Capítulo 3

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Nuestro TaxiBoy

Desde que nací mis padres me han dicho una cosa si quieres algo que te gusta cómpralo nunca dudes, somos ricos y podemos darnos lujos que otros no.

Así fue, cada cosa extraña que quería la tenia, sin importar color, forma o en que rincón del mundo se encuentre, como mi padres decía el dinero puede todo…nosotros tenemos demasiado y parece no tener fin.

Crecí rodeado de lujos y amigos falsos, sabía que estaban conmigo solo por las fiestas, viajes o las drogas que podía conseguir. Ellos nunca pusieron un solo centavo, solo se preocupaban por recibir todo lo que me pedían yo era un tonto ingenuo al que no le importaba, les regale celulares de última generación, joyas, relojes hasta autos. Sabia muy bien que estaban conmigo por esas razones pero en ese entonces no le di importancia lo único que quería era recibir afecto, aunque debo confesar que nunca me falto.

Mis padres estuvieron conmigo en todo momento nunca se atrevieron a dejarme solo o bajo el cuidado de alguna niñera, no fue hasta que cumplí los 18 que les roge por libertad y ahí fue cuando descubrí el mundo que me rodea y me di cuenta que soy bisexual, aunque me atraen más los hombres. No era que no me lo imaginaba pero al estar todo el día con mis padres no pude disfrutar mi sexualidad como me hubiese gustado.

No quería ser ese gay de closet que vivía una vida sin vivirla por lo tanto lo primero que hice fue gritarlo a los cuatro vientos, primero frente a mis amigos. Paso lo que tenía que pasar justo como imagine. Algunos de mis amigos me ignorando, solo les importa ir de compras para que les compre ese Jean que tanto quieren o el ultimo perfume que acaba de salir… otros en cambio quisieron seducirme ya que tener un novio con tanto dinero como yo lo tengo le aseguraría un futuro sin problemas, al principio no me resultó tan mala idea, de entre todos mis amigos/pretendientes elegí al mas lindo y se los presente a mis padres, ellos tomaron la noticia muy bien incluso aceptaron a mi novio como si fuera hijo suyo. Le empezaron a cumplir todos sus caprichos y eso lo volvió muy arrogante, dejo de tener citas conmigo para pasar a tener reuniones con sus amigos utilizando mi dinero, poco a poco se fue olvidando de mí, hasta que un día lo encontré en una fiesta que él organizo en una de mis casas, lo encontré en nuestra habitación con dos hermosas rubias, para mí eso fue devastador, él me vio e intento arreglarlo pero ya era demasiado tarde, me fui de ahí llorando.

Por suerte mi familia no tiene tanto dinero por ser buenos y solidarios. Esa noche cuando mi padre llego a casa, me encontró llorando por mi entonces novio. Después de darme un sermón, me prometió que se iba a encargar de ese bastardo. Me dijo que el único que puede hacerme llorar es él porque es mi padre, que no tengo que ir por la vida derramando lagrimas por cualquier cosa o persona, la gente de nuestra clase social no llora, y si lo hace se asegura que cada lagrima se vuelva un puñal contra la persona que la provoco.

También me dijo que me valla de vacaciones y tenga sexo con los mejores cuerpos del mundo, que gaste lo que tenga que gastar. La vida es una sola no sirve para nada ponerse a llorar por un hombre que no vale la pena, que si voy a llorar que al menos valga algo. Se que lo dijo en doble sentido ya que esa es su forma de hablar.

No lo pensé al día siguiente me fui a Miami, donde la belleza masculina abunda. Entre a bares y pague, pague sumas de dinero exorbitantes por hombres que pasaban días enteros en gimnasio, sin importarles nada. Fue la mejor decisión que pude haber tomado.

Es fácil y rápido elegís al que mas te guste de una lista de candidatos, normalmente busco al que tiene mejor contextura física, luego tengo sexo, por último pago y quizás nos volvamos a ver. Es como ir a un restaurante a comer.

Y así pase los últimos 5 años de mi vida viajando, gastando dinero en hombres extremadamente lindos. No tengo amigos, no los necesitó, y a mi familia la visito cada tanto. No tengo intenciones de enamorarme y menos de dejar la vida que llevo.

(***)

Hace un par de meses volví a mi país después de  haber pasado 5 años viajando por el mundo, disfrutando de los cuerpos más lindos y más caros de cada lugar que visite.

Tuve que cancelar todo ya que mi padre esta mal y me pidió ayuda con su empresa, no podía negarme él siempre me dio todo y aparte lo quiero mucho, no puedo ignorar su llamado.

Mi madre esta tan feliz que organizo una fiesta de bienvenida, todos mis parientes estuvieron en esa celebración, aunque nadie sabía exactamente para que, solo estaban ahí porque les gusta figurar en todos los eventos sociales y no tan sociales que organizamos. A todas las personas que forman parte de nuestro circulo intimo ya sean amigos cercanos, parientes o socios les gusta mostrarse, ver quien gano más dinero el último año… Obviamente mi familia los pasa por millones.

Desde que volví estoy más tranquilo, el trabajo me quita mucho tiempo. Pero a pesar de eso sigo mi vida de sexo pago, es algo que disfruto mucho, no voy a dejar de hacerlo, de esta forma me aseguro que nadie me vulva a lastimar, además esas personas no saben quién soy, por lo tanto no me exigen nada.

No tengo vida amorosa porque no la necesitó tengo todo lo el dinero del mundo, puede comprar lo que quiero, no necesito más.

¿Amigos? No los necesito, estoy bien como estoy… no necesito nada.

O eso creía, hasta que un día, estando en el gran comedor que tiene mi madre en su lujosa casa, dijo algo que jamás pensé que saldría de su boca.

  • Necesitas un novio.
  • ¿Por qué dices eso Madre?
  • Tu Padre está muy mal, no sabemos cuanto tiempo pueda estar con nosotros. Cuando él no este tú y tú novio se tendrán que hacer cargo de la empresa. Aparte ya es hora que me hagas abuela.
  • Lo siento Madre, no te hare abuela… Puedo hacerme cargo de la empresa yo solo.
  • No…no puedes… Si para dentro de un mes no me presentas un novio, puedes irte olvidando de todos tus lujos.
  • Madre no estoy para bromas.
  • No es ninguna broma, es un ultimatun… Ya has disfrutado mucho de tu vida y de todo el dinero mal gastado.
  • Ustedes siempre me dijeron que el dinero no es un problema que compre lo que quiera sin importar el costo.
  • Sí… lo dije y lo sigo diciendo… Pero ese no es el punto… Elpunto es que debes aunque sea intentarlo, solo eso, no todos nacemos para estar en pareja. Pero hay veces que una pareja nos potencia y tú no lo sabrás si no lo intentes.
  • Pero Madre… Una vez lo intente y viste lo que paso.
  • Un tropiezo no es caída, por favor prométeme que lo intentaras.
  • Está bien… Lo hare…

Bien será cuestión de dejar mi fabulosa vida de lado para complacer a mi madre. Tal vez tenga razón, necesito intentarlo. Pero antes vamos a despedir mi vida con uno de mis TaxiBoy favoritos.

Desde que volví fue uno de los chicos que más visite, es muy lindo y tiene un miembro que me hace temblar, sabe hacer muy bien su trabajo.

Estuve con muchos pero él es mejor, es muy educado, muy limpio. A su alrededor siempre hay un aire de seguridad.

Su barba perfectamente recortada y sus ojos de ese color profundo, hacen que todo mi cuerpo colapse, su voz es tan fuerte que apenas dice una palabra, mi pene se erecta.

Las pocas sonrisa que le eh visto son simplemente perfectas, Hace el amor con mucha delicadeza y pasión, vuelvo a repetirlo, estuve con muchos hombres, pero con ninguno la paso también como la paso con él.

(***)

Llego a su departamento, subo y toco su puerta, me abre, entro.

No hace falta saludos sabe para que vengo.

Me besa y me empieza a desvestir, tiene puesto un pantalón corto y una remera algo gastada por lo que desvestirlo no es gran problema, una vez que estamos los dos desnudo me tomo uno segundo para contemplarlo, es hermoso en realidad, su físico es producto de largas horas en algún gimnasio, su pene aun dormido tiene untamaño considerable, la primera vez que vine y vi esa herramienta casi me desmayo, mi intención era ser activo pero él no me dejo ya que es su perfil dice que es solo activo, tenía dos opciones, aceptar ser el pasivo o irme. Después de ver semejante hombre no pude resistirme y tuve que ser yo quien recibiera su enorme miembro, no es que no lo halla echo antes es solo que si me dan a elegir prefiero ser yo el que toma el control de la situación.

Me toma de los hombros y me obliga a bajar hasta su miembro que esta semi erecto, lo tomo con mi mano y lo masturbo un poco para luego llevarlo a mi boca. Algo de líquido preseminal empieza a salir, pero yo lo tomo todo con mi lengua. Para no desperdiciar ni una sola gota de su esencia. Mientras tengo su pene en mi boca, dejo que mi lengua haga todo el trabajo, siento como de apoco se va haciendo más y más grande, no miento este pene debe medir unos 24 centímetros por 6. Son muy pocas las veces que tuve la oportunidad de estar con un miembro de este tamaño.

Puedo tener todo el dinero que quiera, y ser una persona muy poderosa… Pero cuando estoy con esta persona y tomo su pene entre en mis manos, siento que no tengo nada, incluso llego a olvidar quien soy y lo que represento.

Después de un rato de tener su pone en mí boca en esta posición me toma de los pelos y me obliga a levantarme, me besa de una manera muy demandante y me tira a la cama como si fuera un saco de carne. Me vuelve a besar y empieza a bajar por mi cuerpo dejando pequeños chupones llega a mi pene y lo introduce en su boca. Una vez me dijo que él hacía de todo que no tenía problemas mientras le pague. Lo único que no es negociable es que lo penetren pero si quiero chuparle el trasero él no se negara. Esa también es una de las razones por cual me quede y no me fui ese día.

Me empieza a chupar el pene de una manera espectacular, se nota que tiene experiencia en esto, mientras lo hace un par de dedos ensalivados empiezan a jugar con la entrada de mí trasero, se siente tan bien tener sus dedos ahí y mi pene en su boca, me lleva a otro mundo y hace olvidarme de todo…extrañare esto.

Saca mi pene de su boca, al igual que sus dedos de mí trasero, con su lengua baja hasta la mi ano y empieza a lamerlo, mientras que su mano empieza a masturbarme, siempre me gusto tener el control de todo lo que me rodea pero cuando estoy con él dejo que tome de mi todo lo que necesite y haga lo que quiera.

Vuelve a ponerme un dedo dentro de mi mientras que con la otra mano me masturba, esta vez se me queda mirando a los ojo, no veo ninguna emoción en él, debe ser porque ya lo ah echo demasiadas veces, o será que yo estoy tan perdido que no distingo nada.

Introduce un segundo dedo, siento como mi cuerpo se estremece por su introducción y la verdad estoy llegando al punto de no aguantar más, necesito algo más que solo un par de dedos. Empiezo a hacer fricción con mi cuerpo para que el capte la indirecta, normalmente no hablamos para nada, solo un “hola” “chau” “cuanto te debo”. Aprendí a hablarle con el movimiento de mi cuerpo.

Saca sus dedos, me vuelve a besar, mientras lo hace de a poco va introduciendo su pene dentro mí, al principio se siento feo, doloroso, es como si te estuvieran partiendo en dos, pero el sigue sin importar como yo me estoy sintiendo, una vez que está dentro, espera que deje de poner la cara de dolor que pongo y empieza con el mete y ponga, vuelvo a sentir ese dolor pero se va rápidamente y ahora si disfruto de verdad.

Al cabo de un rato y con ayuda de él término acabando sobre mi pecho grandes cantidades de semen, algunas cayeron en su sabanas, pero a él parece no importarle. Saca su pene el cual tiene puesto un preservativo, se aleja un poco, recoge una toalla y me la ofrece mientras tira el preservativo dentro del tacho. Puedo seguir una ronda más y sé que él también. Pero solo me quedo observándolo, realmente es un muy lindo chico, verlo desnudo y sudado por lo que acabamos de hacer me hace querer quedarme toda la noche en este lugar.

Mientras me estoy terminando de cambiar miro a mí alrededor, el departamento es muy simple pero agradable. No me imagino viviendo en un lugar así. De repente una gran idea se viene a mi mente.

  • Disculpa… ¿Solo haces trabajos sexuales?
  • ¿Que necesitas, masajes?
  • Eh… No… Ahora no… En otro momento sí… Pero ahora quiero otra cosa.
  • ¿Una segunda ronda?, Por mí no hay problema… Solo deja el dinero donde ya sabes y empezaremos.
  • Eh no… Aunque suene muy tentador… Estoy destruido… Mira necesito que finjas ser mi novio por una noche.

Lo solté sin rodeos, es una idea impulsiva que puede llegar a funcionar, tal vez no le tenga que decir “Chau” a la vida que llevo, tal vez pueda, con la ayuda de mi amante pago, engañar a mis Padres.

  • Disculpa, ¿Qué dijiste?
  • Sí es genial… Mi madre esta insistiendo con que tenga un novio… O aunque sea que lo intente… Le diré que tú y yo estamos teniendo una relación. Mi Madre estallara de la alegría, hará una fiesta donde va a querer vernos juntos y cariñosos, luego dejare pasar unos días y le diré que terminamos. Es la mejor idea que pude haber tenido.
  • ¿Le mentiras a tu Madre?
  • Eso es lo de menos, vamos dime un precio.
  • ¿Por fingir ser tu novio una noche, frente a personas que no conozco? No creo que funcione…
  • Vamos, puedo pagarte lo que me pidas.
  • Mmm… okey… 30000.
  • Bien te pagare 60000.
  • Hey dije 30000… tendrías que ofrecer menos así funciona una negociación.
  • Yo no estoy negociando, en verdad te  necesito. ¿Qué dices de 90000?
  • ¿90000?
  • Si te parece poco puedo…
  • No…no, dejémonos en 30000, ¿Sera una noche?
  • Si.
  • Está bien acepto, total que puede salir mal.
  • Perfecto te pagare 30000 ahora y 30000 al final.
  • Pero habíamos dicho 30000.
  • No. Te pagare 6000 en verdad necesito de tu ayuda y me parece poco 30000.
  • Está bien acepto.
  • Genial. Mañana a primera hora mi asistente se comunicara contigo para ultimar detalles.
  • Está bien… ¿Disculpa cuál es tu nombre?
  • Es verdad yo tampoco se el tuyo.
  • Me llamo German.
  • Yo me llamo Scott.
  • Esto no terminará bien.
  • Tu tranquilo. Déjame todo a mí.

Obviamente sabia su nombre, en realidad no, tengo tantos amantes pagos, no me tomo el tiempo para recordar sus nombres, aunque a German sea al que más visito.

Me fui de su departamento pensando en el excelente plan no entiendo como no se me ocurrió antes es perfecto. Solo tengo un par de detalles que arreglar y todo resultara bien, por suerte tengo a Oniell y David para eso.

Además, si llevo a cabo este plan y me va bien, me ahorraré la penosa situación de salir a conocer hombres para formar una pareja falsa, aunque pretendientes no me faltan. Mi celular está lleno de contactos con los que podría contar para este plan, ya que también forman parte de mi círculo íntimo. Pero si elijo a algunos de ellos, quienes aceptarían sin pensarlo dos veces, sé que las cosas podrían terminar saliendo mal. Mi familia y las personas que me rodean solo se preocupan por una cosa: el dinero. No es que dude de su lealtad hacia mí, pero siempre existe esa sospecha. Es difícil confiar plenamente cuando el interés económico es lo que impulsa sus decisiones.

Con Germán, sin embargo, siento que las cosas serían distintas. Lo poco que lo conozco me hace pensar que es una persona fiel, alguien comprometido con su trabajo. Claro, sé que lo que lo motiva, como a muchos, es el dinero; todos, en algún momento, estamos en este mundo por eso, ¿no? Pero con él parece diferente. Hoy, cuando le ofrecí que fijara el precio para la noche de «novios falsos» que íbamos a tener, solo me pidió el doble de lo que normalmente cobra. Eso fue razonable. Y cuando intenté pagarle más, simplemente se negó, algo que me sorprendió y me hizo admirarlo aún más.

Germán no solo actúa como un profesional, sino que es meticuloso y respetuoso. Su comportamiento muestra una dedicación que pocos tienen en este tipo de trabajos. Es preciso, delicado, y parece tener una integridad que es difícil de encontrar. Pero más allá de su profesionalismo… hay algo en él que me resulta difícil de describir. Una mezcla de confianza y calma. Es como si, de alguna forma, supiera que no me fallará. Y ese pensamiento me llena de una tranquilidad que no sentía hace tiempo.

Y si llegara a fallarme, claro, siempre podría buscar a otro. Pero en el fondo, espero que no. No quiero pasar varias semanas agotadoras entrevistando a personas para ver quién podría desempeñar el papel de mi «novio falso». Además, hay algo en Germán que lo hace único, y más allá de este plan, de alguna manera, quiero que sea él. Mi «taxiboy», sí, pero también… algo más.

German

El despertador suena interrumpiendo mí sueño son las 7:00 de la mañana, no me quiero levantar, miro a mi mesa de noche y veo la foto de ella sonriendo. Es todo lo que necesito para reunir fuerzas y levantarme.

Ayer fue un dio duro tuve que atender a varios clientes de los cuales algunos son muy cargosos por una vez que tienes relaciones con ellos y les dices un cumplido ya se hacen la historia de que me pueden enamorar y esas cosas. Pero se equivocan porque lo único que a mí me mueve es el dinero.

Siempre fue así y siempre lo será.

Desde muy chico tuve que arreglármelas solo, mi madre desapareció y mi padre era alcohólico y golpeador. Cuando tenía 17 años tome a mi hermana de 8 años y me fui de casa, pasamos frio y hambre, pero no podíamos volver, era preferible estar afuera que adentro.

Vivíamos bajo un puente, durante el día nos íbamos a las esquina de importantes avenidas a pedir alguna moneda, con lo que ganábamos comprábamos comida, pero no nos alcanzaba para comprar otras cosas, como ropa o alguna frazadas para pasar las crudas noches. Pero no nos dimos por vencido éramos felices los dos estábamos junto y eso era lo que importaba, nadie nos volvería a maltratar o nos separaría.

Mi hermana es todo lo que tengo, jure cuidarla por siempre y darle la vida que se merece.

Una tarde mientras yo recolectaba monedas en una plaza, ella estaba disfrutando de los juegos de ese lugar, aunque nadie se le acercaba por su vestimenta y su mal olor, a ella no le importaba era feliz jugando sola.

La descuide por dos segundo, un grito me hizo volver mirarla y cuando la vi corrí con todas mi fuerza, se había desmayado.

Nadie nos quiso ayudar, éramos dos personas sin recursos, sucios y olorosos, la gente nos ignoraba se alejaba del lugar dejándonos a nuestra suerte.

La tome entre mis brazos la lleve a donde pasábamos la noche, a los pocos minutos despertó pero ya no volvió a ser la misma estaba todo el tiempo cansada y siempre sentía frio. No podía llevarla al hospital nos podría denunciar y nos meterían en un orfanato, seguramente nos separarían. Mi única salida era esperar que se le pase, tratar de conseguir más dinero, tal vez así pueda buscar ayuda, ya que en este mundo no eres nadie si no tienes dinero, era muy chico pero ya entendía cómo funcionaba este miserable mundo.

Nunca pensé que la mejor forma de conseguir dinero rápido, fuera hacer algo que me marcaria para siempre.

Jamás olvidare esa noche mientras estaba en una calle transitara pidiendo monedas, sentía mucho frio y hambre, un auto paro dentro de el había un viejo desagradable este me hizo seña y me ofreció unos cuantos billetes si subía a su auto; No era estúpido sabia muy bien lo que pasaría si aceptaba. Estuve apunto de negarme pero era muy de noche y había juntado muy pocas monedas, alcanzaría para un poco de pan, nada más.

Con mucha pena acepte.

Cuando volví junto a mi hermana, todo mi cuerpo temblaba varias lágrimas salían de mis ojos, tenía un gusto raro en mi boca, un par de hematomas en mi brazo y lo peor por mi trasero podía sentir como salía sangre y un líquido espeso de color blanco. Mi hermana dormía en una cama improvisada con trapos viejos y cartón, me acosté junto a ella, la sentía fría, la abrace, estaba raramente feliz, tenía en mi bolsillo varios billetes, mañana le compraría una manta más gruesa y podría darle alimento de verdad.

A la mañana siguiente nos deleitamos con un excelente desayuno ella estaba muy contenta y devoro todo lo que le ofrecí, se veía mas animada, seguía con esa sensación de frio pero no importaba estaba animada y eso me hacia muy feliz.

Dos noches después el señor volvió a pasar y me hizo la misma propuesta, acepte, era la única forma que tenia para que mi hermana pueda ser feliz.

El viejo disperso la voz y varios más pasaron por mi calle buscándome, al principio no me parecía buena idea pero cuando vi todo el dinero que juntaba en una noche no pude dar un paso atrás.

Junte suficiente dinero con el cual pude irme a vivir con mi hermana a un departamento chico, ideal para nosotros, un lugar al cual llamar hogar, está ubicado en la peor zona de la ciudad, es horrible, pero es lo mejor que pude conseguir, los propietarios no hicieron ninguna pregunta, a ellos solo les importaba recibir dinero, como una vez lo dije, este miserable mundo se mueve con dinero. Dos años después de haber estado viviendo en ese lugar pude mudarme con ella a este departamento donde estoy ahora, es un poco más grande, sigue siendo horrible, la única ventaja es que es su tamaño y la zona donde está ubicado es mejor… y no tiene grandes manchas de humedad o filtraciones de agua como las tenía el otro.

Al poco tiempo ella empezó a empeorar y tuve que llevarla al hospital. Desde ese momento esta internada, mantenerla ahí es muy costoso, pero lo necesita.

No tengo educación ya que deje la escuela cuando me fui de casa, gracias a dios vender mi cuerpo me resulta bastante útil, me ayudo sobrevivir junto a mi hermana.

Anoche apareció un cliente que ya ha venido varias veces, es uno más del montón. Este tipo me ofreció bastante dinero por fingir ser su novio por una noche. Acepte no solo por el dinero sino también porque quiero experimentar esa sensación de ser amado por alguien y quiero tener la necesidad de proteger, querer alguien mas que mi propia hermana, tal vez me haga olvidar aunque sea una noche quien soy yo.

Golpes en la puerta me sacan de mi nube de pensamiento, no espero clientes tan temprano. Me acerco y abro cuidadosamente la puerta, quedo boca abierta cuando la veo, es una mujer joven, de cabello rubio, lacio y largo. Tiene unos ojos verdes muy penetrante lleva puesto un traje de oficina con saco y corbata, que le queda perfecto, esta echo a su medida.

  • Buenos días. ¿Eres German?
  • Si.
  • Soy Oniell la asistente del señor Scott. Necesito que me acompañe.
  • ¿A dónde?
  • No tenemos mucho tiempo asique acompañe.

Da media vuelta y empieza a caminar rumbo al ascensor. No se que hacer si seguirla o quedarme aquí dentro, hoy no tengo muchos clientes, el primero es a la tarde, tengo toda la mañana libre. Por lo tanto decido seguirla, nuevamente me pregunto ¿Que puede salir mal?

No podía creer lo que estaba viendo estacionado en la puerta de mi departamento había una limusina color negra. Quede literalmente con la boca y los ojos abiertos jamás había estado dentro de una, al subirme parece que hubiera sido llevado a otro mundo.

  • ¿Adónde vamos?
  • A comprarte ropa.
  • ¿Qué? ¿Por qué?
  • Por que tienes que aparentar ser el novio de Scott y él no tendría un novio tan descuidado como tu.
  • Yo no soy descuidado. Yo…
  • Mira no importa lo que pienses, para hacerte pasar por el novio de Scott y para disimular frente a esta gente debes verte lo mejor posible. La gente que conocerás se fija mucho en como te vez, en que marca de ropa usas incluso en que perfume usas. Asique cierra la boca y disfruta del viaje.

Tengo miedo pero no de todo lo que va a pasar sino de esta señorita que esta frente a mí, su mirada es tan penetrante que no me permite decir ni una palabra más.

Pasamos primero por la peluquería, este lugar es uno de los más reconocidos de la ciudad los más famosos vienen aquí y debes pedir turno mínimo un año antes, siempre tienen mucha gente, pero por lo visto a ella no le importa.

Cuando se acerco a la puerta y el guardia de seguridad la vio, se tensó y sin hacerla perder tiempo, la hizo entrar. Una vez dentro nos dirigieron a la parte de atrás donde nos estaban esperando, estuvieron mucho tiempo sobre mi pelo y mi rostro jamás me hicieron alguna pregunta sobre si me gustaba o no, solo me cortaron a su antojó y debo confesar que me quedo muy bien, necesitaba un corte.

También untaron un montón de cremas en mi rostro, mientras lo hacían me comentaban para que servían esas cremas, y me explicaban que pasos seguir día a día para tener un rostro perfecto. Pero yo no les prestaba atención, seguramente no volveré a ponerme nunca más nada de eso en mí.

Salimos de ahí, subimos otra vez a la limusina y emprendimos nuestro viaje, la había escuchado decir que íbamos a comprarme ropa, pero no estoy muy seguro.

Paso un buen rato hasta que llegamos a nuestro destino, el centro comercial, pero no cualquiera, este lugar es el mas caro del país, se puede ver gente de un solo extracto social, ni en mis locos momentos me imagine verme comprando ropa en este sitio.

Entramos a una de las tienda, todos los empleados se quedaron petrificaros al verla incluso algunos agacharon la cabeza y salieron del lugar los mas rápido que pudieron disimular.  Se acerco a alguien que aparenta ser el gerente del lugar, puedo notar cierto nerviosismo en su rostro.

