Capítulo 2
Mi amigo Jey II
Ya les conté quien es Jey en mi relato anterior. Ahora les presento otra experiencia que viví con él… espero que la disfruten…
El día en cuestión nos dormimos, era domingo y habíamos estado bailando la noche anterior por lo que llegamos al departamento cansados, nos dimos una ducha y nos acostamos (dormíamos abrazados con el aire acondicionado al máximo), desnudos obvio.
Luego de tres horas el reloj sonó (teníamos que tomar un colectivo para ir a una excursión en las afueras de Bangkok), yo me levante a apagar el despertador, como todas las mañanas tenía la verga dura y muchas ganas de tener un poco de sexo pero Jey dijo que no había tiempo y me tuve que quedar con las ganas…
Viajamos alrededor de una hora y al llegar había muchísima gente, los guías organizaban grupos para recorrer el complejo (era muy grande, tenía zoológico, templos, ruinas etc), nos unimos a un grupo y comenzamos a recorrer los distintos lugares.
Al mediodía nos dieron una hora libre para comer y sacar fotos; nos metimos en una especie de iglesia medio destruida, no había nada interesante para ver, tenía muchas galerías y pasillos pero sin estatuas ni pinturas ni nada, cuando me di cuenta que estábamos solos, aprovechando que estábamos en un pasillo angosto agarré a Jey de los brazos lo levante y lo puse contra la pared y le di un beso.
Aunque ya se estaba acostumbrando a mis arrebatos no dejaba de sorprenderse, por supuesto que enseguida me contesto el beso y al instante estábamos tocándonos por todos lados.
Coloque mis manos en su hermoso culito y el contestó levantando sus piernas y abrazándome con ellas.
Estaba sentado en mis manos y apoyado contra la pared, yo metí las manos por debajo de la ropa para sentir su piel suave.
Empezó a frotarme y eso me calentaba tanto que ya no pude aguantar más y saqué un condón para cogerlo, enseguida busco en su mochila y saco su gel con una sonrisa cómplice.
Volvimos a la posición en que estábamos y lo empecé a penetrar suavemente hasta el fondo.
En su cara podía ver cuanto lo disfrutaba y con cada embestida me susurraba que no parara de hacerlo gozar (en realidad gozábamos los dos ya que ese tibio hoyo parecía estar hecho especialmente para mi).
El estar en ese lugar, con el peligro de que alguien nos viera nos excitaba aún más y la adrenalina nos hizo tomar el ritmo de un metesaca fantástico.
Estábamos recalientes, yo no podía creer lo que estábamos haciendo, cada vez que mis bolas chocaban con su culito el me contestaba con un gemido hasta que aaahhh!!!! acabé con todas las ganas dando un grito de placer (tenía toda la leche contenida desde la mañana).
Jey se puso coloradísimo y me tapo la boca enseguida tenía miedo que alguien nos oyera y nos viera, yo le saqué la mano y le di un beso para demostrarle cuanto había disfrutado esa cogida. Escuchamos la voz de la guía llamando a los turistas y nos acomodamos la ropa.
El problema fue que Jey también había acabado y se había manchado el pantalón, por suerte yo tenía una remera extra y como le quedaba grande le tapaba la mancha de leche.
Nos reímos de la que nos había pasado y volvimos con el grupo.
Por la tarde volvimos al departamento pero eso ya es para otra historia