchaba con una aguja..

Continúa la serie