  • Ya tenemos los modelos preparados por favor acompáñame por aquí.

Nos llevaron a la bodega donde había 4 maniquíes con 4 trajes preparados a simple vista se veían muy caros.

  • ¿Solo 4 pudieron preparar?
  • Si… disculpe pero el Sr Scott me aviso a las 4 de la mañana que….
  • Los detalles de tu incompetencia no me interesan. Tendremos que arreglármelas con esto de aquí.

Empezaron a probarme el primer traje, tela nueva, súper suave es seda pura. Jamás me había probado una prenda tan suave, el traje me queda perfectamente ajustado a mi silueta, remarca todos mis atributos, esta echo para mí, me miro al espejo y me quedo asombrado por como luzco, tranquilamente podría pasar por un multimillonario, tendría que hacerme un book de fotos con este traje puesto y subirlo a mis redes sociales, seguramente tendré muchos más clientes de lo que ya tengo, hay mucha gente que paga solo por cómo te vez vestido. Pero algo llamo poderosamente mi atención.

  • ¿Este es el precio?
  • Si…
  • No puedo gastar eso en un traje.
  • Tu no lo gastaras… Lo hará Scott.
  • Tan poco dejare que lo haga es demasiado dinero para algo que lo use una sola noche.
  • Después te lo podrás quedar.
  • No… No lo acepto.
  • Escúchame, tú aceptaste este trabajo y para que salga todo bien debes aparentar ser el novio de una persona multimillonaria.
  • ¿Multimillonaria? ¿Quién diablos es Scott?
  • El dueño de la mitad de las propiedades y empresas que hay en este miserable país.
  • ¿Lo dices enserió?
  • Si. Asique ahora pruébate el segundo traje no podemos seguir perdiendo tiempo.
  • No me importa quien sea. Ustedes me necesitan a mí. No yo a ustedes, llevare lo que yo quiera.

Tras decir eso me acerque a un aparador donde había un par de prendas elegí las que me parecían menos caras y lo mas formal posible.

La mujer rubia tenia la cara roja de la furia que estaba conteniendo pero no dijo palabra solo se levantó y me pido que la siguiera. No quiero aprovecharme de la situación, soy un chico normal y no cambiaria por nadie, no me importa que mi novio sea multimillonario, yo soy yo y no permitiría que mi novio me comprara ropa. Eso jamás.

A la próxima tiene que visitamos me dejo mudo y casi me trago mis palabras, una joyería donde me mostraron relojes, anillos, pulseras, cadenas y demás cosas que nunca en mi vida me imagine poder tocar.

  • Debes elegir un par de estos y de aquellos y de esos otros.
  • No…No…No….No puedo.
  • No vas a empezar otra vez.
  • Jamás usaría algo de esto.
  • Se supone que es un regalo de tu novio. Debes elegir uno o dos o tres, apresúrate.
  • No…No lo hare. Esto es una locura no soy el indicado para hacer esto.

Mientras decía esas palabras entre mis manos tenia un reloj de oro, con unos detalles de color azul, era hermoso. Pero ni en mas locos sueño me imaginaria con uno de esos. Una parte de mi desea tomarlo pero no puedo. Jamás podría agradecer un regalo como este.

  • Bien, gracias por acercarme perder el tiempo vámonos…
  • No lo hare.
  • No me interesa, habrá muchos que si quieran hacerlo. Que van a querer aprovechar la oportunidad que tú estas tirando a la basura.

Subí nuevamente a la limusina, me llevaron nuevamente a mi casa donde permanecí en mi cama dando vueltas pensando en lo estúpido que fui. Tuve una gran oportunidad y la deje pasar, me siento el hombre mas patético del mundo.

El ruido del celular me saca de mi intento de quedar dormido, es Scott.

  • Hola Scott, estaba pensando en vos. Quería saber…¿cómo vamos a hacer para devolverte el dinero?
  • Te va a estar llegando un paquete con el traje que elegiste para mañana a la noche, tipo 7:00 de la tarde pasa la limusina por ti.
  • Pero yo le dije….

Corto, me corto no dejo decirle nada no me escucho. Golpes en le puerta me saca de mi asombro, un hombre me entrega una gran caja, dentro de está el traje que elegí.

Tengo la necesidad de llamarlo y decirle que no voy a hacer nada. Pero como dije antes, quiero saber que es lo que se siente ser amado.

Aparte hoy me llego una nueva factura del hospital donde esta internada mi hermana, es mucho dinero, puedo juntarlo pero tengo que trabajar mucho mas. Con el dinero que me pagaría Scott puedo darme un descanso, mi cuerpo y mi mente me lo están pidieron, sobre todo mi cuerpo.

(***)

Llego el gran día, estoy a horas de que Scott me pase a buscar. Me siento como una niña en su primera cita. Estoy hace horas preparado, me bañe unas tres veces, me saque la ropa y me la volví a poner varias veces, quiero lucir excelente.

Cuando dieron la hora alguien golpea mi puerta, es la misma persona que me trajo la caja con el traje.

Salgo a la calle esperándome encontrar con la limusina negra de ayer, pero no, esta vez hay una limusina de color blanco ¿cuantas limusinas tendrá?

Su interior esta vació, eso me pone más nervioso de lo que ya me encontraba  ¿que pudo haber pasado? ¿Por qué no está él aquí?

El vehículo empieza a moverse, hay un par de copas y una botella de champaña estoy tentado a tomarla pero no. Primero tengo que averiguar que esta pasando.

Me acerco a la ventanilla que da al chofer pero esta esta cerrada y por mas que golpeo este parece no escuchar, me rindo y me acomodo nuevamente en el asiento, seguramente lo pasaremos a buscar por su casa o algo así, por lo tanto me relajo y disfruto del viaje, cuantas veces uno tiene el placer de viajar en limusina por esta hermosa ciudad, tomo uno de las botellas y la abro.

No se cuanto tiempo paso, ya me había tomado la mitad de la champaña y la frituras que habían, cuando el auto frena, la puerta se habré dejando entrar a Scott. Por dios que elegante se ve con ese smoking negro, además esta perfectamente peinado, nunca me había percatado de lo lindo que es, en realidad jamás preste mucha atención a mis clientes, cada vez que una nueva persona entra pongo mi mente en blanco deseando que pase rápido, muchas veces estuve medio drogado por lo tanto no recuerdo nada de ese momento. Pero ahora que lo miro con mas detalle, si es hermoso.

  • Hola, ¿cómo estás? Te queda bien ese traje…
  • Si… gracias… prometo devolverlo intacto…
  • No hace falta, puedes quedártelo.

Saca de su bolsillo una cajita y me la da.

Cuando la abro descubro el reloj que había estado viendo en la tienda, el reloj que vale una fortuna, color dorado y detalles en azul.

  • No puedo ponerme esto.
  • Si puedes y lo harás, es un regalo.

Toma otra botella del minibar que hay dentro del vehiculó. Me sirve hasta casi llenar la copa.

No digo más nada, lo saco de su caja y me lo pongo, al terminar la noche se lo devolveré.

  • Brindemos, por esta noche, por que todo salga perfecto.
  • No sé qué va a pasar estanoche no hemos hablado nada ¿qué voy a decir?
  • Improvisemos sobre la marcha. No te preocupes todo saldrá bien.

Esa conversión no logro calmar mis nervios de ningún modo. No se que va a pasar esta noche pero realmente deseo que todo salga bien.

Tardamos unos minutos mas en llegar a nuestro destino.

Bajamos y Scott se acerca a mí me besa toma mi mano, empezamos a caminar.

Estamos en el medio de la nada alrededor nuestro hay muchos arboles, una gran casa aparece delante de nosotros, una casa antigua inmensa. Es hermosa.

En el recibidor de este lugar está esperando esa chica creo que se llama Oniell, tiene puesto un vestido negro largo, a simple vista puedo darme cuenta que el traje esta echo con una tela súper fina, delicada que debe haber costado fortuna. Al lado de ella se encontraba un hombre, también tenía un traje puesto, color negro, tiene una sonrisa muy linda cuando me acerco me mira como escaneándome. Hace una mueca, parece que no le gusta nada de lo que ve.

  • Llegan tarde. Todos los están esperando.
  • ¿Mis padres ya están aquí?
  • Si llegaron hace rato, parecen estar ansiosos por conocer a tu novio.
  • Quiero que tu y David no se despeguen de él.

Se puso al lado detrás de mí, el otro sujeto detrás de Scott y caminamos por un pasillo que estaba decorado de grandes cuadros de pinturas muy bellas y costosas.

Llegamos a un gran salón, donde había muchas personas, algunas estaban sentadas en mesas y otras paradas en el medio del salón hablando.

En estos momento me arrepiento de haberle dicho que no a Oniell, de no haberme dejado comprarme todo lo que ella quiso. Mientras mas caminamos mas me doy cuenta lo desentonado que estoy, aunque tengo un traje caro puesto el resto de las personas tienen uno más caro, relojes, collares y hasta pulseras, me siento tan poca cosa.

Llegamos a una mesa donde había dos lugares libres. Y más de 10 personas sentadas, que clavaron su mirada en mí, como pude hacer tan tonto, estas personas están examinando lo que tengo puesto y por sus caras parece que no le gusta nada.

Scott – Madre, padre. El es German mi novio.

Esas palabras me hicieron sonreír inconscientemente. Una mujer y un hombre algo maduros se levantado y sin aviso me abrazaron.

  • Madre – Es una gran honor conocerte. Por favor siéntate.
  • Padre – Llegan tarde.
  • Scott – perdón fue mi culpa no me di cuenta de la hora.
  • German – No… fue mi culpa estaba nervioso de venir.
  • Madre – ja. No… no tienes por que estar nervioso, estamos muy feliz de que estés aquí.

Después de decir esas palabras la madre de Scott empezó a presentar uno por uno a los que estaban en la mesa, entre ellos había primos, tíos y amigos cercanos de la familia, pero quien mas me llamo la atención fue uno de los primos que me miraba fijamente. No se porque pero para quedarme más tranquilo tome la mano de Scott, este la tomo y la beso como si fuera un gesto natural, como si hiciéramos eso varias veces.

  • Primo – ¿cuánto tiempo llevan juntos?
  • Scott – una año.
  • German – 6 meses.

Dijimos los dos al mismo tiempo todas las miradas cayeron en nosotros, nos miraban sorprendidos y algunos buscando respuestas.

  • German – llevamos 6 mese de novios oficiales, lo que pasa es que Scott contabiliza desde el día que me vio haciendo ejercicio en el parque, se acerco a mi y me pregunto si lo podía ayudar a entrenar, ya que le parecí muy lindo físicamente y él quería llegar a tener mi físico. Obviamente estaba coqueteando conmigo y la verdad a mi me gusto desde el primer momento… pero de novio oficialmente llevamos 6 meses.
  • Scott – si es verdad, es que desde que lo vi esa tarde no pude despegar mis ojos de él, estuvimos encontrándolos para hacer ejercicios juntos y nada, fue difícil pero con un poco de trabajo lo conquiste.

Todos rieron, creyendo cada palabra de nuestra historia improvisada, sin cuestionar nada. Nos divertimos un buen rato, inventando anécdotas que jamás ocurrieron, mientras cada mentira parecía más convincente que la anterior. Por un momento, todo parecía perfecto. Pero, a medida que hablaba, una sensación incómoda comenzó a crecer dentro de mí. ¿Cómo podía sentirme tan culpable por algo que, en teoría, no me afectaba? Estaba mintiendo, inventando, engañando a personas que, aunque no las conozco bien, no se merecen esta farsa. Y, sobre todo, no se lo merecen los padres de Scott.

No sé qué se esconde realmente detrás de este teatro. Y la verdad es que tampoco quiero saberlo. No tengo ningún interés en entender los motivos que nos llevaron a esta situación ni en meterme en problemas ajenos. Pero algo en mi interior me dice que esto podría terminar muy, muy mal. Como si todo estuviera a punto de desmoronarse en cualquier momento.

Sin embargo… esto es trabajo, ¿no? Si todo se va al traste, no será mi culpa. Si esta gente se enfada, su ira no caerá sobre mí, sino sobre Scott. Él tomó la decisión de arriesgarse, de jugar este juego peligroso. Si alguien va a perder en todo esto, será él, no yo.

Aunque, debo admitirlo, esa pequeña duda en el fondo de mi mente no me abandona. A pesar de todo, quiero que esto salga bien. No puedo evitar esforzarme, porque soy un profesional. Me están pagando, y si voy a hacer algo, lo haré bien. Daré lo mejor de mí, aunque en el fondo sienta que estoy caminando sobre una cuerda floja, esperando que en cualquier momento se rompa

  • German – Amor, necesito ir al baño, creo que tome mucho vino.
  • Scott – Claro amor, Oniell te escoltara.

No me había percatado de que Oniell estaba detrás nuestro paraba viendo como todo iba pasando.

Ella me indico el camino a unos baños que estaban del otro lado de la sala, mi vejiga esta por estallar.

Obviamente los baños de aquí son de otra realidad, todo el lugar es hermoso y su baño no queda atrás, es enorme y de un color blanco, espejos que ocupan toda la pared, simplemente es hermoso. Es un baño para más de dos personas.

Mientras me estoy lavando las manos, veo por el espejo como el primo de Scott entra al baño y se detiene a pocos centímetros míos.

  • Dime ¿Cuánto?
  • Perdón… ¿A qué te refieres?
  • Dime ¿cuánto te pago? Yo te pagare el doble, o lo que tú quieras, solo di un número.
  • Disculpa pero no entiendo que dices.
  • Se que eres un puto que haces trabajo por dinero, dime cuanto quieres para largarte de aquí ahora.
  • Estas equivocado.
  • Se que ese estúpido te pago para….

No lo deje terminar de hablar, lo tome de cuello y lo lleve contra la pared, si algo aprendí estos años que estuve viviendo en la calle fue a defenderme y una vez mas lo voy a poner en práctica, aunque sea para asustar.

  • No se que mierda tienes en la cabeza pero Scott es mi novio, lo amo y mucho. No voy a permitir que lo insultes, de mi puedes decir cualquier cosa pero de mi Scott jamás te atrevas a hablar de esa forma en mi presencia… te lo diré una vez y que se te quede grabado, no vuelvas a hablarme y mantente lejos de él o te arrepentidas.

Antes de soltarlo apreté unos pocos más fuerte, le va quedar marcas, esa es mi intención…

Volví a la mesa donde todos me estaban esperando, ya estaba el postre sobre la misma, no me pregunten que es, solo sé que es la cosa mas rica que provee en mi vida.

  • Madre – la semana que viene haremos un viaje a Europa en barco, me imagino que vendrás con nosotros.

Casi me atraganto con lo que estaba comiendo, obviamente todas las miradas están fijas en mí nuevamente, esto de ser el centro de atención no me está gustando mucho.

  • Scott – aún no se lo había preguntado. Pero no creo que tenga problema. ¿O si amor?
  • German – depende… cuanto estas dispuesto a pagar…
  • Scott – pon tú el precio…
  • German – perfecto… tu cocinaras todas las noches hasta el día antes de partir, y nada de pedir comida. Quiero Comida casera.

Todos empezaron a reír cuando vieron la cara que puso Scott.

  • Madre – mejor pídele dinero, el jamás supo como calentar agua, la única vez que hizo, terminamos con la cocina llena de humo.
  • German – si lo se. Tuvimos un accidente parecido, pero me encanta verlo enojadito, hace unos pucheros adorables que dan ganas de comérselo.

En ese preciso momento nuestras miradas se juntaron, todo se detuvo a nuestro alrededor, éramos solo yo y el. Una extraña sensación recorrió todo mi cuerpo, jamás había sentido esto. El tenia una media sonrisa en sus labios y los ojos le brillaban como si estuviera sintiendo lo mismo que yo. Sin pensarlo lo bese, fue un beso corto. Pero logro impresionar a todos en la mesa, la madre y el padre nos miraban con gran ternura al igual que el resto de las personas que nos acompañaban. A Scott el beso lo tomo desprevenido, pero por la sonrisa que se dibujaba en el rostro parece que le a gustado muchísimo.

(***)

El resto de la velada fue genial, hubo chistes, invitaciones a todos los eventos que tenga la familia de acá hasta los últimos días de mi vida. Es una familia muy bonita y muy humilde, donan mucho dinero a la caridad e impulsa a sus amigos a que donen. Me da pena estar metiéndole de esta forma. Pero bueno, si todo sale bien no los volveré a ver mas.

Estoy en la limusina yendo a mi departamento, Scott está al lado mío escribiendo en su celular, no me dirigió la palabra desde que salimos de ese lugar. No se si esta enojado o no. Si esta conforme con mi actuación o no. Quiero hablar pero su concentración y su rostro sin expresiones me tienen muy intranquilo.

Llegamos a mi departamento, estoy a punto de hablar cuando el baja y empieza a caminar hasta la puerta de mi casa.

Me acerque y le abrí la puerta para dejarlo entrar, no tengo idea de lo que va a pasar ahora.

  • Salió todo mejor de lo que esperábamos, mi madre te ama.
  • Si. Aunque a mi me dio algo de pena engañarla de esta forma.
  • No te preocupes por eso. Ahora tenemos que arreglar para el fin de semana que viene tiene que ser perfecto igual que esta noche.
  • No se si debería.
  • Piensa en la semana el precio que quieras y me lo informas. Tomate tu tiempo puedes pedirme lo que quieras te lo pagare.
  • No es un tema de dinero es algo que….
  • Un departamento.
  • ¿Qué?
  • Te comprare un departamento todo amoblado. Listo para usar.
  • No…no…No lo aceptaría.
  • Demasiado tarde
  • ¿Qué?
  • Nada, olvídalo.
  • Te buscare en la semana piénsalo… Toma.

Me extiende la mano con un montón de dinero, son todos billetes grandes, no recuerdo cuando había visto tanto dinero.

  • ¿Qué es esto?
  • Como prometí, es el resto que faltaba por haber cumplido con tu parte.
  • Pero es mas de lo que acordamos
  • Es mas lo se. Pero lo que hiciste en el baño con mi primo no tiene precio. Siempre genero disturbios y siempre tuve problemas con él. Les dejaste en claro las cosas y lo pusiste en su lugar.
  • ¿Cómo te enteraste de eso?
  • Yo me entero de todo, de todo.

Ese ultimo de todo me hizo sentir incomodo, ¿sabrá sobre ella?

  • De todas formas es mucho dinero.
  • Buen tengamos sexo y así estaremos a mano.

Es la mejor forma de cerrar esta excelente noche.

Porque sí, fue una excelente noche, por momentos yo mismo creí que todo era verdad.

Que me había enamorado y que estaba conociendo a los padres de mí novio y que mí vida era perfecta.

Al principio iba a negarme, pero no lo hice él empezó sacarse la ropa muy lentamente mientras caminaba hasta la habitación donde normalmente tenemos relaciones, rápido y sin pensarlo lo tomo del brazo y lo giro pegando nuestro cuerpos lo beso con mucha pasión y termino de desvestirlo lo arrojo a la cama y lo obligo a ponerse en cuatro, todavía no me saque la ropa sigo con el traje puesto, en cambio el, si está desnudo y en cuatro apuntado su culo completamente depilado a mí, le doy una nalgada bajo el cierre de mi pantalón, saco mi miembro, que se encuentra completamente erecto y poco a poco lo introduzco en él.

No use ningún tipo de lubricante y no me puse preservativo, siento la incomodidad de Scott, pero no dice nada por lo tanto yo sigo. Empiezo con un rápido pone y saca, su cuerpo se tensa sé que estas sufriendo pero yo lo estoy disfrutando. Al cabo de un rato se relaja y empieza a pedirme que aumente el ritmo, lo hago, siento que voy a estallar de tan solo ver por el espejo que hay en mi habitación la escena que estamos montando mi pene se pone más duro de lo normal, parece una película porno.  El completamente desnudo y yo vestido con un traje caro penetrandolo sin preservativo, si tuviera una cámara a mano nos tomaría una foto.

Estoy por acabar, no quiero que termine aun, saco mi pene de su trasero y lo llevo a su boca, lo toma en sus manos y lo lame con su lengua, estoy muy erecto y por llegar al clímax, si sigue así voy a acabar, lo introduce en su boca y empieza a jugar con su lengua. Siento que no puedo aguantar más y termino acabando dentro.

Toma todo el seme que largo y se traga hasta la última gota, no es la primera vez que me lo hacen, de hecho varios clientes me han pedido que les acabe dentro, siempre acepte poniendo otro precio. Pero si es la primera vez que Scott y yo tenemos relaciones sin protección, es la primera vez que acabo para él.

Tomo su pene entre mis manos y lo masturbo hasta que logra acabar, él también estaba bastante excitado, por lo tanto acabo rápido y gran cantidad. Tomo con mi mano un poco de su esencia y la llevo a su boca, él la recibe y la saborea.

Lo hicimos una vez más pero en diferente poses, yo no me saque el traje ya que a él lo calentaba más verme así. Y a mí me agradaba.

Se fue muy tarde a la noche, por primera vez en mucho tiempo tuve sexo y lo disfrute.

(***)

Pasaron un par de días desde la cena con los padres de Scott. Gané mucho dinero esa noche, lo suficiente como para haberme tomado un descanso, pero no lo hice. No puedo permitirme perder tiempo. Mi hermana no podría esperar tanto. Así que seguí haciendo lo único que sé hacer…

Estos días tuve varios clientes. Algunos fueron fáciles de complacer; solo buscaban una buena cama. Pero otros… otros no tanto. Querían algo más que sexo. Buscaban compañía, intimidad, algo que no les iba a dar. Algunos eran realmente desagradables su aspecto físico era… no me queda otra opción que recurrir a alguna pastilla o alguna droga para que mi pene reaccionada y poder cumplir con mi trabajo. Feos por fuera y por dentro.

Pero había otros que, aunque no eran exactamente atractivos, tenían algo que lograba excitarme sin necesidad de recurrir a pastillas o drogas. Algo en su mirada o en la manera en que me tocaban hacía que, por un momento, todo se sintiera más real.

He tenido varios clientes que se hacen pasar por «heteros curiosos». Son los más predecibles, los que siempre entran nerviosos y con un discurso preparado, queriendo aparentar control, pero en el fondo temen lo que son. Son insoportables, sí, pero también son los que más pagan. Les gusta jugar a que todo esto es una especie de aventura secreta, algo que pueden dejar atrás cuando salgan por la puerta. Pero sé que son los más fáciles de enredarse emocionalmente. En poco tiempo empiezan a prometerme cosas que no pueden cumplir. Me ofrecen sacarme de esta vida, conseguirme un trabajo «de verdad», como si ellos fueran mi salvación. A veces, por unos segundos, les creo.

Pero luego me doy cuenta de que solo están buscando unos minutos más de mi tiempo, una sesión gratuita, una fantasía en la que ambos sabemos que no pueden sostenerme.

Lo peor es cuando empiezan a hablar de amor. Lo repiten tanto que casi parece real. Me dicen que no les importa mi pasado, que me quieren tal como soy. Prometen mundos de estabilidad, dinero, y una vida que ellos mismos no saben si quieren.

En esos momentos siento una mezcla de lástima y enfado. Me dan ganas de gritarles que no necesito que me «salven». Que no necesito su compasión disfrazada de romance. Pero sonrío, dejo que crean su historia, porque al final, es solo otro servicio más.

Debo confesar que, en más de una ocasión, un cliente me ha hecho sentir algo diferente. Quizás no amor, pero sí curiosidad. Me ha hecho desear algo más, algo que no supe identificar. Incluso, con alguno de ellos, he sido yo quien les ha pedido que volvieran, ofreciéndome a cubrir todos los gastos la segunda vez. Son momentos raros, muy contados, pero lo he hecho. Y, en el fondo, sé que quizás lo vuelva a hacer. Tal vez, en esas pocas veces, busco algo más que un cliente… pero, como siempre, la realidad me recuerda quién soy y en qué mundo me muevo. Aquí te dejo el texto corregido y con algunos toques adicionales para profundizar en la emoción de la escena:

Hoy voy a tomarme el día para visitar a mi hermana en el hospital. Trato de ir al menos una vez a la semana, para que no se sienta sola, aunque sé que está inconsciente.

Aún así, no puedo soportar verla así, acostada en esa cama, rodeada de máquinas que la mantienen con vida desde que cayó en coma hace un par de años. Es la peor imagen que he tenido que ver en toda mi vida. Cada vez que estoy aquí, termino llorando y pidiéndole disculpas en silencio.

Fue mi culpa. Yo la saqué de esa casa, con la promesa de que nuestra vida iba a mejorar, de que todo iba a estar bien, y no fue así. Por mi culpa está en este estado, atrapada en un sueño del que no puede despertar. ¿Por qué la vida es tan injusta?

Estoy en su habitación, una habitación privada que tiene una enorme ventana por la que entra mucha luz natural. A ella siempre le encantaban los espacios luminosos, abiertos. A su alrededor hay varios muebles llenos de osos de peluche, uno por cada vez que vengo a visitarla. Cada vez que entro, le traigo uno nuevo. Es una de las mejores habitaciones que el dinero puede comprar, pero no importa cuán bonita sea… no la devuelve.

Me siento junto a su cama, contemplando su rostro. A pesar de los tubos y las máquinas conectadas a su cuerpo, sigue siendo hermosa. Siempre lo fue. Mientras estoy allí, sumido en mis pensamientos, siento que alguien entra en la habitación. Una mano se posa suavemente en mi hombro, llamando mi atención.

  • Buenas tardes.
  • Doctor, ¿cómo va?
  • ¿Muy bien y usted?
  • ¿Alguna novedad de mi hermana?
  • Mmm… me acompañas a tomar un café, tenemos que hablar.

