Capítulo 21
- Mi educación como sumisa
- Mi educación como sumisa II
- Mi educación como sumisa III
- Mi educación como sumisa IV
- Mi educación como sumisa V
- Mi educación como sumisa VI
- Mi educación como sumisa VII
- Mi educación como sumisa VIII
- Mi educación como sumisa IX
- Mi educación como sumisa X
- Mi educación como sumisa XI
- Mi educación como sumisa XII
- Mi educación como sumisa XIII
- Mi educación como sumisa XIV
- Mi educación como sumisa XV
- Mi educación como sumisa XVI
- Mi educación como sumisa XVII
- Mi educación como sumisa XVIII
- Mi educación como sumisa XIV
- Mi educación como sumisa XX
- Mi educación como sumisa XXI
Hace más de tres años que empecé mi relación con mi señor, nunca antes había estado en una relación donde yo era la sumisa, sí que había leído sobre el tema en algún libro de genero erótico y mientras lo leía siempre pensaba si alguna vez sería capaz de probar para saber cómo me sentiría, pero jamás pensé que me gustaría y disfrutaría tanto de ser la sumisa de mi señor.
Todo empezó cuando una noche, en la habitación de un hotel, pedí a mi señor que me atara las manos, así que cogió su cinturón e hizo unas esposas con él, me ató las manos llevándolas por encima de mi cabeza, pero también cogió una camiseta y me tapo los ojos, esa vez disfrute del sexo como nunca antes lo había hecho y sabía que iba a querer más.
Y efectivamente, a lo largo de estos años, hemos ido probando cosas nuevas que nos llevaban cada día más a identificarnos con los roles de cada uno, el suyo como el de mi señor y dueño y el mío como el de su sumisa, hasta el punto en el que estamos ahora y no dudo que vaya evolucionando más.
Nuestro juego, como he dicho antes, empezó con un simple “átame las manos” a lo que siguieron algunos azotes, el “no te corras hasta que yo te lo diga”, “quiero que vayas sin ropa interior”, “¿quién es mi sumisa?”, o incluso entregarle mi culo a mi señor. Empezamos a comprar juguetes, como plugs algunos con cola y otros sin cola, antifaces, fusta, arnés o un vibrador manejado a distancia con el que podía controlar incluso a kilómetros distanciados, todo para hacerme saber que mi señor es el que manda y yo soy su sumisa. Poco a poco, y a pesar de mi vergüenza, cosa que este juego ha hecho que vaya disminuyendo poco a poco, nuestro juego ha ido avanzando, al principio a mi señor no le veía como alguien a quien debía complacer y obedecer, ahora sí.
Ahora soy yo, su sumisa, quien pide a mi señor, si llevo ropa interior o no, si puedo tocarme aunque sepa que no me vaya a dejar correrme, cuando estamos juntos, soy yo quien le pregunta si puedo comer los huevos a mi señor y solo hacerlo cuando mi señor me da permiso, quien cuenta en alto los azotes que le dan, quien está dispuesta a hacer todo lo que su dueño la pide sin poder contradecirle, quien está dispuesta a sentirse expuesta estando de pie de espaldas a mi señor con las manos en la nuca, de rodillas en el suelo al lado de los pies de mi señor o a cuatro encima de una cama esperando a que mi señor decida que quiere hacerme, si quiere jugar con mi culo ya sea poniéndome un plug, mientras que con una mano juega con mi clítoris y la otra va a mis pezones para tener más control sobre mí, para luego pasar a follarme la boca y correrse en ella y decidir cuando me trago su corrida, o si prefiere follarme el mismo mi culo mientras tira del collar y juega con sus dedos en mi clítoris sin dejarme correrme, ya que todos mis orgasmos son suyos, o si prefiere, ponerme un plug, hacerme contar los azotes, jugar con mis pezones mientras tira del collar, para luego follarme, mientras me pregunta, “ quien es mi sumisa o quien es mi perrita” y yo responderle “ yo soy tu sumisa o yo soy tu perrita”, todo esto sabiendo que mi señor es dueño de mis orgasmos, por lo que mi señor decide si me deja correrme y cuando o si no me deja correrme y decide dejarme a medias, para a continuación me diga “vístete, nos vamos a cenar fuera”.