Acompañé al doctor hasta la cafetería del hospital. Este lugar siempre está vacío, y la verdad no entiendo por qué, ya que el café que sirven aquí es realmente bueno. Recuerdo que, en los primeros tiempos después de que mi hermana ingresó, solía venir aquí después de verla. Me sentaba con una taza de café entre las manos, intentando recuperar fuerzas para poder seguir adelante. Verla en ese estado me dejaba con un dolor tan profundo que apenas me quedaban energías para continuar. No es que ahora sea más fácil, el dolor sigue ahí, pero he aprendido a sobrellevarlo, a no dejar que me ate los pies y me impida seguir caminando. Porque, por su bien, necesito seguir adelante, aunque a veces implique hacer cosas que no me hacen sentir del todo orgulloso.

Al llegar a la cafetería, el lugar estaba casi vacío, como siempre. Nos sentamos en unas sillas junto a la ventana, y pedimos algo para tomar. El silencio del hospital y el aroma del café nos envolvieron mientras esperábamos.

  • Traje más dinero. Tuve muy buenos trabajo este fin de semana y tengo más dinero que otras veces. ¿Ella tuvo algún avance?
  • No… lamentablemente no tuvo ningún avance, hace mucho que no tiene ningún cambio.
  • Bueno no hay que perder las esperanzas.
  • No te traje aquí para hablar de ella.
  • Entiendo, ahora estoy libre, y aquí a la vuelta ahí un telo, podríamos ir, hace mucho que no hacemos nada, recuerdo muy bien que esa fue parte del trato cuando la traje, tendríamos sexo y tú no harías ninguna pregunta sobre nuestros padres y saltarías algunos protocolos.
  • Tampoco es sobre eso. Quiero saber de ti.
  • ¿De mí?
  • ¿Te has hecho algún chequeo médico este último tiempo?
  • Yo. Yo estoy de diez, no necesito hacerme nada, ella es lo más importante, si le llegara a pasar algo yo… yo me mataría.
  • Debes entender que la mayoría de las personas que están en ese estado no terminan muy bien. Es un gasto muy grande que estas afrontando tu solo.
  • Eso a ti no te tiene que importar. Tu trabajo es cuidar de ella y de salvarla, yo tengo el dinero y si es necesario conseguiré más.
  • Pero… te haz visto a un espejo últimamente. Estas blanco, te falta tomar sol, estas flaco, más de lo normal ¿estas alimentando bien? Tiene un semblante cansado. Necesitas preocuparte por tu salud también.
  • Tu deberías dejar de meterte en donde no te llaman y seguir haciendo tu trabajo

Me levanté y me fui de ese lugar, no le di tanta confianza para como para que me trate de esta forma.

Aunque en el fondo se que tiene razón.

Scott

  • ¿Qué averiguaron?

Estoy en mi oficina en la empresa de mi padre, sentado en un gran sillón con mis dos asistentes. Son las personas en las que mas confió. Todo este tiempo que han trabajaro conmigo fueron los mejores.

Ahora les pedí que averigüen todo lo que puedan sobre Germán, no sé por qué, pero desde la cena tengo la necesidad de saber todo sobre él.

  • Oniell – Es un niño de la calle. Su madre está en un centro de rehabilitación para drogadictos y por lo que me dijeron va a estar mucho tiempo ahí. Su padre un alcohólico, esta en la cárcel.
  • Scott – ¿Algo más?
  • David – Tiene una hermana menor de edad que esta internada en coma, los médicos piensan que no sobrevivirá. Su medico particular cree que tenerla mas tiempo conectado de esta manera es una perdida de tiempo. Incluso cree que esta consumiendo la propia esencia de German.
  • Oniell – Sabemos que él y su hermana huyeron de su casa a temprana edad, estuvieron viviendo sin un techo por varios años y ahí fue cuando su hermana enfermo.
  • Scott – ¿Que dicen nuestros médicos sobre el estado de la niña?
  • David – Consulte con varios y me dieron el mismo diagnóstico, es solocuestión de tiempo.
  • Scott – ¿Qué? ¿No podemos hacer nada?
  • Oniell – Su enfermedad está muy avanzada.
  • David – German paga grandes cantidad de dinero para mantener con vida a su hermana pero…. La realidad es que…
  • Scott – Ni lo digas, ¿A pesar del dinero que tenemos nada podemos hacer?
  • David – No.
  • Oniell – No.
  • Scott – No es justo… ¿qué más averiguaron?
  • David – Tuve una charla con el médico, resulta que está preocupado por el estado de German cree que se está demasiado estresado y que necesita vacaciones para relajarse un poco.
  • Scott – Entonces insistiré con el viaje en el barco. Le hará bien. Mientras no estemos quiero que asegúrense que los mejores médicos la atienda.
  • David – Yo me encargo de eso.
  • Scott – Que German no se entere.
  • David – ¿Qué sobre el doctor actual?
  • Oniell – Yo me encargare, encontré un para de cosas turbias sobre él. Nos dejara trabajar sin decir nada.
  • Scott – Me encanta como trabajan, uno gasta mi dinero sin impórtale nada y el otro me ahorra todo lo que pueda.

Después de hablar con ello mensaje a German para arreglar un turno con él para esta noche, debo tratar de convencerlo para que valla conmigo al viaje en barco, a mi madre le callo muy bien y no para de preguntar por él. No quiero decirle que ya termino todo, la veo más feliz que de costumbre, eso me agrada, voy a seguir con esta mentira por un par de días más.

German

Estuve todo el día recibiendo clientes. Es sorprendente la cantidad de gente que paga para que los cojan. Soy activo, y solo una vez, cuando era más joven, me penetraron. Fue una experiencia que nunca quise repetir. Desde entonces, no deje que nadie lo haga, y no creo que lo hagan. Claro, hago otras cosas: chupo penes, traseros y lo que quieran, pero con mi trasero no se mete nadie. Esa es mi regla, y nunca la rompo.

Atiendo únicamente a hombres. En un par de ocasiones atendí a mujeres, pero no me gustó. Son demasiado demandantes, incluso después de que terminamos. Además, siempre tengo ese miedo de que alguna quede embarazada. No es que no quiera hijos, en realidad, es lo que más deseo en la vida. Tener una familia, un hijo, es mi mayor anhelo. Pero en este momento no estoy en condiciones de dar amor a nadie, mi corazón está atrapado por completo por ella, por mi hermana. Y para tener un hijo, primero tendría que enamorarme de verdad. No puedo criar a un niño solo. Sé que algunas personas lo hacen, y lo respeto, pero no es lo que quiero. Yo sueño con una familia completa: papá, pa, hermanos y hermanas, una familia donde el amor esté repartido entre todos. Esa es mi fantasía. Claro, también estarían las tías, los tíos, y los amigos cercanos que se vuelven familia. Pero ese futuro se siente tan lejos que, a veces, dudo que lo alcance. Especialmente cuando pienso que nadie querría aceptarme sabiendo lo que soy… un TaxiBoy.

Trabajo solo con hombres. A mi juicio, son más reservados, más discretos. En los años que llevo en esto, he atendido a miles de hombres. Me sigue asombrando la cantidad de «heterosexuales» que me buscan. Son los que más disfruto atender, aunque lo nieguen, aunque insistan en que «solo están probando». Luego están las locas pasivas, esas que se enamoran fácilmente. En pleno acto, no dejan de decir idioteces románticas, y cuando se van, no me dejan en paz con mensajes sobre lo bien que la pasaron, pidiendo volver a verme. Les sigo el juego a algunos, solo por diversión y, por supuesto, para que vuelvan a pagarme otra vez. Siempre lo he dicho: a mí lo único que me mueve es el dinero. Pero a veces, en esos momentos de soledad, me pregunto si eso es verdad… si realmente solo es el dinero lo que me importa.

Hoy, Scott me pidió un turno. Le di el último del día. Sé que no habrá problema, aunque sospecho que viene con la intención de convencerme. Después de lo que me dijo el médico sobre mi hermana, he estado pensando mucho en las decisiones que he tomado, y por fin he aceptado lo que debí aceptar hace tiempo: estoy demasiado alterado y agotado. Necesito bajar el ritmo, aunque sea por un tiempo. Unas mini vacaciones en un barco rumbo a Europa, todo pagado, no suenan tan mal. Quizás sea justo lo que necesito para poner mi vida en pausa y recuperar energías.

Estoy a punto de sentarme a comer cuando suena el timbre de mi departamento. Me levanto con un suspiro, preguntándome si Scott será capaz de ofrecerme algo más que solo trabajo esta vez. Aunque, claro, al final todo se reduce a lo mismo: el dinero.

  • Scott que haces aquí, falta una hora para que sea tu turno.
  • Lo se. Pero estaba por la zona y pensé que tal vez estarías desocupado… traje pizza y cerveza.
  • ¿Traes pizza y cervezas?
  • Si.
  • Está bien pasa.
  • Genial…
  • Que no se te haga costumbre, puedo estar con algún cliente…
  • En ese caso podríamos hacer un trío, a mi no me molestaría.
  • A mi si.
  • No te gusta la idea.
  • Si me gusta pero no con un cliente que no conozco y sin previo aviso. De hecho lo hice muchas veces. Todos pagaron obvio.
  • Lo tendré en mente.
  • Quieres hacerlo ahora o después de comer.
  • Quisiera hablarte de algo.
  • Dime… si es un trio puedo hacerlo pero a otro precio.
  • Perfecto, me interesa… pero no es eso.
  • Entonces.
  • Mi madre esta muy contenta contigo  y quiere que te lleve si o si a….
  • Acepto.
  • ¿Qué?
  • Que si fingiré ser tu novio una vez mas en ese viaje en barco.
  • Tan simple. O sea aceptas como si nada.
  • Ando un poco cansado y creo que unas minis vacaciones todo pago me vendrían muy bien.
  • Genial. ¿Cuánto quieres?
  • Nada.
  • ¿Cómo nada? Si… algo te tengo que dar.
  • Ya es suficiente con que pagues por mis pasajes y te hagas cargo de todo lo que consuma dentro.
  • Está bien. Pero mañana vendrá Oniell a buscarte para llevarte a comprar ropa.
  • Ya tengo ropa.
  • Si pero no ropa que diga “ estoy saliendo con un chico millonario “
  • Jamás estaría con un hombre por su dinero.
  • Puede ser… pero yo si estaría con un hombre que acepte mis costosos regalos. Y mis padres saben que me gustan hacer ese tipo de regalos. No acepto un no como respuesta.
  • Esta bien, tu eres el jefe.

Me besa, esa es todo lo que necesito para saber que no vamos hablar más del tema.

Me lleva hasta la cama y me tira sobre ella empieza a desvestirme poco a poco, luego lo hace él, una vez que estamos los dos desnudos, besa mis tetillas y baja hasta mi pene el cual introduce en su boca con gran habilidad, está un buen rato chupando mi miembro hasta que lo obligo a levantarse para besarme.

Se pone sobre mí, con su mano apunta mi pene a su trasero sin piedad se sienta sobre él, introduciéndola toda de una vez, hace muecas de dolor pero no se detiene espera un poco y empieza a cabalgar frenéticamente, su trasero se siente cálido.

Mi pene es un tamaño bastante considerable, tuve varios clientes que cuando la vieron no quisieron ser penetrados por miedo, incluso Scott al principio no quería saber nada pero con el pasar del tiempo se adaptó y aunque le cuesta un poco cuando arrancamos al final termina pidiendo más.

Mientras él está cabalgando sobre mí, yo tomo su pene y empiezo a masturbarlo, sé que es una de las cosas que más le gusta que jueguen con su pene y como yo estoy para complacer al otro, no dejo de tocarlo.

Al cabo de unos minutos acabó dentro de él llenando su interior de semen, parece gustarle, sale lentamente de mí, mientras todavía esta medio débil de piernas lo tomo con fuerza y lo acuesto en la cama, llevo su pene el cual erecto es casi igual que el mío, lo introduzco en mi boca y empiezo a chuparlo.

Mientras lo hago uno de mis dedos vuelve a ir a su trasero y empiezan a escarbar, su ano esta lubricado con mi semen por lo tanto no me resulta difícil meter uno o tres dedos mientras tengo su miembro en mi boca, al cabo de unos segundo tengo mi puño entero dentro de él, empieza a gemir de placer, yo me vuelvo a poner dudo de solo escucharlo. Con mi puño dentro, hago más fuerza para que valla más a fondo, él se retuerce no sé si es de placer o dolor, pero no me importa, sé que si no le gustaría me detendría, y como hasta ahora no me dijo nada sigo haciéndolo.

Acaba unos minutos después de que mi puño llega casi hasta el fondo. No desperdicio ni una gota y me trago todo, saco mi puño, él se gira y posicionan en cuatro.

  • Por favor vuelve a hacerlo.

Le doy una fuerte nalgada y nuevamente empiezo a introducir mi puño muy lentamente disfrutando de sus gemidos, que son mezcla de dolor y placer.

No sé cuánto tiempo estuvimos haciéndolo, lo único que sé que en un momento de la noche los dos nos encontrábamos totalmente sudados y cansados, como nunca antes habíamos estados, estábamos los dos muy excitados y felices.

Lo último que recuerdo es acabar sobre su espalda mientras él está gritando que le dé más.

(***)

Un ruido extraño me despierta, parece el sonido de un celular pero no es el mío. Como puede ser si vivo solo.

Me muevo un poco pero algo me toma por la cintura ¿un brazo?… lentamente me doy vuelta y veo a Scott medio dormido abrazándome. Estamos los dos completamente desnudos.

  • Es mi celular el que esta sonando, debe ser David o Oniell. Para avisarme que vinieron por mí.
  • ¿Te quedaste a dormir en mi casa?
  • Me imagino que sí, estoy abrazado a ti, en tu cama, en tu cuarto y en tu casa…. Si me quede a dormir aquí.
  • ¿Por qué?
  • Terminamos de tener sexo, y nos dormimos. No me parece mal.
  • Es que no duermo toda la noche con un cliente.
  • No te preocupes, te pagare. Ahora levántate tenemos que ir de compras.

Se levanta de la cama de muy mala gana, es como si lo que dije lo hubiese enfadado.

Nunca dormí con un cliente y no pienso hacerlo, los clientes son clientes y nada más.

Verlo caminar de espalda desnudo hizo que mi pene se endurecida. Ojala tuviera alguien especial para poder solucionar estos problemas. Debe ser lindo hacer el amor con la persona que te gusta.

(***)

Estamos en la limusina yendo otra vez al centro comercial, esta vez solo viene Scott, quien está concentrado en su celular ignorando por completo mi existencia, eso está empezando a molestarme un poco.

Llegamos, baja él, yo lo sigo, me toma de la mano y camina a una casa de ropa que no es de alta costura como la que visitamos la primera vez que vivimos.

Esta tienda es de ropa más informal pero formal a la vez, es ropa de una marca muy prestigiosa y muy cara, jamás me compraría algo aquí.

Cuando los empleados nos vieron entrar quedaron estáticos en sus lugares. Muchos se apresuraron a desaparecer de nuestro campo de visión. Un hombre muy lindo se acerco a nosotros con evidente nerviosismo, incluso puedo ver algo de miedo en su rostro.

  • Señor Scott no esperábamos verlo por aquí.
  • Acaso no puedo venir a visitar mis tiendas.
  • Claro que sí Señor.
  • Él es Germán. Mi novio y vine a llevarme algo de ropa para él…
  • Claro, yo los atenderé personalmente.

Recorrimos todas las tiendas de lugar, y siempre teníamos la misma bienvenida. Éramosasesorados por el dueño del local, todas las vista estaban fijas en mí. Nunca había recibo tanta atención en mí vida y la verdad me empieza a molestar.

Obviamente me rehusé a que me compre cosas que me parecieran muy caras, tuvimos un par de discusiones algunas las gane yo y otras se las deje ganar.

  • Es tarde que te parece si vamos a almorzar.
  • Disculpa pero no. Me envió un mensaje un cliente para pedirme un turno. Tengo que trabajar.
  • Cancelado yo te pagare al final del día por las molestias ocasionadas.
  • Estas gastando mucho dinero en mí. ¿Vale la pena?
  • Si lo vale.
  • Ok lo que tu digas.

(***)

Es Scott, que más se puede esperar, me llevo a cenar al lugar más caro y exclusivo de todo el país. No tuvimos que hacer fila para entrar ya que apenas nos vieron nos dejaron pasar, sin importar las miradas de las personas que estaban aguardando su lugar para entrar.

La carta del lugar tiene comida con nombres que nunca en mi vida vi. No tengo idea de lo que voy a comer y tengo miedo de pedir algo y que después no me guste, aparte de los precios son altísimos.

  • ¿Quieres que pida por ti?
  • Por favor.
  • Muy bien.

Nos trajeron un botella de vino que no pedimos cuando la dejaron nos dijeron que es el mejor vino que tienen, no soy muy amante del vino, prefiero la cerveza, pero debo reconocer que este estuvo muy bueno.

Cuando llego la comida pensé que nos estaban haciendo una broma, el plato cuesta mucho y la cantidad que sirven es demasiado… Poca. Me voy a quedar con hambre.

La comida fue rápida, y como dije me quede con hambre.

Conversamos de cosas triviales nada de mucha importancia yo la verdad no me sentía cómodo, es mucho lujo para una persona que viene de vivir en la calle y comer sobras. Hubiese preferido ir a comer a cualquier otro lugar.

Ahora estamos caminando así la limusina que está a un par de cuadras de aquí, Scott me había dicho que le iba a pedir al chofer que la traigan hasta donde nosotros estábamos pero no se lo permití quiero caminar, las noche esta hermosa y hace mucho que no disfruto de una buena caminata nocturna.

  • ¿Te gusto la comida?
  • Te soy sincero, la comida estuvo rica, pero muy poca cantidad.
  • Jajaja, en estos lugares las porciones son pequeñas.
  • Y los precios grandes.
  • Si algo así.
  • Ahí hay un lugar de comidas rápida te invito a comer una hamburguesa.
  • ¿Tú me invitas a mí?
  • Si. Imagínate por una noche que no tienes dinero, te mostrare lo que es vivir.

Lo Lleve prácticamente a la fuerza a la casa de comidas rápida donde pedimos la hamburguesas con las papas fritas y cerveza más grande que tenía el local. Scott miro la comida con un poco de asco, era una hamburguesa gigante y grasosa, creo que nunca en su vida había visto algo así, estuvo examinándola por varios minutos hasta que decidió tomarla con las dos manos y darle un mordisco. Los aderezos que le había puesto y la grasa que escurría, hicieron que comer la hamburguesa sea una tarea muy difícil. Su saco nuevo e inmaculado se vio manchado por diversas sustancias que salían de la hamburguesa cuando este la mordía, verlo comer de esta forma fue gracioso, por suerte pudo comerse toda la hamburguesa y parece haberle gustado.

De ahí nos fuimos a una cervecería, donde también había una pista de baile media improvisada, a tomar unas ricas cervezas artesanales, Scott parecía medio perdido cuando entró al lugar, creo que nunca vio tanta gente junta y menos en un lugar así, que está lleno de hombres y mujeres, música a todo volumen, olores raros y demás cosas que no me atrevo a mencionar.

Nos acercamos al medio de la pista Que estaba llenan de gente, no había mucho espacio, estábamos muy apretados, varias manos nos tocaron pero ninguno de los dos hizo algún comentario sobre eso, Scott ya estaba muy borracho como para importarle, no soy amante de bailar pero esta noche, con él, quiero animarme a hacer lo que nunca hice, no sé por qué me siento de esta forma cuando lo tengo cerca de mí. Empezamos a movernos muy cerca uno del otro, a pesar de que no estaban pasando un tema lento, sino todo lo contrario, cuando me doy cuenta de eso me separo, mala idea, cuando lo hago un chico que nos había estado viendo desde que entramos se acerca a Scott y empieza a bailar muy cerca de él, este pibe se insinuando de una manera muy descarada a Mí Scott, por un momento mantengo la distancia hasta que veo las cara que el niño millonario está haciendo, no solo eso está tratando de sacárselo de encima pero este pibe parece no entender las indirectas, de apoco me acerco, pero me detengo cuando me doy cuenta que una persona más se está acercando y toma del brazo a Scott. Mis sentidos de alerta de activan y lo tomo del otro brazo atrayéndolo a mí, cruzo miradas con todos los que están mirándome, en realidad están viendo a Scott, el cual esta borracho y eso lo hace vulnerable, una presa fácil para todos los que se encuentra aquí, por lo tanto lo sujeto con más fuerzas, él me abraza me presiona más a su cuerpo, susurra algo a mi odio que no entiendo, la música está muy alta, me besa, solo eso necesitábamos para que todos los presente se alejaran de nosotros.

Seguimos bailando y tomando alcohol sin que nadie más nos molestada. Parecía divertirse, en cambio yo no puede bajar la guardia, ya que si lo hacia corría el riesgo perderlo de vista, y eso sería un gran problema.

Estuvimos un buen rato ahí dentro y cuando nos dimos cuenta que ya no podíamos más, salimos del bar. Scott esta muy ebrio intento llamar a su chofer pero no logro hacerlo, cada vez que tomaba su celular este se le caía, rompió la pantalla pero no le dio importancia, empezó a gritar que compraría celulares para todo el mundo, yo estaba casi igual, pero un poco más lúcido, tolero mejor el alcohol que otras personas.

No tengo idea donde vive por lo tanto opto por llevarlo a mi departamento.

Una vez que estamos dentro de mi hogar lo acuesto en la cama grande y de apoco le saco la ropa, muchas veces lo vi desnudo incluso yo le eh quitado la rota, pero esta vez me tomo mas tiempo para desvestirlo, tiene una piel muy suave, su cuerpo está muy bien formado, debe pasar varias horas en el gym. Es hermoso, no presto mucha atención a las personas que vienen a mi para satisfacer sus deseos sexual, para mi son una persona más del monto.

Pero ahora que puedo tomarme el tiempo de verlo con más detalle me doy cuenta de lo hermoso que es. Si no fuera por el hecho que pertenecemos a de dos mundo diferentes no duraría en intentar establecer una relación. Jajaja ¿una relación? ¿Un novio?, me rio de mí mismo, estos son conceptos nuevos para mí, conceptos que nunca aprenderé su significado ya que yo no nací para eso.

Mi única tarea en este mundo es asegurarme que mi hermana tenga todo lo que necesite.

Lo miro una vez antes de taparlo con la sabana, le doy un suave beso y me dirijo al sofá donde pienso dormir esta noche.

Scott

Abro los ojos lentamente, me siento muy cómodo, aunque tengo un fuerte dolor cabeza, me siento muy cómodo.

No se que exactamente lo que paso anoche, tengo varias imágenes de lugares que nunca en mi vida pensé visitar, siempre acompañado de una persona, Germán, no estoy seguro pero se que no se separo ni un segundo de mi lado que me cuido toda la noche, incluso cuando ese sujeto desagradable quiso invitarme un trago o cuando él otro me tomo para que bailara con él.

No es que no haya ido de fiesta antes, pero los lugares que yo visitaba eran lugares de clase alta, personas con un nivel económico muy alto, que no se soltaban tanto como las personas de anoche.

No recuerdo haber bebido tanto en mi vida como lo hice, eso que me dio a tomar Germán puso mis sentidos en cualquier dirección, ya no razonaba. Por suerte él estuvo conmigo.

Por primera vez en mucho tiempo me sentí protegido, él es un hombre especial. Me encantaría poder establecer una relación con él, sé que nos llevaríamos bien, pero no estoy seguro que esto sea amor de verdad.

¿Dónde estará? No lo veo por ningún lado. Me levanto y voy hasta la sala principal y la imagen que me encuentro simplemente me deslumbra.

Está acostado dormido en el sofá, en una posición que seguramente es muy incómodo, tiene la mitad del cuerpo desnudo y la otra mitad esta tapada con una sábana blanca.

Pero…

¿por qué no habrá dormido conmigo?

No seria la primera vez y espero que no sea tampoco la última.

Me dirijo a la cocina con toda la intención de preparar el desayuno, lo quiero sorprender.

Es la primera vez que miro detenidamente este lugar vine mil veces, pero el único lugar que pude conocer es su habitación, ahora que tengo tiempo puedo darme cuenta que este lugar es horrible, las paredes están despintadas, los muebles esta viejos y rotos en algunos casos. La cocina esta relativamente limpia pero los utensilios que hay aquí están gastados.

¿Cómo una persona puede vivir en este estado?

O seré yo que estoy acostumbrado a otra vida. Muy pocas veces entre a la cocina de mi casa, no recuerdo cuando cocine o prepare algo, siempre tuve personal que se encargaba de todo eso, las veces que me quedo solo salgo a comer o pido a domicilio.

Intentare preparar un café con tostadas, ya que es lo único que encontré comible en este lugar. Pero mi intento se vio frustrado cuando de la tostadora empezó a salir humo. Por suerte apareció German, Wow, recién despierto, despeinado y vestido solamente con un bóxer blanco es mucho más lindo.

  • ¿Qué intentas hacer? Ja
  • Preparar un desayuno decente. Pero la tostadora no quiere hacer un pan tostado.
  • Si claro, es culpa de la tostadora.
  • Si… toma el café, y dime que te parece.

Es evidente que salió horrible por la cara de asco que puso.

  • Yo me encargo de preparar el desayuno por que mejor no te vas a bañar.
  • ¿Tan feo quedo?
  • No para nada, es solo que… a mi me gusta preparar mi café.
  • Ok me iré a bañar… ¿te puedo preguntar por qué no dormiste conmigo?
  • No me pareció correcto dormir con un cliente sin su consentimiento.

No tuve palabras para responder a veces me olvido que para él solo soy un cliente mas.

German.

Pase toda la mañana con Scott probándome la ropa que compramos, jamás pensé tener este tipo de ropa, ahora que me la pruebo y veo lo bien que me queda no puedo dejar de pensar en que quiero renovar mi guardarropa.

Me quede solo alrededor del medio día, tiene que preparar su bolso al igual que yo aparte quiero ir a ver a mi hermana antes de irme, voy a estar un par de días fuera, por lo tanto quiero asegurarme que todo quede bien.

Además quiero llevarle más dinero al médico que la está vigilando, fue una suerte haberme topado con él, esa vez que vino a tener sexo conmigo, me comento que es doctor y uno muy respectado, me pidió absoluta discreción, obviamente yo acepte, en estos temas soy un profesional, después de varias sección y cuando ya hubo un poco de confianza entre nosotros le hable de mi hermanita, que en ese entonces vivía conmigo al revisarla noto que algo mal andaba con ella y me pidió llevarla a su clínica para poder hacerle un mejor estudio, al principio me negué pero con el pasar del tiempo no tuve más opción y acepte, eso sí lo hice baja la condición que no hiciera preguntas.

Cuando confirmaron la enfermera de mi hermana fue la peor noticia que me pudieron haber dado, él me dijo que podía tenerla en su clínica pero que sería muy caro, no lo dude un segundo y dije que sí. En principio me pedía sexo una o dos veces por semana a cambio de tenerla internada pero cuando fue empeorando me pidió dinero, hasta que mi hermana tuvo un ataque y cayó en coma, jamás olvidare ese día, llore prácticamente toda la semana, Iván, el médico, me había dicho que las personas que contraen esta enfermara terminan muriendo y que mi hermana había entrado en la etapa final de esta, solo quedaba esperar, le roge que hiciera todo por salvarla que por el dinero no se preocupe que yo me iba a encargar de conseguirlo, que por favor no la deje.

Y así lo hizo, hace un par de años que está en coma y los gastos de internación siguen subiendo, trabajo todo el día para poder juntar el dinero, estoy al día con los pagos y no pienso bajar los brazos en ningún momento. Sé que ella tampoco lo hará.

(***)

Estoy saliendo de mi departamento con una mini valija con toda la ropa nueva que compre.

Al salir me encuentro con la limusina de color blanca, y dentro de esta esta Scott vestido con un traje negro.

Está tomando champagne, ni bien me termino de acomodar me ofrece algo para tomar, no quiero empezar desde temprano pero estos días quiero disfrutar al máximo y olvidarme de todo lo que me rodea.

Acepto el trago y de un sorbo me tomo todo el contenido, siempre tuve mucha tolerancia al alcohol se necesita muchas botellas para ponerme en estado de ebriedad.

Pasaron 30 minutos dentro del vehiculó hasta que llegamos a nuestro destino, el puerto, es casi mediodía noche, las luces que decoran el barco dan una vista hermosa.

Scott empuja suavemente mi espalda para que me mueva ya que me había quedado petrificado por la hermosa imagen. Me hubiese gustado tomar una foto pero no hay tiempo, y aparte no llevo una cámara conmigo, la única que tuve la vendí para pagar alguna medicación que mi hermana necesitaba, recuerdo que me había costado mucho conseguir una de esas, pero ella es lo más importante.

Subimos a la cubierta fue una especie de shock, quede deslumbrado por la belleza del lugar. Jamás imagine poder estar en un lugar así, ojala algún día pueda venir con mi hermana.

Es hermoso mientras más camino más fascinado quedo, estamos llegando a la parte de atrás del gran barco creo que es la ¿popa? O la ¿proa? No recuerdo bien. En este lugar esta la madre de Scott con su padre, al verme deja de hacer lo que estaba haciendo y se acerca a mí, no se como reaccionar, lo que ella hace es abrazarme y yo me quedo estático sin saber como actuar, el amor de una madre es único, o eso creo ya que nunca tuve la suerte de experimentarlo.

Madre – ¿No me digas que te cocino toda la semana?

German – Jajá ¿usted cree en los milagros? Por suerte no… Intento hacerme un desayuno y… Solo diré que no es su fuerte.

Madre – Y ¿Entonces como hizo para convencerte?

German – Eso no se lo puedo decir… Jajaja.

Madre – Sexo desenfrenado, seguramente…

Scott – ¡Mamá!

La verdadno puede aguantar la risa, esta señora es genial me cae muy bien, tiene un sentido del humor grandioso eso ayuda a que me relaje.

German – Si eso y varias cosas más.

Madre – Por favor, lo único que les pido es que no hagan tanto ruido estas noches que van a estar aquí. Mi camarote esta al lado del suyo y son paredes muy finas…Aunque traje audífonos.

Scott – Mamá por favor.

German –No se preocupe señora, en el camarote no es el único lugar donde lo vamos a hacer.

Scott – ¡German! Es mi madre

Madre – Me parece perfecto, en la parte de proa hay un lugar donde casi nadie va, ahí lo hice con el padre de Scott, es mas estoy casi seguro que fue esa vez que quede embarazada.

Scott – ¡Madre¡!Por favor ya basta ¡

Madre – Hay Scotty que agua fiesta eres, bueno los dejos sigan recorriendo el barco, yo me voy al spa.

German – ¿Hay un spa? ¿Aquí?

Madre – Si lo hay. No sabias, tenemos que ir ya mismo.

Scott – Primero llevaremos nuestras cosas al camarote y luego vamos a comer.

German – Me encantaría ir. Tal vez más tarde. Ahora quiero ir a ver mi camarote.

Madre – Esta bien, reservare una sección especial para nosotros dos.

German – Me parece perfecto.

Scott – Hola. Acá Scott… Sigo existiendo…Por si alguien le importa.

Madre – hay Scotty no seas aguafiestas

German – ¿Scotty?

Madre – Sí. El odia que lo llamen así.

German – ¡Scotty! Me gusta.

Scott – Muy bien es todo. A ustedes dos los voy a mantenerlos alejados. Vamos amor.

German – Hay amor, no es para tanto.

Madre – Bueno mejor los dejos. Nos vemos para la cena.

German – Nosotros seguiremos recorriendo el barco.

Scott me tomo del brazo y me llevo a caminar por el barco, al principio se veía medio enojado, pero mientras mas caminamos mas se suavizaba. Y es que como podrías ponerte de mal humor en un lugar tan maravilloso como este.

Por suerte después de un rato caminando su rostro fue cambiando. Y empezó a hablar, mientras me sujetaba la mano, la gente pasaba pero nadie decía nada.

  • A mi mama le caes muy bien.
  • Si es verdad, pero debo imponer un poco de distancia.
  • ¿Por qué lo dices?
  • Cuando este viaje termine tú y yo terminaremos, no quiero que después se siente mal porque tú y yo ya no estamos juntos.
  • Ella volverá a Europa en un par de días y no la volverás a ver, no debes preocuparte por eso.

Hubo un silencio incomodo entre los dos, ninguno sabía que decir exactamente, no entiendo por qué me siento así, nunca me paso con nadie siempre encontraba que decir, pero esta vez fue Scott quien tuvo que cortar este silencio una vez más.

  • ¿Te gusta esta Crucero? Se llama ‘Wonder of the Seas’ tiene capacidad para 6.988 personas en 2.867 camarotes y un tonelaje bruto de 236.857 con 362 metros de eslora y 64 de ancho.
  • ¿Estás intentando impresionarme?
  • Solo quiero cambiar un poco el ambiente que se acaba de formar.
  • Cuéntame más de él.

Me contó que este barco es uno de los más grandes y lujosos del mundo. Tiene varias piscinas, restaurantes que ofrecen todo tipo de comida, un spa, tiendas de ropa… en resumen, todo lo necesario para disfrutar de una estadía cómoda sin preocuparse por nada. Incluso cuenta con un helipuerto. Cada minuto que pasa, me emociona más este lugar. Solo una pregunta ronda en mi cabeza: ¿cuánto costará esta experiencia?

Después de recorrer el barco de punta a punta y escuchar a Scott hablar de todos los lujos que ofrece este crucero, fuimos a nuestro camarote para prepararnos para la cena.

El interior del barco es aún más impresionante que el exterior. Las paredes están pintadas de un elegante color blanco, adornadas con cuadros de grandes artistas que reconozco al verlos; el arte siempre me ha fascinado. También hay jarrones, estatuas y flores distribuidos por todos los pasillos.

Nuestro camarote es una verdadera obra maestra de lujo, casi del tamaño de mi departamento, con dos niveles que parecen sacados de una revista de diseño. En la planta baja, hay una sala de estar con sofás de cuero blanco que parecen abrazarte cuando te sientas. Una mesa de cristal macizo se encuentra en el centro, y sobre ella, un florero con orquídeas frescas perfuma todo el ambiente. Las ventanas son enormes, del suelo al techo, y ofrecen una vista panorámica del mar. Es como si el océano fuera parte de la habitación, extendiéndose más allá de las paredes. Junto a las ventanas, una puerta de cristal da acceso a una terraza privada. En ella, hay dos tumbonas acolchonadas, un minibar perfectamente surtido, y un jacuzzi con capacidad para cuatro personas.

Pero lo que realmente capturó mi atención fue el piano de cola situado en el centro de la sala. Su superficie negra brillante reflejaba la luz suave de la habitación, y no pude resistir la tentación de tocar unas teclas. El sonido era perfecto, cada nota resonaba con una claridad impecable. No pude evitar recordar cuando tocaba todas las noches, y una ola de nostalgia me invadió. Scott notó mi repentino cambio de humor y, con una mano sobre mi hombro, me brindó un silencioso apoyo. Quizás, en este viaje, me anime a tocar algo para él, pensé.

Subiendo las elegantes escaleras de mármol, llegamos al segundo piso. La habitación principal es aún más impresionante. Una cama king-size domina el centro, con sábanas de seda en tonos crema y almohadas de plumas que parecen diseñadas para el máximo confort. El colchón es tan firme que, al tocarlo, sentí que podría sostenerme durante horas de descanso profundo. A los lados de la cama, hay dos mesas de noche de madera oscura, cada una con lámparas de diseño moderno que emiten una luz cálida y acogedora. La pared opuesta está cubierta por un enorme televisor de pantalla plana, pero apenas le presté atención; las vistas del océano, a través de las ventanas, son mucho más interesantes.

El vestidor es más grande de lo que imaginaba, una habitación en sí misma, con estanterías iluminadas para guardar la ropa, espejos de cuerpo entero y un sillón tapizado en terciopelo azul para descansar mientras eliges qué ponerte. Es el tipo de vestidor que podrías encontrar en una mansión.

El baño es igualmente lujoso, un verdadero spa privado. La bañera, lo suficientemente grande para dos personas, está incrustada en mármol blanco y situada bajo una claraboya, permitiendo que la luz natural ilumine el espacio durante el día. La ducha tipo escocesa, con múltiples cabezales, está diseñada para ofrecer una experiencia de relajación total, mientras que el mini sauna para dos personas promete liberar cualquier tensión acumulada.

Cada rincón de este camarote de primera clase en el Wonder and Sea está pensado para ofrecer un lujo sin precedentes, desde los detalles de diseño hasta las comodidades más exclusivas. No me sorprende que este sea uno de los mejores camarotes del barco, todo exuda elegancia y confort.

  • ¿Quieres bañarte? Esa puerta conduce a nuestro baño, esta es la mejor habitación de mí barco.
  • ¿Tú barco?
  • No te había dicho. Mi familia es dueña de este barco.
  • Wow no me lo habías dicho.
  • Somos dueñas de muchas empresas a lo largo del mundo.
  • ¿Estas intentando impresionarme, nuevamente?
  • No… No necesito el dinero de mi padre para impresionarte, me di cuenta que contigo eso no sirve, si quiero impresionarte tengo que ir por otro lado.
  • ¿Para qué lado?
  • Eres un chico sencillo y básico.
  • ¿Eso un piropo?
  • Ja. Lo que quiero decir que a ti es fácil complacerte, prefieres una cena romántica a un reloj de oro o ropa de marca.
  • Te equivocas, si me gustan esas cosas también, pero si vas a regalarme una prenda de una marca reconocida que vale fortuna, valoro más el esfuerzo que hiciste por comprarla. Y tú no te esfuerzas para nada, absolutamente todo te lo dieron tus padres y tienes dinero suficiente para comprar lo que deseas. Solo tienes que pedirlo y lo tienes, yo prefiero que un hombre me demuestre todo lo que tuvo que hacer para conseguirlo. Por ejemplo en ti prefiero una cena, por que se que te esforzarás y así poder conocerte mejor.
  • Es un buen razonamiento. Pero no te cocinare.
  • Ja. No te preocupes una vez que todo esto termine dudo que nos volvamos a ver.
  • Sí, obvio que sí. Seguiré pidiéndote turnos.
  • Tal vez… sí… seguro.

No quise seguir esa conversión por que no estoy seguro si después de este teatro tenga la suficiente dignidad de volverlo a ver a la cara. Lo mejor será seguir caminos diferentes.

Cuando saldo de la ducha refrescante que me di en el gran baño que tenemos en la habitación, Scott me estaba esperando con un traje para mí.

Termino de ponerme el traje que Scott eligió para que use esta noche. Es mismo traje que le dije a O’Neill que no usaría la primera vez que fuimos para que me comprara ropa, me lo pongo simplemente porque Scott me insistió mucho en que lo usara. Una vez que terminé de vestirme, me quedé frente al espejo admirando cómo me queda este traje de alta costura, que es, sin duda, carísimo… me veo genial. Está hecho a medida, se adapta perfectamente a mi cuerpo, resaltando mi trasero, mi cintura y mi pecho. Si me lo permiten, me lo quedaré. Quizás incluso haga un book de fotos y lo suba a mis perfiles; seguro atraeré mucha más atención.

—Antes de que vayamos a cenar con mis padres, quiero que te pruebes algo —dice Scott.

Camina hacia un escritorio con varios cajones. Hay muchos muebles en esta habitación, pero como no soy una persona curiosa, no me puse a revisar cada uno de ellos. Abre uno de los cajones y comienza a sacar varios objetos: anillos, pulseras y otras joyas. Desde donde estoy puedo ver que son piezas muy caras… y también hermosas. Me quedo congelado por un momento.

—Te he visto mirándote en el espejo por más de un minuto, apreciando cómo te ves con ese traje —dice con una sonrisa—. Y debo decirte que te ves extremadamente sexy y muy guapo. Pero te verás aún mejor si lo complementas con estos accesorios.

No digo nada, no sé por qué, pero no puedo responder. Scott se acerca lentamente, toma mi mano y desliza dos sencillos anillos de oro en mis dedos. Luego coloca en mi muñeca una pulsera preciosa con detalles en azul, muy parecida al reloj que me había regalado y que llevo puesto. Después me coloca una cadena con una cruz, que se siente bastante pesada; es dorada, así que probablemente también sea de oro. La verdad es que nunca le di mucha importancia a estas cosas, pero en este momento estoy paralizado, sin saber si es por todo lo que me está dando o por sentirlo tan cerca de mí.

Mi corazón late más fuerte de lo habitual.

Scott se inclina hacia una de mis orejas y me pone un pequeño aro con una piedra azul brillante. El roce de sus manos en mi cuello me hace estremecer, y siento que mi cuerpo empieza a reaccionar, pero el pinchazo en la oreja disipa la sensación casi al instante.

Se aleja despacio, observándome como si estuviera admirando una obra de arte. Luego me hace una señal para que me gire y me mire en el espejo.

Woow…

¿Ese soy yo?

Con el traje puesto y sin los accesorios, era una persona, pero ahora, con todo este lujo brillando sobre mí, soy otra versión completamente distinta. Es como si me estuviera viendo por primera vez, y la transformación me desconcierta.

—No puedo usar todo esto —mi voz sale, temblorosa, mientras toco las joyas.

—¿Por qué? —Scott me mira con curiosidad, pero también con algo de paciencia.

—No soy yo —respondo, como si ese simple hecho pudiera explicarlo todo.

—Exactamente, eso es lo que quiero. Que no seas tú… que por unos días olvides quién eres y te conviertas en German, el novio de Scott. La persona más importante de este maldito barco.

Sus palabras son directas, afiladas. Me quedo en silencio, procesando lo que acaba de decir.

—Tienes que lucir como mi pareja. Sé que no lo deseas, pero si realmente quieres actuar bien, si quieres convencer a todos, necesitas una apariencia que sea digna de mi novio. Esta vez, en esta cena, en este viaje, todo el mundo te estará observando, analizándote. Desde cómo te vistes, hasta cómo respiras. No me importa lo que piensen, pero sé que a ti sí te afectará. Y quiero que entiendas algo: durante estos días, no solo serás mi novio por fuera. Necesito que te conviertas en alguien más. Olvídate de quién eres. No se trata solo de mí, sino también de ti.

Me quedo frente al espejo, repasando cada una de sus palabras. Siento una mezcla de vértigo y ansiedad. Cada vez que miro el reflejo, me resulta más difícil reconocerte. Mi mano toca las joyas que llevo puestas, con miedo de romperlas. Son símbolos de algo más, de una vida que no es la mía. La persona en el espejo no soy yo… pero me gusta lo que veo.

Y eso me aterra.

Mi pecho se siente pesado, como si estuviera traicionando algo, o alguien. Pero también siento el tirón de algo más profundo: la tentación de dejarme llevar. La tentación de olvidarme, al menos por una noche, de todas las cadenas que me atan. Ella… yo…

Cierro los ojos y respiro profundamente, intentando calmar el caos que se desata dentro de mí. Perdóname… pero necesito esto. Necesito esta noche.

Cuando los abro, Scott está justo allí, observándome. Él también está impecable. Lleva un traje idéntico al mío, pero con aún más accesorios. Luce como una obra de arte viviente, y sé que quiere lo mismo de mí.

—¿Tienes más? —pregunto, tocando la cadena en mi cuello—. Esta es muy pequeña.

Él sonríe, con esa sonrisa suya que mezcla victoria y satisfacción. No digo nada. Me extiende la mano y me guía hacia el escritorio, lleno de joyas. Hay una infinidad de opciones: anillos, pulseras, cadenas de oro y plata, todas brillando bajo la luz. Me quedo atónito. ¿Cuántas vidas podrían comprarse con todo esto? Pero en este momento, no me importa.

—Hice traer una pequeña parte de la joyería que tengo en casa, solo para que mi novio la use —dice, con una voz suave, casi como si lo estuviera haciendo solo por mí.

De repente, sin previo aviso, besa mi mejilla. Su cercanía me saca una sonrisa involuntaria. Entonces, mis ojos caen sobre un crucifijo dorado, con incrustaciones de diamantes. Es pesado, pero se siente bien en mis manos, como si ese peso me anclara en algo más sólido que esta fantasía.

Me lo coloco, y regreso frente al espejo. Lo oculto un poco bajo la camisa, pero lo suficiente como para sentirlo sobre mi pecho, dándome una extraña sensación de seguridad. Es un recordatorio de que todavía soy yo… aunque no lo parezca.

Me miro una vez más. El reflejo en el espejo es perfecto. Soy alguien que nunca creí que podría ser, pero esta noche… no me importa. Quiero ser el novio de Scott. Quiero ser alguien diferente. Quiero olvidarme de mí mismo, al menos por unas horas.

Mañana… mañana tendré tiempo para lidiar con lo que sea que venga.

Después de terminar de prepararnos fuimos directamente al comedor principal donde los padres de Scott ya nos estaban esperando.

Es un lugar maravilloso, todo es perfecto, los grandes ventanales que dan al mar, las luces, las mesas, las sillas, todo es simplemente perfecto.

Apenas puse un pie dentro de del gran salón la gente gira para verme, está vez no me siento inseguro como la primera vez que cene con los padres de Scott, esta vez me siento más preparado que antes, camino seguro con la vista al frente, con una sonrisa en mi rostro y de la mano de mí novio.

En esa mesa hay mas personas que no conozco, al que veo es al primo de Scott, lo fulmino con la mirada, él se da cuenta y mira a otro lado. No le doy importancia la verdad muero de hambre, aunque conociendo a esta gente la comida será rica pero poca.

No me equivoque, la comida es escasa, pero muy rica pero muy poca, quisiera poder repetir pero no me animo a abrir la boca, no vaya a ser que quede mal con esta gente.

Madre – Dime, Germán, ¿de qué trabajas?

Germán – Mmm… Soy fotógrafo.

Madre – ¿En serio?

Germán – Sí, aunque no soy un gran fotógrafo. Hago trabajos pequeños: paisajes, retratos y esas cosas. No se gana mucho, pero es suficiente para mí… hasta que decida fotografiar una obra maestra y cambiar el mundo, claro.

Primo – Bueno, ahora que eres el novio de Scott, ya no tendrás que trabajar más. Tienes mucha suerte.

Germán – ¿Suerte? Claro, porque dejar lo que me gusta y quedarme de adorno suena increíble, ¿no? A ver, ¿por qué no iba a trabajar en algo que me apasiona? No me gusta depender de nadie para vivir. Scott ha intentado ayudarme muchas veces, pero no se lo permití. Viví sin él antes y me las arreglé bastante bien, ¿sabes? No soy de esos que necesitan una “salvación financiera” para existir.

Primo – Ja, lo que dices no es muy convincente. La primera vez que te vimos no llevabas un traje como ese, ni toda esa joyería…

Germán – Oh, ¿en serio? ¿De verdad te preocupas tanto por mi guardarropa? ¿Cuánto tiempo te tomaste en analizar lo que llevaba puesto la última vez? Mira, te lo explico: sí, este traje y las joyas son regalos de mi novio, y los acepté. Pero no porque me haya vuelto un materialista obsesionado con el oro. Lo hice porque estamos hartos de tener que justificar nuestra relación ante gente que cree que sabe todo. Y, sinceramente, lo que más me molesta es la gente como tú, que no puede ver más allá de la ropa. ¿No tienes un hobby más productivo?

Primo – Solo era un comentario, no te pongas a la defensiva.

Germán – Claro, claro. Comentario inocente. Pero mira, no entiendes, y sinceramente, dudo que algún día lo hagas. Y, ¿sabes qué? No es mi trabajo hacer que lo entiendas. No voy a perder mi valioso tiempo dándote lecciones. Tenemos cosas mucho más importantes que hacer que preocuparnos por tu crítica de moda en este barco de lujo.

El silencio que siguió a mis palabras fue tan espeso que casi se podía cortar con un cuchillo. ¿Me habré pasado? Tal vez un poquito. Pero no me arrepiento.

Siento una mano cálida en mi pierna, apretando suavemente. Giro la cabeza y ahí está Scott, con una sonrisa en su rostro, como si acabara de ganar alguna clase de apuesta secreta.

Scott – Así se habla, amor. Jamás te pediría que dejes de trabajar en lo que te gusta, y menos me importa cómo te vistas. De hecho, me gustas más sin ropa, por si alguien aquí tenía dudas. Perdona a mi primo, el resto de la familia no es tan… limitada como él.

Toma mi mano y la besa con una teatralidad que casi me hace reír. La mesa entera se queda conmocionada por el espectáculo. Vaya, creo que me estoy perdiendo una carrera en la actuación.

Scott – De hecho, quiero aprovechar, ya que sacamos el tema, y esta vez lo obligo a aceptarlo…mucho de mis obsequios los rechazos, este no podrá hacerlo…

Scott se levantó y buscó con la mirada a Oniell. Ella sostenía una caja rectangular, bastante grande. Se acercó y la colocó sobre la mesa, justo frente a mí. Todos clavaron la vista en el paquete. No era demasiado grande, pero lo suficiente como para generar intriga. Estaba envuelto en papel madera con un moño rojo, y una tarjeta escrita a mano con mi nombre en letras claras. Mi corazón comenzó a latir más rápido. Hacía mucho que nadie me hacía un regalo, y aunque intenté mantener la compostura, sentí un cosquilleo de emoción que me recorría todo el cuerpo.

Las miradas de todos en la mesa estaban sobre mí, esperando que empezara a abrirlo. Lo hice con lentitud, mientras escuchaba las palabras de Scott resonando en mis oídos como si el mundo entero se detuviera.

—Sé que no te gusta recibir regalos caros, hemos tenido varias discusiones sobre eso —dijo con una leve sonrisa—. Pero quiero que entiendas algo: te amo, y quiero verte feliz. Sé que estuviste ahorrando para comprarte una de estas, pero yo quería ser quien te la regalara, porque te lo mereces.

«Te amo». Esa frase hizo que mi corazón diera un vuelco. ¿La primera vez que alguien me lo decía? Se sintió… perfecto. Aunque una parte de mí sabía que lo decía por la situación, para aparentar frente a su familia, decidí aferrarme a ese momento, dejarme llevar y permitir que mi corazón latiera más fuerte.

Desenvolví el papel lentamente, casi con reverencia, y cuando vi lo que había dentro, no pude creerlo: una cámara de fotos. Pero no era cualquier cámara, era una profesional, de esas que había deseado por tanto tiempo. No había mentido cuando le dije que me gustaba la fotografía. En realidad, era algo que amaba. Pero cuando mi hermana enfermó, tuve que vender la única cámara que tenía para cubrir gastos, y desde entonces no había podido volver a comprarme otra.

Sostuve la cámara entre mis manos, maravillado. Era perfecta, una verdadera joya que sabía costaba una fortuna. Un nudo se formó en mi garganta. No podía aceptarlo, era demasiado.

—Es… es demasiado, no puedo aceptarlo —balbuceé, tratando de contener mis emociones.

La madre de Scott intervino suavemente, con una sonrisa cálida.

—Acéptalo, por favor. Sé que no te gustan los regalos costosos, pero Scott se tomó el tiempo de ir personalmente a cada tienda de fotografía, averiguando cuál era la mejor cámara para ti. Pasó días buscándola, sin la ayuda de nadie. Lograste que Scott hiciera algo por sus propios medios, y créeme, hace mucho tiempo que no lo veía hacer algo sin ayuda de sus asistentes.

Scott me miró divertido, pero con una chispa de orgullo en sus ojos.

—¿Es cierto? —le pregunté, un poco incrédulo.

—Sí, no tienes idea de lo que me costó encontrarla —contestó con una risa nerviosa—. Pero valió la pena.

Suspiré, incapaz de resistir más. La cámara ya era mía, y no podía devolver ese gesto, no después de todo lo que acababa de escuchar.

—Está bien… la acepto. Muchas gracias… yo también te amo.

Me acerqué a él y lo besé sin importarme lo que los demás pensaran. En ese momento, el mundo dejó de existir, solo éramos él y yo, y la sensación de que, por primera vez, alguien me había regalado algo con el corazón. Mi pecho latía con tanta fuerza que temía que fuera a explotar. ¿Así se sentía estar enamorado?

Sonreí pícaramente.

—Esta noche, yo también tengo un regalo especial para ti cuando estemos en nuestro camarote.

La madre de Scott soltó una risa cómplice.

—Menos mal que empaqué unos audífonos. Sabía que ustedes dos no me iban a dejar dormir.

La mesa entera estalló en carcajadas. Incluso Scott se reía a carcajadas. Aprovechando el momento, agarré mi nueva cámara, apunté y tomé una foto.

Scott y su madre se detuvieron, sorprendidos por el repentino clic, pero cuando les mostré la imagen, ambos quedaron sin palabras. La foto capturaba a Scott riendo de forma genuina, con su madre en el fondo, también riendo. Era una imagen llena de vida, un momento perfecto congelado en el tiempo.

—Quiero una copia de esa foto… es perfecta —dijo su madre, con una mezcla de asombro y emoción—. Eres un gran fotógrafo, capturaste el momento exacto… Me encanta. Nunca había tenido una foto como esta.

—Yo también quiero una copia —añadió Scott, admirando la foto—. Es genial.

—Es una gran cámara… las fotos van a salir perfectas.

Fue entonces cuando la voz grave y solemne del padre de Scott resonó por primera vez en la mesa.

—No es la cámara… —dijo con firmeza—. La cámara es solo una herramienta. Tú decidiste capturar ese momento. Tú elegiste ese preciso instante. Si hubieras usado un teléfono, el resultado habría sido el mismo, porque lo que importa no es el aparato, sino el ojo que sabe ver lo que otros no ven. Y ese ojo es tuyo.

Me quedé helado. Jamás había escuchado al padre de Scott dirigirse a mí directamente. Sentí un escalofrío recorrerme. Sus palabras no solo me conmovieron, sino que silenciaron a todos en la mesa.

—Muchas gracias por sus palabras, señor —logré decir, con un nudo en la garganta.

—Se nota que eres un buen chico —agregó—. Solo espero que mi hijo sepa cuidarte.

Scott lo miró, sonriendo de oreja a oreja.

—Gracias por el voto de confianza, padre.

El resto de la comida transcurrió mucho más tranquila, como si esa conversación hubiera derribado cualquier barrera que quedaba entre nosotros.

Cuando la comida terminó Volvimos a nuestro camarote, donde estaba David esperándonos con una bandeja de comida.

  • Les traje más comida, se deben quedar con hambre, esta gente no sé qué tiene en la cabeza a la hora de comer.
  • Gracias al cielo que te apiadaste de mí, estaba muriendo de hambre.

Entramos en el camarote y nos pusimos a comer lo que nos habían traído. Se notaba que él también tenía hambre, ambos estábamos agotados por el día y el silencio compartido mientras comíamos resultaba en una extraña paz. No había necesidad de llenar el aire con palabras vacías.

Después de terminar, nos turnamos para bañarnos. Yo fui primero. El baño era enorme, lo suficientemente espacioso como para que pudiéramos ducharnos juntos sin molestarnos, pero la verdad no quería hacerlo. Tenía demasiadas emociones revolviéndose dentro de mí, demasiadas cosas en la cabeza. Verlo desnudo no haría más que empeorar mi confusión.

Salí del baño, el vapor aún en el aire, y tomé la cámara que me había regalado. La contemplé una vez más, su peso en mis manos me hizo sentir un nudo en el estómago. Sabía lo que significaba este regalo, lo que estaba implícito en ese acto. Luego, con cuidado, la volví a guardar.

—Puedes quedarte con la cámara —dijo desde la puerta, su voz suave pero firme.

—¿Lo dices en serio? —pregunté, como si necesitara que lo confirmara.

—Sí, no pasé por todo eso solo por capricho. Quiero que la conserves.

—Puedo pagártela en cuotas… —intenté, pero él me interrumpió.

—¿Por qué? Es un regalo.

—¿En serio? —le devolví, incrédulo, a lo que él asintió, sonriendo levemente.

—Te tomaste todo ese atrevimiento para comprarle una cámara a un desconocido —dije, sin poder evitar un tono de ironía amarga.

—No eres un desconocido. Eres Germán.

—Germán… Un prostituto. Un TaxiBoy —respondí, con un toque de cinismo.

—Eres una persona que se gana la vida lo mejor que puede —contestó él, con calma y sin juicio en su voz.

—Sí, lo que tú digas… —dije en un susurro, la vergüenza y la gratitud chocando dentro de mí—. Gracias.

Luego, él cambió de tema, señalando algo inevitable en nuestra situación.

—Ahora, tenemos una sola cama para dormir los dos. Espero que no te moleste.

—Para nada —respondí, aunque mis nervios estaban a flor de piel.

Me levanté lentamente y me quité la bata, dejándome completamente desnudo. Me acosté en la cama, haciéndole una seña para que se uniera. Sabía lo que venía, y aunque no podía borrar de mi mente la cámara ni lo que significaba, de alguna manera sentía que tenía que compensarlo.

Me encontraba desnudo, mi pene semi erecto, expuesto. Él se desvistió rápidamente y se acostó a mi lado, su proximidad era innegable, pero esta vez había algo más. Puso su mano suavemente en mi mejilla y comenzó a acariciarme, con una ternura que no esperaba.

—Eres hermoso —me dijo, su voz baja pero cargada de sinceridad.

—Gracias —respondí, intentando mantenerme distante.

—Lo digo en serio —repitió, sus ojos fijos en los míos, intentando perforar mis defensas.

Sentí una mezcla de incomodidad y deseo. No quería que lo hiciera más complicado de lo que ya era, no quería que las palabras añadieran peso a lo que debía ser un intercambio simple.

—Sabes que no es necesario decir todo eso. Lo nuestro es una relación de trabajo. Tú quieres sexo, y yo te lo doy —dije, intentando mantener las líneas claras.

—Está bien… si tú lo ves así —respondió, con un tono de resignación que me hizo estremecer.

—¿Y tú no? —pregunté, tratando de mantener mi distancia emocional.

—Dejemos esta charla para más adelante. Ahora solo quiero disfrutar —contestó, desviando el tema con una sonrisa suave pero triste.

Se inclinó hacia mí, besándome lentamente. Sus besos eran dulces, mucho más de lo que esperaba. He besado a muchas personas en mi vida, pero con ninguno sentí lo que sentía cuando él me besaba. Había algo en sus labios, en su manera de moverse, que hacía que mi corazón se acelerara de una manera que no podía controlar.

Sin previo aviso, se subió encima de mí, sus manos recorriendo mi cuerpo mientras continuaba besándome. Sentí su peso contra mi pene, que reaccionaba de inmediato, mientras sus labios se deslizaban por mi cuello, dejando pequeñas marcas que ardían con una mezcla de placer y dolor.

No quería pensar en lo que significaba todo esto, ni en las emociones que empezaban a agolparse en mi pecho. Solo quería disfrutar el momento, aunque fuera efímero, y permitir que, por una vez, las dudas y los miedos se desvanecieran en la oscuridad del camarote. Un par de gemidos salen de su boca cuando con mis manos rasguño su espalda.

  • Guarda silencio, tú madre podría oír.
  • Ella compro audífonos, no va a ver problemas.
  • Perfecto, porque me encanta oírte gemir.
  • Lo dices enserio.
  • Sí, me gusta.
  • Entonces lo hare más seguido solo para ti.

Lo atraigo a mí y lo vuelvo a besar con mucho más pasión.

Lo tumbo boca abajo me acuesto arriba de él, tomo sus manos y las paso sobre su cabeza, refriego pene por su entrada, todavía no tengo intenciones de penetrarlo, quiero divertirme un poco más.

El forcejea un poco para soltarse pero no lo libero al contrario apretó más mi agarre eso provoca otro gemino.

  • Eso es, me gusta, hazlo más fuerte.

Mordí su hombro izquierdo para que salga un gemido más fuerte y darle una verdadera razón de hacerlo.

El gemido salió mucho más fuerte de lo que esperaba. Eso me éxito aún más. Sentir su cuerpo retorcerse debajo de mí es una sensación agradable.

Suelto un poco el amarre que ejerzo sobre él y lo pongo en cuatro, mi pene está apunto de explotar pero aun no quiero penetrarlo, busco a mi alrededor y encuentro un cinto fino de color negro, lo tomo y doy un golpe en su espalda, él no lo esperaba y yo la verdad tampoco me imagine haciendo eso.

Estaba esperando que Scott me reprochara por lo que hice, pero al contrario.

  • Vuelve a hacerlo.
  • Te gusto.
  • Sí.

Volví a azotarlo con el cinto unas 3 veces, su espalda esta roja, con algunas marcas del cinto, parece una obra de arte.

Vuelvo a darle un azote más, él se tensa por completo y pierde el equilibrio cayendo en la cama.

  • Acabe.
  • ¿Qué dices?
  • Acabe, esos golpes me éxito mucho y acabe.

Miro debajo de él y si veo que efectivamente que había acabado sobre las sabanas, sin necesidad de que se tocada.

  • Quieres que continuemos.
  • Me encantaría pero fue muy fuerte el orgasmo que tuve.
  • Por mí no hay problema.
  • Pero no acabarás
  • No sería la primera vez. Además lo importante es que tú acabes.

Lo beso nuevamente para tranquilizarlo.

Hago espacio en la cama tirando las sabanas sucias, sé que vendrán a cambiarlas y mañana tendremos unas nuevas.

Me acuesto abrazándolo.

Despierto temprano, más temprano de lo habitual. Scott aún duerme, lo cual no me sorprende después de la noche de pasión que tuvimos. Me pongo algo cómodo y salgo a la cubierta del barco. Normalmente, a esta hora me gusta salir a correr, despejarme, pero aquí no puedo hacer eso… o al menos decido que no quiero hacerlo.

Llego a la proa, y el aire salado del mar me recibe con un abrazo frío. A esta hora, la cubierta está casi vacía. Solo estoy yo y algunas personas que están limpiando. Me apoyo en la barandilla, dejando que la brisa golpee mi cara. Siempre me ha gustado el mar. Tiene esa manera de calmarme, de hacerme sentir pequeño, pero en control. Respiro profundamente, llenando mis pulmones con el aire fresco que parece purificarme por dentro.

Pierdo la noción del tiempo. Podría haber estado aquí horas, viendo al horizonte sin pensar en nada… en todo. Si no hubiese sido por Scott, que llegó con dos cafés en la mano, probablemente me habría quedado mucho más tiempo.

—Desperté y no te encontré —dice con esa sonrisa somnolienta.

—Sí, necesitaba un poco de aire fresco —le respondo, tomando el café que me ofrece.

—Toma, este café es mejor que el que yo preparo.

—Cualquier café es mejor que el que tú preparas —le digo con una sonrisa burlona.

—Ja, sí… en eso tienes razón —ríe, pero hay una calidez en su risa que me hace sentir bien.

Le doy un sorbo al café. Está realmente bueno, tal como dijo.

—Más tarde vendré con la cámara para tomar fotos de este paisaje —digo, mirando el vasto océano ante nosotros.

—¿Qué paisaje? Solo es agua —responde él, sin entender lo que yo veo.

—Sí, lo es. Pero es hermoso… —le digo, mi voz quedando atrapada entre el murmullo de las olas.

—Si tú lo dices… —contesta con una pequeña sonrisa, resignado. Luego cambia el tema—. Mi madre organizó un día entero de spa para ella y para ti.

—Me lo imaginaba. Debe ser lindo que te mimen todo el día —respondo, aunque mi mente sigue vagando en otro lugar.

—¿Te puedo hacer una pregunta? —dice Scott, su tono de repente más serio.

—Dime.

—¿Nunca pensaste en salir de todo esto? ¿En formar una vida… tener un trabajo estable, un novio?

Me quedo en silencio unos segundos. Claro que lo he pensado, mil veces. Pero siempre llego a la misma conclusión.

—Sí, lo he pensado muchas veces. Pero no puedo —le digo con un tono más bajo, sin mirarlo directamente.

—¿Por qué no? —pregunta, genuinamente curioso.

—Es difícil de explicar… pero una vez que entras en esto, ya no hay forma de salir.

—No creo que sea tan difícil —dice, su incredulidad evidente.

—¿Renunciarías a todo esto por un chico? —le pregunto, casi desafiándolo.

—No lo sé… tal vez —responde, con un tono que sugiere que nunca ha tenido que pensar en algo así en serio.

—Sí, claro —respondo con ironía, dando otro sorbo al café.

—No puedes comparar nuestras vidas —añade, ahora más reflexivo.

—No lo hago. Solo digo que yo no renunciaría a todo por alguien. No puedo permitirme ese lujo —digo, mi voz cargada con el peso de la realidad.

—¿Nunca te enamoraste? —me pregunta, como si la idea del amor fuera algo inevitable.

—El amor es una ilusión… sirve para tapar las cosas que están mal en tu vida —respondo, casi sin pensar.

—Me parece que te equivocas —dice, su tono suave pero firme.

—Tal vez… —susurro—. El día que me enamore, te lo haré saber.

Ninguno de los dos dice nada más. El silencio cae entre nosotros como un telón. Me pregunto si realmente estoy equivocado. Pero no tengo tiempo para pensar en eso ahora. Alguien depende de mí, y los tratamientos son caros. No conozco otra forma de ganar dinero tan rápido como lo necesito.

El mar sigue allí, inmutable, mientras yo me debato internamente entre lo que quiero y lo que la vida me obliga a hacer.

(***)

A media mañana, la madre de Scott vino a buscarme para ir al spa juntos. Aunque traje algo de dinero para este viaje, calculo que probablemente me quede sin nada después de este día.

—¿Qué crees que estás haciendo? —me miró seriamente, casi ofendida, cuando saqué mi billetera para pagar.

—Pensé que…

—¿No te dijo mi hijo? Somos los dueños de este barco. No tienes que pagar nada. Puedes pedir lo que quieras e incluso dar órdenes si lo necesitas.

—Pero…

—Nada de peros —dijo con firmeza, casi arrastrándome hacia el spa.

Jamás en mi vida me habían consentido tanto. Empezamos con un suave masaje, seguido de una limpieza facial. Nos sumergimos en baños de vapor, manicura, pedicura, e incluso en lo que parecían aguas termales. El lodo terapéutico, la comida, los tragos… todo fluía sin parar. Para cuando me di cuenta, el día entero había pasado.

—Muchas gracias, en serio, por este día. Siento como si todas mis energías se hubieran renovado. Ahora iré a cambiarme para la cena.

—Gracias a ti por acompañarme —dijo la madre de Scott, sonriendo—. Tal vez si dejaras de fingir y aceptaras a mi hijo, estos días podrían ser más frecuentes.

—¿Perdón? ¿Qué dijo? —pregunté, sorprendido.

—Nada… nada. Ve a cambiarte.

Me dio un beso en la mejilla y se fue por un pasillo.

Pero yo escuché perfectamente.

¿Sabe la verdad?

Necesito hablar con Scott urgente.

Me dirigí a toda prisa a nuestro camarote, y al entrar sin tocar la puerta, me encontré con Scott y su primo. Scott tenía la camisa desarreglada, y su primo sonreía con malicia. Scott, por otro lado, parecía haber estado llorando. Me acerqué rápidamente a él y le levanté la camisa, descubriendo un hematoma y un ojo morado.

—¿Qué está pasando aquí? —pregunté, mi voz cargada de furia.

—Nada. Solo estaba hablando con mi querido primo —dijo el primo de Scott con desdén.

Scott no dijo nada, simplemente desvió la mirada.

Mi sangre hirvió. Me acerqué al primo y le di un puñetazo en la cara, lo suficientemente fuerte para hacerlo caer. Sin dudar, le di una patada en el estómago, dejándolo sin aliento. Lo arrastré hacia el pasillo y lo tiré al suelo.

Estoy armando un escándalo, pero no me importa, es tanta la furia que tengo que no puedo pensar con claridad, intento controlarme cuando veo que más gente se empezó a acercar, me agacho y le susurro “la próxima vez que toques a mi novio, te matare» La amenaza fue fuerte y clara, sus ojos se abrieron, y su cara se volvió blanca.

O’Neill y David ya estaban allí, observando la escena. O’Neill tenía una sonrisa inquietante en su rostro.

—Llévatelo de aquí —le dije.

—Sí, señor. Me aseguraré de que no olvide tus palabras —respondió O’Neill con una calma inquietante.

David me miró con respeto, casi admiración. Parecía disfrutar la nueva dinámica de poder que había creado, al igual que yo.

Regresé al camarote, donde Scott estaba sentado en la cama, con el rostro abatido. Lo tomé de la mano y lo llevé al baño. Le quité la ropa cuidadosamente, inspeccionando su cuerpo por otros signos de violencia.

Si llegara a encontrar otro iría y lo mataría con mis propias manos.

—Espero que también le hayas dado un golpe —dije, todavía furioso.

—Soy pacifista… jamás golpearía a alguien. Para eso está O’Neill —respondió Scott con calma.

—Pero esta vez ella no estaba.

—No… pero sabía que tú llegarías —dijo, esbozando una pequeña sonrisa.

—Sabes que no siempre voy a estar, ¿verdad?

Antes de que pudiera responder, un golpe en la puerta interrumpió nuestra conversación. Era David, trayendo la cena.

—Espero que sea suficiente. Tengo mucha hambre —dije, sintiendo que el hambre volvía ahora que la adrenalina había bajado.

—Hamburguesas grandes con papas y cervezas frías. Te lo mereces —dijo David con una sonrisa.

—¿Por qué?

—Scott nos había prohibido tocar a su primo. No es la primera vez que ocurre algo así, pero no esperaba que tú intervinieras. Al hacerlo, diste luz verde a O’Neill. Ella lo hará desaparecer.

—Espero que lo haga.

Cuando David se fue, volví a donde Scott estaba en la tina, relajado con los ojos cerrados. Le llevé un vaso de agua y unas pastillas.

—Cuando termines, toma estas pastillas y ven a comer.

Me senté en la habitación, comiendo mi hamburguesa y bebiendo cerveza, cuando Scott salió del baño, con una toalla atada a la cintura y el pelo aún mojado. Las gotas de agua caían por su pecho, y no pude evitar sentir una oleada de deseo. Mi cuerpo reaccionó, pero traté de ocultarlo.

—Debemos cubrirte ese ojo —le dije, intentando desviar mis pensamientos.

—O’Neill vendrá más tarde a ayudarme con eso. No se notará.

Le tendí una cerveza y una hamburguesa. Scott sonrió, aceptándolas.

—¿Cómo haces para comer esto y no engordar? Tienes un cuerpo perfecto.

—Corro todas las mañanas y hago mucho ejercicio. El sexo también ayuda a quemar grasa.

—Eso es mentira.

—Te aseguro que no. Tener sexo entre 10 y 15 veces al día quema más de lo que imaginas —dijo con una sonrisa.

—¿Cómo aguantas tanto?

—Pastillas, drogas… algunas veces finjo. Todo depende del día.

—¿No quieres dejar todo esto alguna vez?

—No, por ahora estoy bien como estoy.

—¿Y si te enamoras?

—El amor es una ilusión, una necesidad de no estar solo, un instinto de reproducirte. Yo no me voy a reproducir, y estando solo estoy feliz, no necesito enamorarme… vamos a volver a tener esta conversación…

—Pero, ¿y si te enamoras de verdad?

—Eso no va a pasar —respondió con convicción.

Se quitó la toalla y comenzó a vestirse frente a mí. Mi mirada se quedó fija en sus nalgas, y tuve que hacer un esfuerzo enorme para contener el deseo que surgió en mí.

  • Ponte tu mejor ropa, iremos al bar de barco, a esta hora se vuelve una especie de discoteca, vamos a mover el esqueleto.
  • ¿Te parece? A ti no te duele nada.
  • Estoy perfecto gracias a tus cuidados.

Me puse la mejor ropa que Scott me compró, nada extravagante, pero lo suficiente para hacerme sentir sexy. Era obvio que en un crucero como este habría un bar de lujo. Scott y yo salimos del camarote, su maquillaje impecable, ocultando por completo las marcas del golpe que recibió. Nadie podría notar lo que había sucedido.

Caminamos por los largos pasillos, llenos de gente que nos miraba, pero afortunadamente nadie nos detuvo ni se acercó. Me limitaba a seguir a Scott, observando su andar decidido. A veces siento que lo seguiría a cualquier lugar, como si mi vida estuviera empezando a girar en torno a él. Pero no puedo dejar que eso pase. Necesito mantener el control, sobre todo cuando sé que este viaje llegará a su fin. Cuando el crucero termine, también lo hará nuestra relación. Ya lo he decidido. No habrá más llamadas, mensajes o reencuentros. Una vez que baje de este barco, Scott será solo un recuerdo.

Mientras caminamos, me esfuerzo por no pensar en todo esto, pero es difícil. Sé que cuanto más me acerque a él, más complicado será cuando llegue el momento de despedirse.

Cuando llegamos al lugar varias personas se quedaron mirándolos, somos dos hombres extremadamente sexy, él lo sabe y yo lo sé.

La barra del lugar está llena de botellas de tamaño y color diferentes, muchas reconozco y otras no, los meseros que están atendiendo lo hacen con una gran sonrisa, llenado los vasos de cualquier persona que se acerque.

Scott me toma de la mano y me lleva a la barra del bar donde nos pedimos un par de tragos y vamos a la pista que habían improvisado en este lugar, hay mucha gente aquí.

El lugar está muy bien ambientado, la música es suave pero rítmica, hay poca luz, lo suficiente para ver lo que hay a un metro de distancia de ti. Hay grandes ventanales con vista el mar, es de noche no se ve nada. Todavía no puedo creer que nos encontramos en medio del océano.

La pista de baile está llena de personas bailando frenéticamente, puedo distinguir que varias de ellas se encuentran con algo más que alcohol en sus venas, sus ojos los delata. Pero no me importa, mantengo mi guardia baja, esta noche quiero disfrutar, no quiero ser el niñero de nadie.

Estamos bailando algo apretados cuando dos mujeres se nos intentan unir, al principio no le dimos importancia hasta que una me intento besar, eso molesto un poco a Scott ya que la quito de encima de mí de una manera un poco brusca, creo que esta interpretando su papel de novio celoso, la chicas se dieron cuenta que no iban a tener chance con nosotros y se fueron.

Nosotros seguimos bailando sin importarnos nada, hasta que un flaco alto de contextura robusta se metió entre los dos, al principio nos molestó un poco, pero al instante lo aceptamos y empezamos un baile más sexual entre los tres.

El baile empezó muy sensual entre los tres, hasta que el chico empezó a besar a Scott eso me molesto un poco pero no tengo poder para reclamarle nada, aunque pensándolo bien, si estamos fingiendo que somos novios, no puedo tolerar que alguien bese a mi novio, pero cuando estoy a punto de realizar un movimiento para separarlos, Scott me toma de la nuca y me obliga a besar a este chico, al principio opongo resistencia pero poco a poco voy cediendo, no sé si está bien o no, escuche a muchas parejas hacer tríos, y por lo que veo a Scott le gusta la idea, por lo tanto me dejo llevar por la situación.

Lo tomo del cuello a Scott y lo intento unir a nuestro beso acepta de inmediato, nuestros cuerpos se vuelven a unir encerrando a nuestro nuevo amigo. Sus manos empiezan a recorrer nuestro cuerpo, me estoy empezando a excitar demasiado, por lo general el sexo en grupo no es algo que me llame mucho, si realmente estuviera de novio con alguien nunca lo haría, soy una persona muy territorial que no le gusta que anden tocando lo que es mío, no compartiría a mi novio bajo ningún punto de vista, si… soy muy celoso.

Este chico toca el bulto de cada uno dándose cuenta que los dos estamos erecto, no sé cómo va a terminar esto, aunque tengo una idea.

Scott me mira a los ojos, puedo ver que él quiere algo más, yo solo asiento, tomo la mano del muchacho y empiezo a caminar Scott también viene siguiéndonos, tengo dudas, no sé si estoy haciendo bien o no.

El chico se detiene en la puerta de uno de los camarotes.

  • Este es el mío busco algo y seguimos…

Entro dejándome solo con Scott, esta es mi oportunidad de aclarar ideas y de detener todo si es necesario.

  • No sé si es lo que querías, si quieres podemos inventar una excusa.
  • No, lo quiero, te pagare.
  • No quiero que me pagues nada.
  • Hablamos de eso luego, ahora iremos y pasaremos una noche muy candente.
  • Perfecto.

Él es el jefe, si lo quiere lo haremos, realmente no tengo problemas, sé que Scott no me pertenece.

Entramos a la habitación con nuestro amigo, ninguno de los tres estamos nerviosos, los tres sabemos bien lo que queremos.

Pusimos a nuestro nuevo amigo en medio y mientras Scott lo besaba yo lo iba desvistiéndolo.

Una vez que quedo completamente desnudo, Scott lo acostó en la cama y empezó desvestirme y yo a él. Este chico cuando los vio desnudo no dudo en tomar nuestros penes con sus manos y empezar a chuparlos, un rato uno y un rato otro o las dos juntos mientras yo y Scott nos besábamos.

Tomo al chico y lo pongo en cuatro en nuestra cama, empiezo a chupar sus nalgas mientras que Scott mira y se masturba por la escena que esta presenciado.

Mientras que introduzco un dedo en el firme trasero de este chico con mi otra mano tomo el pene erecto de Scott y lo dirijo a la entrada de este sujeto, sé que Scott es versátil que le gusta penetrar, las veces que estuvo conmigo no lo pudo hacer, no lo va a poder hacer, no le voy a negar esta oportunidad, sé que él lo desea.

Poco a poco va introduciendo su miembro, el chico se queja un poco pero ni yo ni Scott tenemos intenciones de detenernos, una vez que su pene esta por completo dentro de él empieza el movimiento de ponga y saca muy rítmico, generando que nuestra cama choque con la pared. El chico empezó a gemir muy fuerte, por esa razón pongo mi pene dentro de su boca para acallarlo un poco. Mientras uno de nosotros lo penetraba el otro le introducía el pene en la boca, yo y él nos mirábamos a los ojos, ambos estábamos encendidos disfrutando a pleno lo que estábamos haciendo.

Después de un rato cambiamos de pose con Scott, yo me acosté en la cama y este chico se subió arriba mío, empecé a penetrarlo, volvió a gritar de placer mientras introducía mi pene en él y lo hundía hasta el fondo con movimientos rápidos.

Scott se puso delante, puso en la boca del extraño su miembro completamente erecto, gracias a la posición que teníamos los huevos de él me quedaban a la altura de mi rostro por eso no dure y los metí en mi boca uno por uno. Ahora era Scott quien gemía de placer.

Después de unos minutos, saca el pene de su boca y se acerca a la parte de atrás de él, yo estoy todavía con el mete y saca, se posiciona detrás, apuntando su pene al ano de nuestro amigo, yo todavía lo estoy penetrando, estoy a punto de sacar mi pene pero él me detiene e introduce su miembro en el mismo agujero en el cual tengo yo tengo el mío, es la primera vez que hago una doble penetración y la verdad es que me gusta mucho, siento el pene de Scott abriéndose camino, el trasero cerrándose más y más, nuestro juguete sexual grita de dolor, pero no es suficiente para detenernos, miro a Scott y veo el deseo en sus ojos quiere ir hasta las últimas consecuencias y yo también lo deseo.

Detenemos nuestros movimientos para que el chico se acostumbre a nuestros miembros y una vez que lo hace él mismo nos pide que nos movamos, mantenemos esta pose unos cuantos minutos más.

  • ¡Por dios esto es genial¡!Mas fuerte¡!Quiero más¡

Sus gritos nos encienden, salgo de él para dejar que Scott tome todo el control, lo vuelve a poner en cuatro y lo sigue penetrando. Aprovecho esa pose para empezar a penetrar a Scott, formamos un delicioso trencito, Scott penetra al nuevo y yo a Scott.

Las caricias y besos no faltaron, cuando ya estamos por llegar al final arrodillamos a nuestro amigo delante de nosotros y acabamos sobre él.

Fue el mejor sexo que haya tenido, y la noche recién empieza ya que Scott esta por empezar una segunda ronda y quien sabe cuántas más.

(***)

Me desperté después de haber dormido mejor de lo que recordaba en mucho tiempo. Al abrir los ojos, vi a Scott a un lado y al chico desconocido al otro lado. Me levanté con cuidado, sintiéndome sucio, y me metí a la ducha. Mientras el agua recorría mi cuerpo, las imágenes de lo que habíamos hecho anoche volvieron lentamente a mi mente. Con solo recordarlo, mi pene se endureció, y aunque no suelo masturbarme, sentí la necesidad de hacerlo.

Cuando salí, vi a Scott sentado en la cama, absorto en su celular. El chico se había ido.

  • ¿Dónde está?
  • Se despertó y lo mandé de vuelta a su camarote.
  • ¿No tendremos problemas?
  • Le di una buena suma de dinero para que no hable.
  • Mmm… No tengo ganas de discutir, pero no creo que fuera una buena idea.
  • No te preocupes por eso.
  • Iré a buscar algo para desayunar.
  • Bien, te alcanzo luego. Tengo que hablar con David por temas de trabajo.

Salí del camarote y, para mi sorpresa, me encontré con la madre de Scott. Estaba saliendo también de su habitación. Recordé lo que hicimos anoche y el ruido que hicimos, ella tiene su camarote pegado al nuestro… eso me dio mucha vergüenza, no podía verla a la cara.

  • Voy a tener que iniciar un reclamo en defensa del consumidor, estos audífonos no sirvieron para nada – bromeó, haciendo alusión al ruido de la noche.
  • Yo creo que lo mejor va a ser cambiar de camarote – respondí, sonriendo.
  • Jajaja, sí, creo que sí… ¿A dónde vas?
  • A buscar algo para desayunar.
  • Debes estar exhausto, ¿te molesta si te acompaño?
  • Claro que no, sería un honor.

Fuimos juntos al gran comedor. El café en este lugar es exquisito, aunque no tengo idea del precio, ya que nunca me han cobrado nada. No sé si es porque lo pagarán al final del viaje o porque al verme con Scott o su madre entienden que no pueden cobrarme. En realidad, no me importa; estoy aquí por trabajo, pero también por placer. Ahora mismo, amo mi trabajo.

Llegamos a la cafetería y me encontré con una barra llena de comida deliciosa para desayunar. Decidí servirme todo lo que podía: tostadas, quesos para untar, yogur, cereales, jugo… Me detuve un segundo y vi todo lo que había tomado.

Era mucho, y aún quedaba más por probar.

Entonces, la imagen de mi hermana y las noches en las que no teníamos qué comer me vino a la mente. Toda esa comida podría alimentar a muchos niños en la calle.

Mi apetito se cerró de golpe.

Intenté apartar esos pensamientos, pero no podía. Estaba a punto de dejar todo lo que había tomado y salir con solo una taza de café, cuando sentí una mano en mi hombro. Era el padre de Scott.

  • Después de lo que hicieron anoche, deberías comer bastante o te quedarás dormido a mitad del día – dijo con una sonrisa.
  • Señor… Es una pena que haya escuchado…
  • Ja… No te preocupes. Cuando era joven, era muy parecido a mi hijo, hasta que conocí a su madre.

Quería reírme o hacer algún comentario, pero no podía apartar la vista de la comida. Los pensamientos seguían invadiéndome. El padre de Scott se dio cuenta de mi distracción.

  • Siempre habrá comida, nunca te faltará nada en nuestra familia – dijo con seriedad. – A veces, tenemos que dejar el pasado atrás para crear un futuro mejor. Si piensas demasiado y no tomas riesgos, la vida no tiene sentido. Tú más que nadie lo sabes.

Lo miré confundido, pero él ya se estaba alejando con una bandeja llena de medialunas saladas, las favoritas de Scott.

«¿Tomar riesgos?», pensé. ¿Sabrá toda la verdad? Tal vez ellos también se están beneficiando de este teatro que mantenemos.

Tengo que hablar con Scott y comentarle todo esto. Suspiré y me dirigí a la mesa donde la familia me esperaba, con una sonrisa ensayada en mi rostro. Tal vez yo también pueda sacar provecho de esta gran mentira…

Scott

Después de que Germán me dejó solo en el camarote, caminé hacia la otra punta del crucero, donde David y O’Neill me esperaban. Estaba molesto. No importa lo genial que la pasamos anoche, me incomoda la actitud de Germán. No quiero que me trate como si fuera solo un cliente, quiero que me vea como una posible pareja, pero sé que eso no va a suceder.

Cuando llegué, encontré a David y O’Neill, ambos vestidos de manera impecable, tal como les pedí. Sus trajes elegantes siempre intimidaban a cualquiera que intentara acercarse a mí. La oficina donde nos reunimos era simple, pero decorada con reliquias de gran valor, algo bastante inusual para un crucero.

  • ¿Qué sucede? – pregunté, impaciente. – Pedí que no me molestaran mientras estoy de viaje.
  • Lo siento, señor, pero esto es importante – respondió David.
  • ¿Qué pasa? Deja de dar vueltas y dime de una vez.
  • La hermana de Germán tuvo un ataque. Los médicos lograron estabilizarla, pero… no dan muchas esperanzas.

Sus palabras me golpearon como una ráfaga helada.

  • ¿Qué estás diciendo? ¿Y nuestros médicos? – exigí saber.
  • Piensan lo mismo que su médico. No hay forma de salvarla.
  • Eso no puede ser. Tiene que haber una solución. Tenemos dinero, conocemos a los mejores médicos – respondí, frustrado.

David bajó la cabeza, mientras O’Neill se mantenía en silencio a su lado.

  • La vida de una persona no se puede comprar, señor – dijo David en voz baja. – Lamentablemente, no hay nada que podamos hacer, salvo esperar.

El silencio llenó la habitación. Me sentí impotente. Siempre he obtenido lo que quiero, sin importar el costo, pero todo lo que se refiere a Germán parece estar fuera de mi alcance.

  • ¿Le dirás a Germán? – preguntó O’Neill, rompiendo el silencio.

Me quedé mirando al suelo, pensando en mi respuesta.

  • No – respondí finalmente. – Dejemos que disfrute el viaje. Hablen con su médico y asegúrense de que no le diga nada. Quiero que me mantengan informado cada hora si hay algún cambio.
  • Sí, señor – respondieron ambos al unísono.

Salí de la oficina con la cabeza llena de pensamientos. ¿Estoy haciendo bien al ocultarle lo de su hermana? Sé que debería decírselo, pero verlo tan feliz aquí… No quiero ser el que le arruine el viaje. Encontraré una solución. Debo hacerlo.

Pero a medida que caminaba de regreso al camarote, una pregunta no dejaba de rondar en mi cabeza: ¿qué pasará cuando Germán descubra la verdad?

(***)

Cuando llego al gran comedor, veo a mis padres conversando con Germán. La escena es surrealista: mi padre, un hombre de pocas palabras, sonríe y habla animadamente. Rara vez lo había visto así. Me acerco, sorprendido por lo que veo, una imagen de felicidad que casi parece una ilusión.

Corro una silla y me siento al lado de Germán, quien me recibe con una sonrisa suave, pasándome una taza de café y unas tostadas untadas con queso, como si fuera lo más natural del mundo. Cuando nuestras miradas se cruzan, sin darme cuenta, le devuelvo la sonrisa. Este gesto me hace sentir algo cálido, pero confuso. ¿Cómo es que se siente tan bien, tan natural, estando con él?

Scott: ¿De qué se están riendo todos ustedes? —pregunto, algo inseguro, pero con curiosidad.

Germán: Tu mamá me estaba contando algunas historias tuyas de cuando eras niño. Algunas son… muy divertidas —ríe, dándome una mirada cómplice.

Scott: Madre, ¿era necesario? —siento cómo el calor sube a mi rostro.

Madre: Bueno, hay cosas que tu futuro esposo tiene que saber. Debe saber en qué se está metiendo.

Siento que mis manos se tensan alrededor de la taza de café. «¿Futuro esposo?» No sé si reírme o preocuparme por las expectativas que está creando. Todavía nos estamos conociendo y, aunque disfruto de estar con Germán, todo esto se siente demasiado rápido.

Scott: Madre, te estás extralimitando. Apenas estamos conociéndonos. Hay muchas cosas que él no sabe de mí, y yo de él.

Germán: En eso tiene razón —agrega Germán, con una sonrisa que refleja algo más profundo—. Hay muchas cosas que aún no te he contado.

Madre: Claro, claro. Si se la pasan como conejos todo el día… menos mal que ninguno de los dos puede quedar embarazado, porque ya me hubieras hecho abuela hace rato.

El comentario de mi madre cae como una bomba en la mesa, y yo desearía desaparecer en ese mismo instante. Todos se ríen, menos yo. A veces quisiera tener una madre más… discreta. Pero Germán lo maneja con tanta gracia que me pregunto si es porque es parte de su «trabajo» o si de verdad está cómodo aquí.

Antes de que pueda responder, mi padre, siempre tan serio, rompe la atmósfera con su tono profundo.

Padre: ¿Te enteraste que tu primo se fue del barco?

Scott: ¿Qué? ¿Cómo?

Padre: Anoche se fue en el helicóptero privado. Dijo que el mar lo mareaba. Lo vieron en un pasillo, retorciéndose como si le faltara el aire… aunque eso no tiene mucho que ver con los mareos, ¿no?

Sus ojos me atraviesan como dagas, y sé que sospecha. Pero no dice nada más, dejando una nube de incertidumbre que parece envolvernos. Giro mi mirada hacia Germán, quien me regala una sonrisa discreta, pero llena de significado. Ambos sabemos la verdad. Germán me sacó de encima a mi molesto primo sin pedir nada a cambio, solo porque lo vio necesario.

Ese acto desinteresado me conmueve más de lo que debería.

Justo cuando pienso que las tensiones se han calmado, escucho una voz desagradablemente familiar que me hace estremecer.

Jeremy: ¡Scotty! ¡Qué bueno verte!

Un escalofrío recorre mi cuerpo cuando lo veo. Jeremy, uno de mis ex, aparece de la nada. ¿Por qué justo ahora? No me da tiempo para reaccionar antes de que me abrace efusivamente y empiece a besarme en las mejillas, ignorando por completo la incomodidad que me invade. Mis padres lo miran, desconcertados, pero la verdadera tormenta la veo en los ojos de Germán. Si las miradas pudieran matar, Jeremy ya estaría enterrado.

Germán: Disculpa, ¿y tú quién eres? —pregunta, su voz como una advertencia.

Jeremy: ¿Me hablas s mí? Soy Jeremy, ¿y tú?

Germán: Soy Germán. Y ese que tienes agarrado es mi novio, así que si no sueltas su brazo, podrías perder tu mano.

La tensión entre los dos es palpable. Jeremy parece no comprender el mensaje o simplemente no le importa.

Jeremy: hay, pero por favor… como se te ocurre hablarme así, se nota que no eres de esta clase social ¿van a permitir que me hable así?

Siento cómo el fuego sube a mi garganta. Ya he aguantado bastante.

Scott: De hecho, no voy a permitir que le hables así. Germán es mi novio, y tiene todo el derecho del mundo a defender lo que es nuestro. Así que suéltame.

Jeremy: Vaya, Scotty, no te reconozco. Mezclarte con las clases bajas te cambió.

Germán: Tal vez deberías intentarlo, por ahí consigues un novio y no andas de catador de novios.

Las carcajadas de mis padres llenan la mesa, y no puedo evitar reírme también. Es la primera vez que siento que Germán no solo me está defendiendo, sino que me está protegiendo de algo más profundo. Mi ex intenta sentarse, pero Germán, con astucia, mueve la silla justo a tiempo para que O’Neill que esta atrás nuestro se la lleve lejos de la mesa.

Germán: Lo siento, esta mesa es solo para la familia. Está llena.

La sonrisa triunfal en su rostro me calienta el pecho. Jeremy se retira con la cola entre las piernas, pero no sin dejarme una última daga.

Jeremy: Bueno por lo visto hoy no soy bienvenido aquí, me retiro. Scotty me gustaría después hablar contigo a solas si puede ser, si tienes tiempo, ven a verme. Estoy en el camarote 514.

Scott: Jeremy, espera.

Jeremy: ¿Qué necesitas, Scotty?

Scott: No me llames Scotty nunca más.

Germán: Solo yo o su madre podemos hacerlo.

Jeremy se marcha, y aunque está claramente furioso, no me importa. Germán ha dejado las cosas claras, y por primera vez en mucho tiempo siento que alguien está realmente de mi lado.

Madre: Nunca me gustó ese chico. Me alegra que lo hayas puesto en su lugar.

Scott: Solo salía conmigo por mi dinero. ¿Pero por qué está aquí?

Madre: No lo sé.

Giro mi cabeza hacia Germán, preocupado de cómo se sentirá después de todo esto.

Scott: ¿Estás bien, amor?

Germán: Mientras él esté lejos de ti, estaré perfectamente bien.

Nos quedamos un rato más en la mesa hablando de cosas sin sentido, aunque yo no prestaba mucha atención, solo podía pensar en la reacción de Germán, no cualquiera hubiese enfrentado a un ex de la forma que él lo hizo.

Madre – Esta noche es “Noche de karaoke” ¿Van a venir no?

Scott – Sabes que no me gusta eso Madre.

Germán – Hace mucho que no canto o toco un piano.

Scott – ¿Cantas, Tocas el piano?

Germán – Te dije que hay cosas que no sabes de mí, si lo hago, pero hace mucho que no, creo que se me fue un poco la práctica.

Madre – Me encantaría escucharte cantar, tienes una hermosa voz.

Scott – A mí también.

Germán – No sé, enserio hace años que no lo hago. Antes solía cantar para una persona, pero desde que ella…. Perdón… está bien esta noche cantare.

Madre – No lo hagas por complacernos, solo hazlo si así lo sientes.

Germán se quedó inmóvil por un segundo, pero fue suficiente para que todos, incluidos mis padres, notaran el cambio. Su rostro, normalmente cálido y lleno de energía, se llenó de una tristeza profunda. Su sonrisa, siempre luminosa, se apagó de golpe. Podía ver cómo trataba de mantener la compostura, pero sus ojos lo delataban; estaban llenos de una melancolía que apenas podía contener. Y fue en ese instante que me di cuenta de cuánto miedo tengo.

Miedo de que su rostro pierda esa luz que siempre me acompaña, que esa alegría que suele reflejar cuando está conmigo se disuelva si algo le sucede a su hermana. Miedo de que este viaje, que parecía una escapatoria para los dos, termine convirtiéndose en una pesadilla de la que no podamos despertar.

Durante unos largos minutos, Germán no dijo nada, su mirada perdida en algún punto más allá del comedor. El bullicio y las risas a nuestro alrededor se hicieron pequeños, lejanos, como si el mundo entero se hubiera reducido a esa expresión de dolor en su rostro. Mi corazón latía más rápido, deseando encontrar las palabras para aliviarlo, pero no las encontraba.

Mis padres, siempre tan atentos, se dieron cuenta también, pero no dijeron nada. A veces me gustaría que lo hicieran, que alguien más tomara las riendas y quitara este peso que siento sobre mis hombros. Pero sabía que este era un asunto entre Germán y yo. Y sabía, también, que no podría soportar verlo así mucho tiempo más.

German

Estoy en el baño de mi camarote, ajustando la ropa para ir a la pileta. Después de haber pasado toda la mañana con los padres de Scott, ellos insistieron en que fuéramos a relajarnos un poco. Este barco lo tiene todo, es impresionante. Con sus cuatro piscinas, hay una en particular que es perfecta para nadar. Y, Dios, cómo extraño nadar. Hace tanto que no lo hago.

Pero mientras termino de vestirme, un nudo se forma en mi pecho al recordar a mi hermana. Cada noche, cuando éramos solo ella y yo, le cantaba para que pudiera dormir. Me decía que no podía cerrar los ojos si no lo hacía. Cuando finalmente tuvimos nuestro propio departamento, conseguí un piano, pequeño pero suficiente. Los sábados por la noche se convirtieron en nuestros conciertos privados. Ella soñaba con ser una estrella pop, lo repetía sin cesar. Me hizo jurar que, cuando se volviera famosa, yo la seguiría a todos lados, porque sin mí no sería nadie.

El día después de esa promesa, su salud empeoró. Tuvimos que llevarla con Iván, y desde entonces está en coma. Han pasado casi dos años y no ha despertado. Es desgarrador verla así, tan lejos de los sueños que construimos juntos.

Intento comunicarme con la clínica para saber si hay alguna novedad, pero aquí mi celular apenas tiene señal. No puedo preguntarle a Scott si hay una manera de conectarme; si lo hago, empezará a hacer preguntas, y no quiero que sepa de ella. Es mi responsabilidad, y me aseguraré de que esté bien, sin necesitar la ayuda de nadie.

Salgo del baño ya vestido, y veo que Scott también está listo. Está hablando por teléfono, pero corta rápidamente cuando me ve. Se nota un poco nervioso.

—¿Pasa algo? —le pregunto, sintiendo una leve incomodidad en el aire.

—No, para nada —responde rápidamente, pero noto que evita mirarme directamente.

Intento no pensar demasiado en su comportamiento y cambio el tema.

—No sé si estuve bien con cómo reaccioné con Jeremy. Tal vez esperabas que me quedara callado…

Scott sacude la cabeza y me sonríe, esa sonrisa que siempre logra calmarme.

—Para nada, lo hiciste perfecto. Nunca me gustó ese chico. Fue una noche de locura y lujuria, estaba drogado y alcoholizado. Le dije «te quiero» por accidente, sin pensarlo. Él creyó que me estaba enamorando y no tuve el corazón para desmentirlo. Seguí con el engaño un tiempo hasta que un día lo encontré con un amigo mío. Después de eso, lo terminé. Me pidió disculpas mil veces, pero no puedo tolerar una traición.

—Lo entiendo, a mí me pasaría lo mismo —le digo, sintiendo el eco de su confesión en mis propias heridas del pasado.

Scott se encoge de hombros, como queriendo dejar todo atrás.

—Pero eso ya es historia. No hablemos más de eso. Vamos, mis padres nos están esperando en la pileta.

Salimos del camarote y comenzamos a caminar por los pasillos rumbo a la pileta. Este barco es mucho más grande de lo que jamás imaginé; fácilmente podría perderme aquí. Scott, en cambio, camina con la familiaridad de quien ha estado en este lugar muchas veces. Supongo que, al ser dueño del barco, lo ha recorrido de arriba abajo en varias ocasiones. A medida que avanzamos, varios tripulantes y miembros del personal se detienen para saludarlo, y en cada ocasión, él me presenta como su novio, dejando claro que deben tratarme con el mismo respeto que a él o a sus padres. A veces siento que exagera un poco, después de todo, cuando este viaje termine, probablemente no volvamos a ver a la mayoría de estas personas.

Cuando llegamos al área de la piscina, me quedo sin palabras. El lugar es inmenso, rodeado de gente tomando sol, y la piscina en sí está llena, pero es lo suficientemente grande como para nadar cómodamente. No hay niños corriendo alrededor, como suele suceder en estos sitios; imagino que están en las piscinas de los niveles superiores, más adaptadas para ellos. Aquí, el ambiente es claramente para adultos. Lo primero que noto, sin embargo, es la cantidad de miradas que recibimos. Hombres y mujeres nos observan, pero a mí, en particular, me están mirando fijamente. Sé que llamo la atención, pero la verdad, no me importa.

Me acerco a una de las sillas frente a la piscina, donde un miembro de la tripulación parece haber estado reservándonos el lugar. Me quito los pantalones, quedándome con mi zunga, que es lo que suelo usar en la playa. También llevo una camisa blanca, desabotonada, dejando a la vista mis pectorales, que están bastante bien definidos, aunque no es algo que suela presumir. A medida que camino entre la gente, siento las miradas intensificarse. Algunos incluso me lanzan gestos obscenos. No sé qué le pasa a esta gente, ¿nunca han visto a un hombre semidesnudo? Sí, sé que tengo un buen cuerpo, pero esto es demasiado.

Me giro hacia Scott, y su expresión me lo dice todo. Está molesto, y sus ojos están llenos de enfado.

—¿Por qué decidiste ponerte eso? —me pregunta con una nota de reproche.

—Es lo que siempre uso en la playa. ¿Qué tiene de malo? Además, es lo único que empaqué.

—Es demasiado provocativo, y estás llamando la atención de todos aquí.

—Sí, me he dado cuenta. Pero no me importa.

—A mí sí. No me gusta que miren algo que es mío.

—¿Mío? —repito, con una mezcla de sorpresa y entendimiento. A pesar de todo, entiendo lo que quiere decir. Soy celoso también, y no me gustaría que alguien mirara a Scott de la forma en que estas personas me están mirando a mí. Debe ser incómodo verlo, cómo algunos hombres se fijan en mi cuerpo, especialmente en mi bulto, y hacen gestos vulgares mientras se tocan a sí mismos.

Sin pensarlo mucho, lo agarro por la cintura y lo beso. Un beso demandante, lleno de intención. Le permito que deslice su mano sobre una de mis nalgas, y él la aprieta, profundizando el beso. No estamos montando una escena; simplemente estoy dejando claro que soy suyo, que tengo dueño, y que no me interesa nadie más.

—Ellos pueden mirarme todo lo que quieran —le susurro cuando nos separamos—. Incluso pueden desearme… pero nunca me tendrán. Porque tú eres mi novio, y tú eres el dueño de todo esto. Puedes tenerme cuando quieras y donde quieras.

Una sonrisa lenta se dibuja en su rostro.

—Perfecto. Entonces quiero tenerte ahora, en los vestidores del otro lado de la piscina.

—Vamos.

Nos dirigimos hacia una zona más apartada, donde hay vestidores. No sé exactamente qué es este lugar, pero está lejos del resto de la gente, lo suficientemente privado para lo que estamos por hacer. También veo algunos artículos de limpieza, probablemente para el personal. Pero ahora, eso no importa. Lo único que importa es que, en este momento, soy completamente suyo.

Inspeccionamos, cuando nos dimos cuenta que no había nadie empezamos a besarnos, Scott solo trae un short blanco y una remera del mismo color. Me lleva hasta una pared y me empieza hacer una mamada, debo reconocer que las hace muy bien y si no fuera porque estamos en un lugar donde nos pueden ver, lo hubiese dejado que la chupara un buen rato hasta acabar en su boca, pero tenemos que ser cuidadosos, por lo tanto lo levanto y lo pongo contra la pared donde le bajo el Short y lo penetro sin mucho rodeo, por suerte tiene muy buena dilatación.

No me lleva más de cinco minutos acabar dentro, casi al mismo tiempo que él, creo que la adrenalina de hacerlo en un lugar público y casi a la vista de todos no ayudo bastante para tener un buen orgasmo.

(***)

Después de todo lo que pasó en los vestidores, regresamos a la pileta. Realmente quiero nadar. Desde que mi hermana está en el hospital, mi vida no ha vuelto a ser la misma. Antes, solía seguir una rutina: gimnasio, natación y canto por las mañanas. Por las tardes y noches, trabajaba atendiendo a mis clientes a domicilio, ya que no podía recibir a nadie en casa por ella. Gracias a esos trabajos pude pagar la renta y también las clases de canto para mí y para mi hermana. Todo era perfecto… hasta que dejó de serlo.

Me sumerjo en la piscina, y el agua me envuelve. Es una piscina enorme, perfecta para nadar sin interrupciones. Hago cinco largos sin descansar, dejándome llevar por el ritmo del agua y los recuerdos que surgen. Aprender a nadar fue difícil, pero valió la pena. Este momento me recuerda a los días en los que mi vida era más sencilla, cuando nadar era una forma de escape, no un lujo raro.

Al sacar la cabeza del agua y acercarme a la orilla, me doy cuenta de que hay un grupo de seis chicos esperándome. Todos tienen una toalla y una botella de agua en mano, y cuando intento salir, cada uno de ellos se apresura a ofrecerme una mano, una toalla, una bebida. Algunos me lanzan piropos, otros me proponen nadar juntos, y un par me piden mi número de teléfono. Me siento como una especie de estrella de cine rodeada de un club de fans, aunque si quieren algo de mí, tendrán que esforzarse mucho más.

Ignoro los comentarios y empiezo a caminar hacia mi silla, pero el grupo sigue detrás de mí, y los comentarios empiezan a subir de tono. Lo que comenzó como halagos ahora se siente incómodo.

De repente, veo a Scott a lo lejos, caminando hacia la pileta. Jeremy lo sigue de cerca, y justo antes de que llegue, lo toma del brazo y lo detiene. Puedo ver cómo coloca la mano de Scott en su pecho, un gesto tan cursi que casi puedo adivinar lo que está diciendo: algo como “escucha cómo late mi corazón por ti”. La verdad, me molesta cuánto tiempo permite Scott que su mano esté en el pecho de Jeremy. Más vale que Jeremy tenga un salvavidas cerca, porque estoy muy tentado a arrojarlo por la borda.

Veo cómo Jeremy acerca una mano a la mejilla de Scott, y luego la lleva hacia su nuca, intentando acercarlo para un beso. Mi paciencia se está acabando, si Scott no hace algo juro que los arrojare a los dos al mar, por suerte reacciona a tiempo y lo aleja sutilmente. No puedo escuchar lo que dicen, pero lo que sea que Scott dijo no fue agradable, ya que Jeremy le da una bofetada y se aleja furioso.

Scott se da vuelta y me ve. Lleva una toalla y una botella de agua en las manos, lo que me recuerda a mi «club de fans» que aún sigue a mi alrededor. Me acerco a él, tomo la botella de agua, y lo beso, dejando claro quién soy y con quién estoy. Algunos de los chicos que me seguían se alejan de inmediato, mientras que otros sueltan comentarios obscenos, pero Scott los silencia con una simple mirada. Puede que sea pacifista, pero sabe cómo hacerse respetar, y está claro que la gente en este barco sabe bien quién es.

Me toma de la mano y me guía hacia nuestro camarote.

—Elevaste mucho la temperatura en la zona de la pileta —dice, con una media sonrisa.

—¿En qué zona? —le respondo, siguiendo su tono de juego.

—En toda. Hacerlo ahí fue una gran idea.

—Sí, creo que fue el lugar que tu madre recomendó.

—Sí, es ese lugar.

—Estuvo bueno.

—No tanto lo que pasó después —su tono cambia ligeramente, más serio.

—¿Te refieres a lo de Jeremy? —pregunto, aunque ya sé la respuesta.

—¿Lo viste?

—Claro que lo vi. ¿Todavía sientes algo por él?

—No. Nunca sentí nada por él, y se lo dejé más que claro.

—Está bien, es asunto tuyo —digo, intentando mantener la calma. Luego, cambio de tema—. Oye, ¿sabes si hay alguna forma de comunicarme con tierra firme? Tengo varios clientes a los que debo avisar que no estaré disponible esta semana. Son clientes fijos, y no quiero perderlos. Voy a necesitar el dinero cuando vuelva.

—Entiendo. Sabes que yo te pagaré.

—Habíamos dicho que no… pero algo, aunque sea lo mínimo, me ayudaría.

Scott me mira por un segundo y luego, como si hubiera estado pensando en esto por un tiempo, sugiere:

— ¿Estuve pensando, Te gustaría trabajar para mí? como uno de mis asistentes.

—¿Cómo O’Neill o David? No, gracias. Aprecio la oferta, pero el estilo de vida que llevas no es para mí.

—¿Por qué no? Podrías ser mi novio con sueldo y disfrutar de todo esto.

—No es mi estilo. No es como imaginé mi vida.

—¿Entonces prefieres seguir siendo un TaxiBoy?

—No, pero tampoco quiero depender de nadie. No quiero tener un jefe. Quiero ser libre.

Scott me mira con frustración.

—A veces no te entiendo. Te ofrezco todo, y lo rechazas. Otros, en tu posición…

—Otros, pero yo no.

Suspira y saca un celular de su bolsillo.

—Está bien. Toma este teléfono satelital. Puedes llamar a donde quieras.

—Genial —digo, aliviado—. ¿Te molesta si salgo a cubierta para hacer las llamadas?

—No… haz lo que quieras —responde, dándome la espalda, claramente herido por mi respuesta.

Salí de la habitación, Scott parece enojado por la respuesta que acabo de darle, pero es la verdad no soy como ellos.

Salí a cubierta, necesitaba saber cómo estaba ella. El aire fresco me despejaba, pero el peso en mi pecho solo aumentaba.

—Hola, Iván, ¿cómo estás? —dije al instante al recibir respuesta.

—Hola, Germán. ¿Todo bien? ¿Cómo van esas vacaciones?

—Muy bien… —pausé, mi voz se volvió más grave—. ¿Cómo está ella?

—Eh… sin cambios. No hay novedades.

—¿Nada? ¿Ningún cambio, por más mínimos que sean? —mi corazón se encogió ante la respuesta.

—Germán, lamento decirte que no ha habido cambios desde hace mucho tiempo. Deberías considerar la posibilidad de…

—¡No! ¡Ni lo digas! Solo asegúrate de mantenerla con vida.

—Entiende que esto no es vida, es un gasto enorme que estás afrontando solo.

—Por el dinero no te preocupes. Ocúpate de ella… En un par de días estaré ahí con lo suficiente.

—Está bien. Solo relájate y disfruta de tu paseo en barco.

—¿Barco? ¿Cómo sabes que estoy en un barco si nunca te lo dije? —me sorprendí.

—Sí, me lo dijiste.

—No… no te dije nada.

—Eso no importa ahora. Lo que importa es que ya es hora de tomar una decisión.

—No. Me rehúso.

—Ella no le gustaría tenerte así.

—Tú no sabes nada de lo que siente.

Corté la comunicación, incapaz de continuar la conversación. Las lágrimas que amenazaban con salir ahora se desbordaron. Caminé un poco sobre la cubierta, acercándome al borde, y finalmente, no pude aguantar más. Comencé a llorar.

La vida es tan injusta conmigo. Scott me había ofrecido una gran oportunidad, pero no podía aceptarla. La responsabilidad de mi hermana era mía y solo mía. Yo había fallado. No iba a permitir que alguien más cargara con ella. Si Scott supiera la verdad, seguramente no me habría hecho esa oferta. Todo lo que importaba ahora era ella y yo. Solo nosotros dos.

Volví tarde a la habitación, agotado y deseando darme un baño antes de acostarme a dormir. Sin embargo, mis planes se interrumpieron al encontrar a Scott y a su madre en el camarote.

– ¿cómo estás? ¿Estás bien? —preguntó la madre de Scott con preocupación.

—¿Estuviste llorando? —añadió, su mirada intensa sobre mí.

—No… no, me entró una basura en el ojo. No es nada… —intenté restarle importancia.

—¿Seguro? —insistió Scott, la duda aún presente en su voz.

—Sí —repetí, aunque sentía que no era del todo convincente.

—Les venía a avisar que hoy cenaremos más temprano para ir al karaoke más tarde y que cantes. Pero si prefieres, lo dejamos para otro momento… no te ves muy bien —dijo su madre, notando mi estado.

—No se preocupen, necesito un baño, unos chocolates y unas cervezas, con eso estaré de diez —respondí, tratando de sonar animado.

—¿Estás seguro? —preguntó, mirándome con preocupación.

—Sí… sí… —aseguré, aunque en el fondo sabía que no estaba del todo bien.

—Bueno, ¿qué estás esperando? Vamos, el chico necesita ser consentido. Scotty, no te quedes ahí…

—Pero… —comenzó Scott, pero su madre lo interrumpió.

—Pero nada, es tu novio. No pretendas que él haga todo…

—Te recuerdo que yo soy tu hijo… —protestó Scott.

—Por favor, no discutan. Me voy a bañar, estaré listo en un rato —les dije, tratando de evitar más tensión.

Los dejé discutiendo, sin ganas de escuchar su intercambio. En realidad, no tenía ganas de nada. Si pudiera decir «no», lo haría, pero esto era trabajo y no podía abandonar.

Me quedé bajo la lluvia de la ducha durante un buen rato, dejando que el agua caliente relajara mis músculos y, a su vez, me tranquilizara.

Al salir del baño, con la bata de baño atada a medias, me di cuenta de que tenía antojo de algo dulce. Para mi sorpresa, la mesa, la cama y la mesita de noche estaban llenas de cajas y cajas de chocolate. En una esquina estaba Scott con unas botellas de cerveza.

—Tienes un gusto raro. ¿Cerveza y chocolates?

—Sí, es una gran combinación.

—Lo que tú digas. —Tomé la botella de cerveza que me ofrecía y di un sorbo; estaba realmente fría, justo como me gusta.

—¿No te parece que es mucho chocolate? —

—Fue idea de mi madre, cree que no te consiento lo suficiente.

—Ja, ja. Si supiera… —repliqué, recordando la cantidad de chocolates que podía devorar.

—No vas a llegar a comerte todo eso.

—Ja… se nota que no me conoces. Soy muy capaz de comerme todo esto y mucho más. Tengo una gran debilidad por los chocolates.

—A mí se me ocurren otras cosas que hacer con chocolate.

—Sí, tal vez, pero ahora solo quiero descansar un poco.

Después de despejar la cama, me acosté un rato, cerrando los ojos y dejándome llevar por el cansancio. Realmente necesitaba ese descanso.

(***)

Después de una mini siesta, haber devorado la mayoría de los chocolates y tomado un par de cervezas bien frías, me siento listo para lo que sea. Me levanté con mucha energía. A veces, solo necesito dormir y dejar que todo fluya.

Scott y yo nos dirigimos al gran comedor, donde sus padres nos están esperando. Hoy es noche de karaoke. Hace mucho que no canto; en algún momento pensé en negarme, pero no creo que pueda hacerlo. No solo porque la madre de Scott me lo pidió, sino porque extraño cantar. Antes lo hacía muy seguido, pero ahora no tanto. No recuerdo la última vez que lo hice, o mejor dicho, la recuerdo, pero es un mal recuerdo que prefiero olvidar.

Al llegar al gran salón, me doy cuenta de que está repleto de gente. Las mesas están dispuestas de manera diferente a otras veces; han puesto un escenario en el centro del salón y han colocado todas las mesas en su dirección. Arriba del escenario hay un piano y una guitarra, supongo que para que la persona que suba pueda elegir su instrumento.

Nos acercamos a la mesa de los padres de Scott. Es la primera vez que lo noto, pero esa mesa es mucho más grande que las demás y está ubicada en el centro del salón. Detrás de cada asiento hay un mesero listo para atender cualquier necesidad. También veo a O’Neill y a David, que están parados detrás de nuestras sillas; creo recordar que son ellos quienes nos sirven cada vez que comemos y se aseguran de que tengamos todo lo que necesitamos.

A lo lejos, veo a Jeremy hablando con la madre de Scott. Es la primera vez que la veo sin su sonrisa distintiva; parece no importarle lo que le está diciendo este chico insoportable. Cuando me ve, deja hablando solo a Jeremy y se apresura hacia mí, ignorando incluso a su propio hijo.

—Mi niño, ¿cómo estás? ¿Te gustaron los chocolates que te mandé? ¿Scott te hizo algo? Sabes que puedes pedirme lo que necesites —pregunta su madre, llena de preocupación.

—Estoy bien. Scotty me dio muchos mimos; con eso y los chocolates, recuperé energía —le respondí.

—Me alegra que mi hijo esté haciendo las cosas bien —dice, sonriendo.

Scott simplemente se da media vuelta y se sienta en su lugar; parece que ya no le importa lo que dice su madre, como si no la escuchara.

—¿Qué quería Jeremy? —pregunto, no puedo evitar la curiosidad.

—Sí, madre, ¿qué quería? No me gusta verte cerca de ese chico —interviene Scott, claramente molesto.

—No lo quiero cerca. Vino a decirme que va a cantar también, una canción de amor dedicada a ti, que va a luchar por tu amor y no sé cuántas cosas más. La verdad, no estaba prestando mucha atención —confiesa su madre.

—Me parece que voy a tener que aclarar algunos puntos con él —digo, sintiendo la necesidad de hacerle frente.

—Yo no me quiero meter, pero este chico es muy insoportable —añade su madre.

—O’Neill, después voy a necesitar tu ayuda con este tema. ¿Puedo contar contigo? —pregunto.

—Será todo un placer, señor —responde O’Neill con una sonrisa.

—Ustedes dos mejor tengan cuidado con lo que hacen —advirtió Scott, con un toque de preocupación.

Nos trajeron la cena, que, como siempre, es rica pero escasa. No sé cómo hace esta gente para sobrevivir con tan poco. Mientras disfrutábamos del postre, las luces se fueron apagando y las que estaban en el escenario se encendieron, anunciando que comenzaría el show y que Jeremy sería el primero en cantar, ya que tenía un mensaje de amor muy especial. Este chico se está buscando un viaje al fondo del mar.

Jeremy salió al escenario y empezó a cantar «Ángel» de Robbie Williams. Conozco esa canción y es muy hermosa, pero en su voz la odié. No logra alcanzar las notas altas y desafina en varias partes. No está tocando ningún instrumento; solo canta con una pista de música sin letra de fondo. En un momento, incluso perdió el ritmo y terminó cantando cualquier cosa.

Cuando terminó, la ovación fue mínima; muy pocas personas lo aplaudieron, y desde nuestra mesa no recibió ni un solo aplauso.

—Esta canción iba dedicada a mi gran amor. Sé que te perdí, pero algún día te recuperaré —dijo Jeremy, mirando fijamente a Scott.

Scott simplemente desvió la mirada, sintiendo la presión de todas las miradas sobre él. Sin pensarlo dos veces, tomé el rostro de Scott y lo besé. Él correspondió, profundizando el beso. La madre de Scott los alentó con un pequeño aplauso, mientras que la expresión de Jeremy era un espectáculo que no podía ignorar; arruiné su momento y salió del escenario visiblemente enojado.

Ahora era mi turno. Sabía exactamente qué canción cantar. Subí al escenario y tomé la guitarra. Nadie esperaba que lo hiciera; muchos me miraron sorprendidos, incluso los padres de Scott. Me tomé unos segundos para acomodar las cuerdas de la guitarra y empecé a tocar.

Buenas noches, mucho gusto, eras un chico más

Después de cinco minutos, ya eras alguien especial

Sin hablarme, sin tocarme, algo dentro se encendió

En tus ojos se hacía tarde y me olvidaba del reloj

Estos días a tu lado me enseñaron que en verdad

No hay tiempo determinado para comenzar a amar

Siento algo tan profundo que no tiene explicación

No hay razón ni lógica en mi corazón

Entra en mi vida, te abro la puerta

Sé que en tus brazos ya no habrá noches desiertas

Entra en mi vida, yo te lo ruego

Te comencé por extrañar, pero empecé a necesitarte luego

Aah, aah ah

Buenas noches, mucho gusto, ya no existe nadie más

Después de este tiempo juntos, no puedo volver atrás

Tú me hablaste, me tocaste y te volviste mi ilusión

Quiero que seas dueño de mi corazón

Entra en mi vida, te abro la puerta

Sé que en tus brazos ya no habrá noches desiertas

Entra en mi vida, yo te lo ruego

Te comencé por extrañar, pero empecé a necesitarte luego

Entra en mis horas, sálvame ahora

Abre tus brazos fuerte y déjame entrar

Entra en mi vida, te abro la puerta

Sé que en tus brazos ya no habrá noches desiertas

Entra en mi vida, yo te lo ruego

Te comencé por extrañar, pero empecé a necesitarte luego

Aaah ah

Te comencé por extrañar, pero empecé a necesitarte luego

Al terminar la canción, los aplausos estallaron como un trueno; todos estaban de pie, aplaudiéndome con entusiasmo desbordante. Busco nuestra mesa y encuentro a Scott, con lágrimas brillando en sus ojos, un destello de emoción que me paraliza. Su madre, desbordando alegría, está de pie sobre una silla, silbando con fervor, sumida en un frenesí de euforia total. Pero lo único que importa en ese instante son los ojos de Scott, que me miran con un deseo profundo, llenos de lágrimas que parecen reflejar todo lo que sentimos.

Nuestras miradas se conectan y, por primera vez, veo más allá de las palabras. Entiendo, en lo más profundo de mi ser, lo que realmente me está pasando: el anhelo que me consume. Un deseo irrefrenable de correr hacia él, abrazarlo con fuerza y sellar ese momento con un beso apasionado. Sin embargo, el miedo se apodera de mí como una sombra oscura, y, en un impulso desgarrador, salgo corriendo del lugar, dejando atrás el eco de los aplausos y el calor de su mirada.

Scott

Al terminar la canción de Germán, una avalancha de emociones me inunda, como si un torrente de sentimientos incontenibles hubiera estallado dentro de mí. Nunca antes me había sentido así, tan vivo, tan conectado. La letra de la canción es un espejo de mi alma, describe a la perfección lo que estoy sintiendo. ¿Sentir? Ahora sé lo que siento, y la verdad me abruma: lo amo con cada fibra de mi ser.

Sin pensarlo, salgo corriendo tras de él. No puedo dejarlo ir, no puedo, especialmente ahora que comprendo la profundidad de mis sentimientos. Cada latido de mi corazón grita su nombre. Pero alguien en la puerta me detiene. Es Jeremy, con esa sonrisa burlona en sus labios, y en ese instante, toda mi ira se enciende.

—Qué mal canta ese chico. Hasta él mismo tuvo vergüenza y se fue del lugar —se ríe, despectivo.

—No sabes lo que estás diciendo —le respondo, mi voz tiembla entre la ira y la desesperación.

—Scotty, ¿cuándo entenderás que él no puede formar parte de este mundo? Tú necesitas a alguien como yo, que sea de tu entorno. Él es un chico de la calle, no sabe lo que es la buena vida; te llevará a la ruina. Él es un puto más. Nunca estará a tu altura.

El veneno en sus palabras me consume. Siempre he sido pacifista, siempre he tratado de evitar la confrontación. Pero esta vez, la rabia me invade como un fuego ardiente. Sin pensarlo, el golpe que le propino a Jeremy es devastador, tan fuerte que lo lanza al suelo, escupiendo sangre. Sus ojos, llenos de horror, se encuentran con los míos; sabe que no soy el tipo de persona que levanta la mano por nada, pero ahora estoy dispuesto a luchar.

—Jamás vuelvas a llamar a mi novio de esa forma —le grito con toda la fuerza de mi corazón. —Lo nuestro fue solo una calentura, sexo sin amor. Luego me diste lástima y te acepté como novio, pero fue por compasión. El puto del montón eres tú. Espero que te quede claro.

Lo dejo caer en el suelo, mientras las lágrimas comienzan a brotar de sus ojos, pero no me importa. Mi mundo gira alrededor de Germán, y lo único que quiero es encontrarlo, abrazarlo, hacerle saber que estoy aquí para él.

Finalmente, lo encuentro en la cubierta, perdido en el abismo del mar, con lágrimas corriendo por su rostro, como si cada gota fuera un reflejo de su dolor. Me acerco lentamente, sintiendo que mi corazón se quiebra al verlo tan vulnerable. Coloco mi mano temblorosa en su hombro, deseando que sienta mi apoyo, mi amor incondicional.

—Germán… —susurro, intentando que mis palabras lo envuelvan en calidez.

—Esto no debería estar pasando. Yo no puedo amarte.

—¿Por qué no?

—No lo entenderías.

—Tú y yo no somos tan diferentes. Si tan solo hablaras conmigo, te darías cuenta de que somos más parecidos de lo que crees.

—Te equivocas, no somos iguales. No tienes idea de todo lo que he pasado, de lo que aún tengo que enfrentar. No puedo amar a nadie; hay una sola persona que ocupa mi corazón, y es en quien debo enfocar toda mi energía.

—¿Tu hermana?

—¿Cómo sabes de ella? ¿Quién mierda te dijo sobre ella?

Está furioso, se acercó a mí y me tomo por la camisa, es la primera vez que lo veo así, no me sorprende en realidad me esperaba esta reacción.

—¿Me crees idiota? ¿Crees que elegiría a alguien que no conozco para dejarlo entrar en mi casa y presentarle a mi familia? Te investigué. Hice que mis asistentes averiguaran todo sobre ti. Sé quién es tu madre, tu padre, y sobre todo, sé quién es ella y el estado en que se encuentra.

Mis manos caen lentamente, y me alejo poco a poco de él. Puedo ver el miedo en sus ojos, un reflejo de la angustia que ambos sentimos.

—Ella es mi responsabilidad. Por mi culpa está como está.

Me acerco nuevamente, tomando su rostro con ternura, y lo beso. Sus labios están húmedos por las lágrimas, pero no me importa; lo único que quiero es abrazarlo y no soltarlo nunca más. Sin embargo, mi momento de conexión se ve interrumpido por la aparición de O’Neill y mi madre, quienes llevan una expresión de pánico. La desesperación me invade. No quiero que nadie arruine este instante.

— Señor, disculpe que lo moleste pero necesito hablar con usted Urgentemente, a solas.

—¡Váyanse! No quiero que nadie me moleste ahora.

—Scott, en serio es una urgencia.

—¿Qué parte de «largo» no entienden?

—Scott, hijo, deberías escuchar a O’Neill; es muy importante.

—Está bien, más vale que sea importante.

Suelto a Germán, quien se queda mirándome confundido. Mi madre lo toma de la mano, alejándolo de mí.

—Bien, te escucho. Dime.

—No hay forma sutil de decir esto… Hace una hora, la hermana de Germán tuvo un ataque. Los médicos no lograron estabilizarla, y ella falleció.

Mis piernas comienzan a temblar. Siento que el mundo se desmorona a mi alrededor; esto no puede ser verdad. No puede haber muerto. Miro a O’Neill, y sus ojos brillan con lágrimas. Jamás la había visto llorando, y eso significa que es cierto.

Me doy media vuelta y encuentro a mi madre y a Germán, ambos con rostros tranquilos, pero el de mi madre está marcado por la tristeza.

No puedo ocultarle esto, debo decírselo ya.

—Germán, tengo que decirte algo. Madre, ¿podrías dejarnos solos?

—El helicóptero está preparado. Cuando quieran, pueden irse. No se preocupen por nada más.

Tras esas palabras, mi madre abraza a Germán con fuerza antes de marcharse. Estoy seguro de que lo sabe todo, pero por ahora no puedo lidiar con eso. Le susurro un «gracias» mientras la veo partir, y me siento atrapado en el caos de mis pensamientos, sin saber cómo darle la noticia. Todavía estoy en shock.

—Germán.

—Estoy algo cansado. ¿Podemos ir a dormir? Mañana hablaremos.

—No podemos, debemos irnos ahora. Acaba de pasar algo terrible.

—¿Qué pasó?

—Cuando me enteré de que tu hermana estaba en ese estado, envié a los mejores médicos del mundo. Pagué una fortuna, pero todos me dieron el mismo resultado: era tarde para ella, y no la iban a poder salvar… Me acaban de informar que murió.

El silencio se apodera del ambiente, como si el aire se hubiera congelado. No puedo oír nada; todo lo que me rodea ha desaparecido, solo quedamos él y yo. Intento dar un paso hacia adelante, pero él retrocede, como si el peso de la noticia lo empujara hacia atrás.

Veo cómo su estabilidad se quiebra, y en un instante, pierde el conocimiento ante mis ojos. Corro hacia él, lo tomo en mis brazos, y mis lágrimas caen libremente. Lloro por él, por su dolor, por la crueldad de la vida que nos ha golpeado sin piedad.

German

Despierto lentamente, el suave vaivén del barco apenas me hace sentir vivo. Estoy en mi camarote, aquí, atrapado en una burbuja de tristeza que me envuelve. No quiero levantarme; ¿qué sentido tiene hacerlo si lo único que me sacaba de la cama cada mañana era ese ser tan bello, tan puro, que ahora ya no está?

Jamás olvidaré la noche que nos fuimos de casa. Le prometí que seríamos felices, que estaríamos juntos para siempre. Una promesa que no pude cumplir. ¿Cómo voy a poder amar a alguien si no pude cuidar de ella? La culpa se cierne sobre mí, un peso insoportable que me arrastra hacia lo más profundo de la desesperación.

Ya no sé qué hacer para seguir adelante. Siento que estoy en un vacío, sin rumbo ni propósito. La angustia se adhiere a mis pensamientos como un frío penetrante.

De repente, siento cómo alguien me toma la mano. Es Scott. Lo miro y veo que está desarreglado, con marcas de lo que parece haber sido una pelea. Su mirada, aunque preocupada, refleja una determinación que no tengo. No tengo fuerzas para responderle, ni ganas.

—Debemos irnos. El helicóptero nos espera.

No digo nada. Simplemente me levanto y empiezo a seguir a Scott, arrastrando los pies como si el suelo pesara toneladas. No sé qué va a pasar ahora; solo sé que quiero llegar y confirmar que lo que me dijeron es verdad. La incertidumbre es una sombra oscura que me sigue a cada paso.

Llegamos a una plataforma en la popa. O es la proa, no sé, y la verdad, no me importa. Ante mí se erige un gran helicóptero, listo para partir. Nunca me había subido a uno, y en circunstancias normales podría sentir emoción. Pero mi mente no deja de dar vueltas, atrapada en un torbellino de pensamientos oscuros.

El viaje es silencioso, casi asfixiante. Estamos Scott, sus dos asistentes y yo. Él está a mi lado, sosteniendo mi mano, y en ningún momento me suelta. Debo agradecérselo; me está dando el apoyo que tanto necesito en este abismo emocional. Su presencia es un hilo de esperanza en mi desesperación.

Finalmente, aterrizamos en el techo de una de las clínicas más prestigiosas y caras del mundo. Recuerdo haber venido aquí antes, buscando atención para mi hermana. Hice las preguntas correctas, pero cuando se dieron cuenta de que no tenía suficiente dinero, nos echaron a la calle. Nunca me sentí tan humillado como aquel día, el eco de sus palabras aún resuena en mi mente.

Por suerte, esa misma semana conocí a Iván. Él solo quería sexo, pero poco a poco se fue enamorando de mí y, por esa razón, comenzó a atender a mi hermana sin hacer tantas preguntas. Fue un rayo de luz en un mar de oscuridad. Pero ahora, Scott ha utilizado sus contactos para que la atiendan aquí sin cuestionar su pasado. Esa es otra diferencia entre él y yo, otra razón más por la cual no podemos estar juntos. La injusticia de nuestra situación se siente como un golpe en el estómago.

Lo primero que veo cuando bajo es a Iván. La desesperación me impulsa a acercarme a él; necesito que me diga que esto no es cierto. Pero al ver las lágrimas que corren por su rostro, la cruda realidad me golpea como un puño en el estómago.

—Por favor, dime que no es verdad.

—Lo siento, de verdad lo siento mucho. No pude hacer nada, no pudimos hacer nada. Después de su primer ataque hace días, la trajimos aquí, pero solo empeoró.

—¿Su primer ataque? ¿A qué te refieres?

—Hace días tuvo un episodio. Casi la perdimos, pero después de horas en una operación, la recuperamos. No te dijimos nada porque Scott nos pidió que no habláramos. Estábamos muy confiados en que aquí podríamos mantenerla estable.

Busco con la mirada a Scott y lo encuentro, y su dolorosa mirada me atraviesa como un rayo. Cada latido de mi corazón se siente como un eco de su traición. Ganas de gritarle, de hacerle pagar por ocultarme la verdad me invaden, pero mis manos están caídas a los lados, vacías. No tengo fuerzas para desahogar mi rabia. Jamás podría hacerle daño a él; no después de todo lo que ha hecho por mí.

—Llévame a mi departamento, por favor.

No quiero discutir, no tengo fuerzas para eso. Solo deseo estar solo, encontrar una manera de lidiar con este abismo de dolor que me consume.

Subo a la limusina que me lleva a mi departamento. Scott me ofrece algo para tomar, pero me siento como si estuviera atrapado en una niebla densa y pesada; no hay consuelo en nada. Solo quiero llegar, descansar.

Al llegar a mi edificio, antes de que pueda pedirle a Scott que se vaya, él ya ha salido de la limusina y se dirige hacia mi departamento. No permitiré que se quede; necesito la soledad como un refugio, un espacio donde pueda enfrentar este tormento.

Cuando llegamos a la puerta, él me hace señas para que pase a la siguiente puerta, la de al lado. Saca una llave y abre, pidiéndome que entre. Lo sigo, como un perro perdido en un mundo que ya no comprendo.

Al entrar, quedo asombrado por la belleza del lugar. Hay cuadros de arte homoerótico que parecen cobrar vida, jarrones antiguos que susurran historias olvidadas, un televisor y electrodomésticos de última generación que no encajan en mi estado actual de desolación. Sofás y sillas pulcramente cuidados, un mini bar que parece un oasis en medio de un desierto emocional.

—¿Qué es este lugar?

—Tu nuevo hogar.

—¿Qué? No entiendo.

—Por los servicios prestados estos días, compré este departamento y el de al lado también. Esta es la escritura; todo está a tu nombre.

—Pero…

—Lo siento. Debí haberte dicho que sabía lo de tu hermana. Debería haber tratado de ayudar desde el principio. Pero fui arrogante, creí que con dinero todo se solucionaría. Hoy me doy cuenta de que no es así.

—Yo, sin dinero, tampoco pude salvarla… No puedo aceptarlo.

—Tampoco puedes rechazarlo. Es tuyo. Si no lo quieres, véndelo o haz lo que desees.

—Scott, necesito estar solo. Déjame, por favor, vete.

—No puedo hacerlo. No quiero dejarte.

—Necesito pasar por esto solo. Cuando me sienta mejor, te llamaré y podremos hablar de nosotros. Por favor, entiéndelo. Necesito hacer mi duelo a solas.

—Está bien, pero no tardes mucho y no cometas ninguna locura. Estoy aquí para ti.

—No lo haré. Gracias, por todo.

Scott se marchó sin más. Me siento aliviado, pero al mismo tiempo vacío. Justo cuando cerré la puerta de mi nuevo departamento, las lágrimas comenzaron a fluir. Lloré. Lloré toda la noche y todo el día, recordándola, reviviendo cada momento que pasamos juntos. Cada paso que dimos. El día que salimos de casa, ese día fuimos felices, sin tener nada. Pasamos frío, hambre, pero siempre juntos, siempre unidos. Ella tenía sueños que ahora nunca podrá cumplir.

Ahora, en esta nueva soledad, me doy cuenta de que me quedé solo, sin nadie, con un vacío tan abrumador que parece devorarme. En este nuevo hogar, que debería ser un refugio, solo hay ecos de su risa y sombras de lo que perdí.

Scott

Ahora que pienso y miro a mi alrededor, me doy cuenta de lo cruel que puede ser la vida. A pesar de que mi familia, mis padres, siempre estuvieron conmigo, apoyándome en cada decisión que tomé, ahora siento un vacío que ni su amor puede llenar. A veces, me pregunto por qué nunca encontré una razón por la cual levantarme cada mañana. Me he sentido como un barco a la deriva, con el viento soplando en cualquier dirección, pero sin un destino claro. Siempre he tenido lo que quise, pero nada de eso importa ahora.

Al vivir lo que Germán vivió, al ver la devastación en sus ojos cuando llora por la pérdida de su hermana, me doy cuenta de que es hora de buscar mi futuro. Necesito encontrar una razón para salir adelante, un propósito que me empuje a levantarme cada mañana. Verlo sufrir me ha hecho reflexionar; no puedo seguir atrapado en esta vida vacía.

Quiero entender lo que él siente. Quiero saber lo que es ser verdaderamente querido. Lo que viví esos días con Germán fue una revelación. Nunca antes había experimentado esa sensación de ser cuidado, de saber que hay alguien dispuesto a hacer todo lo posible para verte feliz. En su sonrisa encontré consuelo, y ahora, en su ausencia, siento un dolor que me consume.

La última vez que vi a Germán fue en el velorio de su hermana. Estaba hecho trizas, devastado. No puedo dejar de pensar en cómo ocurrió esto, cómo no pude evitarlo. El dinero, que siempre pensé que lo solucionaría todo, parece no valer nada frente a la muerte. Intenté acercarme a él, pero se alejó. Su soledad es un espejo que me refleja mi propia vacuidad.

Iván me llamó, preocupado por Germán. Dijo que había intentado acercarse, pero también fue rechazado. No sé qué hacer. No sé si debería ir a su departamento, si debería llamarlo. La incertidumbre está empezando a desesperarme.

Un mes ha pasado, y aún no he tenido noticias de él. Le pedí a mis asistentes que no se acerquen, que lo dejen solo. Germán necesita su espacio. No quiero perturbarlo. Pero la espera se siente cada vez más pesada, como un plomo en mi pecho. Todo tiene un sentido extraño; solo sé que necesito verlo, saber que está bien, saber qué va a hacer. Volver a sentir su cuerpo cerca, volver a tocar su piel. Como dice su canción:

“Te comencé por extrañar, pero empecé a necesitarte.”

Estoy sentado en la oficina, revisando algunos libros de ventas. Hace mucho que no realizo este tipo de trabajo; normalmente lo hacen mi padre o, en su defecto, mi madre. Pero en los últimos días me he sumergido en los negocios, como parte del cambio que decidí emprender. Quiero ser más responsable, asumir más responsabilidades. Mis padres están muy contentos con esta idea, incluso estoy considerando viajar a Europa para visitar la sede central de nuestras empresas y hacerme cargo de todo. Es momento de asumir el mando, y aunque me emociona, la idea es hacerlo con Germán, pero, me llena de dudas. ¿Sentirá él lo mismo que yo por él?

Mientras estoy absorto en mis libros de ventas, el tiempo pasa volando. No me doy cuenta de que mi celular tiene dos llamadas perdidas de Germán.

¿Cuándo lo puse en silencio?

Últimamente lo tengo en silencio porque O’Neill y David no dejan de llamarme, preocupándose por cómo me siento. Se han vuelto insistentes, y por eso opté por silenciarlo. Pero no me imaginé que Germán también me llamaría. Tomo el teléfono, respiro hondo y marco su número.

El tono de la llamada me parece interminable, un eco de mis esperanzas y temores. Cada timbre es una mezcla de ansiedad y anticipación.

—Por favor, Germán, contesta —susurro para mí mismo, sintiendo cómo mi corazón late con fuerza en mi pecho.

  • Hola German me llamaste perdón no sentí el celular lo tenía en silencio ¿Cómo estás? ¿Qué pasó? Dime Necesito saber ¿estás bien?
  •  Hola buenas tardes, quería saber si podías venir a casa en algún momento… Necesitamos hablar.
  •  Obvio Me encantaría, ya estoy saliendo para haya.
  • No es necesario que venga ahora, en algún momento cuando puedas.
  • No, es necesario necesito verte.
  • Está bien te estaré esperando.

Dejé de hacer todo lo que estaba haciendo y corrí hacia mi auto. Otra de las cosas que he cambiado es el uso de las limusinas; ahora me muevo en un coche discreto y tranquilo. Había olvidado cuánto me gusta manejar. Hay algo liberador en la libertad de estar al volante, de controlar el rumbo de mi vida. Así que, al menos por ahora, me desplazo en mi propio auto. Las limusinas quedarán para eventos especiales o para recoger a Germán algún día, si todo sale bien.

Al llegar al departamento, mi corazón late con fuerza mientras subo directo a su piso. Un impulso me lleva a la habitación donde solíamos hacer el amor, donde la pasión desbordaba en cada rincón. Pero me contengo. En cambio, me dirijo al departamento que le regalé, deseando que sea un refugio para él, un lugar donde pueda encontrar un atisbo de consuelo.

Golpeo la puerta, y mi pulso se acelera al imaginarlo de nuevo. La idea de volver a verlo me llena de alegría, pero también de incertidumbre. ¿Me recibirá con un abrazo o con un golpe por haber ocultado la verdad sobre su hermana?

La puerta se abre, y ahí está él. Su media sonrisa es un destello de luz en medio de la penumbra que lo rodea, pero su mirada es de una tristeza profunda que perfora mi corazón. Se ve un poco más flaco de lo que recuerdo, y el contraste entre su belleza y su dolor me deja sin aliento. Sin pensarlo, lo abrazo con fuerza, sin dejar que se dé cuenta. Solo quiero sentirlo cerca, como si ese gesto pudiera borrar la distancia y el sufrimiento que nos ha separado. Él me abraza de vuelta, y por un instante, el mundo desaparece a nuestro alrededor.

—Ven, siéntate —me dice, llevándome al comedor. Un nudo se forma en mi estómago; su tono de voz me transmite una inquietud que no puedo ignorar.

—¿Cómo estás? ¿Te sientes bien? —pregunto, sintiéndome torpe y vulnerable. Nunca he sido bueno para las palabras, y en momentos como este, mi inseguridad se vuelve aún más abrumadora.

—No tienes que preguntarte nada. Estoy bien, o al menos estoy tratando de estarlo. Aún me cuesta aceptar que no volveré a verla, y la soledad me pesa como una losa sobre mi pecho.

Un par de lágrimas se deslizan por sus mejillas, y mi instinto es ir a abrazarlo nuevamente, pero me detengo. Sé que aún no es el momento de intentar consolarlo. Este dolor es suyo, y debo respetarlo.

—Pero tú no estás solo. Me tienes a mí.

—Lo sé, y por eso quería hablar contigo. No sé cómo decir esto… No quiero alargarlo más. No es justo para ti. No puedo pretender que esperes hasta que mi duelo termine, porque realmente no sé cuándo va a terminar. La única persona que me importaba en el mundo ya no está. Por mi incompetencia, la perdí. No estoy preparado para dar amor todavía. Necesitas a alguien a tu lado que te ame de verdad, que pueda estar contigo al 100%. Yo no soy esa persona. Lo que siento por ti no sé si es amor o solo un momento de debilidad. Quería saber qué se siente ser amado, y me dejé llevar por esa idea. Sé que no es lo que esperabas oír, pero esta es mi decisión, al menos por ahora no estoy disponible.

Su honestidad me hiere como un puñal, pero al mismo tiempo, entiendo su lucha.

—En realidad, me lo imaginaba. Creo que yo tampoco estoy preparado para una relación. Lo que siento por ti es tan fuerte que me asusta, pero no estoy seguro de que realmente sea amor.

—Yo también tengo dudas sobre lo que siento. Todo lo que ha pasado solo lo complica más. Espero que me entiendas. No puedo obligarte a quedarte aquí, a que me esperes, porque no sería justo para ti.

—Tienes toda la razón, pero quiero quedarme. Quiero ser el apoyo que necesitas. Sé que juntos podemos seguir adelante, pero no sé si es lo ideal para los dos. No quiero despedirme.

—Esto no es una despedida, es un hasta luego. Sé que volveré a verte.

—Sí… me duele mucho, pero es verdad. Esto no es una despedida, pero quiero que me prometas algo: que no bajarás los brazos, que seguirás adelante, y que dentro de 10 o 20 años, cuando nos volvamos a encontrar, tendrás una familia y vivirás una vida plena.

—Te lo prometo, y tú también lo harás. Encontrarás una razón por la cual levantarte todas las mañanas. Y por favor, que no sea Jeremy.

—Ja, no te preocupes, creo que entendió muy bien que ya no me importa… Eres la persona más importante que he conocido. Te doy las gracias por haberme hecho abrir los ojos, por haber estado a mi lado. No olvides que en cualquier momento que necesites mi ayuda, yo estaré ahí. Quiero que seas feliz. Ambos merecemos ser felices.

—Despídeme de tus padres.

—Lo haré.

Nos fundimos en un abrazo, fuerte y sincero, sellando nuestra promesa. Él me mostró lo que es la vida, y sé que ambos merecemos ser felices. Y lo seremos.

Después de haber estado en casa de Germán, subí a mi auto y comencé a manejar sin rumbo fijo. Un torbellino de pensamientos invadía mi mente, cada uno más confuso que el anterior. Necesitaba aclarar mis ideas, pensar detenidamente cuál sería mi siguiente paso. Era evidente que no podía quedarme en este país, menos aún cerca de él. La cobardía me consumía por no luchar por su amor, pero, sinceramente, ni siquiera estoy seguro de si lo que siento por él es amor verdadero.

Después de dar varias vueltas por la ciudad, decido volver a casa. La serenidad empieza a envolverme y, con ella, surge una idea más clara de lo que debo hacer. Al llegar, voy directo a mi cuarto. En cuanto entro, la sensación de vacío me golpea. Me doy cuenta de que nunca he tenido un hogar, un lugar al que realmente pertenezca. Esta habitación, que solo tiene una cama, un ropero y mi computadora portátil, carece de vida. No hay fotos, no hay cuadros; nada que indique que este lugar es mío. Al mirarlo, comprendo que es solo otro cuarto vacío en esta casa, uno más que se utiliza para las visitas. Siempre he estado viviendo en diferentes casas, pero en ninguna he logrado establecerme.

Ahora, con la mirada clara, me doy cuenta de lo estúpido que fui toda mi vida. Tengo todo lo que cualquier persona podría desear, y, sin embargo, me siento completamente vacío.

—¿Te irás? —pregunta mi madre, rompiendo el silencio.

—Sí, madre. Viajaré a Europa.

—¿Y Germán?

—¿Tú lo sabías?

—Sí.

—¿Siempre lo supiste?

—Desde el día que lo llevaste a la cena.

—¿Por qué no dijiste nada?

—Porque pensé que era una buena forma de que tú entendieras cómo eran las cosas, que no todo lo podrías comprar con dinero.

—Pero, ¿no es lo que ustedes siempre me dijeron? Que no importa lo que quiera, que con dinero podía conseguirlo.

—Sí, es verdad. Te criamos de esa forma, pero tú tenías que aprender que no todo el dinero se puede comprar. Tú mismo tenías que ponerte los limites.

—No te entiendo, madre.

—Cuando empezaste a gastar sin razón, nos dimos cuenta de que ibas por mal camino. Tenías que aprender que todo tiene un límite, que a veces debemos reflexionar sobre si lo que hacemos o el estilo de vida que llevamos está bien… Además, todos necesitamos encontrar a alguien que nos haga ser mejores.

—Yo estaba bien como estaba. Tenía todo lo que quería.

—¿Y eras feliz?

—No lo sé, ahora no estoy feliz.

—¿Estás triste?

—No sé cómo me siento.

—¿Lo amas?

—Creo que sí.

—¿Lo dejarás? ¿No te quedarás?

—Él me dijo que me vaya. No está preparado para una relación en este momento, y yo… no sé qué es lo que quiero.

—Sé que encontrarás la felicidad.

—Lo sé. Es solo que creí haberla encontrado.

La despedida de mi madre es un eco en mi corazón mientras me dirijo al aeropuerto. Dejo atrás a la persona que amo, o creo amar; la confusión me abruma. Necesito tiempo para aclarar mis ideas, pero sé que, una vez que suba a ese avión, ya no habrá marcha atrás.

Anhelo el día en que encuentre a alguien a quien amar sin reservas, alguien a quien nunca dejaré ir. Pero, por ahora, el camino es incierto y la soledad me acompaña.

German.

Fui un completo cobarde. Dejé ir a la persona que amé con todo mi ser, y ahora estoy seguro de que jamás volveré a verla. Jamás volveré a enamorarme de esta manera. La pérdida de Germán ha dejado un vacío abrumador en mi corazón, y ahora que él no está, no sé cómo seguir adelante. Pero no pienso rendirme. Continuaré haciendo lo único que sé hacer: complacer a otros.

Un Año Despues….

Esta mañana, un cliente me llamó. Había conseguido mi número de teléfono de una de las tantas páginas de internet donde tengo publicado mi perfil. Su voz temblaba de nerviosismo, y eso me hizo recordar mis propios miedos en situaciones similares.

Ya ha pasado un año y medio desde que Scott se fue. Me he concentrado más en mi trabajo, como dije antes, sin ganas de conocer a nadie. Este tiempo se ha reducido a una sola actividad: tener relaciones con desconocidos por dinero. Soy un Taxiboy, y eso es lo que haré, al menos hasta que la vida me ofrezca algo diferente.

Un rato antes de la hora indicada de mi turno, alguien golpea la puerta. Al abrirla, me quedo un poco asombrado por lo que veo: un joven apuesto, pero parece estar muerto de miedo, como si esta fuera su primera vez contratando un servicio como este. Sus ojos, grandes y asustados, me miran como si fueran a traspasar su temor y, de repente, me encuentro sintiendo una mezcla de compasión y nostalgia. Este chico representa todo lo que perdí: la emoción, la vulnerabilidad, la posibilidad de algo real.

—Hola… —tartamudea, como si las palabras le costaran salir.

Le invito a pasar, y en ese instante, un torbellino de recuerdos y emociones me inunda. La fragilidad de la vida, el amor perdido, y el anhelo de conexión se entrelazan en mi mente. ¿Realmente estoy preparado para esto? ¿Para abrirme nuevamente a alguien, aunque sea solo por un momento?

Pero, en el fondo, sé que la respuesta es no. Estoy atrapado en mi propia burbuja de dolor, y no sé si alguna vez tendré el valor de romperla.

  • Hola, ¿Cómo va?… soy German.

No veo ninguna reacción en el solo se queda mirando como si yo fuera una obra de arte, causo muchas veces esa impresión, sé que no debería decirlo, pero es la verdad, sobre todo ahora que desde que no estoy pendiente a ella paso mis horas libres en el gimnasio, y el dinero que antes era destinado a ella, ahora uso gran parte de este en tratamientos de belleza, lo que sobra lo guardo, tengo mucho dinero en mis cuentas y en mi caja fuerte, si quisiera podría jubilarme ahora mismo y vivir sin problemas el resto de mi vida, pero no lo hare.

  • ¿Vas a pasar?

No tengo tiempo para quedarme todo el día, de esta forma. Él reacciona y pasa, no sé por qué pero siento un escalofrió recorrer todo mi cuerpo cuando pasa junto a mí.

  • Deja el dinero en la mesita de luz.

Le ordeno, una vez que lo deja lo tomo por la espalda y empiezo a besar su cuello, vuelvo a sentir ese escalofrió y además siento un aroma distinto que no había sentido antes y por primera vez mi pene reacciona al sentir su piel bajos mis labios.

Lo voltee para que quede enfrente de mí poco a poco empiezo a desvestirlo lentamente, no podía creer lo que veía, es hermoso y sin darme cuenta ese pensamiento lo dije en voz alta, se ruborizo un poco y eso lo hizo mucho más hermoso de lo que es.

No sé qué me pasa pero esta persona está poniéndome de una forma muy distinta a la de otros clientes.

Lo tiro a la cama, tengo la necesidad de verlo completamente desnudo y debajo mío. Una vez que lo termine de desvestir, fue mi turno de sacarme toda la ropa, lo hice muy lentamente brindando un pequeño espectáculo a mi cliente especial, no soy de hacer estas cosas pero con él me sale hacerlo de modo natural. Una vez que estoy desnudo, me subo arriba de él, tomo sus manos y las paso por su cabeza dejándolo inmóvil.

Lo beso en la boca, probar sus labios fue como haber bebido agua después de días de sed, baje por su pecho besando sus pezones, dejándolos erecto.

Lo pongo en cuatro, queda a mí vista un trasero redondo y firme, un trasero como nunca antes había visto, y puedo asegurarlo ya que vi muchos. Cuando estoy a punto de hacer algo, este chico me detiene.

  • Eh… disculpe… yo quiera…
  • Lo siento bonito, yo soy activo, lo dice mi perfil de la página de donde me sacaste.

Veo que eso lo puso un poco incómodo y está empezando a acobardarse.

  • Tranquilo, Bonito te va a gustar, soy muy bueno en mi trabajo, tienes un culo muy lindo te va a gustar lo que voy hacer con él.

Le doy una nalgada para intentar tranquilizarlo, y por lo que veo funciono muy bien, ya que libera un gemido de placer, para mi es música para mis oídos.

  • Por favor vuelve a pegarme.
  • Usted es el jefe.

Le di un par de nalgas más hasta que su culito quedo rojito, luego introduzco mi lengua y empiezo a jugar con su entrada, pero el chico acaba sin ni siquiera tocarse, lo escucho quejarse, pensando que esto acaba pero no es así.

  • Aún falta 40 Minutos, te aseguro que vas a acabar una segunda vez.

No es que este contando los minutos, pero quiero que acabe una vez más, si hubiese sido otro cliente no me importaría, pero no sé por qué con él quiero que sea diferente. Vuelvo a introducir mi lengua en su entrada para dilatarlo y poder penetrarlo, mi Pene esta duro, necesito reclamar este hombre como mío. Pero primero debería asegurarme que iba a poder aguantarme, por lo tanto empecé introduciendo un par de dedos en su interior, se siente tan apretado que da mucho placer. Luego de un rato de estar jugando llego la hora de introducir mi pene en su trasero, que al parecer lo está esperando.

Estoy un rato penetrándolo en esta posición hasta que lo doy vuelta y lo pongo encima de mí esta es la pose que siempre me gusto, puedo ver su rostro, y lo que veo me gusta, tiene unos hermosos ojos, rasguña un poco mis pezones, cosa que no me importa, solo estoy enfocado en que disfrute.

Al poco tiempo y con ayuda mía llega a su segundo orgasmo manchado mi pecho con su semen, pero no me molesta, la cara de satisfacción que él tiene ahora es lo único que me importa.

  • Yo también acabe.
  • ¿Cuándo? No me di cuenta.

No iba a decirle que no acabe, tengo el forro puesto y no puedo acabar con el puesto, cuando entro a mi departamento quería hacerlo sin preservativo, pero no me anime, no esta vez.

  • Tienes un lindo trasero, pensé que iba a poder penetrarlo.
  • Jajaja no, bonito, soy activo. Pero si quieres te dejo jugar con él.

Me puse en cuatro y apunte mi trasero a él, no dejare que me penetre pero si dejare que lo bese y lo chupe, sé que amara hacerlo. Al ver que su pija se vuelve a poner dura le ordeno que se pajee para mí.

El niño me dio un par de nalgadas y beso mis nalgas mientras se masturbaban.

  • Date vuela, quiero acabar sobre tu perfecta barba.

Si hubiese sido otra persona me hubiese negado pero no pudo hacerlo con él, es una sensación rara pero mi cuerpo reacciona por sí solo. Posicionándome como él lo pide, y unos segundos después acaba por tercera vez sobre mi barba.

  • Te dije si hago bien mi trabajo vas acabar varias veces.

Me levanto y veo el dinero en la mesa de luz, eso me devolvió a la realidad, y mis sentimientos vuelven a acomodarse.

  • Aquí tienes una toalla para limpiarte, fue un gusto cuando quieras me llamas y si tengo disponibilidad arreglamos.

Parecía algo descontento, pero es la realidad, este es mi trabajo y él es mi cliente.

Se vistió y se fue.

Nuevamente me quedo solo en este lugar frio, pero algo distinto siento en mí, no sé qué es pero deseo que ese chico vuelva a llamarme para volver a verlo, creo que se llama…Tomás.

Fin.

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